jueves, 21 de noviembre de 2024

¿Es Trump 2 el fin del «síndrome de ruptura del orden neoliberal»?

La política occidental se ha reestructurado cada vez más como una contienda no entre “izquierda” y “derecha”, sino entre “centristas” y populistas, que puede tener cabida dentro de las estructuras de poder existentes

Lee Jones, Brave New Europe

¿No parece que esta vez la situación es diferente? ¿Es posible que el establishment liberal finalmente esté dejando atrás su rabieta de ocho años y aceptando la realidad? Aunque puede ser demasiado pronto para saberlo, las reacciones a la reelección de Donald Trump sugieren que algo está cambiando fundamentalmente.

En retrospectiva, hasta Francis Fukuyama podría admitir ahora que 2016 fue el "fin del fin de la historia", como sostiene desde hace tiempo Bungacast, el podcast de política global. Pero en aquel entonces, la respuesta al referendo del Brexit y luego a la primera elección de Trump sólo podía describirse como desquiciada e histérica.

En Gran Bretaña, los políticos y comentaristas centristas se rebelaron contra el electorado, culpando a todo, desde los robots rusos y la desinformación hasta la estupidez y el racismo de los votantes, por la decisión de votar por el Brexit. Como relatamos en nuestro libro Taking Control (Tomando el control) , estas acusaciones no tenían ninguna base en la realidad, pero prepararon el terreno para una confrontación de tres años entre el electorado y quienes decían representarlo, lo que provocó un caos político en el que las acusaciones de "fascismo" aparecieron de manera rutinaria.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Kursk, las tropas norcoreanas y los misiles occidentales


Nahia Hanzo, Slavyangrad

Desde que el pasado mes de agosto Ucrania sorprendiera a Rusia con un ataque bien organizado y eficaz en territorio ruso, han quedado claras las prioridades de ambos bandos en conflicto. Para disgusto de Kiev, la prioridad de Moscú ha seguido siendo el frente de Donbass, el principal de esta guerra desde su estallido en 2014 y donde se juega realmente el resultado final del conflicto. “La incursión en Kursk estaba destinada a adelantarse a un plan ruso de invadir la provincia de Sumy para crear una «zona tampón» en el norte de Ucrania y alejar a las fuerzas rusas del frente que avanza constantemente en la provincia de Donetsk, informó el ejército ucraniano”, sigue afirmando tres meses después The Kyiv Independent, siempre dispuesto a aceptar sin matices el discurso oficial. Pese a lo que prometían Zelensky o Syrsky, la situación en Kursk no modificó los planes del comando ruso, que reaccionó con un inusual estoicismo, sin precipitarse ni desviar un excesivo número de efectivos, con el objetivo principal de compaginar la continuación de la ofensiva en Donbass con la defensa de Kursk y la futura y progresiva recuperación del territorio perdido en territorio ruso.

Con su ofensiva en Rusia, Ucrania quería mostrar su capacidad de vencer a Moscú en su propio territorio, un intento de insistir en que era posible ganar la guerra. Esas necesidades han aumentado progresivamente a medida que los costes de la guerra se han acumulado y las dudas sobre la viabilidad de continuar luchando hasta la incierta victoria final han aumentado. Durante un tiempo, Kursk eliminó de un plumazo toda esa fatiga de la guerra y la incertidumbre de algunos de los aliados de Kiev sobre la capacidad de Ucrania de lograr su objetivo. Sin embargo, el avance rápido de las tropas ucranianas se detuvo y la batalla se consolidó en una guerra de trincheras similar a la que se libra en el resto del frente. La irrupción en Rusia retrasó durante meses las negociaciones de un alto el fuego parcial para evitar ataques contra las infraestructuras energéticas (que aparentemente se ha reanudado este noviembre, por el momento sin ningún éxito) y estiró aún más un frente que ya se extendía a lo largo de centenares de kilómetros que exige grandes cantidades de soldados para defender.

La era del odio desideologizado


Andrea Zhok, L' Anti Diplomatico

En la degeneración contemporánea del escenario político, una de las cosas más llamativas es el desencadenamiento de actitudes de ferocidad, desprecio, deshumanización, psiquiatrización, demonización del adversario. Lo podemos comprobar en estos días posteriores a la victoria de Trump, con una proliferación de crisis nerviosas que emergen en Internet y en las publicaciones ante la «victoria del Mal», pero lo vemos continuamente en mil contextos. Vimos esto en los días de Covid, donde intentábamos justificar las manifestaciones de maldad, crueldad y deseos de muerte con la dinámica psicológica del miedo. Lo vemos en la forma en que se desarrollan (o más bien NO se desarrollan) los discursos sobre cuestiones de «corrección política», donde cualquier discusión abierta es imposible y donde las sensibilidades histéricas dispuestas a arremeter y destrozar el «Mal» son omnipresentes. Lo vemos en la demonización de la alteridad política a nivel internacional.

Lo sorprendente es cómo esta tendencia hacia el conflicto irreconciliable, hacia la repulsión sin descuentos ni mediaciones, se produce precisamente en la época por excelencia del «fin de las ideologías», el «fin de los grandes relatos», de la «secularización».

Como nos han contado muchos acontecimientos históricos, estamos acostumbrados a asociar el choque sin límites con la fricción entre identidades fuertes, identidades colectivas irreductibles y visiones del mundo radicalmente alternativas.

martes, 19 de noviembre de 2024

EEUU omnipresente en todos los grandes proyectos de la UE

Como a cualquier mafioso, si no le pagamos por las buenas, alguien nos lo hará pagar por las malas. Y von der Leyen está aquí para asegurarse de ello.

Hugo Dionísio, Strategic Cultura

Y he aquí que, de repente, los grandes medios de comunicación parecen haber despertado a la vida y, finalmente, se han dado cuenta de que la Comisión Europea, encabezada por Ursula von der Leyen, cuando se refiere a los llamados «valores» de su Europa, está, después de todo, hablando de los valores que atribuye con benevolencia a las familias europeas multimillonarias. The Guardian afirma que su «investigación» reveló que 17 multimillonarios, enumerados por Forbes, figuran como beneficiarios finales de proyectos por valor de 3.300 millones de euros.

Vaya uno a saber por qué se tarda tanto en confirmar una realidad que se repite ininterrumpidamente desde hace décadas. Una realidad que se desarrolla al mismo ritmo que aumentan las personas sin hogar, las crisis de vivienda, de salud y educación, las guerras y la inestabilidad social. Pero aún más inexplicable es el constreñimiento de esta «investigación» al sector agrícola y a proyectos vinculados a la política agrícola común. Después de todo, siendo algo negativo, puesto que los pequeños agricultores atraviesan una crisis sin precedentes, después de todo estamos hablando de dinero para producir alimentos. No obstante, hay casos mucho más dañinos y obvios, ante los cuales, como veremos, The Guardian y los medios de comunicación mainstream hacen la vista gorda.

¿Por qué la actual clase política europea rechaza la realidad?

¿Por qué la clase política europea ha fracasado tan estrepitosamente en Ucrania: ha perdido la guerra, ha causado la muerte de alrededor de un millón de personas, ha destruido Ucrania, ha dañado la economía europea, ha desestabilizado la política europea y ha creado una alianza entre Rusia y China contraria a los intereses europeos?

Glenn Diesen, Brave New Europe

Rusia considera que la incursión de la OTAN en Ucrania es una amenaza existencial, y la OTAN ha declarado abiertamente su intención de convertir a Ucrania en un Estado miembro después de la guerra. Sin un acuerdo político que restablezca la neutralidad de Ucrania, Rusia probablemente se anexionará los territorios estratégicos que no puede aceptar que acaben bajo el control de la OTAN y luego convertirá lo que queda de Ucrania en un Estado residual disfuncional. Como la guerra se está perdiendo, la política racional para los europeos sería ofrecer un acuerdo basado en poner fin a la expansión de la OTAN hacia el este para salvar las vidas, el territorio y la propia nación ucraniana. Sin embargo, ningún líder europeo ha sido capaz de siquiera sugerir públicamente una solución de ese tipo. ¿Por qué?

Propongo el siguiente experimento mental al político, periodista o académico europeo: Si fuera asesor del Kremlin, ¿cuál sería su consejo en caso de que no hubiera negociaciones posibles para resolver la guerra en Ucrania? Con seguridad la mayoría se sentiría moralmente obligada a dar respuestas ridículas, como aconsejar al Kremlin que capitulara y se retirara, aunque Rusia esté al borde de la victoria. Cualquier impulso de adherirse a la razón y abordar las preocupaciones de seguridad de Rusia probablemente sería disuadido con la amenaza de ser humillados por "legitimar" la invasión rusa.

¿Qué explica el declive del pensamiento estratégico, el pragmatismo y la racionalidad en la política europea?

lunes, 18 de noviembre de 2024

La «amenaza de Trump»


Nahia Hanzo, Slavyangrad

“Trump amenaza con ser bueno para Ucrania”, sentencia en su titular Político, un medio muy cercano a la administración Demócrata y que ha apoyado la postura occidental de defensa a ultranza y suministro militar a Ucrania desde 2022. Aunque aún no se han anunciado todos los nombres de quienes gestionarán la aplicación de la idea de America First en su versión de política exterior, el medio cita a un alto oficial ucraniano que confirma que Kiev está “alentada por el hecho de que hay halcones entre ellos”. Entre ellos se encuentran Marco Rubio, que no se desmarcó de la idea de aumentar el volumen de asistencia militar hasta que aspiró a un puesto en el gabinete de Trump, o Michael Waltz, previsible Asesor de Seguridad Nacional, que horas antes de la jornada electoral calificó a Rusia de “gasolinera con armas nucleares” y apeló a “quitar las esposas” a Ucrania en la cuestión del uso de armamento occidental en territorio ruso.

El artículo de Político es representativo del momento actual por los cambios que se han producido a raíz de la coyuntura política internacional y, sobre todo, debido al desequilibrio de fuerzas patente en el frente. Aunque el apoyo a Joe Biden y Kamala Harris había sido tan explícito como la visita de campaña de Zelensky y el gobernador Shapiro (Demócrata) de Pensilvania a una de las fábricas que producen la munición que posteriormente se envía a Ucrania, acto que causó la ira de Donald Trump, Ucrania realizó rápidamente un giro de guion para posicionarse como fieles seguidores de la idea de paz a través de la fuerza que Zelensky ya había incluido estratégicamente en su discurso. La lógica que trasciende de las declaraciones anónimas que oficiales ucranianos están realizando de forma coordinada e interesada a los medios estadounidenses es la de la ruptura de un statu quo que no resultaba satisfactorio para Kiev, por lo que el cambio puede suponer un punto de inflexión hacia una situación más favorable.

Ensayo sobre la subjetividad política del capital

El carácter fetichista del capital es un tema ampliamente abordado por Marx y los marxistas. Pero, ¿qué sucede con los sujetos que realizan las funciones políticas, estatales, hegemónicas del Estado bajo el imperio del capital? ¿Produce el carácter alienante, fetichizante y despersonalizador del capital una forma particular de subjetividad política?

Manuel Samaja, Jacobin
«El capitalista mismo solo es una potencia en cuanto personificación del capital»
Karl Marx, Teorías sobre la plusvalía
Aquí presentaremos brevemente algunas ideas relativas a lo que podría denominarse una teoría sobre la subjetividad del capital y, especialmente, sobre la subjetividad política del capital. Conviene dejar sentado desde el comienzo que lo que sigue abreva fundamentalmente en la concepción del último Lukács —expuesta en su gran tratado Sobre la ontología del ser social— así como en múltiples ideas de István Mészáros y de Évald Iliénkov. El texto que presentamos aquí, pues, constituye una apretada síntesis de un estudio y reflexión actualmente en pleno desarrollo.

¿Subjetividad del capital?


Hablar sobre la «subjetividad del capital» probablemente produzca ciertas precauciones y hasta escepticismo, cuando no un directo rechazo. Después de todo, el capital no es un demiurgo ni un sujeto autónomo sino una relación social, un modo de la producción social, una forma de organizar la producción, la distribución, el cambio y el consumo.

Sin embargo, como decía Marx, el capital —el valor en proceso de valorización— no es una relación social sin más sino, más bien, una relación social que se presenta en la forma de una cosa. O, mejor, el capital es una relación social que se presenta en la forma de una serie de cosas, una relación social que debe metamorfosearse y «enmascararse» de múltiples «cosas»: dinero, mercancías (fuerza de trabajo, medios de producción), proceso de producción, mercancías preñadas de plusvalor, nuevamente dinero, etcétera. Cabe señalar que estas «cosas» en las que se encarna el proceso de valorización no son meras «cosas» sino —según expresión de Marx— objetos «físicamente metafísicos», relaciones sociales cosificadas.

domingo, 17 de noviembre de 2024

¿El instinto de Trump determinará el destino de la guerra israelí?

Trump está convencido de que el instinto de supervivencia de Estados Unidos debe ser reducir las cargas financieras gastadas en guerras extranjeras lejos de las fronteras de su obsesivo país.

Rana Abi Jomaa, Almayadeen

El primer ministro de "Israel", Benjamín Netanyahu, fue el primero en apresurarse a felicitar al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, por la victoria, calificada de “histórica” y “abrumadora” en los comicios presidenciales de 2024.

La rápida felicitación no es necesariamente el resultado de la “amistad” presumida por Netanyahu con Trump, ni siquiera de los regalos políticos que Trump le hizo anteriormente a “Tel Aviv” en su primer mandato.

Son muchas las novedades y los datos de los últimos cuatro años que servirán para determinar el curso del actual mandato, aunque la personalidad del presidente estadounidense es tal que es difícil predecir sus pasos y sus reacciones.

Por ejemplo, no hay duda de que Trump no olvidó las felicitaciones de Netanyahu al presidente estadounidense Joe Biden en 2020 y su descripción de él como un “gran amigo de Israel” con quien ha tenido “cálidas relaciones durante 40 años”. Esto puede resultar en un reproche “real” distinto de las palabras que Trump escuchó del jefe del gobierno de ocupación. No cabe duda de que este último no olvidó lo que Trump le aconsejó “sobre la necesidad de poner fin a la guerra en Gaza” antes de asumir la presidencia.

Trump y Oriente Medio: ¿Qué nos espera?


Gilbert Achcar, Viento Sur

La victoria de Trump en la carrera por la presidencia de Estados Unidos es una gran catástrofe para los pueblos de la región, que se suma a la enorme Nakba que arrasa [Gaza] desde el diluvio de Al-Aqsa dirigido por Hamás. Benjamin Netanyahu esperaba ansiosamente esta victoria e hizo todo lo que pudo para contribuir a su consecución, ya fuera incitando a sus aliados de derechas estadounidenses o negándose a conceder a Joe Biden y a la campaña presidencial demócrata la tregua en Gaza que esperaban para proporcionarles un argumento electoral que necesitaban desesperadamente. Entonces, ¿qué nos espera ahora que se ha confirmado el regreso de Trump a la Casa Blanca?

La información disponible —considerando el comportamiento de Trump durante su primer mandato presidencial, las posturas que ha expresado durante su reciente campaña y lo que se ha filtrado de sus círculos— indica que está deseoso de aparecer como un líder que logra la paz, en contraste con su imagen de Biden como quien perpetua la guerra y es incapaz de resolverla. Aunque Trump busca poner fin a las guerras en las que no ve interés para Estados Unidos, sigue deseoso de lograr sus objetivos en los casos en los que ve un interés definido. Así, mientras negociaba con los talibanes durante su anterior mandato para preparar la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán y quería retirar la cobertura militar estadounidense a los kurdos en Siria a petición del presidente turco Erdogan, apoyaba la permanencia de las fuerzas de su país en Irak, expresando descaradamente su interés en la riqueza petrolera de ese país.

sábado, 16 de noviembre de 2024

Sobre el significado de la segunda "era Trump"


Enrico Tomaselli, Strategic Thinking

En estos días que siguieron a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, he reiterado varias veces que los posibles aspectos positivos de una administración Trump fueron decididamente sobreestimados, en los círculos - digamos - de la disidencia o, en cualquier caso, favorables al multipolarismo. También subrayé que era conveniente esperar a los primeros nombramientos, porque a partir de la formación del equipo sería posible comprender mucho mejor cuál sería la dirección de los cuatro años venideros.

Ahora estamos empezando a tener una imagen real, aunque todavía faltan algunos cuadros.

Lo que surge esencialmente parece ser una confirmación de lo que razonablemente podría esperarse, con algunas observaciones.

En primer lugar, incluso si algunos de los viejos neoconservadores que acompañaron la primera presidencia fueran eliminados (Pompeo, Bannon, Haley...), algunas de las posiciones clave que acabamos de definir todavía se refieren al área neoconservadora de los republicanos e, incluso Si están más de acuerdo sobre si todos están o no a favor de la retirada del frente ucraniano, eso no significa que puedan ser definidos como moderados o pacifistas. Al contrario, surge un equipo de ultras bastante belicosos. Excepto que el foco se desplaza de Europa del Este hacia Oriente Medio y, sobre todo, China.

El costo de la guerra para el sionismo

La entidad sionista se enfrenta a numerosas crisis latentes, que pueden agudizarse en la medida en que la distensión de los frentes, la falta de avances claros y el costo para la sociedad israelí se hagan cada vez más patentes.

José Ernesto Nováez Guerrero, Almayadeen

La propaganda occidental suele presentar al ejército y al Estado sionistas como sólidas e invencibles maquinarias, que infligen golpe tras golpe a sus enemigos sufriendo apenas algunos percances menores. Una red de medios, canales de televisión, de Youtube y contenidos en otras redes reproducen una y otra vez el discurso que emana desde los centros de propaganda sionistas, un discurso duro, de vencedores, que amenazan a diestra y siniestra sin ningún temor a lo que puedan hacer sus enemigos.

Durante más de un año hemos visto imágenes terribles del horror desplegado por el sionismo contra el enclave costero de Gaza. A la devastación sin precedentes, se suma un exterminio sistemático e indiscriminado de la población palestina, pensado conscientemente para tornar inhabitable la tierra gazatí y continuar en ella el proceso de expansión colonial que durante décadas “Israel” ha llevado a cabo en todos los territorios palestinos.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Las contradicciones fundamentales y acumulativas de Occidente

Hoy, la guerra de Ucrania está perdida. La 'otra guerra' no es diferente. La de Israel y EEUU contra Irán estará perdida, y decenas de miles de palestinos y libaneses habrán muerto inútilmente

Alastair Crooke, Strategic Culture

Las elecciones han tenido lugar; Trump tomará posesión de su cargo en enero; muchos de los miembros de la Nomenklatura del Partido serán sustituidos; se anunciarán políticas diferentes - pero tomar realmente el poder (en lugar de simplemente sentarse en la Casa Blanca) será más complejo.

EEUU ha involucionado en muchos feudos dispares -casi principados-, desde la CIA hasta el Departamento de Justicia. Y también se han implantado 'agencias' reguladoras para preservar el control de la Nomenklatura sobre la savia del Sistema.

Empujar a estos adversarios ideológicos hacia un nuevo pensamiento no será del todo fácil.

Sin embargo, las elecciones estadounidenses también han sido un referéndum sobre la corriente intelectual predominante en Occidente. Y eso probablemente será más decisivo que el voto interno estadounidense, por importante que sea. EEUU se ha alejado estratégicamente de la tecno-oligarquía empresarial que se apoderó de él en la década de 1970. El cambio actual se refleja en todo EEUU.

El auge del siglo asiático. Trump y el declive del imperialismo

Estados Unidos abandona a regañadientes su intento de mantener un orden mundial unipolar.

Orçun Göktürk, Pekín, United World

La reelección de Trump pone de relieve el debilitamiento de la actual hegemonía estadounidense, al tiempo que expone una fractura radical en el orden internacional liderado por Estados Unidos. Durante las dos últimas décadas, la hegemonía global de EEUU se ha visto seriamente sacudida por crisis y derrotas políticas, económicas y militares.

A medida que Estados Unidos comience a perder su dominio mundial, abandonará la retórica tradicional de un «orden internacional basado en normas» bajo Trump, adoptando una estrategia más proteccionista y orientada hacia el interior. Esto puede describirse como una «estrategia de contracción global» para Estados Unidos, un cambio de su anterior enfoque expansionista a un esfuerzo centrado en preservar los recursos internos, impulsar la fuerza interna y concentrar el poder en frentes geopolíticos selectos.

El poder militar mundial se ha invertido

El principal motor de esta transformación es el éxito de las luchas antiimperialistas de los pueblos y los países en desarrollo de todo el mundo. Los débiles han triunfado sobre los aparentemente fuertes y continúan haciéndolo. Los pueblos oprimidos han expulsado al imperialismo estadounidense y a sus títeres. Por ejemplo, los talibanes y el pueblo afgano, ridiculizados en su día por utilizar mulas y ser supuestamente drogadictos durante una ocupación de 20 años, derrotaron a las 500.000 tropas estadounidenses bien equipadas y a sus colaboradores locales, enterrando las ambiciones imperialistas en el «cementerio de los imperios.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Una respuesta a Saito:
¿Era Marx eco-socialista?

A propósito del nuevo libro de Kohei Saito '¡Menos! El decrecimiento es una filosofía' :: ¿Qué pensar de esta reconstrucción del itinerario del pensamiento marxista con salsa ecologista?

Daniel Tanuro, Viento Sur

Kohei Saito vuelve a la carga. En La naturaleza contra el capital. El ecosocialismo de Karl Marx (Bellaterra), el marxólogo japonés explicaba cómo el Marx de madurez, concienciado del atolladero ecológico capitalista gracias a los trabajos de Liebig y de Frass, rompió con el productivismo. Su nueva obra, Marx in the Anthropocene. Towards the Idea of Degrowth Communism (Cambridge University Press, 2023), continúa esta reflexión. El libro es excelente y particularmente útil en cuatro cuestiones: la naturaleza de clase, fundamentalmente destructiva, de las fuerzas productivas capitalistas; la superioridad social y ecológica de las (llamadas) sociedades primitivas, sin clases; el debate sobre naturaleza y cultura con Bruno Latour y Jason Moore; en fin, el gran error de los aceleracionistas que se apoyan en Marx para negar la imperiosa necesidad de un decrecimiento. Estos cuatro aspectos tienen una gran importancia política hoy, no sólo para las y los marxistas preocupados por estar a la altura del desafío ecosocial planteado por la crisis sistémica del capitalismo, sino también para las y los activistas ecológicos. Este libro tiene las mismas cualidades que el precedente: erudito, bien construído y sutil y clarificador en la presentación de la evolución intelectual de Marx después de 1868. Por desgracia, tiene el mismo defecto: da por sentado lo que sólo es una hipótesis. Una vez más, Saito exagera al querer encontrar en Marx la perfecta anticipación teórica de los combates de hoy (1).

Al comienzo fue la "fractura metabólica"


La primera parte de Marx en el Antropoceno profundiza en la exploración del concepto marxista de fractura metabólica (2). Saito sigue aquí la estela de John B. Foster y de Paul Burkett, que habían mostrado la inmensa importancia de esta noción (3). Saito enriquece el análisis al resaltar tres manifestaciones del fenómeno -perturbación de los procesos naturales, falla espacial, hiato entre las temporalidades de la naturaleza y del capital- a las que corresponden tres estrategias capitalistas de elusión -las pseudosoluciones tecnológicas, la deslocalización de las catástrofes a los países dominados y el aplazamiento de sus consecuencias a las futuras generaciones (p. 29 y ss.).

«Es la economía, estúpido»


Lance Selfa, Sharon Smith, Viento Sur

La historia de las elecciones de 2024 resultó ser notablemente sencilla. En un entorno político en el que la mayoría del electorado pensaba que el país avanzaba en la dirección equivocada, en el que percibía que la economía era deficiente y en el que la mayoría afirmaba que la inflación les había causado graves dificultades, los votantes decidieron echar al partido en el poder que representaba la vicepresidenta Kamala Harris.


Donald Trump ganó el voto popular por primera y única vez, y lo hizo no sólo en las zonas rurales, sino también en los suburbios, e incluso en bastiones del Partido Demócrata como Nueva York y Chicago. Según las encuestas a pie de urna, a Harris le fue mejor que a Joe Biden en 2020 con las los estadounidenses más acomodados, pero Trump mejoró respecto a 2020 con el resto.
Uno de los tópicos de la política estadounidense es: Es la economía, estúpido. Si la economía está creciendo y la gente tiene trabajo y salarios más altos, el partido en el poder suele ser reelegido. Si la economía está en declive y la gente tiene problemas para llegar a fin de mes, el electorado suele echar a los vagos votando al aspirante. Durante la mayor parte del gobierno de Biden, mientras la economía en general se recuperaba de las sacudidas recibidas durante la pandemia de la covid-19, Biden fue un presidente extraordinariamente impopular. La impopularidad de Biden confundía a sus asesores, que no lograban cuadrarla con los indicadores macroeconómicos que mostraban que EEUU alcanzaba la recuperación más fuerte tras la covid de todos sus pares.

Sin embargo, la covid dejó tras de sí trastornos económicos, entre ellos las tasas de inflación más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación. Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien.

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