The Last Laugh - George Parr - Subtítulos
Video: 8.30 minutos
Video: 8.30 minutos
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
Lo que el Smith filósofo y moralista entendía por Mano invisible puede describirse como el mecanismo oculto (la busca del interés privado por cada particular aisladamente) que conducía a la sociedad desde las esferas privadas individuales a la satisfacción del interés general. Lo que en realidad Smith descubrió fue la tendencia a la igualación de las rentabilidades sectoriales como el mecanismo específico explicativo de las pautas de movimiento de los flujos de capital “libre” que no se enfrentan a barreras políticas ni de otro orden.
Albert Hirschman demostró el paralelismo entre esa fórmula y su famosa “tesis de la perversidad”, el argumento preferido que utilizan los conservadores para justificar que es mejor abstenerse de intentar políticas públicas bien intencionadas (por ejemplo, políticas keynesianas de demanda para luchar contra el desempleo), ya que, por lo general, los buenos propósitos suelen ir acompañados de malos resultados efectivos, por lo que la mejor política sería, según los conservadores, la que no existe. De ahí, la consigna de la desregulación (aunque no se caiga en la cuenta de que, para desregular, o sea, para eliminar una norma positiva, hace falta otra nueva, y esto requiere la persistencia, si no el incremento, del aparato burocrático).
Mi idea es que Marx distinguía en Smith dos contenidos de la famosa metáfora, aceptando el primero y rechazando el segundo; y no sólo eso, sino que llevó la defensa del primero de ellos tan lejos que, convertida en “mano invisible de la sociedad” (más que en la mano invisible del mercado), esta idea constituye una de las estructuras centrales del edificio teórico de Marx.
Para Marx, Smith había descubierto uno de los mecanismos económicos centrales de la sociedad capitalista, mostrando cómo era posible la reproducción indefinida de un orden social que, en principio, se sustenta primariamente en el “mercado autorregulado” (en el sentido de Polanyi), aunque ni Marx ni Polanyi eran unos ignorantes que desconocieran que los mercados generalizados, y mucho menos la sociedad de mercado, nunca han funcionado sin el apoyo (por decirlo de la forma más discreta) del Estado. Este lado “positivo” de la mano invisible también está en Marx, quien elogia a Smith por haber sido, si no el descubridor (ahí están Mandeville y varios otros), sí el racionalizador y autor de la fórmula (la metáfora) exacta necesaria para el triunfo de la idea.
"La autorregulación de los mercados para resolver todos los problemas se acabó: le laissez faire, c'est fini, señaló"Hay que refundar el capitalismo sobre bases éticas, las del esfuerzo y el trabajo, las de la responsabilidad, porque nos ha llevado al borde de la catàstrofe. Esta crisis aún no ha terminado y sus consecuencias serán duraderas y afectará al crecimiento, al empleo y al poder adquisitivo", expresó, exigiendo una reducción de los sueldos de los ejecutivos y los directivos financieros, y reinvindicando la legitimidad de los poderes públicos para intervenir en la regulación del sistema financiero. "No se puede gestionar la economía del siglo XXI con los instrumentos del siglo XX".