En un momento en el que algunos sueñan con un comercio virtuoso, ecológico y protector, hay que recordar cómo los acuerdos de libre comercio traen consigo la especialización de las economías, el debilitamiento de la productividad y, en definitiva, la caída de los salarios reales
Romaric Godin, Mediapart
En los debates recurrentes sobre los distintos acuerdos de libre comercio y el lugar que ocupa la agricultura en ellos, a menudo se olvida un elemento: los fundamentos teóricos de esta política de liberalización del comercio. Recordar estos fundamentos nos permite adoptar un enfoque muy diferente al de los debates actuales, que a menudo no aciertan.
El punto de partida de la voluntad de liberalizar el comercio es la famosa teoría formulada por el economista británico David Ricardo en 1817, en el capítulo 7 de sus Principios de economía política y fiscalidad. Esta teoría de la "ventaja comparativa" se oponía a la formulada tres décadas antes por Adam Smith en su Riqueza de las naciones (libro II, capítulo 5).
Para Smith, el comercio internacional tenía que ver con el excedente de producción que el consumo nacional no podía absorber. Este excedente puede venderse en el extranjero, y este comercio no tiene más que ventajas: fomenta la productividad de las actividades en cuestión y permite financiar la compra de lo que el país no produce.
Esta visión, resumida por la expresión "vent for surplus", supone que el comercio es simplemente el producto de un excedente. Por lo tanto, se da prioridad a las necesidades domésticas. La teoría de Smith siempre ha sido considerada por los primeros economistas capitalistas como una especie de "reliquia mercantilista", en palabras de John Stuart Mill.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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lunes, 19 de febrero de 2024
lunes, 1 de julio de 2019
Cumbre del G20 en Osaka: guerra de todos contra todos
Andre Damon, wsws
Los líderes mundiales se reúnen en Osaka, Japón, el viernes para la cumbre del G20 en medio de una promoción interminable de guerras comerciales, proteccionismo y militarismo.
La atmósfera en el G20, formado para coordinar una respuesta internacional y multilateral a una serie de crisis financieras globales a fines de los años noventa podría describirse con la frase atribuida a Thomas Hobbes: Bellum ómnium contra omnes (“la guerra de todos contra todos”).
Las divisiones, reporta Bloomberg, “se extienden mucho más allá de los puntos familiares del acero, el ambiente y el comercio”. Añade: “Una persona involucrada en el proceso dijo que la habilidad para un compromiso había caído prácticamente a cero.
“Otra persona participando en la redacción dijo que se han roto tantos acuerdos unilateralmente que han comenzado a perder significado”. Bloomberg concluyó, “Un oficial estadounidense involucrado en el proceso simplemente describió el comunicado como una pérdida de tiempo”.
Desde que el G20 abandonó el llamado a “resistirse a todas las formas de proteccionismo” en su comunicado final en marzo de 2017, la Casa Blanca ha lanzado una guerra comercial contra China y amenazado con iniciar una contra la Unión Europea, mientras les exigen a sus aliados, incluyendo Japón y la OTAN, que paguen por la protección militar estadounidense.
jueves, 15 de marzo de 2018
Entre muros y aranceles
Alejandro Nadal, La Jornada
Rex Tillerson se opuso en su momento a los aranceles sobre acero y aluminio aprobados por Donald Trump. Hoy el ex secretario de Estado ha sido defenestrado, mientras los halcones del proteccionismo dominan la política comercial en la Casa Blanca. La ignorancia y la demagogia fortalecen sus posiciones.
Tillerson no fue el único opositor a las medidas proteccionistas. El secretario de Defensa, James Mattis, también lo hizo al señalar que dichas acciones sólo alejarían a países que han sido aliados tradicionales de Estados Unidos. Eso no deja de ser irónico: Trump basó su decisión para imponer los aranceles en consideraciones de seguridad nacional al invocar la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial.
La realidad es que nadie cree que las importaciones de acero y aluminio sean una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Además, al condicionar la imposición de los aranceles en los casos de México y Canadá a los resultados de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Trump ha socavado su propia argumentación sobre seguridad nacional. O los aranceles son para proteger una industria que es vital para la seguridad o son una simple pieza de negociación: no pueden ser ambas cosas a la vez.
Rex Tillerson se opuso en su momento a los aranceles sobre acero y aluminio aprobados por Donald Trump. Hoy el ex secretario de Estado ha sido defenestrado, mientras los halcones del proteccionismo dominan la política comercial en la Casa Blanca. La ignorancia y la demagogia fortalecen sus posiciones.
Tillerson no fue el único opositor a las medidas proteccionistas. El secretario de Defensa, James Mattis, también lo hizo al señalar que dichas acciones sólo alejarían a países que han sido aliados tradicionales de Estados Unidos. Eso no deja de ser irónico: Trump basó su decisión para imponer los aranceles en consideraciones de seguridad nacional al invocar la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial.
La realidad es que nadie cree que las importaciones de acero y aluminio sean una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Además, al condicionar la imposición de los aranceles en los casos de México y Canadá a los resultados de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Trump ha socavado su propia argumentación sobre seguridad nacional. O los aranceles son para proteger una industria que es vital para la seguridad o son una simple pieza de negociación: no pueden ser ambas cosas a la vez.
martes, 13 de marzo de 2018
Trump veta una de las mayores compras de la historia por “amenazas” a la seguridad nacional
El presidente de EEUU, Donald Trump, ha bloqueado por “razones de seguridad nacional” la adquisición del fabricante estadounidense de microprocesadores Qualcomm por su rival Broadcom, domiciliada en Singapur, en una operación valorada en 94.970 millones de euros que hubiera representado la mayor fusión del sector tecnológico.
La decisión del inquilino de la Casa Blanca se ha hecho pública este lunes mediante una orden ejecutiva emitida al cierre de los mercados en EEUU en la que además de impedir la compra de Qualcomm, la compañía asiática deberá abandonar cualquier plan de compra futuro y también deberá abstenerse de proponer consejeros a los órganos de administración de Qualcomm.
“Existen evidencias creíbles que me llevan a creer que Broadcom Limited, empresa organizada bajo las leyes de Singapur, junto a sus socios, filiales o afiliados, incluyendo Broadcom Corporation, una empresa de California, y Broadcom Cayman, domiciliada en Islas Caimán, adquiriendo el control de Qualcomm Incorporated, empresa de Delaware, podrían llevar a cabo acciones que amenazarían la seguridad nacional de EEUU”, declaró el presidente para justificar el veto a la operación.
viernes, 2 de marzo de 2018
Rechazo mundial a los aranceles de Donald Trump
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este jueves que impondrá aranceles del 25% al acero importado y del 10% al aluminio, medida con la que busca proteger a la industria estadounidense y que anunciará formalmente la semana que viene. La medida ha producido una reacción internacional inmediata, con amenazas de represalias que pueden frenar el comercio y el crecimiento global, impactando en el empleo. Trump justifica la medida en la protección de la “seguridad nacional”, algo que se ve erróneo desde el exterior. China, Rusia, Alemania, Reino Unido, Australia, la Unión Europea... El rechazo llega desde todas las grandes naciones.
Ante el aluvión de críticas, Donald Trump se redobla en sus argumentos. “Cuando un país está perdiendo muchos miles de millones de dólares comercialmente con prácticamente todos los países con los que hace negocios, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, publica el mandatario en su cuenta Twitter.
China advirtió este viernes de que la política comercial de Donald Trump puede afectar negativamente a la recuperación económica mundial. “Si otros países siguen sus pasos, esto dañará al comercio internacional”, advirtió una portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Hua Chunying, en rueda de prensa en Pekín. Hua subrayó que la economía global todavía está recuperándose y que esta recuperación es aún inestable, por lo que “todos los países deben considerar esfuerzos para cooperar y resolver asuntos relevantes”, en lugar de aplicar restricciones comerciales unilaterales.
Wall Street responde con fuertes caídas a los nuevos aranceles al acero y el aluminio anunciados por Trump
Wall Street cerró este jueves con fuertes caídas después de que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, señalase que no hay riesgo de sobrecalentamiento en la economía y especialmente después de que Donald Trump anunciase aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio, incrementando el miedo a una posible guerra comercial.
Al cierre de las operaciones, el Dow Jones perdió el 1,68% dejándose más de 400 puntos hasta los 24.608,98, mientras que el S&P 500 perdía un 1,33% hasta los 2.677,67 enteros y el Nasdaq se dejaba un 1,27% hasta las 7.180,56 unidades.
La jornada transcurrió durante sus primeras dos horas en el ecuador entre los números positivos y negativos, para caer fuertemente tras el anuncio de Trump, llegando a perder más de un 2% en el caso del Dow Jones. La última hora de la sesión sirvió a los índices para mitigar la caída.
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martes, 27 de febrero de 2018
La creciente amenaza de guerra comercial global
Nick Beams, wsws
Los movimientos agresivos de la administración Trump en pos de su agenda económica nacionalista "América Primero" están llevando al mundo a la guerra comercial, un conflicto con importantes implicaciones militares.
Dos importantes iniciativas de la administración de los Estados Unidos durante el último mes han intensificado las tensiones mundiales, amenazando acciones de represalia por parte de la Unión Europea y China.
A fines de enero, EEUU impuso aranceles importantes a las importaciones de paneles solares y lavadoras chinas y de Corea del Sur.
Esto fue seguido por la recomendación a principios de este mes del secretario de Comercio, Wilbur Ross, de que se introduzcan aranceles y otras medidas restrictivas contra las importaciones de acero y aluminio. La recomendación de Ross fue el resultado de una larga investigación realizada bajo la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 que permite que el presidente imponga restricciones sobre las importaciones usando el argumento de "seguridad nacional", una disposición que a veces se describe como la "opción nuclear" en las relaciones comerciales.
El informe dijo que el aumento en las importaciones de ambos metales en los últimos años "amenaza con dañar nuestra seguridad nacional" y Ross envió el informe a Trump con una variedad de opciones, incluyendo un arancel global del 24 por ciento sobre el acero y una tarifa de 7,7 por ciento sobre aluminio, para hacerse efectivo en abril.
Los movimientos agresivos de la administración Trump en pos de su agenda económica nacionalista "América Primero" están llevando al mundo a la guerra comercial, un conflicto con importantes implicaciones militares.
Dos importantes iniciativas de la administración de los Estados Unidos durante el último mes han intensificado las tensiones mundiales, amenazando acciones de represalia por parte de la Unión Europea y China.
A fines de enero, EEUU impuso aranceles importantes a las importaciones de paneles solares y lavadoras chinas y de Corea del Sur.
Esto fue seguido por la recomendación a principios de este mes del secretario de Comercio, Wilbur Ross, de que se introduzcan aranceles y otras medidas restrictivas contra las importaciones de acero y aluminio. La recomendación de Ross fue el resultado de una larga investigación realizada bajo la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 que permite que el presidente imponga restricciones sobre las importaciones usando el argumento de "seguridad nacional", una disposición que a veces se describe como la "opción nuclear" en las relaciones comerciales.
El informe dijo que el aumento en las importaciones de ambos metales en los últimos años "amenaza con dañar nuestra seguridad nacional" y Ross envió el informe a Trump con una variedad de opciones, incluyendo un arancel global del 24 por ciento sobre el acero y una tarifa de 7,7 por ciento sobre aluminio, para hacerse efectivo en abril.
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viernes, 23 de febrero de 2018
Otro paso de Estados Unidos hacia la guerra comercial
Nick Beams, wsws
Estados Unidos ha dado un paso más hacia la guerra comercial, con importantes connotaciones militares. El secretario de Comercio, Wilbur Ross, anunció el viernes pasado que ha enviado una serie de opciones al presidente Donald Trump para la imposición de aranceles y otras restricciones a las importaciones de acero y aluminio.
Ross dio a conocer los detalles de las investigaciones largamente esperadas llevadas a cabo bajo la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que permite al presidente imponer restricciones a las importaciones consideradas como amenaza a la "seguridad nacional" sin la aprobación del Congreso.
Ross dijo que las investigaciones separadas sobre ambos metales lanzadas el año pasado descubrieron que los aumentos repentinos de las importaciones en los últimos años "amenazan con perjudicar nuestra seguridad nacional". Recomendó aranceles globales del 24 por ciento para el acero y del 7,7 por ciento para el aluminio.
Estados Unidos ha dado un paso más hacia la guerra comercial, con importantes connotaciones militares. El secretario de Comercio, Wilbur Ross, anunció el viernes pasado que ha enviado una serie de opciones al presidente Donald Trump para la imposición de aranceles y otras restricciones a las importaciones de acero y aluminio.
Ross dio a conocer los detalles de las investigaciones largamente esperadas llevadas a cabo bajo la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que permite al presidente imponer restricciones a las importaciones consideradas como amenaza a la "seguridad nacional" sin la aprobación del Congreso.
Ross dijo que las investigaciones separadas sobre ambos metales lanzadas el año pasado descubrieron que los aumentos repentinos de las importaciones en los últimos años "amenazan con perjudicar nuestra seguridad nacional". Recomendó aranceles globales del 24 por ciento para el acero y del 7,7 por ciento para el aluminio.
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viernes, 9 de junio de 2017
El auge del nacionalismo económico y el proteccionismo
Este discurso fue pronunciado por Nick Beams, miembro fundador del Partido Socialista por la Igualdad de Australia y secretario nacional entre 1985 y 2015, en el acto en línea del Día Internacional de los Trabajadores del 2017, celebrado el 30 de abrilHa pasado casi una década desde el inicio de la crisis financiera global del 2008. Desde entonces, todas las contradicciones del modo de producción capitalista que la detonaron se han agudizado.
El análisis realizado por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional en ese momento estableció que no fue una simple fluctuación temporal o fin de un ciclo comercial, sino un colapso de todo el sistema capitalista.
Mediante una intervención desesperada —transfiriendo billones de dólares de los bancos centrales al sistema financiero mundial—, las clases gobernantes lograron evitar que el colapso fuese tan grande como la Gran Depresión de los años treinta.
Sin embargo, han sido incapaces de resolver las contradicciones dentro del sistema de ganancias que desencadenaron la debacle financiera. Las medidas que impusieron realmente han exacerbado estas contradicciones.
La causa inmediata de la crisis fue la subida del capital financiero y su acumulación de ganancias de una cúspide a otra, basándose en lo que constituyó un acaparamiento criminal y parasitario de recursos económicos. No obstante, estas mismas prácticas continúan porque la Reserva Federal de Estados Unidos y los principales bancos centrales puso billones de dólares en manos de los especuladores financieros.
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jueves, 4 de mayo de 2017
Del proteccionismo al proteccionismo
Juan Francisco Martín Seco, Contrapunto
En días pasados con ocasión de las Jornadas de primavera del FMI se reunieron en Washington los ministros de Economía y los presidentes de los Bancos Centrales del G-20. Sobre estos foros sobrevolaron como pájaros de mal agüero el Brexit y la posible aplicación de las fanfarronadas que Trump lanzó en la campaña electoral y que continúa manteniendo en la actualidad. Ambos factores se inscriben dentro de lo que el FMI y el discurso hasta ahora oficialmente hegemónico en la escena internacional consideran graves amenazas a la marcha futura de la economía mundial.
Así y todo, el FMI en sus previsiones de primavera ha elevado la tasa de crecimiento mundial previsto y ha concedido al Reino Unido el privilegio de ser el país entre los desarrollados cuyas previsiones de crecimiento para 2017 se han revisado más al alza -0,5 puntos-, con lo que, al menos implícitamente, se desmiente que el efecto del Brexit vaya a ser tan catastrófico para su economía como se pensaba, al menos en 2017. El Fondo considera que el efecto se trasladará a 2018 y siguientes. Puede ser, sin embargo, que según se vayan acercando esos años se reconozca que todo ha sido un espejismo y que tampoco en ellos el resultado acabe siendo tan negativo.
Respecto al nuevo Gobierno estadounidense, el G-20 no sabe a qué carta quedarse. La mayoría de los participantes piensan que hoy por hoy las amenazas de Trump han quedado solo en palabras y confían en que no aplique su programa electoral, al menos en todo lo que hace referencia a las restricciones a los mercados. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que ejerció de anfitrión, puesto que Alemania ostenta la Presidencia rotatoria, quiso transmitir un mensaje de tranquilidad y manifestó su confianza en que primará el entendimiento y en que no habrá confrontación en materia de comercio con EE.UU. en la próxima cumbre que se celebrará este verano. Nadie quiere creerse -y menos que nadie Alemania, la gran beneficiaria de la situación actual- que Trump vaya a cumplir sus promesas de la campaña electoral, pero lo cierto es que la condena al proteccionismo desapareció del comunicado final en la pasada cumbre por la oposición de EEUU.
En días pasados con ocasión de las Jornadas de primavera del FMI se reunieron en Washington los ministros de Economía y los presidentes de los Bancos Centrales del G-20. Sobre estos foros sobrevolaron como pájaros de mal agüero el Brexit y la posible aplicación de las fanfarronadas que Trump lanzó en la campaña electoral y que continúa manteniendo en la actualidad. Ambos factores se inscriben dentro de lo que el FMI y el discurso hasta ahora oficialmente hegemónico en la escena internacional consideran graves amenazas a la marcha futura de la economía mundial.
Así y todo, el FMI en sus previsiones de primavera ha elevado la tasa de crecimiento mundial previsto y ha concedido al Reino Unido el privilegio de ser el país entre los desarrollados cuyas previsiones de crecimiento para 2017 se han revisado más al alza -0,5 puntos-, con lo que, al menos implícitamente, se desmiente que el efecto del Brexit vaya a ser tan catastrófico para su economía como se pensaba, al menos en 2017. El Fondo considera que el efecto se trasladará a 2018 y siguientes. Puede ser, sin embargo, que según se vayan acercando esos años se reconozca que todo ha sido un espejismo y que tampoco en ellos el resultado acabe siendo tan negativo.
Respecto al nuevo Gobierno estadounidense, el G-20 no sabe a qué carta quedarse. La mayoría de los participantes piensan que hoy por hoy las amenazas de Trump han quedado solo en palabras y confían en que no aplique su programa electoral, al menos en todo lo que hace referencia a las restricciones a los mercados. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, que ejerció de anfitrión, puesto que Alemania ostenta la Presidencia rotatoria, quiso transmitir un mensaje de tranquilidad y manifestó su confianza en que primará el entendimiento y en que no habrá confrontación en materia de comercio con EE.UU. en la próxima cumbre que se celebrará este verano. Nadie quiere creerse -y menos que nadie Alemania, la gran beneficiaria de la situación actual- que Trump vaya a cumplir sus promesas de la campaña electoral, pero lo cierto es que la condena al proteccionismo desapareció del comunicado final en la pasada cumbre por la oposición de EEUU.
jueves, 27 de abril de 2017
Cumbre del FMI refleja proximidad a una guerra comercial a nivel global
Nick Beams, wsws.org
En otro paso hacia el estallido de una guerra comercial a nivel global, el Fondo Monetario Internacional se convirtió este fin de semana en la segunda organización económica global en descartar su compromiso a “resistirse a todas las formas de proteccionismo”.
Ante el trasfondo de la decisión en marzo de los ministros de finanzas del G20 de retirar dicha promesa de su comunicado, el FMI adoptó el mismo curso de acción en sus Reuniones de Primavera en Washington. En ambos casos, abandonaron su postura oficial de “libre comercio” debido a la presión del gobierno de Trump, en consonancia con el programa de “EEUU ante todo” de la Casa Blanca.
Cambiando su tradicional postura, la declaración emitida por el Comité Monetario y Financiero Internacional de la institución (CMFI) ahora procura “promover la igualdad de condiciones en el comercio internacional”.
El actual presidente del CMFI, Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, buscó restarle importancia a la decisión, sugiriendo que la redacción previa fue sacada porque “el uso de la palabra proteccionismo es muy ambiguo”.
En realidad, la omisión del rechazo al proteccionismo es una inconfundible expresión del aumento en las tensiones comerciales, impulsadas sobre todo por la administración de Trump.
En otro paso hacia el estallido de una guerra comercial a nivel global, el Fondo Monetario Internacional se convirtió este fin de semana en la segunda organización económica global en descartar su compromiso a “resistirse a todas las formas de proteccionismo”.
Ante el trasfondo de la decisión en marzo de los ministros de finanzas del G20 de retirar dicha promesa de su comunicado, el FMI adoptó el mismo curso de acción en sus Reuniones de Primavera en Washington. En ambos casos, abandonaron su postura oficial de “libre comercio” debido a la presión del gobierno de Trump, en consonancia con el programa de “EEUU ante todo” de la Casa Blanca.
Cambiando su tradicional postura, la declaración emitida por el Comité Monetario y Financiero Internacional de la institución (CMFI) ahora procura “promover la igualdad de condiciones en el comercio internacional”.
El actual presidente del CMFI, Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, buscó restarle importancia a la decisión, sugiriendo que la redacción previa fue sacada porque “el uso de la palabra proteccionismo es muy ambiguo”.
En realidad, la omisión del rechazo al proteccionismo es una inconfundible expresión del aumento en las tensiones comerciales, impulsadas sobre todo por la administración de Trump.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
Proteccionismo, globalización y “furia populista”
Paula Bach, La izquierda diario
La tensión entre proteccionismo y globalización se pone de manifiesto como uno de los emergentes más significativos del escenario que toma cuerpo con particular entidad en los países centrales. Este dualismo expresa a su vez el despliegue quizá más contradictorio y concreto de otra bifurcación, la que fluye entre la economía y la política.
Enfocando la arista económica, puede verificarse que un escenario de disminución del crecimiento del comercio mundial está impulsando un cierto repliegue de la globalización, un suave incremento de medidas proteccionistas y una desaceleración del ritmo de liberalización del comercio. Estos factores que poseen por ahora un impacto limitado, prometen adquirir un impulso mayor en un escenario económico que amenaza volverse más crítico. Contra esta tendencia, los tratados de libre comercio –como el TLC, el Acuerdo Transpacífico o el Transatlántico, entre otros- representan la espada privilegiada de la cruzada globalizadora de los sectores hegemónicos del capital.
Pero si se enfoca la arista política, se observa que la desazón y la pérdida de confianza en las élites dirigentes dio lugar a una oleada de repudio a la globalización expresada tanto en el ascenso del fenómeno Trump por derecha, como en su momento en el voto por izquierda a Bernie Sanders y hasta en las promesas “antitratados” a las que se vio obligada Hillary. Este suceso en su conjunto, incluyendo un nacionalismo xenófobo referenciado en amplios sectores de la población –que alcanza también fracciones del capital no hegemónico, ligadas al mercado interno- podría transformarse en una de las peores contrariedades de las élites económicas, globalofílicas por definición. La suerte de los tratados comerciales –principal arma de las multinacionales y las élites económicas para la “protección” de sus negocios- se juega en territorios tortuosos como el del Reino Unido después del brexit o el de Estados Unidos luego de la gran definición del próximo martes –independientemente, en gran parte, de quien se quede con la victoria.
La tensión entre proteccionismo y globalización se pone de manifiesto como uno de los emergentes más significativos del escenario que toma cuerpo con particular entidad en los países centrales. Este dualismo expresa a su vez el despliegue quizá más contradictorio y concreto de otra bifurcación, la que fluye entre la economía y la política.
Enfocando la arista económica, puede verificarse que un escenario de disminución del crecimiento del comercio mundial está impulsando un cierto repliegue de la globalización, un suave incremento de medidas proteccionistas y una desaceleración del ritmo de liberalización del comercio. Estos factores que poseen por ahora un impacto limitado, prometen adquirir un impulso mayor en un escenario económico que amenaza volverse más crítico. Contra esta tendencia, los tratados de libre comercio –como el TLC, el Acuerdo Transpacífico o el Transatlántico, entre otros- representan la espada privilegiada de la cruzada globalizadora de los sectores hegemónicos del capital.
Pero si se enfoca la arista política, se observa que la desazón y la pérdida de confianza en las élites dirigentes dio lugar a una oleada de repudio a la globalización expresada tanto en el ascenso del fenómeno Trump por derecha, como en su momento en el voto por izquierda a Bernie Sanders y hasta en las promesas “antitratados” a las que se vio obligada Hillary. Este suceso en su conjunto, incluyendo un nacionalismo xenófobo referenciado en amplios sectores de la población –que alcanza también fracciones del capital no hegemónico, ligadas al mercado interno- podría transformarse en una de las peores contrariedades de las élites económicas, globalofílicas por definición. La suerte de los tratados comerciales –principal arma de las multinacionales y las élites económicas para la “protección” de sus negocios- se juega en territorios tortuosos como el del Reino Unido después del brexit o el de Estados Unidos luego de la gran definición del próximo martes –independientemente, en gran parte, de quien se quede con la victoria.
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miércoles, 24 de noviembre de 2010
Robert Skidelsky cuestiona el retorno a los irrefrenables años 30
En este artículo de Project Syndicate, el biógrafo de Keynes cuestiona las políticas proteccionistas de los grandes bloques: Europa, China, Estados Unidos, y los nulos resultados tendientes a evitar la guerra de divisas de la Cumbre G-20 en Seúl.
Robert Skidelsky
La cumbre del G-20 que acaba de concluir en Seúl terminó sin un acuerdo ni sobre las monedas ni sobre el comercio. China y Estados Unidos se acusaron mutuamente de manipular deliberadamente sus monedas para obtener una ventaja comercial. La Ronda de Doha de conversaciones sobre comercio global sigue estancada. Y, en medio de todo lo que se habla sobre los “riesgos” de nuevas guerras de divisas y comerciales, esas guerras ya empezaron.
En consecuencia, aunque los líderes globales prometan que no va a suceder, da la impresión de que el atroz precedente proteccionista de los años 1930 está por volver a cobrar vida. La guerra comercial de aquella década fue iniciada por Estados Unidos con el arancel Smoot-Hawley de 1930. Los británicos tomaron represalias con la Ley de Derechos de Importación de 1932, seguida por la Preferencia Imperial. En poco tiempo, la economía mundial era un matorral de barreras comerciales.
Robert Skidelsky
La cumbre del G-20 que acaba de concluir en Seúl terminó sin un acuerdo ni sobre las monedas ni sobre el comercio. China y Estados Unidos se acusaron mutuamente de manipular deliberadamente sus monedas para obtener una ventaja comercial. La Ronda de Doha de conversaciones sobre comercio global sigue estancada. Y, en medio de todo lo que se habla sobre los “riesgos” de nuevas guerras de divisas y comerciales, esas guerras ya empezaron.
En consecuencia, aunque los líderes globales prometan que no va a suceder, da la impresión de que el atroz precedente proteccionista de los años 1930 está por volver a cobrar vida. La guerra comercial de aquella década fue iniciada por Estados Unidos con el arancel Smoot-Hawley de 1930. Los británicos tomaron represalias con la Ley de Derechos de Importación de 1932, seguida por la Preferencia Imperial. En poco tiempo, la economía mundial era un matorral de barreras comerciales.
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