Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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domingo, 31 de diciembre de 2023
Una teoría económica compatible con los procesos vitales y las leyes físicas
James K. Galbraith, Sin Permiso
Una teoría económica coherente con los procesos vitales y las leyes físicas es necesaria por una simple razón: la enseñanza de los libros de texto de economía no es coherente con los procesos vitales y las leyes físicas. Y esto es un problema.
Los seres humanos son organismos vivos. Todas las actividades humanas, incluidas las mentales, son coherentes con las leyes físicas. Es natural construir una teoría económica sobre los cimientos de la biología y la física. En mi próximo libro con Jing Chen, Entropy Economics, emprendemos esta tarea, con dos elementos fundacionales de la economía: las teorías del valor y la producción.
La economía moderna dominante es una teoría del equilibrio. Los términos básicos de referencia son los conceptos de oferta y demanda, que interactúan en un mercado y llegan a un equilibrio a determinados precios y cantidades. Este proceso puede verse perturbado de mil maneras diferentes, por "imperfecciones" y "shocks". Pero, en el centro del tema están los conceptos de balance y equilibrio - el orden inmanente hacia lo que se supone que tiende un sistema de mercado. Algunas veces, a este orden inmanente se le llama situación estable ("steady state"). Es una idea muy reconfortante, compatible con nociones como "el fin de la historia" y el triunfo del capitalismo de mercado sobre los sistemas sociales competidores.
domingo, 16 de agosto de 2015
El futuro de Europa tras la derrota griega
James Galbraith, Sin Permiso
El pasado 8 de junio tuve el honor de acompañar al entonces ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, a un encuentro privado en Berlín con el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble. La reunión empezó con un gesto de buen humor cuando el señor Schäuble ofreció a su colega un puñado de Euros de chocolate: “para sus nervios”. Yanis los compartió con los circunstantes, y dos semanas después tuve un segundo honor, que fue ofrecer mi moneda de chocolate a un tercer (ex)ministro de finanzas, el profesor Giuseppe Guarino, decano de constitucionalistas y autor de un impactante librito ()La verdad sobre Europa y el Euro: Un ensayo, disponible en italiano AQUÍ) sobre los Tratados europeos y el Euro.
La tesis del profesor Guarino reza como sigue:
“El 1 de enero de 1999 se perpetró un golpe de estado contra los Estados miembros de la UE, contra sus ciudadanos y contra la propia UE. El ‘golpe’ no se dio por medio de la fuerza, sino con astucia fraudulenta… por medio de la Regulación 1466/97… El papel asignado por el Tratado (Artículos 102ª, 103 y 104c) al objetivo de crecimiento perseguible por la actividad política de los Estados miembros… es eliminado y substituido por un resultado, a saber: equilibrio presupuestario a medio plazo.”
domingo, 21 de junio de 2015
Por qué las exigencias de los acreedores no harán otra cosa que prolongar la crisis de Grecia
James Galbraith, Sin Permiso
Volviendo el pasado martes de Berlín, el ministro griego de Economía, Yanis Varoufakis, me hizo notar que el uso actual de la palabra "reforma" tiene sus orígenes en el periodo intermedio de la Unión Soviética, sobre todo con Jruschov, cuando los especialistas académicos trataban de introducir elementos de descentralización y procesos de mercado en un sistema de planificación esclerótico. En aquellos años, cuando la lucha norteamericana se centraba en los derechos y algunos jóvenes europeos todavía soñaban con la revolución, "reforma" no se utilizaba mucho en Occidente. Hoy, en un curioso giro de convergencia, se ha convertido en consigna de la clase dominante.
La palabra, reforma, se ha convertido en algo central en el tira y afloja entre Grecia y sus acreedores. Acaso fuera posible una nueva reducción de la deuda, pero sólo si los griegos se avienen a "reformas". Pero ¿qué reformas y con qué fin? La prensa ha zarandeado en general el término, reforma, en el contexto griego, como si hubiera amplio acuerdo sobre su significado.
Volviendo el pasado martes de Berlín, el ministro griego de Economía, Yanis Varoufakis, me hizo notar que el uso actual de la palabra "reforma" tiene sus orígenes en el periodo intermedio de la Unión Soviética, sobre todo con Jruschov, cuando los especialistas académicos trataban de introducir elementos de descentralización y procesos de mercado en un sistema de planificación esclerótico. En aquellos años, cuando la lucha norteamericana se centraba en los derechos y algunos jóvenes europeos todavía soñaban con la revolución, "reforma" no se utilizaba mucho en Occidente. Hoy, en un curioso giro de convergencia, se ha convertido en consigna de la clase dominante.
La palabra, reforma, se ha convertido en algo central en el tira y afloja entre Grecia y sus acreedores. Acaso fuera posible una nueva reducción de la deuda, pero sólo si los griegos se avienen a "reformas". Pero ¿qué reformas y con qué fin? La prensa ha zarandeado en general el término, reforma, en el contexto griego, como si hubiera amplio acuerdo sobre su significado.
jueves, 24 de abril de 2014
Reflexiones metodológicas y políticas sobre “El capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty
James Galbraith, Sin Permiso
El economista francés Thomas Piketty acaba de publicar un voluminoso libro, Capital in the Twenty-First Century [El capital en el siglo XXI] (Belknap Press, Harvard, 2014, 671 páginas), que ha atraído inmediatamente la atención del mundo académico y hasta del Financial Times. El libro es resultado de una gran investigación empírica fundada en la elaboración de inmensas bases de datos. Es también una crítica inclemente de la irrelevancia y necedad de la ciencia social académica que ha llegado a imperar en las últimas décadas (no sólo en la teoría económica). Y aspira a ser, asimismo, una crítica política radical del catastrófico e insostenible capitalismo de nuestro tiempo. El texto que reproducimos a continuación es una reseña crítica escrita por James Galbraith, autor él mismo de la que acaso sea la mejor investigación teórica y empírica de la relación entre financiarización, inestabilidad y desigualdad en el capitalismo de nuestro tiempo ("Inequality and Instability"). La interesante crítica de Galbraith a Piketty es teórica (el concepto de "capital" de Piketty sería incauta e inadvertidamente neoclásico), es metodológica (su métrica sería incongruente), es empírica (sus ingentes bases de datos –salidas básicamente de los registros fiscales— no serían las mejores fuentes para lo que se propone) y es política (la forma concebida por Piketty para poner fin a la catástrofe neoliberal y "salvar al capitalismo de sí mismo" sería técnicamente ingenua, y por lo mismo, políticamente utópica). Se trata, en cualquier caso, de una gran discusión, científica y políticamente hablando.
El economista francés Thomas Piketty acaba de publicar un voluminoso libro, Capital in the Twenty-First Century [El capital en el siglo XXI] (Belknap Press, Harvard, 2014, 671 páginas), que ha atraído inmediatamente la atención del mundo académico y hasta del Financial Times. El libro es resultado de una gran investigación empírica fundada en la elaboración de inmensas bases de datos. Es también una crítica inclemente de la irrelevancia y necedad de la ciencia social académica que ha llegado a imperar en las últimas décadas (no sólo en la teoría económica). Y aspira a ser, asimismo, una crítica política radical del catastrófico e insostenible capitalismo de nuestro tiempo. El texto que reproducimos a continuación es una reseña crítica escrita por James Galbraith, autor él mismo de la que acaso sea la mejor investigación teórica y empírica de la relación entre financiarización, inestabilidad y desigualdad en el capitalismo de nuestro tiempo ("Inequality and Instability"). La interesante crítica de Galbraith a Piketty es teórica (el concepto de "capital" de Piketty sería incauta e inadvertidamente neoclásico), es metodológica (su métrica sería incongruente), es empírica (sus ingentes bases de datos –salidas básicamente de los registros fiscales— no serían las mejores fuentes para lo que se propone) y es política (la forma concebida por Piketty para poner fin a la catástrofe neoliberal y "salvar al capitalismo de sí mismo" sería técnicamente ingenua, y por lo mismo, políticamente utópica). Se trata, en cualquier caso, de una gran discusión, científica y políticamente hablando.
Publicado por
mamvas
en
12:56 p.m.
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Capitalismo,
Desigualdad,
James Galbraith,
Thomas Piketty
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