Alejandro Teitelbaum, Alainet
El 29 de abril de 2010, Eric Woerth, entonces Ministro del Gobierno francés, explicaba con todo cinismo por France Inter:
“Ayudando a Grecia nos ayudamos a nosotros mismos. Los 6 mil millones [de euros prestados por Francia a Grecia] no provienen de la caja del Estado. Se toman prestados [en los mercados financieros] a un interés del 1,4 o 1,5% y se prestan a los griegos al 5% aproximadamente. De manera que nosotros ganamos en la operación. Es bueno para el país, es bueno para Grecia y sobre todo es bueno para la zona euro. Hay que tranquilizar a los mercados. Siempre es así, hay que tranquilizar a los mercados [...] hay que tender una red pública de seguridad”.Antes de pagar, renegociar o reestructurar una deuda hay que proceder a auditarla para establecer qué parte es legítima y que parte no. Por ejemplo, si no se ha incrementado con intereses usureros, con intereses sobre los intereses (anatocismo) y si su mismo origen no es el resultado de operaciones fraudulentas (deudas simuladas, contraídas por particulares que después asume el Estado) o contraídas por gobiernos autoritarios o dictatoriales para gastos improductivos y/o suntuarios o que va a parar total o parcialmente a las cuentas particulares en paraísos fiscales de los funcionarios de turno, etc.
Existe un mecanismo perverso del capital financiero dominante y los líderes políticos a su servicio, que hace de la deuda un círculo vicioso que no cesa nunca y que permite a ese capital absorber de manera improductiva, parasitaria y permanente una buena parte del producto del trabajo de los pueblos de todo el mundo.
Según un estudio de la Fundación Hans Böckler de Alemania, publicado en marzo de 2015 en Berlín, en la crisis griega los pobres han pagado el precio más alto, especialmente a través de aumento de los impuestos. "La carga de impuestos para la mitad más pobre de la población ha aumentado en un 337%, mientras que aumentó en un 9% para la mitad más rica", escriben los autores del estudio. Desde el comienzo de la crisis, los impuestos directos aumentaron un 53% en Grecia y el 22% los impuestos indirectos.
El ingreso promedio, antes de impuestos, ascendió a 23.100 euros en 2008 y bajó a 17.900 euros en 2012, lo que representa una pérdida de alrededor del 23%. En detalle la desigualdad es alta: en promedio el 10% más pobre de la población ha perdido el 86% de sus ingresos pasando de 8.462 euros a 1.150 euros. Por el contrario, el 30% de los ingresos más altos ha perdido entre el 17% y el 20% de sus ingresos.