lunes, 1 de julio de 2019

Cumbre del G20 en Osaka: guerra de todos contra todos


Andre Damon, wsws

Los líderes mundiales se reúnen en Osaka, Japón, el viernes para la cumbre del G20 en medio de una promoción interminable de guerras comerciales, proteccionismo y militarismo.

La atmósfera en el G20, formado para coordinar una respuesta internacional y multilateral a una serie de crisis financieras globales a fines de los años noventa podría describirse con la frase atribuida a Thomas Hobbes: Bellum ómnium contra omnes (“la guerra de todos contra todos”).

Las divisiones, reporta Bloomberg, “se extienden mucho más allá de los puntos familiares del acero, el ambiente y el comercio”. Añade: “Una persona involucrada en el proceso dijo que la habilidad para un compromiso había caído prácticamente a cero.

“Otra persona participando en la redacción dijo que se han roto tantos acuerdos unilateralmente que han comenzado a perder significado”. Bloomberg concluyó, “Un oficial estadounidense involucrado en el proceso simplemente describió el comunicado como una pérdida de tiempo”.

Desde que el G20 abandonó el llamado a “resistirse a todas las formas de proteccionismo” en su comunicado final en marzo de 2017, la Casa Blanca ha lanzado una guerra comercial contra China y amenazado con iniciar una contra la Unión Europea, mientras les exigen a sus aliados, incluyendo Japón y la OTAN, que paguen por la protección militar estadounidense.

El crecimiento de las amenazas de guerra comercial y militar se aceleraron después del G20 en Buenos Aires en diciembre:

· El 2 de febrero, Estados Unidos suspendió oficialmente su cumplimiento del tratado INF con Rusia, moviéndose rápido a cercar tanto a Rusia como a China con misiles nucleares de rango intermedio.

· El 10 de mayo, la Casa Blanca duplicó en creces los aranceles sobre bienes chinos valorados en $200 mil millones.

· El 15 de mayo, Trump firmó una orden ejecutiva que prohíbe que las empresas de telecomunicaciones estadounidenses vendan componentes a Huawei, la principal empresa de telecomunicaciones de China y el segundo mayor fabricante de teléfonos inteligentes. En respuesta, Xi llamó a China a comenzar una “nueva larga marcha” en una lucha contra Estados Unidos.

· El 11 de junio, el Departamento de Defensa publicó y luego removió del internet, una doctrina oficial sobre el uso de armas nucleares que prácticamente urge el uso de armas nucleares, declarando que “utilizar armas nucleares crearía las condiciones para resultados decisivos y la restauración de la estabilidad estratégica”.

· El 20 de junio, el Gobierno de Trump autorizó y luego canceló abruptamente, una serie de ataques aéreos y de misiles contra Irán.

· Estados Unidos ha amenazado con imponer sanciones contra empresas europeas que hacen negocios con Irán y contra Alemania si lleva acabo los planes para comprar gas natural de Rusia y transportarlo por medio del oleoducto Nord Stream II.

· Más allá de estos conflictos, Estados Unidos está intentando derrocar el Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, ha amenazado con retener aviones de caza F-35 comprados por Turquía por la disputa sobre los sistemas de defensa de misiles y ha revocado los beneficios comerciales especiales de India en medio de una disputa que va desde el comercio hasta la tecnología militar.

En todos los países miembros del G20, el estallido de las guerras comerciales y el proteccionismo han correspondido con un desbordamiento de nacionalismo, xenofobia y políticas antirrefugiados. Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró antes de la cumbre que la “idea liberal”, que él identifica con el multiculturalismo y la apertura hacia los extranjeros, “se ha vuelto obsoleta”, fue denunciado ampliamente por los principales diarios y políticos occidentales.

Por detestables que sean los comentarios de Putin, sus declaraciones reflejan las tendencias políticas dominantes que operan en cada país. En Alemania, el Gobierno de la gran coalición bajo “Mutti” Angela Merkel ha establecido campos de concentración para refugiados mientras bandas fascistas que operan con la protección del Estado, componen “listas de asesinatos” contra sus oponentes políticos.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron ha rendido tributo del colaborador con los nazis Philippe Pétain, mientras que, en Estados Unidos, los demócratas aprobaron la semana pasada un paquete de $5 mil millones de apropiaciones dándole a Trump un cheque en blanco para expandir sus campos de concentración para refugiados, llevar a cabo detenciones masivas de inmigrantes y poner fin al asilo.

La “oposición” de Trump representada por el Partido Demócrata ha dedicado la última semana antes de la cumbre denunciando al residente de mentalidad fascista de la Casa Blanca por no adoptar una línea lo suficientemente agresiva contra China.

El líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer de Nueva York, declaró que Trump, “no puede adoptar una postura suave ahora y aceptar un acuerdo malo que no logre reformar las políticas económicas rapaces de China —el ciberespionaje, las transferencias forzadas de tecnología, los patrocinios estatales y, lo peor de todo, los bloqueos de acceso a su mercado—.

Refiriéndose a estos comentarios, el Wall Street Journal observó que Trump se enfrenta “a muchos candidatos presidenciales demócratas dispuestos a atacarlo si acepta lo que consideran un acuerdo débil con China”. Agregó: “en el debate de las primarias demócratas del miércoles por la noche, cuatro de los 10 candidatos eligieron a China como la máxima amenaza que enfrenta EUA”.

Inmediatamente después de la elección de Trump como presidente, fue proclamado por los columnistas y comentaristas sobre política exterior como una figura accidental o una aberración en un “orden mundial liberal” que de lo contrario está sano.

Sin embargo, en los dos años y medio subsecuentes, ha quedado en claro que Trump es meramente la expresión más clara de un proceso general e internacional: el giro de todas las facciones de la élite gobernante en cada país hacia las guerras comerciales, el proteccionismo, los conflictos militares, la xenofobia y el autoritarismo, en medio del resquebrajamiento del orden geopolítico de la posguerra.

Estos acontecimientos confirman el análisis llevado a cabo por el Comité Internacional de que todos los que proclamaban en el periodo previo a la crisis financiera de 2008 el comienzo de una nueva era de oro de la cooperación capitalista “estaban colocando fuertes apuestas en contra de las lecciones de la historia”.

En cambio, todo desarrollo global desde el estallido de la crisis financiera ha confirmado el análisis de los grandes marxistas de los últimos doscientos años, de que el capitalismo se dirige inexorablemente hacia la desigualdad social, la guerra y la dictadura.

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