Reflexionar sobre el 80 aniversario de la Cumbre de Yalta muestra al mundo lo que aún es posible para el progreso y el desarrollo pacíficos.
Editorial de Strategic Culture
Hace ochenta años, los líderes de los tres grandes aliados en tiempos de guerra celebraron la conferencia de Yalta en Crimea. Josef Stalin, Franklin Delano Roosevelt y Winston Churchill se reunieron, junto con sus delegados, en el balneario del Mar Negro para acordar el orden internacional de posguerra. (¡Nadie cuestionó que Crimea era entonces territorio ruso!)
La conferencia se celebró del 4 al 11 de febrero. La Alemania nazi y el Japón imperialista aún no habían sido derrotados formalmente. Pero los líderes aliados sabían que las potencias del Eje estaban acabadas y el orden del día era establecer la paz de posguerra.
Esta semana, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, publicó un elocuente artículo en el que reflexiona sobre el legado de la cumbre de Yalta. Como señaló Lavrov, la histórica reunión sentó las bases y los principios de las Naciones Unidas y de la Carta de las Naciones Unidas, que se establecieron más tarde ese mismo año.
Sin embargo, incluso cuando los líderes estadounidenses y británicos firmaban los acuerdos sobre el arreglo de posguerra con Rusia, estaban utilizando “tinta que desaparece”, como dijo irónicamente Lavrov.