Al final, como era de esperar, el maestro de ceremonias del circo se puso a la defensiva («Trump siempre se acobarda»)
Pepe Escobar, Strategic Culture
Estaba aterrorizado por tres acontecimientos cruciales basados en la realidad:
- El mensaje iraní sobre los preparativos para cerrar el Estrecho de Ormuz. La CIA había advertido a Trump que China se oponía visceralmente al bloqueo del Estrecho. Esa es una de las razones, según un veterano del Estado Profundo, por las que Trump decidió seguir adelante de todos modos con su «espectacular» (sic) operación teatral contra Fordow. Pero cuando el espectro de un Ormuz bloqueado que destruyera la economía global se hizo realidad, se puso a la defensiva.
- La advertencia iraní transmitida por el bombardeo de la base Al-Udeid en Qatar, la joya militar de la corona imperial en Asia Occidental. Incluso fuentes atlantistas en Doha confirman que los daños en la base —evacuada— fueron "monumentales", con al menos tres misiles impactando sus objetivos. Teherán afirmaba inequívocamente que podía atacarlos en cualquier lugar, en cualquier momento, con lo que queramos. Y sus lacayos del CCG los culparán por ello.
- Podría decirse que la razón principal: los genocidas en Tel Aviv se están quedando sin interceptores rápidamente; de hecho, toda su porosa red de defensa aérea está en problemas. En la última y sustancial descarga de misiles iraníes sobre la Palestina ocupada el lunes por la mañana, la tasa de interceptación cayó por debajo del 50%, e Irán comenzó a atacar la red eléctrica israelí. La nueva directiva iraní —ofensiva estratégica, no paciencia— pretendía paralizar por completo la economía israelí. Además, los genocidas ya habían rogado a Teherán que "pusiera fin a la guerra". Teherán respondió que aún no había llegado el momento. Así que los genocidas le rogaron a Trump que los rescatara.
La cadena de acontecimientos que condujo al alto el fuego sigue siendo turbia. Un factor clave que aceleró el proceso fue la reunión personal de Putin con el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Araghchi, en el Kremlin el lunes.