Irán todavía tiene la iniciativa, no por una respuesta emocional, sino por una decisión calculada, tomada en un momento elegido por la razón, no por la emoción
Ahmed Al-Bahrani, Al Mayadeen
En el momento en que Donald Trump anunció su agresión a las instalaciones nucleares iraníes, Teherán ya había superado la sorpresa inicial y había reposicionado su estrategia en el tablero de la confrontación con una astucia que no se esperaría de un país titubeante o desorientado.
Las instalaciones de Fordow, Natanz y Isfahán no solo estaban vacías, sino que es evidente que Irán se estaba preparando para una eventualidad como esta.
Una vez que se disipó el polvo de la conmoción, comenzaron a aparecer las características de una respuesta que, aunque tranquila en apariencia, es firme en su esencia.
Los días previos a la agresión estadounidense no fueron un capítulo aislado. “Israel” había sido objeto de una serie de ataques de misiles iraníes sin precedentes, que impactaron centros tecnológicos, institutos de investigación de seguridad, y a instalaciones de inteligencia, militares y económicas.