El Día de la Victoria no representa simplemente una conmemoración militar ni una celebración ideológica del comunismo, sino el triunfo de la vida sobre el exterminio planificado.
Raphael Machado, Strategic Culture
A medida que nos acercamos a la conmemoración del Día de la Victoria de 2025, vale la pena reflexionar sobre lo que el pueblo soviético, junto con muchas otras naciones, luchó durante la Segunda Guerra Mundial. Comprender los aspectos más oscuros de este conflicto puede ayudar a explicar por qué el Día de la Victoria tiene un significado tan profundo para los rusos modernos.
A medida que avanzaba la Segunda Guerra Mundial, en particular tras el lanzamiento de la Operación Barbarroja en 1941 (la invasión de la URSS), se convirtió en una guerra total. Esta naturaleza global del conflicto estuvo, en gran medida, predeterminada por los mismos términos en que los alemanes lo habían enmarcado desde el principio.
Al abordar la guerra desde una perspectiva fundamentalmente racial e interpretarla como una lucha de "vida o muerte", los alemanes abrieron las puertas a una creciente catástrofe de atrocidades.
Los crímenes alemanes contra los judíos ya son bien conocidos por el público occidental, en particular los cometidos en los campos de concentración polacos (Auschwitz, Majdanek, Sobibor, Belzec, Treblinka y Chelmno), donde se extinguieron masivas vidas judías, así como la represión del gueto de Varsovia, donde miles perecieron y miles más fueron deportados a campos de concentración cercanos.
Menos conocidas para los observadores occidentales son las atrocidades cometidas fuera del territorio polaco, en territorios que ahora pertenecen a los Estados bálticos, Bielorrusia, Ucrania y la Federación Rusa.