La desmilitarización en progreso eventualmente tendrá que llegar a la etapa de la decapitación del régimen de Kiev. Y el corolario será inevitable: rendición incondicional. Simplemente no hay otro escenario posible para Moscú. El analista geopolítico Pepe Escobar habla de sus primeras sensaciones tras dos meses en Rusia, y dos viajes a Donbass
Pepe Escobar, l'Antidiplomatico.it
Después de dos meses en Rusia, incluidos dos viajes al Donbass, me permiten ofrecer una apreciación realista de la guerra de poder entre la OTAN y el país eslavo, basada en numerosas conversaciones a profundidad con actores importantes, incluidos comandantes en el terreno.
Rusia está despoblando de facto a Ucrania de neo y criptonazis de todo tipo. Ese fue uno de los objetivos de la Operación Militar Especial (OME) desde el principio, junto a la desmilitarización.
El objetivo final, sin embargo, sigue siendo el mismo: lo que quede de Ucrania debe ser un Estado neutral, que no pertenezca a la OTAN.
No se trata de tomar el control del territorio. Rusia ya tiene mucho más territorio del que es capaz de desarrollar, un tema que he discutido en detalle con personas de diferentes óblasts —muero por ir a Kamchatka, Altái, Buriatia, Yamal…—.
El Kremlin y el Consejo de Seguridad ruso tienen una clara estrategia. El terrorismo —contra civiles e infraestructuras— NO los desviará de su objetivo.
Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea (Otanistán) y sus títeres ucronazis en Kiev están cada vez más desesperados con cada segundo que pasa. Su estrategia preferida de ahora en adelante es el terror.
Hay posibilidades de otro ataque sobre el puente de Crimea y así ya lo declaró Kyrylo Budánov, jefe de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania. Por no hablar contra civiles en San Petersburgo y Moscú.
El señor 87% [presidente Vladímir Putin] tiene un mandato popular para hacer lo que sea necesario. Dependiendo de la escalada terrorista, la represalia pudiera ser extraordinaria y alcanzar niveles infernales. O no.
Los británicos continuarán obsesionados con inundar la mayor cantidad de barcos posibles en el mar Negro con drones y misiles crucero. La información de los objetivos proviene de los aviones espías de Estados Unidos y Reino Unido con base en Rumania. Rusia no los está «neutralizando»… aun.
Drones, misiles y cohetes Himars están demoliendo refinerías Rusia adentro; diezmando la flota del mar Negro; y eliminando constantemente vehículos de combate. La OTAN sí tiene una ventaja tecnológica sobre Rusia en algunos campos importantes, y es por eso que la guerra proxy se prolonga continuamente.
Y se continuará prolongando. Porque Rusia todavía no tiene todo lo que se necesita para desgastar a los estadounidenses y a la OTAN. La única certeza es que habrá más “sorpresas” de guerra asimétrica en reserva.
La CIA y el MI6 continuarán tramando su arquitectura terrorista a través de todo tipo de "representantes", y no solo vía Estado Islámico del Gran Jorasán.
Nada indica que Moscú contraatacará directamente. Porque ello significaría una guerra abierta y caliente entre Rusia y la OTAN.
Todo lo anterior explica la vigente —y declaradamente exasperante— estrategia rusa. Una picadora de carne a lo largo del frente. Mínimas bajas rusas. Objetivos detallados para eliminar prácticamente toda la infraestructura eléctrica de Ucrania.
Aun así, la desmilitarización —sin duda en progreso— eventualmente tendrá que llegar a la etapa de la decapitación del régimen.
Y el corolario será inevitable: rendición incondicional. Simplemente no hay otro escenario posible para Moscú.
Al final del juego, Rusia no pedirá «negociaciones».
El meollo del asunto se estableció en el proyecto tratado en diciembre de 2021 sobre la «indivisibilidad de la seguridad», que los estadounidenses apenas leyeron y ciertamente no entendieron.
El Oso puede esperar. Todo está ahí. Dependerá del Hegemón decidir finalmente si sentarse en la mesa. Antes de ser totalmente humillado, tarde o temprano, con o sin terror, en el suelo oscuro de Novorossiya.
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