Mientras el sistema capitalista de producción continúe existiendo, es insensato esperar una solución aislada a la cuestión de la vivienda ni ninguna de las otras cuestiones sociales que afectan al destino de los trabajadores. (Friedrich Engels, 1872)
La falta de vivienda existe no porque el sistema no funcione; es la forma en que este funciona. (Peter Marcuse)
Gus Bagakis, Truthout
La vivienda es la precondición necesaria para la seguridad, la identidad, el bienestar emocional, el trabajo, el tiempo libre y la comunidad. La mayor condena que pueda hacerse al capitalismo es su incapacidad de proporcionar vivienda adecuada a quienes producen la riqueza; la clase trabajadora. La alta proporción de personas de color que no tienen un techo da cuenta de la línea divisoria entre los blancos de la clase trabajadora y aquellos que no lo son, línea divisoria que se basa en el legado histórico del racismo y de la construcción de capitalismo como superación de la esclavitud. La explicación de la clase gobernante se basa en la culpabilización de las víctimas, alegando que quien sufre la falta de vivienda de alguna manera es incompetente. Otras explicaciones más inteligentes –aunque incompletas– apuntan a la escasez de vivienda accesible, la privatización de los servicios públicos, la especulación inmobiliaria, la deficiente planificación urbana, lo mismo que la pobreza y la desocupación.
En realidad, el temor inducido por la falta de vivienda ayuda a mantener el poder del capitalismo. En los tiempos del capitalismo industrial, el desempleado era utilizado por la clase gobernante capitalista para señalar a los trabajadores que eran afortunados por tener un trabajo, y que si se rebelaran podían quedarse sin empleo, Hoy en día, después de la recesión de 2007 y 2008, a medida que avanzamos en el capitalismo post-industrial, los sin techo constituyen una advertencia para aquellos trabajadores que podrían rebelarse descontentos por la pérdida de su salario, su carencia de estabilidad y de beneficios, y para los estudiantes de la generación cero –cero empleo, cero esperanza, cero posibilidades–, endeudados para pagar sus estudios universitarios. El mensaje es: acepta la situación de deterioro o acabarás siendo un sin techo.