Ahora es el turno de Irán y Palestina, más todo el Eje de la Resistencia, que están construyendo con enorme sacrificio, y los dolores consabidos, la tumba definitiva del imperialismo y el sionismo
Carlos Aznárez, Al Mayadeen
Era francamente ineludible para los Estados Unidos que finalmente ese país se subiera con todo a la declaración de guerra sionista contra la República Islámica de Irán. ¿Por qué razón? Simplemente porque son parte de un mismo cuerpo en el cual la dirección de ambos países está en manos de lobby judío representado por el Consejo Judío Mundial, con sede permanente en Washington.
Son ellos los que deciden cuando es la ocasión para que uno u otro emprendan ataques, pasando, como en el caso de Washington, por encima de cualquier tipo de legalidad, incluso la meramente formal del Parlamento norteamericano, que en realidad es el que debe dar la autorización para que un perro rabioso como Trump haga lo que hizo por estas horas.
Pero más allá de estas formalidades inocuas, como también lo son las resoluciones de esa entidad inexistente llamada ONU, lo cierto es que en esta ocasión, el taimado Trump, que creyó haber engañado a todo el mundo con que se iba a tomar un par de semanas para decidir si atacaba o no, tuvo que mostrarle lealtad a la casa matriz sionista (por más multimillonario que sea, él también se arrodilla ante los pupilos de Theodoro Herzl) puesto que a "Tel Aviv" se le están acabando los insumos interruptores de misiles, y era necesario que alguien más se sumara a la idea de destruir a la nación islámica.