viernes, 28 de febrero de 2025

Trump y el neobonapartismo

El bonapartismo caracteriza una situación de polarización social entre las clases que, al neutralizarse, permiten el surgimiento de una tercera fuerza, liderada por una figura carismática

Maciek Wisniewski, La Haine

A partir del análisis de Marx del régimen de Louis Bonaparte −sobrino de Napoleón I, presidente de Francia (1848-1852) y luego emperador Napoleón III (1852-1870)−, que inspiró en El 18 brumario de Louis Bonaparte (1851) la famosa idea de que la historia siempre ocurre dos veces: la primera vez como tragedia, la segunda como farsa, el bonapartismo pasó a caracterizar en la teoría marxista −y más allá de ella−, una situación de polarización social entre las clases antagónicas que, al neutralizarse, permitían el surgimiento de una tercera fuerza, liderada por una figura carismática, en cierto modo externa y capaz de concentrar el poder apelando directamente al pueblo, por encima de los modos tradicionales de representación.

Entendido como una forma híbrida −que combinaba el elitismo y el plebeyismo, el autoritarismo y la democracia plebiscitaria, sociedad jerárquica y unión nacional por encima de las clases−, el bonapartismo fue retomado luego por diversos teóricos (Thalheimer, Bauer, Trotsky, Gramsci) para analizar los fenómenos políticos que no se dejaban encasillar fácilmente.

Para Marx, el ascenso de Louis Bonaparte marcó la última forma del dominio burgués y también la decadencia de esa clase, la única forma de gobierno posible en un momento en que la burguesía ya había perdido, y la clase obrera aún no había adquirido la facultad de gobernar la nación.

La clase trabajadora debe luchar para que la IA la beneficie

Los trabajadores no pueden detener la introducción de nuevas tecnologías como la IA. Pero pueden y deben luchar para asegurarse de que las ganancias por productividad los beneficien a ellos y no a los directores ejecutivos y accionistas.

Hamilton Nolan, Jacobin

La inteligencia artificial (IA) es un problema laboral. Quizá tengamos suerte y resulte ser una cuestión laboral marginal. O quizá resulte ser existencial y trascendental, pudiendo compararse con la industrialización o la globalización, fenómenos que revolucionaron su propia era laboral. Sin embargo, antes de sumergirnos por completo en la batalla sobre cómo afectará la IA a los trabajadores, es importante delimitar correctamente el campo de juego. No se trata de una lucha entre un movimiento obrero retrógrado por un lado y el progreso tecnológico por el otro. Más bien, se trata de una cuestión de hacia dónde fluirán las ganancias de riqueza y eficiencia creadas por la IA.

Es fácil considerar a los trabajadores que hoy en día se rebelan contra las intrusiones de la IA como la última versión de una historia muy antigua. Serían los míticos luditas que destruían telares por ignorancia, los artesanos gruñones desplazados por la maravillosa productividad de las fábricas, los conductores de carruajes que se resistían a reconocer la supremacía de los automóviles. Esta es una historia atractiva desde la perspectiva del capital porque considera al cambio tecnológico como un proceso casi biológico, una marcha hacia el progreso impulsada por los útiles empresarios que reorganizan la sociedad para lograr una mayor eficiencia y cosechan las justas recompensas por su inteligencia.

En ese esquema, los trabajadores son los desafortunados subproductos que deja atrás la destrucción creativa inherente al capitalismo. Es comprensible que le teman el cambio, claro, pero no hay que atender a su primitivo interés particular. La marca de un líder pasa por aumentar la productividad total, incluso si eso significa relegar a la pobreza extrema a sectores específicos de la fuerza laboral de ayer. Este fue el triunfo del neoliberalismo, y todos estamos viviendo sus consecuencias.

DeepSeek y el "Momento Ford" de la economía mundial

La IA china surge de de un nuevo modelo de desarrollo que se está implementando en el nuevo gran taller fabril del mundo, cuyo producto industrial es casi tres veces el de los EEUU

Gabriel Merino, Tektonikos

El lanzamiento de un modelo de inteligencia artificial de China, DeepSeek, encendió varias alarmas en Washington, Wall Street, Silicon Valley y el Occidente geopolítico. Con el lanzamiento, el gigante asiático demostró su capacidad para competir en la frontera de una de las tecnologías aparentemente centrales del futuro, que está en el corazón de la actual revolución tecno-productiva en curso, con costos y consumo de recursos ridículamente más bajos al de sus competidores estadounidenses.

Ante la conmoción, en los medios anglosajones y en sus distintas repetidoras, numerosos analistas y periodistas comenzaron a hablar del "Momento Sputnik", en referencia al momento en que la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial al espacio, el 4 de octubre de 1957, poniendo en evidencia sus avances en dicha tecnología clave y sus capacidades en la industria aeroespacial, muy adelantadas a las de EEUU. Sin embargo, más que un "Momento Sputnik" nos encontramos en realidad en lo que podríamos denominar un Momento Ford.

Esto es difícil de entender para quienes piensan --de forma equivocada-- la transición de poder actual bajo el modelo de Guerra Fría. Pero resulta sencillo si cambiamos la perspectiva y vinculamos la actual transición, aun con sus profundas diferencias, con el proceso que se produce a principios del siglo XX y se encuentra delimitado por el inicio de la I Guerra Mundial en 1914 y el fin de la II Guerra Mundial en 1945.

jueves, 27 de febrero de 2025

Las armas para Ucrania y la dependencia de Estados Unidos


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El lunes, en Kiev o en la distancia, el establishment político europeo en bloque mostró su solidaridad con el Estado ucraniano, reafirmó su voluntad de continuar apoyando al país mientras sea necesario, reivindicó su soberanía e integridad territorial y anunció nuevas sanciones contra Rusia que afectan incluso a los videojuegos. Tres años después de la madre de todas las sanciones, un paquete inicial que iba a aislar económica y políticamente a Rusia para impedir que pudiera continuar luchando y lograr así que el tiempo corriera a favor de Ucrania, la guerra de desgaste se ha demostrado favorable a Moscú y Bruselas y Londres tienen que seguir buscando personas, entidades y sectores económicos que sancionar para intentar minar el esfuerzo militar ruso. En ocasiones, esas sanciones afectan a terceros países que, como China ayer, protestan por ver a algunas de sus empresas en la lista de sanciones, algo poco habitual teniendo en cuenta que las antiguas potencias coloniales ya no pueden permitirse enfadar en exceso al gigante asiático, segunda economía mundial y clave en las relaciones económicas especialmente si los países europeos se ven en un futuro abandonados por su aliado estadounidense.

Por el momento, pese al bache que atraviesa la relación transatlántica, los países europeos tratan de equilibrar su intento de actuación independiente con luchar por recuperar la confianza de Donald Trump. Así pudo observarse en la visita de Emmanuel Macron a Washington, donde compaginó los gestos de complicidad, las imágenes abiertamente propagandísticas -una fotografía de ambos presidentes con sus pulgares alzados o una imagen del escorzo del presidente francés en el coche oficial despidiéndose efusivamente de su homólogo estadounidense puño en alto- con una comparecencia ante la prensa plagada de desconcierto y desacuerdo entre los dos dirigentes. Sin temor a volver a mentir, Donald Trump insistió en que la Unión Europea recuperará su dinero al haber aportado la financiación a Ucrania a modo de crédito -aunque fuera así, la situación económica de Ucrania, el nivel de deuda y la completa falta de intención de Kiev de devolver ningún préstamo hace irrisoria la afirmación del presidente de Estados Unidos-, Macron tomó de la mano al líder estadounidense y precisó que los países e instituciones europeas han aportado “alrededor del 60% del total” en forma de “dinero de verdad”.

Cruzada encubierta: la guerra digital de 600 millones de dólares de Washington contra Irán

Durante más de una década, el fondo NERD del Departamento de Estado de EEUU ha canalizado de forma encubierta cientos de millones de dólares a iniciativas de cambio de régimen en Irán, disfrazando la guerra digital y la financiación de la oposición como “promoción de la democracia”, pero una repentina congelación de la financiación ha sumido estas operaciones en el caos.

Kit Klarenberg. The Cradle

A principios de este mes, The Cradle expuso cómo en 2023, el tenebroso fondo para la Democracia Regional en Oriente Próximo (NERD, por sus siglas en inglés) del Departamento de Estado estadounidense destinó 55 millones de dólares a avivar los disturbios en Irán durante las elecciones del año siguiente.

Esto formaba parte de una campaña más amplia de injerencia estadounidense diseñada para perturbar y desestabilizar a la República Islámica. Como se señaló en esa investigación, los detalles sobre el destino de ese dinero -y quién se beneficia- son estrictamente confidenciales por una cuestión de política. Sin embargo, hay indicios de dominio público que apuntan al menos a algunos receptores.

Cambio de régimen con otro nombre

Como recoge un informe del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, debido a las hostiles relaciones entre Estados Unidos e Irán, y a la fundada opinión de Teherán de que el NERD “es un medio para financiar el cambio de régimen”, sus programas se basan en “formación en terceros países”, así como en “formación en línea y contenidos mediáticos”.

Steve Bannon: el arquitecto ideológico del trumpismo


Aleksandr Dugin, Geopolitika

Stephen Kevin Bannon es una de las figuras más controvertidas e influyentes de la política estadounidense contemporánea. Exbanquero, productor de cine y exredactor en jefe del influyente Breitbart News, fue uno de los estrategas clave de Donald Trump durante su primera campaña presidencial y su gobierno. Bannon dejó una huella indeleble en el movimiento Make America Great Again (MAGA), siendo, de hecho, su inspirador ideológico y arquitecto. Sus ideas basadas en el nacionalismo económico, el antiglobalismo y el populismo se convirtieron en los cimientos de la filosofía política del trumpismo.

Steve Bannon nació el 27 de noviembre de 1953 en Norfolk, Virginia, de padres católicos irlandeses. En su carrera ha sido polifacética: sirvió como oficial en la Marina estadounidense, trabajó como banquero de inversiones en Goldman Sachs, luego en una producción cinematográfica de Hollywood y, finalmente, se convirtió en magnate de los medios de comunicación y estratega político. Bannon se hizo más conocido como presidente ejecutivo de Breitbart News, un sitio web que él mismo describió como «una plataforma para la derecha alternativa». Su enfoque del periodismo era intransigente: Breitbart se convirtió en la voz de las ideas conservadoras y resonó entre millones de estadounidenses descontentos con el establecimiento liberal globalista.

Breitbart News Network fue fundada en 2007 por el periodista, escritor, empresario y magnate de los medios de comunicación estadounidense Andrew Breitbart. Tras su muerte en 2012, Steve Bannon se convirtió en presidente ejecutivo y transformó el sitio en una poderosa plataforma de ideas conservadoras, populistas y defensora del movimiento MAGA. Breitbart es conocido por criticar a las élites liberales y promover una agenda antiglobalista. Este sitio, bajo la dirección de Bannon, desempeñó un papel clave en la campaña de Trump del 2016, convirtiéndose en el portavoz de los «estadounidenses olvidados» y de una amplia audiencia del «corazón de Estados Unidos».

miércoles, 26 de febrero de 2025

Le pregunté a ChatGPT sobre el 9/11 y es más honesto que el New York Times

Le pregunté a ChatGPT sobre el 9/11 y aquí están las preguntas y respuestas
ChatGPT es más honesto que el New York Times

Hua Bin, The Unz Review

Dos acontecimientos históricos me han fascinado desde 2017: el asesinato de JFK y los ataques del 11 de septiembre. He leído numerosos libros, he visitado cientos de sitios web y he visto una cantidad incalculable de vídeos en Rumble y YouTube.

He leído dos docenas de libros solo sobre el 11 de septiembre de David Ray Griffin, Kevin Ryan, Webster Griffin Tarpley, Mark Gaffney, Chris Bollyn, Thierry Meyssan, Eric Hufschmid, la Dra. Judy Wood, Andrew Johnson, Philip Marshall, Jim Marrs, William Veale, Francis Richard Conolly, Jim Garrity, Laurent Guyenot, Paul Landis, Michel Chossudovsky, Ian Henshall, James Fetzer, Kevin Barrett, Victor Thorn y otros.

Me resulta increíblemente difícil sintetizar este contenido y sacar conclusiones sucintas contra la historia oficial y la desinformación de los medios tradicionales. Hasta que, por supuesto, apareció el asistente de inteligencia artificial ChatGPT.

Experimenté con algunas preguntas sencillas y aquí está el resultado de ChatGPT. Hay un millón de otras preguntas que uno podría hacer, pero pensé que las siguientes 5 preguntas dan una idea (no modifiqué nada del texto, así que tenga paciencia con la extensión de las respuestas) (descargo de responsabilidad: todos los errores son de ChatGPT, no del autor).

Pregunta 1: ¿Crees que ocurrieron demasiados milagros el 11 de septiembre que desafiaron las leyes físicas?

Respuesta: Es una buena pregunta, y es una de las que ha generado mucho escepticismo sobre la narrativa oficial del 11 de septiembre. Es cierto que ese día ocurrieron varios acontecimientos inusuales o sin precedentes , que algunos llaman “milagros” porque parecen desafiar las expectativas convencionales de la física, la ingeniería y los protocolos de seguridad.

Principales acontecimientos “milagrosos” del 11 de septiembre que plantean preguntas

Tras el fracaso del ultraglobalismo, la Doctrina Monroe resurge como el nuevo pilar estratégico de EEUU para consolidar su influencia en América Latina

Si bien en sus inicios la Doctrina Monroe fue una respuesta al colonialismo europeo, con el tiempo se convirtió en la base de la expansión estadounidense en la región. Ahora, con un nuevo enfoque estratégico, Washington busca reposicionarse como el actor dominante en América Latina, desplazando a potencias emergentes como China y Rusia.

José Luis Preciado, Mente Alternativa

Como he explicado antes, lo que estamos observando con la nueva administración de Trump indica que la oligarquía ocultista de Occidente está respondiendo a una serie de cambios fundamentales que deben realizarse para mantener a Estados Unidos en la lucha por la supremacía mundial, ahora en un orden multipolar e hipertecnológico. Una de las acciones que están llevando a cabo es deshacerse de las viejas herramientas del imperio y construir nuevas herramientas, lo que incluye dar los siguientes pasos en la construcción de una red de control tecnocrático regional. Asimismo, Estados Unidos esta reciclando viejos conceptos geopolíticos, como el de la Doctrina Monroe.

Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la política exterior ha experimentado un giro significativo. Su administración ha marcado el fin del globalismo en favor de una estrategia más pragmática, recuperando conceptos históricos como la Doctrina Monroe para reforzar la influencia estadounidense en América Latina.

La Doctrina Monroe, formulada en 1823 por el entonces presidente James Monroe, estableció que cualquier intervención europea en el hemisferio occidental sería considerada una amenaza para EE.UU. Si bien en sus inicios fue una respuesta al colonialismo europeo, con el tiempo se convirtió en la base de la expansión estadounidense en la región. Ahora, con un nuevo enfoque estratégico, Washington busca reposicionarse como el actor dominante en América Latina, desplazando a potencias emergentes como China y Rusia.

martes, 25 de febrero de 2025

La clase obrera británica contra el golpe de Pinochet

Cuando el ejército chileno derrocó a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, los tories británicos lo festejaron como una buena noticia para los inversionistas. Pero los sindicatos trabajaron para bloquear el comercio de Gran Bretaña con los golpistas.

Owen Dowling, Jacobin

«Para los intereses británicos (…) no hay duda de que Chile bajo la junta es una perspectiva mejor que el caótico camino de Allende hacia el socialismo, [y] nuestras inversiones deberían ir mejor». Diez días después del golpe militar contra el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile, el ministro de Asuntos Exteriores británico, Alec Douglas-Home, hizo una valoración optimista del golpe del general Augusto Pinochet y de la sangrienta reafirmación de la hegemonía capitalista.

Pero si Douglas-Home hablaba en nombre de muchos miembros de la clase dominante británica, el movimiento obrero de su país no compartía su actitud hacia el nuevo gobierno. Tal y como veían las cosas los sindicatos, sus «intereses» no estaban alineados con los inversionistas, sino con los partidarios de la Unidad Popular que ahora se enfrentaban a la tortura y el asesinato en las cárceles del régimen pinochetista.

De hecho, las consecuencias del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, cuando el nuevo régimen respaldado por Estados Unidos actuó de acuerdo con su intención declarada de «erradicar» el «cáncer marxista», horrorizaron a muchos miembros del movimiento sindical británico, lo que contribuyó a impulsar una campaña de solidaridad con el pueblo de Chile. La reacción fue tanto más sentida cuanto que el gobierno de Allende había aplicado un programa socialista democrático, y muchos de los perseguidos tras la toma del poder por los militares eran compañeros de militancia en partidos y sindicatos de izquierda. El diputado laborista Eric Heffer, que había conocido a Allende como parte de una delegación que viajó a Chile en 1972, «lloró sin pudor» al recibir la noticia de que el intento que había presenciado «de alcanzar el socialismo a través del proceso parlamentario» había sido «asesinado».

La apresurada organización de un movimiento de solidaridad con Chile en el Reino Unido exasperó los esfuerzos de los sucesivos gobiernos británicos por mantener relaciones con la junta. La aversión a las atrocidades de Pinochet en Gran Bretaña no se limitó a la izquierda socialista: muchos liberales y grupos eclesiásticos llegaron a oponerse al régimen por motivos humanitarios. Pero fue la claramente izquierdista Campaña de Solidaridad con Chile (CSC), con su dirección fundacional asociada al Partido Comunista, la que constituyó la principal voz antipinochetista en la sociedad civil británica, a través de su amplia labor entre el movimiento obrero.

El buen trato de los palestinos a los prisioneros israelíes desmonta la propaganda sionista


Lucas Leiroz, Strategic Culture

Recientemente, una imagen que captó la atención mundial mostró a un prisionero de guerra israelí besando la frente de miembros de Hamas durante un intercambio de prisioneros en Gaza. Este gesto, lleno de humanidad y ternura, es un ejemplo de cómo incluso en las circunstancias más extremas de la guerra, los momentos especiales pueden romper las barreras del odio y la deshumanización. El acto simbólico refleja un fenómeno más amplio experimentado por varios prisioneros israelíes, incluidas mujeres, que, después de ser liberadas, expresaron su gratitud por el trato respetuoso y humano que recibieron de los palestinos durante su cautiverio.

Estos prisioneros, que pasaron un tiempo en manos de Hamás, contrastan con la narrativa de deshumanización impuesta por años de conflicto. En una región donde las tensiones históricas han moldeado violentamente las relaciones, el trato humano que recibieron muchos prisioneros israelíes parece contradecir la imagen de enemigos “crueles” que los medios sionistas suelen asociar a los combatientes palestinos. El acto de afecto presenciado en este caso reciente y en los testimonios de otras personas liberadas no sólo subvierte estas expectativas sino que también desafía las narrativas que, desde la infancia, moldean la percepción de la gente en la Palestina ocupada.

La urgencia del tiempo y la crisis de conciencia

Vivimos en un mundo en el que el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y lo físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del contenedor, que desprecia el contenido.

—Eduardo Galeano


Henry Giroux, Counter Punch

En el centro de este libro se esconde una cruda verdad: los estadounidenses, y los pueblos del mundo entero, se enfrentan a un momento de grave peligro. No se trata sólo de una crisis política, sino moral, que exige que la búsqueda de la verdad vaya acompañada de un reconocimiento urgente, tanto individual como colectivo, de que la democracia misma está bajo asedio. Estados Unidos está enfrascado en una batalla histórica por el alma de la democracia, los valores que la sustentan y las instituciones que crean ciudadanos dispuestos a defenderla. La cultura cívica, los valores compartidos y el compromiso con el bien público están siendo desmantelados por el ascenso de los autoritarios del siglo XXI, que camuflan su desdén por la democracia defendiendo sin reservas la “democracia iliberal”, un código engañoso para una nueva clase de fascismo. En una época de horizontes políticos cada vez más reducidos, lo desagradable e impensable no sólo se ha normalizado, sino que se ha retocado hasta convertirlo en algo aceptable.

La promesa de la democracia está siendo sofocada bajo un manto creciente de cinismo, dejando tras de sí lo que David Graeber describió tan poderosamente como un “aparato de desesperanza”. Este sistema está diseñado para asesinar sueños y extinguir cualquier visión de un futuro alternativo, aplastando no sólo los ideales democráticos sino la esperanza misma necesaria para imaginar y luchar por un mundo mejor. Lo que queda es un asalto calculado a las posibilidades, diseñado para suprimir la resistencia y asegurar la sumisión al autoritarismo.

El coqueteo con el régimen autoritario en Estados Unidos, Hungría, Italia, Turquía, India y otros países ha dado paso a una adopción descarada de las ficciones ideológicas del poder despótico, el capitalismo racial y la supremacía blanca. En el momento histórico actual, la moralidad y la responsabilidad ya no están en el primer plano de la configuración de la identidad, la capacidad de acción y la política. La obsesión neoliberal con la privatización, la acumulación de riqueza y los mercados sin trabas se corresponde con su delirante llamado al crecimiento sin fin y un desdén por el bien común y el estado social. Uno de los resultados ha sido una creciente ira y amargura colectiva por lo que Tony Judt identificó proféticamente como “crecientes desigualdades de riqueza y oportunidades; injusticias de clase y casta; explotación económica en el país y en el extranjero; corrupción, dinero y privilegios que obstruyen las arterias de la democracia”. A esto se suma la guerra de la derecha contra la educación, el ataque a los derechos reproductivos de las mujeres y los derechos de los homosexuales, junto con la aceleración del racismo sistémico y la violencia policial, y una devastación ambiental implacable.

lunes, 24 de febrero de 2025

Por qué van a fracasar el DOGE y Musk


Laura Tyson, Sin Permiso

A cambio de ayudar a Donald Trump a ser reelegido gastándose 130 millones de dólares en las campañas de Trump y de los republicanos en las demás elecciones coincidentes con las presidenciales, y convirtiendo X (antes Twitter) en su máquina de mensajes, Elon Musk se ganó la oportunidad de codirigir (junto con Vivek Ramaswamy, otro donante de importancia) un nuevo «Departamento de Eficiencia Gubernamental» [DOGE]. Bautizado con el nombre de una criptomoneda de broma, el DOGE no será una agencia oficial. Pero, aunque su papel vaya a ser puramente consultivo, Trump ha prometido poner en práctica sus recomendaciones para recortar el exceso de regulaciones, reestructurar las agencias federales y recortar los gastos superfluos, todo ello con la vista puesta en la eficiencia.

La ley federal exige que todo comité consultivo gubernamental notifique públicamente sus reuniones (incluido el orden del día, la hora, el lugar y el propósito) y proporcione acceso a todos los informes, transcripciones, actas, documentos, órdenes del día u otros documentos relacionados con su trabajo. Pero el DOGE bien podría violar estos requisitos alegando que infringen inconstitucionalmente el poder presidencial

Al igual que en el caso de sus demás nombramientos, Trump no se molestará en investigar a fondo a Musk y Ramaswamy, ni les exigirá que se desprendan de sus participaciones corporativas o se abstengan de ofrecer recomendaciones sobre cuestiones que plantean un evidente conflicto de intereses (como las ingentes compras de servicios por parte de la NASA a SpaceX de Musk). En la medida en que el DOGE destripe las regulaciones, promete ser un poderoso vehículo para el «capitalismo de amiguetes». Sus recomendaciones tendrán poco que ver con la mejora de la eficiencia gubernamental o la reducción de costes, y todo que ver con la eliminación de regulaciones y agencias que desean ver finiquitadas poderosos donantes y grupos de presión empresariales .

El marxismo que necesitamos

Ser marxista no es conocer cada texto de Marx o de Lenin; es saber utilizar ese instrumental teórico y práctico para transformar el mundo a favor de los humildes. Es ser revolucionario

Enrique Ubieta Gómez, La Haine

Los encuentros internacionales suelen depararnos sorpresas. En uno de ellos encontré, hace algún tiempo, a un antiguo compañero de estudios de la Universidad de Kíev. Sí, yo estudié filosofía y viví en la Ucrania soviética durante cinco años. Mi compañero era un alumno aplicado, inteligente, y aprendió con facilidad el español de los cubanos. No militaba en el PCUS, pero la desintegración de la Unión Soviética y el rumbo capitalista que tomaron sus antiguas repúblicas, lo llevó a militar en uno de los partidos comunistas que surgieron con posterioridad. Ha sido desde entonces un activo defensor de la Revolución cubana.

Nos hemos encontrado luego más de una vez, en La Habana y en Caracas, los dos centros de la revolución latinoamericana. Pero cuando hablamos, las categorías filosóficas bien plantadas por Lenin parecen flotar sin raíces nutricias en la conversación: no todas las afirmaciones o las posiciones escuchadas al vuelo pueden definirse como idealistas o materialistas sin más (a veces, ni siquiera es lo que importa), ni todos los que defienden posiciones conservadores son acomodados burgueses o protoburgueses aferrados a intereses materiales.

La guerra cultural secuestra a los incautos, a los desprevenidos; a veces incluso ahoga a los que mejor saben nadar. El mundo de hoy es tan complejo como el de ayer, quizás como el de siempre, pero cambia con más rapidez. Y la filosofía marxista corre detrás de los acontecimientos, sin que apenas logre alcanzarlos. No lo hará desde el viejo gabinete; tampoco, por muy moderno que parezca (la palabra moderno, ya me parece demodé), desde el infinito mundo de Internet y sus redes.

Salvar al soldado Zelensky


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Volodymyr Oleksandrovych Zelensky era un cómico sin experiencia política cuando anunció que se presentaría a las elecciones presidenciales ucranianas de 2019”, escribe la BBC en un artículo en el que recuerda que, pese a su falta de experiencia política, “ganó con un aplastante 73% de los votos, prometiendo luchar contra la corrupción y traer la paz al este de Ucrania”. El temor a que resultara ser otro títere de un grupo oligárquico, añade, no se cumplió y Zelensky resultó ser “más independiente de lo que esperaban quienes dudaban de él”. Para sorpresa de votantes y detractores, el actual presidente nunca trató de poner en marcha sus promesas de limitar la brecha social que había causado la agenda nacionalista iniciada con la victoria de Maidan. “Muchos ucranianos también consideraron demasiado tímida la retórica de Zelensky sobre el conflicto en la región oriental de Donbass y las relaciones con Rusia”, continúa la BBC, que califica de esa manera la promesa electoral del candidato Zelensky de hacer todo lo posible por conseguir el final de la guerra en el este del país.

“Sus intentos de negociar con Rusia no tuvieron más que un éxito limitado”, sentencia sin explicar que las cada vez más frecuentes infracciones al alto el fuego que menciona no solo procedían de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk ni la creciente beligerancia de Zelensky, que apeló al Reino Unido a instalar bases militares en el país o publicar la Declaración Crimea, percibida en Rusia como algo similar a una declaración de guerra. Queda también en el olvido la nula intención ucraniana de implementar los acuerdos de Minsk, situación que, unida a las exigencias de Ucrania a integrarse en la OTAN y la negativa de Occidente a admitir públicamente lo que, según el profesor Jeffrey Sachs se admitía en privado, que Ucrania no sería incluida en la Alianza, derivó en el reconocimiento ruso de la RPD y la RPL el 22 de febrero de 2022 y la invasión rusa dos días después.

domingo, 23 de febrero de 2025

Se escribe Occidente, hoy se lee Uccidente (*)

(*) Juego de palabras con el término Occidente y el verbo italiano “uccidere”, que puede traducirse como “matar”, “asesinar”

Diego Fusaro, Posmodernia

Si se quisiera expresar con la potencia inmediata de la imagen la condición del actual Occidente a merced del nihilismo y, para decirlo à la Hegel, de la «furia del desaparecer» (Furie des Verschwindens), no habría otra obra más adecuada a la que remitirse que a La Parábola de los ciegos (1568) de Pieter Bruegel.

Como sabemos, el cuadro de Bruegel traduce en imágenes la parábola evangélica (Mt 15, 14) del ciego que guía a otro ciego: «son ciegos que guían a ciegos. ¡Y cuando un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en un hoyo!”. La superación acéfala, irreflexiva y totalmente miope de los límites y de la justa medida, a la que se acompaña el falso mito del crecimiento infinito y de la destrucción de los entes en su integridad, alimenta, en el tiempo de la «noche del mundo”, una condición análoga a la plasmada por Bruegel, en la que la humanidad, siguiendo ciegamente a los falsos ídolos y a los falsos guías de la sociedad del fanatismo del mercado -ellos mismos ciegos-, se precipita en el abismo. La pérdida del marco de valores, el olvido del Ser, la desacralización del mundo, la furia de la voluntad de poder ilimitadamente empoderadora constituyen hoy la constelación heterogénea, pero no por ello menos unitaria en su significado, dentro de la cual se consuma la decadencia de Occidente, su ruinoso y ciego caminar hacia el despeñadero.

La interpretación de Occidente como «tierra del ocaso» se presenta, en efecto, como un auténtico τόπος (tópos –lugar-) literario ya arraigado en nuestra civilización desde hace algún tiempo. Al Oriente como la tierra de la aurora (ex oriente lux) se suele contraponer el Occidente como condición crepuscular. Aún más claro que nuestras lenguas, donde también se da la conexión con el «ocaso» (occasum), resulta el idioma alemán, que llama a Occidente Abendland, literalmente «tierra de la noche«.

El tema, ya claramente desarrollado por Nietzsche mediante la mise en forme de las categorías decadencia y nihilismo, sólo se convierte en un leitmotiv popular con la publicación -entre 1918 y 1922- de La decadencia de Occidente de Oswald Spengler, profundo estudio que, no sin un cierto dilettantismo, tiene el doble mérito de transformar la cuestión en un horizonte de sentido (si no compartido, ciertamente discutido en todas las latitudes) y de reflexionar sobre las causas y sobre las modalidades en que se manifiesta este declive de nuestra civilización. Al margen de los múltiples aspectos intrínsecamente problemáticos y no compartibles del análisis spengleriano (in primis su percepción de la democracia misma como síntoma de la decadencia y el análisis superficial, cuando no farragoso, de las condiciones socioeconómicas), no se puede negar el mérito de su obra.

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