lunes, 19 de mayo de 2025

La izquierda que olvidó a Marx y la derecha que entendió a Gramsci

Gramsci está de moda. Pero mientras unos lo recitan como un relicario oxidado colgado del cuello de una retórica sin cuerpo, otros lo entienden como manual operativo, lo convierten en estrategia.
Un mural de Antonio Gramsci en Roma


René Ramírez, Jacobin

La izquierda contemporánea anda recitando a Gramsci como si sus ideas fueran souvenirs de una revolución institucionalizada. «Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad» se repite como mantra en cafés universitarios, discursos de campaña, manuales de autoayuda progresista y más allá. Mientras tanto, la extrema derecha toma notas, ordena sus cuadros, construye sentido común y gana elecciones. Más grave, aún el triunfo electoral de este lado sobreviene solo cuando la derecha deja «tierra arrasada». A diferencia de la primera ola progresista, que supo irrumpir en tiempos de crisis con un proyecto político propio, hoy llegamos cuando no queda piedra sobre piedra, como parteras de lo que otros destruyeron. Y gobernar desde los escombros no es gobernar: es resistir con oxígeno prestado. Ganar por la negativa es condenar a cualquier proyecto político a la no sostenibilidad histórica.

Gramsci está de moda. Lo citan tanto los herederos de Laclau como los asesores de Vox, Javier Milei y Jair Bolsonaro. Pero mientras unos lo recitan como un relicario oxidado colgado del cuello de una retórica sin cuerpo, otros lo entienden como manual operativo. Lo convierten en estrategia: construcción hegemónica en tiempo real. Nosotros, atrapados en la obsesión por las narrativas, hemos ido olvidando la materia, hemos ido olvidando a Marx. Nos hemos vuelto huérfanos del modo de producción, ciegos ante la arquitectura material que da forma a las subjetividades.

Porque sí, camaradas de Twitter y militantes del algoritmo: la subjetividad no flota en el aire, no nace en TikTok ni muere en X. La subjetividad se estructura en la relación social con la producción, con la distribución, con el reparto del tiempo, del suelo y del hambre. ¿Qué materialidad proponíamos cuando la tecnología privatizada construía individuos antisociales y antidemocráticos, moldeados por algoritmos adictivos y discursos de odio personalizados? ¿Dónde estábamos cuando las plataformas enseñaron que todo es competencia y que la culpa siempre es del otro pobre, del otro repartidor, de la otra uberista, del otro migrante, la otra feminista, en fin, del otro que no se sacrifica en la misa neoliberal del mérito?

¿La rusofobia, una enfermedad epidémica británica?


Robert Skidelsky, Sin Permiso

En 1836, el filósofo liberal John Stuart Mill afirmó que el Gobierno de Lord Melbourne estaba afectado por la “enfermedad epidémica de la rusofobia”, un pánico irracional que había provocado un aumento innecesario del gasto en defensa.

La disidencia de Mill socava la visión de la historiografía convencional de que la rivalidad anglo-rusa del siglo XIX era una contienda puramente geopolítica —el llamado Gran Juego— por el control de Asia Central, siendo el motivo de Gran Bretaña proteger su Imperio indio contra el avance ruso hacia el océano Índico. Para Gran Bretaña, apoyar al decadente Imperio otomano se consideraba crucial para la defensa de la India.

En la reelaboración de Jonathan Parry de la historia del siglo XIX, la recurrente convicción británica de que Rusia era intrínsecamente expansionista se debía menos a cualquier proyecto concreto ruso que a la creencia liberal democrática de que las autocracias eran expansionistas y agresivas por naturaleza. En resumen, las raíces de la rivalidad eran ideológicas, no geopolíticas, y los choques de intereses (que existían) se interpretaban en términos civilizatorios.

Los registros del siglo XIX también muestran que la rusofobia era recurrente más que continua, con intensos episodios de indignación moral interrumpidos por alianzas funcionales y compromisos. Pero la hostilidad ideológica subyacente de los británicos hacia la autocracia rusa impedía cualquier calidez en la relación o confianza en su permanencia.

domingo, 18 de mayo de 2025

Primera reunión en tres años


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Con un día de retraso tras el espectáculo escenificado por Volodymyr Zelensky para utilizar todo el día de atención mediática insistiendo en la infamia de que Vladimir Putin no se hubiera presentado al reto que le había planteado y exigiendo que Rusia aceptara incondicionalmente el alto el fuego de 30 días que Ucrania y sus aliados europeos exigen como prerrequisito para el inicio de una negociación política, este viernes comenzó en Estambul la primera reunión directa entre las delegaciones de Kiev y Moscú en casi tres años. Como muestra la continuación de los intercambios de prisioneros y de cuerpos de soldados caídos en el frente -ayer mismo se confirmó un nuevo proceso en el que Kiev entregó los restos de 34 soldados rusos y recibió los de 909 soldados ucranianos-, la comunicación entre los dos países en guerra no se ha roto completamente en ningún momento, aunque todos los aspectos que se han tratado en el periodo entre junio de 2022 y el día de ayer se ha producido por la vía indirecta, con la participación de mediadores. Turquía, que también aportó el lugar de negociación para los contactos de las primeras semanas de la guerra, participó activamente en las negociaciones del acuerdo de exportación de grano del Mar Negro, mientras que las cuestiones humanitarias como los intercambios y el retorno de menores evacuados del frente y cuyas familias se encontraban en Ucrania han corrido a cargo de la mediación de diferentes países árabes, fundamentalmente los Emiratos Árabes Unidos.

El paso dado ayer en Estambul, en gran parte obligado por el cambio de postura de Estados Unidos y la presión a ambos países para mostrar voluntad de lograr la paz, es también el reflejo del estado de la guerra y los cambios que se han dado en los tres años en los que la única apuesta de Moscú, Kiev y sus proveedores ha sido la vía militar. Fruto de la naturaleza del conflicto, una guerra proxy en la que Ucrania lucha por sus intereses y los de sus aliados europeos, el día comenzó con una reunión en la que Ucrania se encuentra mucho más cómoda, con sus aliados.

“Posiciones coordinadas en este importante día diplomático de la semana crucial para los esfuerzos de paz. Coincidimos en la necesidad de avanzar rápidamente en el proceso de paz. Informamos a nuestros colegas que el Presidente Zelensky ha enviado una delegación ucraniana a Estambul con el fin de promover realmente la paz, con mandatos e intenciones apropiados”, afirmó Andriy Sibiga, ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, que mostraba que, en estas negociaciones Kiev cuenta con el apoyo de sus aliados europeos, norteamericanos y también de Turquía. Horas antes, el presidente ucraniano había recordado que el presidente Erdoğan había insistido en que le apoya y “Crimea es Ucrania”.

Sobre el pánico moral y el valor de hablar: El silencio de Occidente sobre Gaza


Ilan Pappé, Sinistra in Rete

Las reacciones del mundo occidental ante la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania plantean una pregunta inquietante: ¿por qué Occidente oficial, y en particular Europa occidental oficial, es tan indiferente al sufrimiento de los palestinos?

¿Por qué el Partido Demócrata de Estados Unidos es cómplice, directa e indirectamente, de la inhumanidad cotidiana en Palestina, una complicidad tan evidente que probablemente fue una de las razones por las que perdió las elecciones, ya que el voto árabe-estadounidense y progresista en estados clave no podía, y con razón, perdonar a la administración Biden su papel en el genocidio de la Franja de Gaza?

Es una pregunta pertinente, ya que nosenfrentamos a un genocidio retransmitido en directo que ahora se ha renovado sobre el terreno. Es diferente de épocas anteriores en las que se demostró la indiferencia y la complicidad occidentales, tanto durante la Nakba como en los largos años de ocupación desde 1967.

Durante la Nakba y hasta 1967, no era fácil obtener información, y la opresión posterior a 1967 fue en su mayor parte gradual y, como tal, ignorada por los medios de comunicación y la política occidentales, que se negaron a reconocer su efecto acumulativo sobre los palestinos.

Pero estos últimos dieciocho meses son muy diferentes. Ignorar el genocidio en la Franja de Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania solo puede describirse como intencionado y no como ignorancia. Tanto las acciones de los israelíes como el lenguaje que las acompaña son demasiado visibles para ser ignorados, a menos que los políticos, los académicos y los periodistas decidan hacerlo.

Turbocapitalismo financiero: cómo nos están quitando todo


Diego Fusaro, Posmodernia

El turbocapital financiero se podría calificar como una industria extractiva, aunque sui generis. Se trata, de hecho, de un poderoso aparato de abstracción, de centralización y de captura de los bienes comunes y del valor social, con arreglo a la figura de la “acumulación por desposesión” (accumulation by dispossession) evocada por David Harvey en Breve historia del neoliberalismo, en referencia al paradigma neoliberal y al tránsito desde el capitalismo productor burgués-manufacturero al capitalismo depredador posburgués-financiero.

Tal acumulación viene a menudo ejecutada con la mediación del gobierno en su versión liberal, a través de maniobras tales como el reemplazo de los organismos encargados de las pensiones por aseguradoras privadas o, incluso, mediante la desfinanciación de lo público. El crédito se presenta así como el principal sistema mediante el cual el turbocapital financiarizado puede extraer riqueza de la población. Son múltiples las estratagemas que utiliza para implementar su proyecto de extracción de la riqueza y de expropiación del dinero en beneficio de la ya hiperposeedora clase dominante. Todas ellas orbitan en torno a astutas prácticas predatorias que formalmente se apoyan en la ley, redactándola ex novo o simplemente plegándola a sus interpretaciones, de tal manera que garantice establemente –para decirlo con Trasímaco (La República, 339 a)– “el interés del más fuerte”. Así se explican, entonces, los tipos de interés usurarios sobre las tarjetas de crédito, los embargos de empresas a las que se les niega liquidez en los momentos de dificultad, la promoción de los títulos accionariales, los fraudes corporativos, la manipulación del mercado y el uso de estafas piramidales como el infame “esquema Ponzi”.

Variando el título de la obra maestra de Weber, se podría hablar con razón de acumulación por expropiación y de nuevo espíritu del orden capitalista. Esta desposesión no se limita, por demás, a las palancas de extracción financiera, sino que se determina –explica Harvey– también en otras muchas figuras conexas (“privatización”, “gentrificación”, “reclusión masiva”); entre ellas ocupa un lugar prominente –especialmente después de 1989 y del colapso del Welt dualismus (dualismo mundial)– el retorno del imperialismo atlantista en sus formas más brutales. El propio Harvey lo reconoce en La guerra perpetua (2003) y, además de él, Giovanni Arrighi en El largo siglo XX (1994) y en Adam Smith en Pekín (2007): fuera de las fronteras de Occidente, el capital vuelve a utilizar la violencia de la expropiación directa, llamándola púdicamente “privatización”, según formas no tan diferentes de las estudiadas por Marx, a propósito de la “acumulación originaria”, en el capítulo 24 del primer libro de El Capital. El propio Marx, por otro lado, nos enseña que «la profunda hipocresía y la intrínseca barbarie de la civilización burguesa se presentan ante nosotros sin velos cuando desde la metrópoli, donde asumen formas respetables, volvemos los ojos a las colonias, donde van desnudas».

sábado, 17 de mayo de 2025

Israel hacia la "Rendición de cuentas"

Si la ofensiva final (que comenzará tras la salida de Trump del Medio Oriente) no logra su objetivo (“la derrota y destrucción completas de Hamás”), su credibilidad se derrumbará y, sin un apoyo en Washington, se encontrará, precisamente, como cualquier Zelensky, un líder impotente pero inamovible.

Enrico Tomaselli, Enrico Substack

Mientras Trump inicia su viaje a Oriente Medio, totalmente centrado en reforzar las relaciones con los países árabes amigos (con los que intercambia promesas de acuerdos colosales [1]), ignorando descaradamente a Israel y a Netanyahu, la situación en la región parece estar dando un giro decididamente poco grata para el invitado del Knesset.

Aunque el enviado estadounidense Witkoff reitera que Estados Unidos e Israel están más unidos que nunca, y desde Tel Aviv se envía una vez más una delegación negociadora a Doha, parece cada vez más evidente que la brecha entre ambos países es ahora una grieta que se agranda día a día.

  • Trump simplemente ha comenzado a tratar a Netanyahu como a cualquier otro Zelensky, tomando iniciativas en todos los ámbitos —y a todos los niveles— sin consultarle, ni siquiera informándole.
  • Ha iniciado negociaciones con Irán, en unos términos muy poco gratos para Israel, que en realidad habría querido iniciar una guerra contra Teherán.
  • Se ha desvinculado de la (fracasada) confrontación con Yemen, dejando al Estado judío completamente expuesto en ese frente.
  • Sigue ejerciendo presión para lograr un alto el fuego en Gaza, calificado de callejón sin salida [2], coincidiendo en ello con lo que ha argumentado el jefe del Estado Mayor de las FDI, Halevi.

En muy poco tiempo, incluso ha conseguido traer de vuelta al prisionero israelí-estadounidense Edan Alexander [3], negociando directamente con Hamás, lo que demuestra que la negociación es la única vía para liberar a los últimos prisioneros de la resistencia palestina.
En resumen, dada la renuencia de Israel a adaptarse a la línea estratégica estadounidense, o incluso a enfrentarse a ella, simplemente ha decidido ignorar a Israel y actuar con total autonomía.

viernes, 16 de mayo de 2025

Donald Trump desvincula a Estados Unidos de Israel

Donald Trump propuso pacientemente a Benyamin Netanyahu que negociara con la resistencia palestina. Pero lo único que encontró en el primer ministro de Israel fue una ciega obstinación por masacrar a los palestinos, anexar Gaza y el sur de Siria y desatar una guerra contra Irán. Así que la administración Trump pasa ahora a otro registro. Hoy ya es evidente para Trump, como para todos los que nos interesamos por lo que ha venido ocurriendo en el Medio Oriente durante los 80 últimos años, que los sionistas revisionistas son enemigos de la paz… y que también son enemigos del propio Israel.

Thierry Meyssan, Voltaire

El principal obstáculo que Donald Trump está encontrando en sus negociaciones de paz, tanto con Irán como frente a Ucrania, es el papel de los sionistas revisionistas que hoy ejercen el poder en Israel [1].

Hace 2 semanas que presenté aquí, de forma detallada y con las pruebas necesarias, las presiones que los sionistas revisionistas ejercen constantemente sobre Washington tratando de hacer fracasar las negociaciones del presidente Trump con la República Islámica de Irán [2]. Pero en aquella crónica no abordé las presiones de los sionistas revisionistas israelíes en favor de los nacionalistas integristas ucranianos [3]. Esas presiones sólo se hicieron públicas el 3 de mayo, con los elogios enfáticos del ex ministro israelí Natan Sharanski hacia Volodimir Zelenski [4].

Yo había explicado antes cómo y por qué los sionistas revisionistas y los nacionalistas integristas se habían unido, en 1921, contra los bolcheviques y contra numerosos judíos ucranianos. Ante aquella alianza, la Organización Sionista Mundial ordenó una investigación y Vladimir “Zeev” Jabotinsky tuvo que renunciar al cargo que ocupaba en el consejo de administración de la organización [5]. Aunque existen algunas excepciones, como los trabajos de Grzegorz Rossolinski-Liebe, es obvio que los historiadores judíos prefieren ignorar aquel asunto –no les entusiasma estudiar cómo los judíos fueron masacrados por otros judíos. Además, el propio Natan Sharanski, desde su posición como presidente del Centro de Conmemoración del Holocausto de Babi Yar, en Ucrania, impide que los historiadores estudien ese tema.

Y no debemos olvidar los contactos de los sionistas revisionistas judíos con el Obersturmbannfuher SS Adolf Eichmann, contactos que se mantuvieron hasta que el Ejército Rojo tomó Berlín, el 2 de mayo de 1945 [6].

La torpeza arancelaria de Trump termina siendo un tiro por la culata

Donald Trump tiró los dados y salió mal. Pensó que podía intimidar a China, pero China le tomó la palabra. Ahora debe informar de su fracaso al pueblo estadounidense tratando de hacer que el mayor error comercial de la historia del país parezca un “impresionante triunfo de la voluntad”. Buena suerte con eso.

Mike Whitney, The Unz Review

Afortunadamente, tenemos un indicador fiable para determinar si Trump ha tenido éxito o ha fracasado. Si China hace concesiones para preservar el comercio con Estados Unidos, entonces podremos decir que Trump “ha ganado”. Pero si Trump se ve obligado a retirar sus aranceles antes de que China acepte reanudar el comercio, entonces Trump “ha perdido”. Así que, en realidad, solo es cuestión de quién parpadea primero.

Creemos que Trump “parpadeará primero” basándonos en el hecho de que “no tiene cartas que jugar”. China lo tiene contra las cuerdas y lo sabe. Muchos analistas lo sabían desde el principio, pero sus opiniones quedaron ahogadas por el ejército de escritores y expertos antichinos que piensan que los poderosos Estados Unidos pueden aplastar a China cuando quieran.

Ahora van a ver que el mundo no funciona así. Ahora van a ver que un país mal gobernado, con una deuda de 36 billones de dólares y que se desliza hacia una insolvencia irreversible, no puede dictar las reglas. Esto es de un artículo de la CNN (del domingo):

Los altos funcionarios estadounidenses que participaron en las negociaciones comerciales de alto nivel con China salieron de dos días de conversaciones alabando los “avances sustanciales” y pareciendo confirmar que se había alcanzado un acuerdo entre los dos países, lo que podría tener enormes implicaciones para la economía mundial.

“Me complace informar de que hemos logrado avances sustanciales entre Estados Unidos y China en las importantísimas negociaciones comerciales”, declaró el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en un breve comunicado emitido el domingo en Ginebra (Suiza), donde se celebraron las conversaciones, calificando las negociaciones de “productivas”.

jueves, 15 de mayo de 2025

La mezquindad empresarial fomenta desastres naturales

Weber, ese genio de la sociología, tan lejos de los marxistas y tan cerca de Marx, desnudó la lógica empresarial, al señalar que su función consiste en explotar y expropiar al trabajador de toda capacidad de participar en el proceso de toma de decisiones.

Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada

Por tierra, mar y aire. Sin piedad, el planeta es bombardeado por una subespecie de homo sapiens sapiens: los empresarios. Su función es explotar y obtener beneficios de cuanto está en, sobre y bajo la superficie. Flora, fauna y el aire que respiramos. Nada se les resiste, incluyendo el troceado del ser humano. Comercio de riñones, ojos, hígados, pulmones, hasta lo banal. Implantes de pelo y cirugía estética.

Su razón de existir: acumular riquezas y poder. Lo uno y lo otro suelen complementarse. La condición de empresario, obliga a renunciar a cualquier principio ético, asentado en el interés general y el bien común. Son gente sin escrúpulos. La educación, la sanidad, la vivienda, el hambre, la religión, el sexo, el arte, el deporte, la procreación, la guerra, la vida y la muerte son mercancía, una opción para enriquecerse. No tienen remordimientos ni conciencia. En este campo de condiciones marcan el terreno de juego.

Mejor dicho: imponen las reglas bajo coacción, amenazas y el uso de la fuerza. Son las formas de dominación inherentes a la explotación capitalista. Sólo hace falta ocultar la violencia estructural del sistema y encubrirla legalmente.

La solidaridad china con Palestina y los «guerreros dientes de león»

La postura de China sobre el conflicto israelí-palestino experimentó un viraje clave entre 1950 y 1976, pasando de la evaluación de una relación diplomática con Israel al apoyo incondicional de la lucha palestina, proporcionándole apoyo militar, financiero y diplomático.
Imagen de la historieta china La bandera ondeante de combate, que dice: «La bandera de Palestina, con espíritu de lucha, ondea ahora en el cielo de la tierra de Palestina. El pequeño Talat contempla la bandera y su rostro brilla con la alegría de la victoria».


Zhang Sheng, Mondoweiss

La frontera de la lucha antiimperialista internacional: las percepciones de China sobre la lucha palestina entre 1955 y 1976


Es probable que China sea uno de los pocos Estados que cambió drásticamente su postura diplomática sobre el «conflicto palestino-israelí» entre la década de 1950 y 1970. En solo 20 años, la política exterior oficial de la República Popular China cambió drásticamente, pasando de estar a punto de entablar relaciones diplomáticas con Israel en 1950 a negarle toda legitimidad al Estado israelí en las décadas de 1960 y 1970. Como pretende demostrar este artículo, la era maoísta, especialmente de 1955 a 1976, sentó las bases del apoyo diplomático chino al movimiento de liberación palestino, y este legado sigue siendo uno de los principales factores que orientan la postura oficial de China con respecto a Palestina en la actualidad.

De 1950 a 1976, durante la era de Mao, China profundizó gradualmente su comprensión de la cuestión palestina y finalmente concluyó que la lucha palestina era un movimiento de liberación nacional anticolonial y antiimperialista. Desde el punto de vista diplomático, la República Popular China en esa época no solo demostró su solidaridad con la lucha armada palestina al brindar apoyo diplomático, financiación e incluso entrenamiento militar, sino que también creó diversos programas de intercambio cultural entre diplomáticos e intelectuales palestinos y chinos. En cuanto a su política interna, China en esta época también lanzó una campaña integral de propaganda y educación, con el objetivo de reforzar la solidaridad propalestina en el sentir del pueblo chino.

Tras concluir la era de Mao, China profundizó cada vez más sus relaciones bilaterales con Israel, especialmente los lazos económicos, y la función de apoyo de China a la liberación palestina no solo quedó relegada, sino que también disminuyó considerablemente en comparación con sus posturas anteriores. Sin embargo, la importancia de la política propalestina entre las décadas de 1950 y 1970 fue un contrapeso que orientaba al Estado chino, y la juventud china ha redescubierto y energizado estos legados históricos de solidaridad entre China y Palestina durante el genocidio en curso en Gaza.

Por lo tanto, para comprender verdaderamente las dinámicas matizadas del movimiento de solidaridad chino con Palestina y la reacción de China al genocidio que está ocurriendo en Gaza, este artículo pretende brindar un análisis sistemático no solo de la evolución de las percepciones de China sobre la lucha palestina, sino también de los esfuerzos de la China maoísta por tender redes de solidaridad con el movimiento palestino, tanto en términos de vías diplomáticas como de las propias campañas internas de propaganda y educación en China.

Con una fuerte influencia de la Unión Soviética, la recién fundada República Popular China veía a Israel como un Estado poscolonial liderado por un Gobierno nacional-burgués de izquierda y, por lo tanto, estaba dispuesta a reconocer a Israel (Shichor 1979:22). El 9 de enero de 1950, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel envió una carta al primer ministro chino Zhou Enlai reconociendo a la República Popular China, lo que convirtió a Israel en «el primer Gobierno de Oriente Medio en reconocer a la República Popular China» (Shichor 1979:21). Esta noticia apareció en el Diario del Pueblo, el periódico oficial chino, el 17 de enero de 1950 como un éxito diplomático de China («Yiselie afuhan» 1950). Sin embargo, la Liga Árabe, en consenso alcanzado en agosto de 1950, decidió no reconocer a la República Popular China, lo que alentó aún más la visión favorable de China hacia Israel (Harris 1993:80).

miércoles, 14 de mayo de 2025

La impotencia de la Diplomacia estadounidense

Una primera evaluación de la acción diplomática estadounidense lleva, por lo tanto, a la conclusión inevitable de que existe un problema estructural, una incapacidad fundamental para gestionar, a este nivel, la contradicción entre el deseo de mantener un papel hegemónico y la pérdida de la capacidad para ejercer el poder de hacerlo.

Enrico Tomaselli, Enrico Substack

He señalado repetidamente la naturaleza contradictoria de la acción internacional de Estados Unidos, y en particular de su presidente, durante estos primeros meses de la administración Trump.

La distancia, por no decir la contradicción, entre las declaraciones de hoy y las de ayer, o entre las declaraciones públicas y las acciones concretas, es ahora tan continua que puede definirse como sistémica.

Y si al principio podía atribuirse a una táctica negociadora, destinada a alternar la presión y la persuasión y, en cualquier caso, a ‘desorientar’ a la otra parte, cada vez es más evidente que el resultado es más bien el de exaltar la falta de fiabilidad de los negociadores estadounidenses.

Además, lo que se presentó como la idea central de la estrategia diplomática estadounidense —es decir, “la paz a través de la fuerza”— ha parecido desde el principio un arma roma; de hecho, se trata de una línea creíble solo y exclusivamente si existe una voluntad efectiva y la capacidad de ejercer la fuerza, y no solo de amenazar con ella. Y, por supuesto, si se aplica a una contraparte que la teme.
La sensacional decisión de cerrar la campaña contra Yemen, por muy “maquillada” que esté con un discurso que intenta hacerla pasar por una victoria, es precisamente la lápida de esta línea estratégica. Cuando el adversario no está dispuesto a dejarse intimidar y la relación coste-beneficio es totalmente desfavorable, todo el sistema se va al garete.
Así vemos cómo, en las negociaciones con Moscú, las partes son incapaces de abordar las cuestiones con el mismo enfoque: mientras que Rusia siempre ha dejado claro que para poner fin al conflicto es necesario abordar sus causas profundas, Estados Unidos sigue centrado en el deseo de detener el conflicto cinético, y de hacerlo rápidamente.

El Sistema del Miedo


Andrea Marcigliano, Electo Magazine

Por una vez, tomémoslo con calma. Es decir, no nos detengamos en describir, y analizar en la medida de lo posible, hechos individuales, sino que observémoslos con una mirada más amplia. A vista de pájaro, si se quiere.

La guerra. Guerra en todas partes. Guerra en Palestina, la masacre de Gaza, el Líbano acorralado por la ofensiva israelí, Siria hecha pedazos y, al menos en parte, en manos de ese carnicero que es Al Yolani y sus milicias. Y la ofensiva turca contra los kurdos, la amenaza de un enfrentamiento directo entre Israel e Irán, todo el Gran Oriente Medio en estado febril.

Luego Ucrania. Enviada al matadero por intereses financieros no tan ocultos. Y dirigida por una especie de caricatura de dictador del Estado Libre de Bananas. Que, sin embargo, no es ni gracioso ni sonriente como el de Woody Allen. Porque está masacrando innecesariamente a lo que debería ser su pueblo. Al que está intimidando con un sistema policial y tiránico que tiene muy pocas comparaciones en la historia.

Y los vientos de guerra soplan sobre Rumanía. Un golpe interno, con el apoyo de un poder judicial servil, que ha cumplido la voluntad de Bruselas. Para impedir el ascenso a la presidencia de un candidato independiente que había ganado las elecciones. Acusado de estar a sueldo de Moscú, pero, en realidad, sólo consciente del desastre que representa una guerra con el coloso ruso. Y Transnistria declarándose independiente, y pidiendo la ayuda de Moscú. Como los gagauzi, una minoría perseguida.

Luego Serbia. Asediada por una Unión Europea cada vez más hostil. Que ha favorecido al componente albanés de Kosovo, ignorando la historia, y distorsionando la realidad. Para entregar la inquieta región a bandas criminales, detestadas, incluso temidas por la propia Albania. Y convertir Kosovo en una especie de Tortuga, un reino del filibustero, útil sólo a las mafias internacionales. Y cada vez más penetrado por elementos del yihadismo islámico.

martes, 13 de mayo de 2025

China tiene mucho que revelar sobre los biolaboratorios estadounidenses y el verdadero origen del COVID-19

China ha lanzado una contraofensiva informativa a través de Global Times, en respuesta a crecientes demandas de reparaciones por la pandemia espetadas por Estados Unidos, advirtiendo que tiene mucho que revelar sobre los biolaboratorios estadounidenses y el verdadero origen del COVID-19

Elena Panina, Mente Alternativa

La Oficina de Información del Consejo de Estado de China publicó de manera discreta y sobria el documento titulado “Prevención, control y rastreo de la fuente de la Covid-19: acciones y posición de China“. Además del prefacio y la conclusión, el texto se estructura en tres capítulos con títulos reveladores: “La contribución de la sabiduría china al estudio de los orígenes del SARS-CoV-2”, “La contribución de China a la lucha mundial contra la COVID-19” y “La ineficaz respuesta de Estados Unidos a la pandemia de COVID-19”.

Cabe destacar que Global Times no es un simple medio de comunicación, sino el portavoz oficial del Comité Central del Partido Comunista de China y parte del aparato de comunicación estratégica del Estado chino. Su publicación responde a los crecientes pedidos, por parte de medios estadounidenses, de exigir compensaciones a Pekín por la pandemia de coronavirus, bajo la acusación de que la primera filtración del virus habría ocurrido en un laboratorio en Wuhan. Sin embargo, la prensa occidental guarda silencio sobre quiénes trabajaban en ese laboratorio y en qué tipo de proyectos.

Entre 2020 y 2022, China intentó mantener el statu quo, pues cualquier admisión internacional de responsabilidad en el origen del virus podría sentar un precedente jurídico para demandas de indemnización millonarias, además de dañar gravemente su reputación. Ahora, ante el renovado ataque mediático estadounidense impulsado por el retorno de Donald Trump, China ha optado por un contraataque discursivo.

La mediación de Trump siempre estuvo condenada al fracaso. La guerra de Ucrania es insoluble

La guerra no terminará hasta que Washington y sus aliados estén dispuestos a afrontar la cuestión fundamental: la persistencia de una doctrina hegemónica que no admite rivales.

Thomas Fazi, Strategic Culture

Una cosa está clara: Trump ya no puede afirmar que la guerra en Ucrania es “la guerra de Biden”. Ahora también es la guerra de Trump.

Meses después de que el presidente estadounidense se comprometiera a poner fin rápidamente a los combates entre Ucrania y Rusia, su Administración ha anunciado que Estados Unidos ya no participará en lo que a menudo se ha descrito como una diplomacia itinerante entre ambas partes.

La semana pasada, la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, confirmó que Estados Unidos ya no actuaría como mediador en las negociaciones. Según ella, estas “ahora son entre las dos partes”, y añadió que “ahora es el momento de que presenten y desarrollen ideas concretas sobre cómo va a terminar este conflicto. Depende de ustedes”.

Mientras tanto, en una entrevista con la NBC, Trump se mostró aún más pesimista al afirmar que “quizás no sea posible” alcanzar un acuerdo de paz. De hecho, el conflicto parece estar recrudeciéndose una vez más, y con el visto bueno de la Casa Blanca.

El 4 de mayo, The New York Times informó de que un sistema de defensa aérea Patriot suministrado por Estados Unidos y actualmente estacionado en Israel está siendo redirigido a Ucrania.

Dado que todas las exportaciones de Patriot requieren la aprobación formal de Estados Unidos en virtud de las leyes estadounidenses sobre transferencia de armas, la medida indica la autorización directa de la Casa Blanca.

lunes, 12 de mayo de 2025

En el Día de la Victoria, el fantasma del fascismo vuelve a amenazar Europa


Enzo Traverso, Sin Permiso

Las conmemoraciones son interesantes espejos de las narrativas hegemónicas del pasado, que no siempre se corresponden con la conciencia histórica popular. Esto es especialmente cierto en el caso de aniversarios mundiales como el 8 de mayo de 1945.

Durante décadas, Occidente celebró el Día de la Victoria en Europa (VE) para mostrar su poder y afirmar sus valores. En esta mentalidad, Occidente no solo era poderoso, sino también virtuoso. Esta liturgia de la democracia liberal funcionaba sin problemas y de forma consensuada, con todos los participantes reunidos en torno a recuerdos, símbolos y valores que forjaron su alianza.

En 1985, cuarenta años después del fin del conflicto, la República Federal de Alemania (RFA) se sumó a estas conmemoraciones. En un famoso discurso ante el Bundestag, el presidente de la RFA, Richard von Weizsäcker, afirmó solemnemente que Alemania no debía considerar esta fecha como un día de derrota sino como uno de liberación.

Tras el fin de la Guerra Fría, el Día de la Victoria en Europa significó el triunfo de Occidente: el capitalismo, la fuerza militar, las instituciones sólidas, la prosperidad económica y un estilo de vida agradable. Algunos estudiosos hablaron de una especie de fin de la historia hegeliano, mientras que otros evocaron un final feliz al estilo de Hollywood.

Hitos inestables

Hoy en día, este cómodo ritual parece anacrónico, evocador de una época pasada. Ochenta años después de la caída del Tercer Reich, el fascismo está regresando a Europa. Seis países de la UE —Italia, Finlandia, Eslovaquia, Hungría, Croacia y la República Checa— tienen partidos de extrema derecha en el Gobierno. Partidos similares se convirtieron en actores importantes en toda la Unión Europea, desde Alemania hasta Francia y desde Polonia hasta España.

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