Marcos Roitman Rosenmann,
La Jornada
El apagón informativo sobre las elecciones en Honduras proyecta una imagen idílica. La votación ha sido ejemplo de transparencia, fiesta democrática, convivencia pacífica y ajustada a derecho. Los ciudadanos han concurrido a las urnas, depositado su papeleta, abandonado los colegios electorales, regresado a sus casas y, tras el cómputo, proclamado triunfador al candidato del Partido Nacional, actual presidente, Juan Orlando Hernández. Todo en orden. En casos de apagón informativo, las noticias pasadas por el tamiz de la censura internacional y los medios de comunicación trasnacionales, presenta a Salvador Nasralla, candidato de la coalición Alianza de Oposición, como un mal perdedor, a sus seguidores los tilda de alborotadores profesionales y a su portavoz, el ex presidente derrocado por un golpe de Estado Manuel Zelaya, de incitar al odio y el revanchismo. Para los ganadores, Nasralla ha sido derrotado en buena lid, tras el recuento escrupuloso de votos, que aún no concluye (sic), no quiere asumir su fracaso. En un acto de total irresponsabilidad busca emponzoñar los resultados, aduce alteraciones del censo, compra de votos, papeletas marcadas, manipular los centros informáticos y, por si fuera poco, caída del sistema de cómputo. Se atrinchera, dicen, en la mentira. No importa que el magistrado del Tribunal Supremo Electoral, Marcelo Ramiro Lobo, declarara horas antes de la caída del sistema que el triunfo de Salvador Nasralla era irreversible. Lo dicho será invisibilizado, censurado e incluso desmentido. Tales palabras fueron pronunciadas de manera irresponsable para desacreditar el proceso electoral, enviar un falso mensaje a la comunidad internacional, ensombrecer el triunfo del Partido Nacional y colar de forma torticera la acusación de fraude. En esta realidad, con el fin de evitar el caos, el gobierno proclama el estado de sitio, toque de queda, militares en las calles y parte de la policía negándose a reprimir a los manifestantes. En la mayoría de pueblos y ciudades la gente sale a reclamar el recuento de votos. Las fuerzas armadas no se contienen, cumplen órdenes, al igual que los grupos paramilitares dependientes del Estado, los mismos que asesinaron a Berta Cáceres. Así, las denuncias del Comité de Familiares Desaparecidos presentó el 6 de diciembre un informe, en el cual se contabilizan 14 asesinatos, 51 heridos y 844 detenciones. Mientras se consolida otro golpe de Estado, el relecto candidato, Juan Orlando Hernández, habla de traidores a la patria, delincuentes, subversivos y terroristas que alteran la democracia y la paz interior.