El virus de la crisis financiera sigue extendiéndose y está haciendo mella en la economía real. Grandes multinacionales como Opel y General Motors se enfrentan a cierres masivos de sus fábricas aumentando fuertemente las tasas de desempleo que ya llega al 11,3% en España. Islandia, el Reino Unido, Alemania e Italia están ya en recesión. Esto explica que los Gobiernos se han puesto manos a la obra y trabajan en una oleada de ambiciosos planes para estimular la economía y frenar los efectos que la crisis financiera está teniendo en sus empresas y en el bolsillo de sus ciudadanos.
La Unión Europea podría movilizar un total de 130.000 millones de euros, lo que supondría un 1% del PIB comunitario. El Reino Unido ha aplicado una rebaja del 2,5% en el IVA, mientras Francia no logra bajar su déficit del crítico 3%. La Comisión Europea insiste en que
"cualquier gasto para combatir la recesión es un gasto inteligente" y está dispuesta a dar mayor margen de maniobra a los países miembros para que no teman represalias por el incumplimiento del Pacto de Estabilidad que los obliga a no superar el 3% de déficit. Esto implica la ampliación de los plazos para la corrección de los desequilibrios, de manera que los Gobiernos no estarían obligados a cumplir con el déficit del 3% como establece el Pacto de Estabilidad.
A los planes de rescate de Estados Unidos que ya superan los 1,5 billones de dólares, se suman los planes de los países europeos y China que anunció a principios de mes un plan de estímulo de 600 mil millones de dólares. El sector exportador chino, responsable del 36% del PIB, ha sufrido un serio frenazo y la cuarta economía del mundo ha ralentizado su crecimiento hasta el 9% desde el 11,9% del 2007, y puede seguir cayendo incluso a un 8%, lo que le equivaldría a una recesión. El objetivo es indiscutible: dar un fuerte impulso a la economía por la vía de millonarias inversiones. Sólo se conocen las líneas maestras del plan, pero la principal partida se destinará a grandes infraestructuras.
En Japón, el Gobierno lanzó un plan de estímulo de 50.000 millones de dólares dentro de un conjunto de medidas que han requerido una inyección económica total de 260.000 millones de dólares. Las ayudas han ido directamente a las familias y, sobre todo, a las pymes, que en Japón son responsables del 70% del empleo y que atraviesan muchas dificultades por el frenazo en las exportaciones y la falta de financiación. Las ayudas, que también recibieron en forma de subsidios los sectores agrícola y pesquero, no han impedido a la segunda economía asiática estar ya, técnicamente, en recesión.