El kabuki suizo de la «paz» llegó y se fue, y el ganador fue Vladimir Putin. Ni siquiera tuvo que presentarse.
Pepe Escobar, Strategic Culture
Ninguno de los Grandes Jugadores lo hizo. O en caso de que enviaran a sus emisarios, hubo una negativa significativa a firmar la vacua declaración final -como en el caso de los miembros del BRICS, Brasil, India, Arabia Saudí, EAU y Sudáfrica.
Sin los BRICS, no hay absolutamente nada que el Occidente colectivo -como El Hegemón y sus vasallos- pueda hacer para alterar el tablero de ajedrez de la guerra por poderes en Ucrania.
En su discurso cuidadosamente calibrado a los diplomáticos y a la dirección del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Putin delineó un enfoque increíblemente comedido y estratégico para resolver el problema de Ucrania. En el contexto de la luz verde escalatoria del Hegemón -de hecho, en la práctica desde hace varios meses- para que Kiev ataque más profundamente en la Federación Rusa, la oferta de Putin fue extremadamente generosa.
Se trata de una oferta directa a la Hegemonía y al Occidente colectivo, ya que el actor de la camiseta sudada de Kiev, aparte de ilegítimo, es más que irrelevante.