Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
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viernes, 9 de mayo de 2025
Ochenta años de la Gran Victoria
Nikolay Sofinskly, La Jornada
El octogésimo aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria no es sólo una fecha. Es un punto de apoyo desde el cual nace la conciencia nacional, se restaura la continuidad histórica y se forma el rumbo del futuro. Cuanto más lejano se vuelve 1945, más claramente sentimos: estamos nuevamente en la primera línea de una lucha, esta vez por la memoria, el sentido y la verdad.
La victoria sobre el nazismo en 1945 no fue casual –fue el resultado de un valor sin precedentes, sacrificios colosales y fuerza moral–. La Unión Soviética desempeñó un papel decisivo en la derrota del Tercer Reich, pagando un precio terrible: millones de vidas, ciudades destruidas, destinos quebrados. Fue una victoria del pueblo, que no sólo se defendió a sí mismo, sino que liberó a pueblos enteros de la aniquilación. En este día también honramos a todos los pueblos que lucharon contra el nazismo, recordamos la unidad de la coalición antihitleriana y el precio común pagado por la libertad.
Hoy, esa Victoria vuelve a ser un blanco. En varios países europeos –incluidos aquellos donde durante la Segunda Guerra Mundial se luchó contra el nazismo– hoy se derriban monumentos a los soldados libertadores y se erigen memoriales en honor a quienes colaboraron con los nazis. En algunos de esos estados se glorifica de manera demostrativa a criminales de guerra, se distorsiona la cronología y las causas del conflicto, sustituyendo la liberación por la ocupación, y el nazismo por una supuesta “resistencia”. Esto ya no es sólo una lucha por la interpretación, sino una renuncia a los principios morales, una peligrosa inversión del bien y el mal. Todo esto sucede con el silencio, e incluso a veces con el aliento, de las élites occidentales.
Fue Stalin quien venció al nazismo. Es Occidente quien apoya a los nazis
Auschwitz y Berlín fueron liberados por los soviéticos, no por EEUU, como muestran las películas de Hollywood, obras maestras de la ideología y la propaganda liberal-atlantista
Una vez más, Vladimir Putin, presidente de la federación rusa, le da la vuelta a la tortilla a la ridícula y asilvestrada narrativa de Occidente, o mejor dicho, la narrativa del liberal-atlantista.
De hecho, es noticia reciente que Putin haya optado orgullosamente por rebautizar el aeropuerto de Volgogrado con el nombre de Stalingrado y que además haya celebrado la figura de Stalin como héroe nacional. Se derrumba así, como era previsible, la patética narrativa de Occidente según la cual Putin es el nuevo Hitler: una narrativa que, como ya saben hasta las piedras, sólo sirve a Occidente para poder deslegitimar a priori al adversario y poder justificar nuevos Hiroshimas y nuevos Nagasakis si es necesario.
Esta es, en definitiva, la función de la reductio ad Hitlerum, como la describió el filósofo político Leo Strauss. En todo caso, es Occidente quien apoya al batallón neonazi Azov en Ucrania, y no Putin, quien realmente lo que hace es combatirlo. Y que, al hacerlo, continúa la gloriosa línea soviética de oposición al nazismo.
Recordémoslo en beneficio de los muchos capita insanabilia, cuyos cerebros siguen siendo centrifugados por el celoso trabajo de los manipuladores profesionales pertenecientes al orden liberal: Auschwitz y Berlín fueron liberados por los soviéticos, no por los estadounidenses, como muestran las demenciales películas de Hollywood, obras maestras de la ideología y la propaganda liberal-atlantista. Y, además, los soviéticos no ocuparon toda Europa con sus bases, como hicieron los estadounidenses, apareciendo de hecho como los nuevos ocupantes y no como meros liberadores.
Publicado por
mamvas
en
3:11 p.m.
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Tags:
Reichstag,
Rusia,
Segunda Guerra Mundial,
Vladimir Putin

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