Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
lunes, 28 de julio de 2025
Ucrania: una "semi-autocracia"
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Siguiendo con la tendencia de los últimos días, varios medios occidentales, además de los liberales ucranianos, continúan aprovechando la cuestión de la corrupción para ahondar en la presión contra el entorno de Volodymyr Zelensky. Tras tres años en los que criticar al presidente ucraniano parecía impensable y en los que los únicos comentarios eran positivos, los últimos meses han visto un cambio interesante, ya que se ha producido después de que comenzara la recuperación de la buena relación entre Volodymyr Zelensky y Donald Trump. Pasada la etapa de enfrentamiento y humillación en el Despacho Oval, que hizo recuperar al líder ucraniano parte de su popularidad perdida, Zelensky, con ayuda de sus aliados europeos ha luchado por conseguir acercarse nuevamente a su homólogo estadounidense, mostrar el valor de Ucrania como activo estratégico y resaltar la figura de Trump como un gran líder para su país y para el mundo.
En esa cruzada, Zelensky no ha dudado siquiera en morder la mano que durante casi tres años le dio de comer. Desde la invasión rusa hasta que abandonara el cargo en enero de 2025, Biden fue el socio ideal para Zelensky, patrocinando la guerra proxy, corriendo con gran parte del coste del suministro militar a Ucrania y proponiendo una estrategia en la que Ucrania no obtenía las armas con la rapidez que exigía, pero en la que la única vía de resolución posible era la lucha en el frente. Como defendió Ucrania hasta que la postura de Donald Trump hiciera imposible renegar abiertamente de la diplomacia, la negociación no fue, desde la ruptura del verano de 2022, una opción para Washington, que siempre apostó por la táctica de la escalada progresiva para garantizar que la guerra continuara tal y como deseaba Kiev, aunque sin riesgo de enfrentamiento directo con Rusia. Pero Biden quedó en el pasado y la prioridad de Zelensky ha sido, desde hace prácticamente un año, moldear su discurso para adaptarlo a las necesidades de Donald Trump, aunque eso implique renegar de quien fue su principal aliado en la guerra contra Rusia.
Europa ha muerto en Gaza
Benedetta Sabene, Sin Permiso
Los dos conflictos del siglo —Ucrania y Palestina— marcan la muerte política de Bruselas. A la que no le queda más remedio que rearmarse hasta los dientes y crear enemigos imaginarios para darse un nuevo sentido de existencia.
Las dos principales crisis internacionales que marcarán para siempre esta década, si no este siglo —la guerra en Ucrania y la masacre en curso en Gaza— han puesto al descubierto la total inconsistencia política de la Unión Europea, carente de autonomía decisoria y reducida a un apéndice vacío de la política exterior estadounidense.
A pesar de la eliminación colectiva de la guerra en Ucrania, que ha pasado de ser un acontecimiento trascendental que convirtió a casi todos los italianos en expertos en geopolítica a un aburrido ruido de fondo que ya no despierta el interés de nadie, no se puede pensar en analizar lo que está sucediendo en Gaza sin tener en cuenta lo que ocurre en Kiev. Hablar de «incapacidad» del liderazgo europeo en la gestión de las dos crisis es extremadamente parcial, ya que el doble rasero entre Ucrania y Palestina no es un simple error metodológico o un problema moral, sino una estrategia perfectamente coherente con la estructura de las relaciones internacionales y con la división del mundo en bloques militares y esferas de influencia.
Con la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, la Unión Europea ha mostrado un activismo humanitario sin precedentes: paquetes de sanciones contra Moscú, miles de millones de euros en ayuda militar y humanitaria a Kiev, acogida incondicional de los refugiados, censura de todos los medios de comunicación rusos con la excusa de «combatir la propaganda» (mientras que en Italia se relanzaba la de Kiev: en los primeros meses del conflicto, yo misma desmentí personalmente decenas y decenas de noticias rotundamente falsas publicadas por nuestra prensa, copiadas y pegadas directamente de «The Kyiv Independent» y otros medios ucranianos comprometidos en una propaganda bélica martilleante) y una movilización diplomática y mediática sin precedentes a favor del Gobierno ucraniano.
domingo, 27 de julio de 2025
Sobre la Multipolaridad Estructural
Leonid Savin, The Postil Magazine
Si observamos el estado del sistema internacional moderno, podemos concluir sin lugar a dudas que se encuentra en una etapa de transición, con procesos de transformación que afectan a la economía, la política, la geopolítica, las normas jurídicas e incluso las religiones. Dicho esto, también se habló de un período de transición en la década de 1990, cuando se derrumbó el sistema bipolar.
¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre la transición actual y la anterior, y hacia dónde se dirige el sistema? Los países occidentales hablan ahora de la necesidad de preservar un «orden basado en normas», que remontan al final de la Segunda Guerra Mundial y al surgimiento del modelo de economía internacional de Bretton Woods.
Esta posición muestra claramente que el periodo de transición anterior no afectaba a este orden occidental, sino que tenía como objetivo cambiar los regímenes de aquellos países que se oponían o criticaban el modelo capitalista en economía y el liberalismo en política. En aquel momento, Occidente hablaba con entusiasmo de la transición del autoritarismo a la democracia y ofrecía, o más bien imponía, su visión de la estructura del Estado y las relaciones internacionales.
Al mismo tiempo, Occidente, especialmente Estados Unidos, apoyaba activamente las autocracias en Oriente Medio y otras regiones, siempre que siguieran la política del Consenso de Washington. Esta doble moral persiste hasta hoy, como lo demuestra el apoyo de Occidente a la política de genocidio descarado de Israel contra los palestinos y su crítica paralela a Rusia, que desde 2014 aboga por la protección de los derechos de los civiles en Ucrania, incluido el derecho a hablar su lengua materna, el ruso.
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sábado, 26 de julio de 2025
Campo Gaza
Palestinos caminan por una carretera hacia una zona en el norte de la Franja de Gaza por donde ingresan camiones con ayuda humanitaria, en la ciudad de Gaza, el viernes 25 de julio de 2025. Foto AP
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Maciek Wisniewski, La Jornada
Si bien los objetivos de Israel respecto a Gaza fluctuaban en el tiempo y la franja ha sido sujeta a diferentes regímenes de control, en las décadas recientes la figura del “campo de concentración” −uno de los paradigmas de la modernidad según Giorgio Agamben que en una ocasión famosamente había denunciado “que Israel ha hecho de toda Palestina un ‘gran campo de concentración’” (Il Manifesto, 3/6/2010)–, pasó de una mera comparación calculada a aumentar la consciencia sobre la suerte de los palestinos bajo la interminable ocupación militar israelí, a ser una estricta descripción de la realidad que hoy está siendo llevada a sus extremos y “lógicos” desenlaces.
Al apoderarse de Gaza en la Guerra de los Seis Días (1967) −que desde 1948 estaba bajo el control egipcio y cuya población casi se triplicó de golpe con los refugiados expulsados durante la Nakba por las milicias sionistas−, Israel, desde los inicios, intentaba reducir su población, buscando “transferirla” a Egipto, Libia, Irak e incluso a Paraguay (sic) (t.ly/ JJIPN). Pero después de varios intentos frustrados, el sistema de seguridad concluyó que era preferible “contenerla” en un solo lugar −donde podía ser vigilada y disciplinada−, en vez de dispersarla por la región.
Aunque en la narrativa israelí 2007 −fecha en que Hamas tomó el control de Gaza después de la retirada de las tropas israelíes del interior, dos años antes que ahora, se limitaron a vigilar el perímetro y todo lo que entraba y salía de la franja, hasta el punto de contar las calorías mínimas para que su población pudiera subsistir (¿a qué nos suena esto, eh?)−, aparece como el momento en que se tuvieron que tomar “medidas desagradables, pero necesarias”: bloqueos, operaciones punitivas, etcétera, la fecha exacta de la “campificación” de Gaza ha sido bien señalada por Amira Hass, la decana del periodismo israelí (e hija de una sobreviviente del campo de concentración de Bergen-Belsen).
Maciek Wisniewski, La Jornada
Si bien los objetivos de Israel respecto a Gaza fluctuaban en el tiempo y la franja ha sido sujeta a diferentes regímenes de control, en las décadas recientes la figura del “campo de concentración” −uno de los paradigmas de la modernidad según Giorgio Agamben que en una ocasión famosamente había denunciado “que Israel ha hecho de toda Palestina un ‘gran campo de concentración’” (Il Manifesto, 3/6/2010)–, pasó de una mera comparación calculada a aumentar la consciencia sobre la suerte de los palestinos bajo la interminable ocupación militar israelí, a ser una estricta descripción de la realidad que hoy está siendo llevada a sus extremos y “lógicos” desenlaces.
Al apoderarse de Gaza en la Guerra de los Seis Días (1967) −que desde 1948 estaba bajo el control egipcio y cuya población casi se triplicó de golpe con los refugiados expulsados durante la Nakba por las milicias sionistas−, Israel, desde los inicios, intentaba reducir su población, buscando “transferirla” a Egipto, Libia, Irak e incluso a Paraguay (sic) (t.ly/ JJIPN). Pero después de varios intentos frustrados, el sistema de seguridad concluyó que era preferible “contenerla” en un solo lugar −donde podía ser vigilada y disciplinada−, en vez de dispersarla por la región.
Aunque en la narrativa israelí 2007 −fecha en que Hamas tomó el control de Gaza después de la retirada de las tropas israelíes del interior, dos años antes que ahora, se limitaron a vigilar el perímetro y todo lo que entraba y salía de la franja, hasta el punto de contar las calorías mínimas para que su población pudiera subsistir (¿a qué nos suena esto, eh?)−, aparece como el momento en que se tuvieron que tomar “medidas desagradables, pero necesarias”: bloqueos, operaciones punitivas, etcétera, la fecha exacta de la “campificación” de Gaza ha sido bien señalada por Amira Hass, la decana del periodismo israelí (e hija de una sobreviviente del campo de concentración de Bergen-Belsen).
Destruir Rusia. ¿Fracasar? No hay problema. ¡Destruyamos China!
Nunca subestimes el tsunami de «análisis» disruptivos y programación predictiva que ya se está gestando en la guerra híbrida contra China y, en un plano más amplio, contra los BRICS.
Pepe Escobar, Strategic Culture
No subestimes el tsunami de «análisis» disruptivos y programación predictiva que ya se avecina, integrado en la guerra híbrida contra China y la guerra más amplia contra los BRICS.
Fíjate en el último informe de 128 páginas del Instituto Hudson de Washington DC, titulado de forma tan profética China después del comunismo: preparándose para una China post-PCCh.
Tienes todo el derecho a reaccionar al estilo de los Caballeros que dicen «¡Ni!» de Monty Python cuando te enfrentes a este absurdo sin sentido. Pero no te equivoques, ellos se lo toman muy en serio. Los think tanks estadounidenses son maestros en transmitir con años de antelación y con todo lujo de detalles sus sueños de cambio de régimen y sus miedos existenciales.
Así ocurrió con el cutre informe de RAND sobre la destrucción de Rusia en varios frentes, o con el cutre informe de Brookings sobre el desmembramiento de Persia, en realidad Irán. Ahora le toca el turno al más poderoso del nuevo triángulo Primakov (RIC) en los BRICS: China.
Realmente están tocando «Light my Fire» con esteroides, creyendo que «un colapso repentino del régimen en China no es del todo impensable». Se remontan a la antigua OSS —precursora de la CIA— y a sus operaciones en China durante la Segunda Guerra Mundial para sugerir que «las fuerzas de operaciones especiales estadounidenses (SOF) pueden ayudar a estabilizar una China post-PCCh».
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viernes, 25 de julio de 2025
Los economistas neoliberales aplaudieron a Pinochet
Cuando Augusto Pinochet derrocó al gobierno electo de Chile, Friedrich von Hayek y Milton Friedman —padres fundadores de la economía neoliberal— ayudaron a diseñar su agenda económica y respaldaron la brutal represión que fue necesaria para imponerla.El presidente del Centro de Estudios Públicos de Chile, Jorge Cauas, da la bienvenida a la conferencia «Fundamentos para un sistema social libre», celebrada en Santiago en abril de 1981. Friedrich Hayek aparece cuarto por la izquierda en la primera fila.
Jessica White, Jacobin
A finales de 1977, cuando la junta militar chilena prolongó el estado de sitio vigente desde el golpe de Estado de 1973 y disolvió oficialmente todos los partidos políticos, Friedrich von Hayek escribió una carta a un periódico alemán, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, para protestar por lo que consideraba críticas internacionales injustas al Gobierno del general Augusto Pinochet. Cuando su artículo fue rechazado, escribió al editor expresando su decepción por la falta de «coraje cívico» del periódico para resistirse al sentimiento popular contra Pinochet.
Hayek señaló a la organización de derechos humanos Amnistía Internacional por convertir «la calumnia [en] un arma de la política internacional». Tras aceptar una invitación para dar una conferencia en Chile, se quejó de que fue inundado con llamadas telefónicas, cartas y material contra Pinochet por «personas bienintencionadas que no conocía, pero también por organizaciones como Amnistía Internacional», que le pedían que cancelara su visita. El economista de la Escuela de Chicago Milton Friedman, miembro como Hayek de la Sociedad Mont Pèlerin, se hizo eco más tarde de esta valoración y describió Chile como un «milagro» económico y político.
Ni Hayek ni Friedman eran observadores imparciales de este «milagro». Ambos asesoraron a Pinochet y ambos tenían discípulos en su gobierno autoritario: Friedman entre los técnicos formados en Chicago (o «Chicago Boys»), que formularon su programa de «choque» económico, y Hayek entre los gremialistas católicos conservadores, que crearon un orden institucional para proteger la economía de los desafíos políticos. Estas dos facciones de la élite civil definirían la orientación económica y política del gobierno de Pinochet.
Neoliberalismo y derechos humanos
Apesar del descontento de Hayek con el activismo antipinochetista de Amnistía, los neoliberales no renunciaron al lenguaje de los derechos humanos; al contrario, argumentaron que sus propias propuestas eran necesarias para garantizar la libertad, la dignidad humana y los derechos humanos. Mientras el Gobierno desataba un brutal programa de tortura, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales dirigido principalmente contra los antagonistas de Hayek —izquierdistas, socialdemócratas y sindicalistas—, este comentaba que «ni siquiera en el tan denostado Chile había podido encontrar a una sola persona que no estuviera de acuerdo en que la libertad personal era mayor bajo Pinochet que bajo Salvador Allende».
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Kaja Kallas, la belicista al frente de la Unión Europea
Dura acusación del ensayista italo-británico Thomas Fazi contra Kaja Kallas. La alta representante de la Unión Europea es descrita como una figura belicosa y nada diplomática, envuelta en meteduras de pata y tensiones internacionales. En su intervención publicada en Krisis, Fazi también saca a la luz las discrepancias entre la línea antirrusa de Kallas y las profundas conexiones de su familia con el régimen soviético, además de los controvertidos negocios comerciales de su marido con Rusia. El veredicto final de Fazi es tajante: Kallas compromete la imagen y la credibilidad de Europa en el mundo.
Thomas Fazi. Krisis
Aunque Ursula von der Leyen sobrevivió a la moción de censura del 10 de julio en el Parlamento Europeo, el resultado (175 votos a favor) puso de manifiesto un creciente descontento hacia ella. Sin embargo, la moción iba dirigida contra toda la Comisión Europea. Y, en particular, contra la número dos de la presidenta: Kaja Kallas, vicepresidenta de la Comisión y alta representante para Asuntos Exteriores.
La figura que, en la arquitectura europea, más se acerca a la de un ministro de Asuntos Exteriores es la verdadera amenaza para Europa. Kaja Kallas ha construido su carrera sobre una rusofobia desenfrenada, que atribuye a los horrores vividos durante su infancia en la Estonia bajo el control soviético. El 23 de agosto de 2023, cuando aún era primera ministra de Estonia, durante una visita al memorial a las víctimas del comunismo en Maarjamäe, denunció con vehemencia los “crímenes monstruosos cometidos por el comunismo”.
Sin embargo, la realidad es muy diferente. Su familia, lejos de ser víctima de la opresión soviética, vivió en realidad una existencia relativamente acomodada dentro del aparato de poder de la URSS.
Una familia cuyo ascenso se vio facilitado, en gran medida, precisamente por el sistema soviético que hoy demoniza.Esta ironía ensombrece su postura moral antirrusa: es difícil conciliar sus llamamientos a una línea dura e inflexible contra Rusia con el hecho de que gran parte del prestigio de su familia —y, por tanto, el suyo— haya sido posible gracias a las oportunidades que le brindó la Unión Soviética.
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jueves, 24 de julio de 2025
La guerra contra los persas
Irán no es Irak, pero no está claro que los enloquecidos criminales de Washington e Israel comprendan que tienen en los persas un adversario de otra entidad y calidad
Rafael Poch
Curiosa guerra la de los doce días contra Irán, en la que las tres partes implicadas, Israel, EEUU e Irán, se declaran vencedoras. Falta un informe de daños fiable, pero es evidente que Irán ha sufrido, han devastado una parte de su sistema de defensa antiaéreo y de sus infraestructuras, lo que agrava su frágil situación económica, y dañado sus instalaciones nucleares (¿cuanto?). El gobierno iraní admite todo eso. Pero aunque su economía esté tocada, en la población hay más apoyo al régimen que antes de esos doce días.
Importantes objetivos de Israel alcanzados por los misiles de Irán en la guerra de los 12 días.
Respecto a Israel, nunca había sufrido un ataque de tal envergadura. Se ha acabado el mito de su invulnerabilidad militar. Toda la ayuda antiaérea y de intercepción de EEUU y las potencias europeas, con cazas, barcos e interceptores que se sumaban a su propio sistema, no ha impedido que su territorio fuera un coladero para los misiles del adversario.
The Telegraph informaba el 5 de julio que los misiles iraníes impactaron directamente en cinco grandes instalaciones militares. Además, el combate parece haber revelado la fragilidad industrial del bloque occidental, como informó The Guardian el 8 de julio: el conflicto ha consumido el grueso de los misiles interceptores "Patriot" de EEUU. El agotamiento de los stocks israelíes y norteamericanos, además de la devastación del territorio israelí, ha determinado el alto el fuego.
En Israel hay estricta censura de los daños encajados, revelador alcance de lo que el ex analista de la CIA Larry C. Johnson describe como "el síndrome Samsonite" (por el elevado número de ciudadanos israelíes que hicieron las maletas hacia Chipre y otros lugares), y el habitual parte de victoria, pese a que el objetivo de la guerra ha fracasado: 1- un cambio de régimen en Teheran, a la siria, 2- debilitar a los Brics, Rusia y China, y 3-difuminar el genocidio.
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Lo que Marx quiso decir
La economía marxista es mucho más amplia que Marx, y la exégesis textual de sus manuscritos originales, en contraposición a la reinvención y reutilización de los conceptos en nuevos entornos históricos e intelectuales, le hace un flaco favor.
Suresh Naidu, Jacobin
Dado que Brad Delong me ha atribuido algunas ideas sobre Marx, he pensado que sería útil hacer público lo que yo entiendo como el contexto. Brad DeLong ha sido mi mentor y asesor durante diez años, y es uno de los pocos economistas con la amplitud de miras y la apertura mental suficientes como para saber algo sobre lo que escribió Marx. He conocido a muy pocas personas en los departamentos de economía convencionales que se hayan molestado en leer a Marx, y mucho menos en incluir el Manifiesto comunista y Trabajo asalariado y capital en un curso obligatorio de primer año de doctorado en economía (ni siquiera yo lo hago).
El contexto de esta larga conversación ha sido el intento de establecer un diálogo entre Marx y la teoría moderna del crecimiento. Dentro de la función de producción moderna, existe una visión bastante indiferenciada de «K» (lo que la lleva a algunos problemas tan graves como los de la teoría del valor-trabajo). Marx, por su parte, distingue (al menos) las máquinas, la tecnología y el dinero como insumos productivos, considerándolos conceptualmente diferentes entre sí.
El hecho de que la teoría del crecimiento dominante los agrupe en una función de producción agregada no es culpa de Marx. Por eso, cuando alguien intenta traducir a Marx a la economía moderna, la diferencia entre «¿qué es K?» y «qué quería decir Marx» puede resultar confusa. Sigo reflexionando sobre estas cuestiones y no pretendo haberlo resuelto todo, pero voy a exponer algunas ideas preliminares. Brad tiene razón en cierto sentido. Yo creía, y sigo creyendo, que la visión de Marx sobre el cambio tecnológico capitalista es que ahorra mano de obra.
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miércoles, 23 de julio de 2025
"Punto de no retorno"
Nahia Sanzo, Slavyangrad
El pasado fin de semana, el legendario periodista de investigación Seymour Hersh, que alcanzó la cumbre desvelando la masacre estadounidense de civiles vietnamitas en la localidad de Mi Lai, publicaba un nuevo artículo sobre Ucrania en el que sugería que Estados Unidos considera amortizado a Zelensky y busca reemplazarlo por Valery Zaluzhny. El actual embajador de Ucrania en el Reino Unido sigue siendo la figura más popular según las encuestas de intención de voto pese a que está siendo crecientemente criticado por ver la guerra en la distancia, por su papel en la desastrosa contraofensiva terrestre de 2023, que finalmente le costó el puesto, y por imágenes como un post en las redes sociales en el que destacaba su sufrimiento con una imagen de sí mismo corriendo en el gimnasio, mientras los soldados mueren en las trincheras. La oleada de apoyo al heroico presidente vestido de verde, que era recibido por multitudes en todo el mundo, decayó con el debilitamiento de la situación de Ucrania en el frente y el cansancio que han supuesto en la población las condiciones económicas de la guerra, en la que la prioridad sigue siendo adquirir más armas y movilizar, aunque sea por la fuerza, a más hombres. Pero el desgaste de la figura del presidente, cuya popularidad solo se recuperó temporalmente tras la humillación en el Despacho Oval, ya que no hay nada que una como la sensación de agresión, nunca ha recuperado el terreno perdido en intención de voto frente a Zaluzhny.
El artículo de Hersh, demasiado contundente teniendo en cuenta las circunstancias, se produce en un momento en el que, pese a la certeza de que sus fuentes en la cuestión ucraniana han sido cuestionables en el pasado -Hersh llegó a decir que Polonia, uno de los países más beligerantes y antirrusos de Europa, exigía a Ucrania que pactara con Rusia un alto el fuego-, la credibilidad del periodista vuelve a estar en alza. El ataque de Estados Unidos contra Irán ocurrió exactamente tal y como el periodista había escrito apenas unas horas antes, muestra de que cuenta con fuentes fiables en el entorno del actual equipo de Gobierno de la Casa Blanca. Contra el argumento de Hersh del cansancio estadounidense y la voluntad de deshacerse de su principal interlocutor en Ucrania está el evidente cambio de actitud de Donald Trump hacia su persona. El presidente de Estados Unidos ha pasado de criticar abiertamente a su homólogo ucraniano, al que sometió a un escarnio público retransmitido en directo por televisiones de todo el mundo a afirmar que es un buen presidente, el mejor que Ucrania podría tener en las actuales condiciones. El ultimátum de Trump no está ya dirigido a Ucrania, sino a Rusia y la voluntad de Estados Unidos está lejos de desentenderse de la cuestión ucraniana y ha quedado claro que, previo pago de los países europeos de la OTAN, la Casa Blanca está dispuesta a implicarse aún más a base de aumentar el flujo de asistencia militar para continuar luchando en el frente. De ahí que las noticias sobre el intento de sustituir al presidente suenen, cuando menos, exageradas.
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Ataques de Ucrania contra civiles en el Donbas reflejan la desesperación de Kiev
El régimen de Kiev está intensificando sus maniobras terroristas contra territorio ruso.
Lucas Leiroz, Strategic Culture
La escalada de los ataques ucranianos contra áreas civiles en el Donbas revela no solo el carácter criminal de la conducta de Kiev sino también la creciente desesperación del régimen frente a la inminente victoria de las fuerzas rusas.
En un nuevo capítulo de esta estrategia terrorista, bombardeos recientes golpearon vecindarios residenciales en las ciudades de Donetsk y Gorlovka matando a civiles inocentes, destruyendo infraestructuras esenciales, áreas sin ningún valor militar en el momento.
De acuerdo con el Comité de Investigaciones de la Federación de Rusia un ataque tuvo lugar en el Distrito de Petrovsky de Donetsk que fue llevado a cabo por formaciones militares ucranianas empleando aparentemente cohetes HIMARS de fabricación norteamericana. Fragmentos encontrados en el lugar apuntan hacia misiles racimo de alta precisión que actualmente están siendo técnicamente analizados. El ataque se perpetró contra una pacífica área residencial sin tropas o equipos militares matando a cuatro civiles que se hallaban en un vehículo particular como parte de una procesión funeraria. Viviendas cercanas también fueron afectadas causando graves daños materiales, con un número de víctimas probablemente aumentando mientras continúan las investigaciones.
Uno, dos, tres, ¿por qué luchamos? Las guerras de la OTAN
El coronel Lawrence Wilkerson lo dijo sucintamente:
Ya estamos en la Tercera Guerra Mundial. De hecho, ya estamos inmersos en el extenso preámbulo de la Tercera Guerra Mundial.
Pepe Escobar, Strategic Culture
Todos los veteranos de Vietnam y quienes se resistieron al reclutamiento reconocerán el origen del titular de esta columna (es el estribillo de una canción antiguerra de Country Joe MacDonald de 1965). Ah, sí, ya no estamos a finales de los 60, así que es hora de renovarla (sin necesidad de IA) y expandirla: de ahora en adelante, tengan la seguridad que todos en el salvaje Oeste se verán obligados a luchar y/o soportar tres guerras de la OTAN que se solapan.
Guerra número 1
Es Europa contra Rusia, por supuesto. Ya no es una cuestión de poder: es una guerra directa, áspera y violenta. Considerando la avanzada podredumbre del frente ucraniano, ya proliferan nuevos frentes: el Cáucaso Sur; operaciones clandestinas en el Mar Báltico; el frenesí de reclutamiento del MI6 en Asia Central; nuevos actos terroristas en el Mar Negro, especialmente en Crimea.
El coronel Lawrence Wilkerson lo dijo sucintamente: ya estamos en la III Guerra Mundial. De hecho, ya estamos inmersos en el extenso preámbulo de la III Guerra Mundial. El director de circo de Washington D. C. y la clase multimillonaria y donante que lo respalda no tienen ni idea. Releer a Keynes (Las consecuencias económicas de la paz) es imprescindible como nunca antes. La historia se repite. Sin embargo, no estamos en 1914 ni en 1935; ahora podrían entrar en juego las armas nucleares.
martes, 22 de julio de 2025
Los cinco problemas estratégicos de Israel
Enrico Tomaselli, Sinistra in Rete
Históricamente, Israel siempre ha contado con un liderazgo plenamente consciente de la importancia de sus fuerzas armadas, entendidas no como un hipotético bastión defensivo del país, sino como un instrumento activo y constante de la política estatal. A su vez, las fuerzas armadas israelíes han proporcionado con frecuencia importantes líderes políticos, lo que ha garantizado que el liderazgo político y militar del Estado judío siempre se haya caracterizado por una plena integración de ambos aspectos. Sin embargo, este equilibrio comenzó a desmoronarse cuando, en la sociedad israelí, comenzó a afianzarse un radicalismo de derecha con fuertes tintes mesiánicos, que encontró su guía en Netanyahu. Para el líder del Likud, de hecho, el ejército es en todos los aspectos un instrumento de poder político, que utiliza a su antojo; y aunque es indudablemente un pragmático —digamos incluso inescrupuloso—, también se muestra muy reacio a escuchar a quienes discrepan de él.
A lo largo de sus treinta años de carrera política, Netanyahu ha ejercido gradualmente un control más estricto sobre el aparato estatal (precisamente para consolidar y defender su poder personal), principalmente sobre las fuerzas armadas y los servicios de seguridad. A menudo en desacuerdo con ambos, siempre ha impuesto su voluntad. Esta divergencia , que en cierta medida ha afectado a la sociedad, sin duda ha creado una grieta en la propia capacidad operativa de Israel.
Esto se hace evidente macroscópicamente a partir de la divisoria de aguas del 7 de octubre de 2023.
Sin entrar aquí en los méritos de la Operación Inundación de Al Aqsa , y en las diversas interpretaciones que se han hecho de ella, es evidente que desde ese momento Israel se ha involucrado en una serie de conflictos –prácticamente ininterrumpidos– que culminaron en el ataque a Irán el 13 de junio.
Estos conflictos –Gaza, Cisjordania, Líbano, Yemen, Siria, Irán– han enfrentado a las FDI esencialmente a grupos guerrilleros (Resistencia Palestina, Hezbolá), con los que se han enfrentado de cerca, mientras que con entidades estatales (Siria, Yemen, Irán) el enfrentamiento siempre se ha mantenido a distancia.
Esto permitió a las fuerzas israelíes ejercer su superioridad militar sobre estos últimos, a través de la fuerza aérea, y sobre los primeros a través de estos últimos y sus fuerzas terrestres.
Pero esta superioridad ha demostrado claramente ser insuficiente para resolver los conflictos.
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El principio de Ozymandias y la decadencia del orden occidental
El principio de Ozymandias inspirado en el célebre poema de Percy Shelley, ilustra la bancarrota moral y estructural del sistema occidental que los países del BRICS y el Sur Global están dejando atrás, afirma Dennis Small. Según el geoestratega, la verdadera crisis existencial que enfrenta hoy Occidente no se reduce a líderes autócratas o políticas económicas fallidas, sino a los axiomas y estructuras mentales que han sustentado durante siglos un orden fundado en el dominio, el saqueo colonial y la negación de la ley natural.
José Luis Preciado, Mente Alternativa
En su artículo The Ozymandias Principle, publicado en EIR el 8 de julio de 2025, Dennis Small expone con agudeza poética e histórica el colapso civilizatorio del sistema occidental mediante la metáfora del “principio de Ozymandias”, inspirado en el célebre poema de Percy Shelley. Small argumenta que la verdadera crisis existencial que enfrenta hoy Occidente no se reduce a líderes autócratas o políticas económicas fallidas, sino a los axiomas y estructuras mentales que han sustentado durante siglos un orden fundado en el dominio, el saqueo colonial y la negación de la ley natural.
El principio de Ozymandias, como lo explica Small siguiendo a Lyndon LaRouche, es un marco de pensamiento que revela cómo sistemas sociales y políticos pueden construirse sobre definiciones, axiomas y postulados tan rígidos y falsos como los de una geometría euclidiana mal aplicada a las complejidades humanas. El resultado es una civilización cuya arrogancia y desdén por la cooperación solidaria ha conducido a una “colosal ruina”, como advierte el poema, ahora visible en la desintegración económica, social y moral del sistema transatlántico.
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Cómo la mayoría global puede liberarse del colonialismo financiero estadounidense
Michael Hudson, Scheerpost
El capitalismo industrial fue revolucionario en su lucha por liberar las economías y los parlamentos europeos de los privilegios hereditarios y los intereses creados que sobrevivieron del feudalismo. Para que sus manufacturas fueran competitivas en los mercados mundiales, los industriales necesitaban eliminar la renta de la tierra pagada a las aristocracias terratenientes europeas, las rentas económicas extraídas por los monopolios comerciales y los intereses pagados a los banqueros que no participaban en la financiación de la industria. Estos ingresos rentistas se suman a la estructura de precios de la economía, elevando el salario mínimo y otros gastos empresariales, y reduciendo así las ganancias.
En el siglo XX, el objetivo clásico de eliminar estas rentas económicas se redujo en Europa, Estados Unidos y otros países occidentales.
Sin embargo, hoy en día, las rentas de la tierra y los recursos naturales en manos privadas siguen aumentando e incluso reciben ventajas fiscales especiales. La infraestructura básica y otros monopolios naturales están siendo privatizados por el sector financiero, que es en gran medida responsable de la fragmentación y desindustrialización de las economías en beneficio de sus clientes inmobiliarios y monopolistas, quienes pagan la mayor parte de sus ingresos por alquileres en forma de intereses a banqueros y tenedores de bonos.
Lo que ha sobrevivido de las políticas mediante las cuales las potencias industriales europeas y Estados Unidos desarrollaron su propia manufactura es el libre comercio. Gran Bretaña implementó el libre comercio tras una lucha de 30 años en defensa de su industria contra la aristocracia terrateniente, con el objetivo de acabar con los aranceles agrícolas proteccionistas, las Leyes del Maíz, promulgadas en 1815 para impedir la apertura del mercado interno a las importaciones de alimentos a bajo precio, lo que habría reducido las rentas agrícolas.
Tras derogar estas leyes en 1846 para reducir el coste de la vida, Gran Bretaña ofreció acuerdos de libre comercio a los países que buscaban acceder a su mercado a cambio de que no protegieran su industria de las exportaciones británicas. El objetivo era disuadir a los países menos industrializados de elaborar sus propias materias primas.
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mamvas
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12:01 a.m.
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