viernes, 1 de julio de 2016

Oleada de lugares comunes por Brexit

Robert Fisk, La Jornada

Gran Bretaña ha cambiado para siempre. Los europeos ya no ríen, ¿o sí? Y el capitán Cameron ya no dirigirá el barco, aunque se está hundiendo. Pero el espantoso lenguaje de los políticos y lectores de noticias del país demuestra que algunas características de nuestra carrera isleña persistirán hasta la eternidad.

La semana pasada, las palabras de todos ellos reflejaban el miserable estado en el que el (supuesto) Reino Unido ha caído.

Brexit fue un terremoto total, un momento sísmico, una sacudida sísmica, volcánica o un simple llamado de alerta.

Las primeras dos expresiones vinieron del parlamentario laborista Keith Vaz; el llamado de alerta, del ex secretario laborista de Negocios Chuka Umunna. Y prácticamente todo el mundo, desde parlamentarios conservadores hasta el corresponsal de la BBC en Irlanda del Norte, nos dijeron que estamos entrando en aguas desconocidas o territorio inexplorado, sin explicarnos por qué esos océanos del fin del mundo y esas tierras ignotas no habían sido puestas en el mapa hace mucho tiempo por Cameron, Johnson, Osborne y Farage, para no mencionar a la BBC, cuyo David Dimbleby anunció, portentosamente 12 horas después del Brexit, que un nuevo día había amanecido.

jueves, 30 de junio de 2016

Brexit, Trump y México


Orlando Delgado, La Jornada

La decisión de los ciudadanos británicos de abandonar la Unión Europea (UE) provocará cambios importantes en la economía global. Entre las explicaciones que se han ofrecido destaca que los trabajadores británicos asumieron que si su decisión iba a provocar pérdidas económicas éstas serían de los ricos y, particularmente, de los banqueros. Esta razón, seguramente relevante, pudiera trasladarse a la próxima elección en Estados Unidos, donde algunos sectores señalan que Clinton es la candidata de Wall Street, así como a la elección francesa luego de la reforma laboral de Hollande. En el fondo de esta consideración está la enorme concentración del ingreso que se ha generado desde la aplicación de las reformas de mercado.

Se ha documentado profusamente la brutal concentración del ingreso en el uno por ciento de la población y, más acusadamente en 0.1 por ciento. Este pequeño grupo de las diferentes sociedades, como la británica, la estadunidense y la mexicana, se ha apropiado de partes crecientes del ingreso nacional, a costa del bienestar de grandes segmentos de las poblaciones. Los discursos de las nuevas derechas, como Trump, Le Pen y muchos más, se nutren de las consecuencias vividas por amplios grupos de trabajadores que perdieron sus puestos de trabajo por la relocalización de los procesos productivos hacia zonas de bajos salarios. Estas pérdidas de puestos de trabajo, sin embargo, implicaron incrementos significativos en las ganancias de los dueños de las empresas.

Por qué los británicos dijeron no a Europa

John Pilger

El voto mayoritario de los británicos a favor de abandonar la Unión Europea fue un acto de democracia en estado puro. Millones de personas ordinarias se negaron a ser acosadas, intimidadas y despachadas despectivamente por personas supuestamente superiores de los principales partidos, por el mundo de los negocios y la oligarquía de la banca, y por los medios de comunicación.

En gran parte fue el voto de aquellas personas enfadadas y desmoralizadas por la enorme arrogancia de los apologistas de la campaña a favor de “permanecer” y del desmembramiento de una vida socialmente justa en Gran Bretaña. Los privatizadores apoyados por los conservadores y por los laboristas ha minado tanto el último bastión de las reformas históricas de 1945, el Sistema Nacional de Sanidad, que lucha por sobrevivir.

La advertencia se produjo cuando en ministro de Hacienda, George Osborne, personificación tanto del antiguo régimen británico como de la mafia de los bancos en Europa, amenazó con recortar 30.000 millones de libras de los servicios públicos si la gente votaba de manera equivocada. Era de un chantaje monumental.

Condenan a prisión a los filtradores del caso LuxLeaks por el que 340 multinacionales evitaban impuestos


La Justicia luxemburguesa condenó a 12 y 9 meses de cárcel a los dos exempleados de la compañía PricewaterhouseCoopers (PwC), acusados de haber filtrado miles de documentos del escándalo fiscal LuxLeaks, aunque no ingresarán en prisión; mientras que el periodista francés Edouard Perrin, acusado de difundir la información, quedó absuelto de todos los cargos.

El exauditor de PwC Antoine Deltour, junto con otro exempleado, Raphaël Halet, ambos franceses, fueron acusados de filtrar cerca de 30.000 páginas de documentos sobre las resoluciones tributarias acordadas entre el Gran Ducado y 340 multinacionales. La Justicia luxemburguesa les impuso una multa de 1.500 y 1000 euros, respectivamente, informa el diario Luxemburger Wort.

El escándalo, revelado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), descubrió acuerdos secretos fiscales entre Luxemburgo y 340 multinacionales entre 2002 y 2010, entre ellos Pepsi, IKEA, AIG, Coach o Deutsche Bank, que permitieron a las empresas rebajar drásticamente sus impuestos, hasta menos de un 1% en lugar de 29%. Este escándalo salpicó directamente al actual presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, quien en aquel entonces era primer ministro de Luxemburgo, además de ministro de Finanzas.

El Brexit es nueva caída del muro de Berlín para Europa y un anti-Waterloo para UK

Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada

La caída del muro de Berlín en 1989 impuso la unipolaridad geoestratégica de Estados Unidos (EEUU) y la tóxica globalización financierista, que sembró una descomunal desigualdad local/regional/global, aparejada de un magno desempleo y una austeridad ­asfixiante.

El Brexit, medio siglo después del desregulado y pernicioso thatcherismo y 27 años más tarde a la caída del muro de Berlín, emprende el doloroso trayecto de la desglobalización (http://goo.gl/I0mDXc) que implica cambios geoestratégicos que acentúan la tendencia dinámica de la multipolaridad.

El Brexit constituye la placa tectónica geoestratégica en movimiento que tendrá consecuencias profundas para el nuevo orden global que defino como tripolar entre EEUU, Rusia y China. En una visión de corto y mediano plazo, el Brexit equivale a la caída del muro de Berlín.

miércoles, 29 de junio de 2016

El 'elefante de los ingresos': ganan pobres y ricos y pierde la clase media

Vicente Nieves, El Economista

Cada vez son más los políticos de Occidente que culpan a la globalización y al comercio internacional de los problemas internos que sufren sus países. Varios medios y expertos estudian el efecto de la globalización en los ingresos de los ciudadanos, lo que ha devuelto el protagonismo a un documento sobre desigualdad publicado en 2013 por Branko Milanovic, profesor de Economía y experto en desigualdad. En este trabajo muestra en un solo gráfico cómo han variado los ingresos de los ciudadanos desde 1988: los pobres son menos pobres, los ricos son más ricos, mientras que sólo pierde la clase media, que se queda totalmente estancada.

En este paper de mayo de 2013, Milanovic explicaba que "en este periodo se ha producido la primera caída de la desigualdad de ingresos en los ciudadanos del mundo desde la revolución industrial". Aunque dentro de los países desarrollados se ha visto un incremento de la desigualdad de ingresos, si el análisis se hace a nivel mundial, la globalización ha reducido la desigualdad tras 'sacar' a cientos de millones de personas de la pobreza.

Milanovic ha elaborado un gráfico en el que muestra la evolución de los ingresos reales entre 1988 y 2008 a través de los percentiles globales de renta. Es decir, se analiza como han cambiado los ingresos de la población mundial tras dividirla en una serie de cien grupos diferenciados por el puesto que ocupan en la escala de distribución de la renta mundial. De ese modo, se ve como ha evolucionado la renta de los percentiles más pobres hasta los más ricos, pasando por la clase media.

Brexit: el naufragio del neoliberalismo


Alejandro Nadal, La Jornada

El señor David Cameron, primer ministro británico, se encuentra ya en Bruselas para reunirse con sus pares de la Unión Europea (UE). Es el encuentro para iniciar los trámites de un divorcio que se anuncia será largo y repleto de conflictos. Y si Cameron pensaba que podría contar con la simpatía de sus (ex)socios de la UE, que no se haga ilusiones.

Se inicia un proceso que por lo menos debe tomar dos años, comenzando con la activación del artículo 50 del Tratado de la Unión Europea sobre el retiro de un país de dicha unión. Las negociaciones tienen que ver con la multitud de tratados y arreglos actualmente en vigor y que deben ser revisados para definir el nuevo esquema de relaciones con la UE. Pero la señora Ángela Merkel ya marcó el derrotero el lunes con una fuerte declaración: no hay que engañarse sobre cómo serán las relaciones con la UE para un país que nos abandonó.

En realidad, sobre lo que sí no hay que hacerse ilusiones es en relación con los efectos sobre el capitalismo neoliberal. El castigo a las poblaciones del planeta seguirá mientras la gente no tome conciencia de quiénes son sus verdugos. Y si las izquierdas electorales no cumplen con su papel de educación política, pues el electorado seguirá pensando que las cosas van a mejorar si sólo se mantiene el mismo rumbo durante un poco más de tiempo. El resultado es que la guillotina del recorte fiscal y el látigo del castigo monetario se seguirán abatiendo sobre los pueblos del mundo. Y cada vez será necesaria más demagogia y más represión para mantener el orden neoliberal, como se puede ver desde Francia hasta Oaxaca.

La ingobernabilidad del neoliberalismo

Emir Sader, Público.es
El neoliberalismo rescató y puso énfasis en el tema de la ingobernabilidad. Habría un desequilibrio entre los derechos afirmados por las leyes e incluso por constituciones y la capacidad del Estado y los gobiernos para garantizarlas. Una de las expresiones de esos desequilibrios sería la inflación, forma de apelar a un mecanismo incorrecto para cumplir con aquello para lo cual habrían recursos. De ahí también la obsesión neoliberal con la inflación, derivada de su preocupación con la existencia de “excesivos” derechos.

Pero no hay más grande ingobernabilidad que la impuesta por el neoliberalismo. Como gobierno de la extrema minoría —el 1%—, privilegia a los bancos, que representan al capital especulativo, que vive de explotar a los endeudados —gobiernos, empresas, personas—. Son, por lo tanto, gobiernos de la extrema minoría, gobernando en función de la reproducción de los endeudamientos con elevadas tasas de interés.

Cuando Europa impuso las políticas de austeridad y los bipartidismos adhirieron a esa modalidad de los ajustes neoliberales, se impuso la ingobernabilidad en todo el continente. Los gobiernos se han vuelto impopulares, cada elección es una derrota segura e instauran el pánico político cada vez que los ciudadanos son llamados a votar.

Brexit, o qué pasa cuando el voto es visceral


Roberto Savio, Alai
Los especialistas en encuestas dicen que cuando las personas consultadas no se sienten cómodas diciendo qué van a votar es porque a nivel racional no están a gusto con la papeleta que colocarán en la urna. En otras palabras, los electores actúan más por una cuestión visceral que cerebral.

Eso fue lo que pasó en Gran Bretaña el 23 de este mes, cuando se realizó el referendo para decidir si se iba o se quedaba en la Unión Europea (UE), y las encuestas a boca de urna le dieron una ligera ventaja a la opción de quedarse, que resultó no ser la elegida por la población.

El referendo por el brexit fue realmente una cuestión visceral. La campaña para irse se basó en el miedo a una invasión masiva de turcos, derivada de la posible incorporación de su país a la UE, una falsedad total, y en que Gran Bretaña le pagaba al bloque unos 50 millones de libras al día, otra mentira.

Pero el asunto central, planteado especialmente por el ex alcalde de Londres, Boris Johnson, fue: “Nosotros (los británicos) ya no somos libres. Consigamos nuestra independencia”. Incluso llegó a comparar a la UE con la Alemania nazi que quería apoderarse de Europa. Claro, sus intenciones eran simples: que el primer ministro británico David Cameron renunciara y entonces ocupar su lugar. ¡Un brillante ejemplo de idealismo!

¿Qué piensan en Medio Oriente del Brexit? Mucho más de lo que parece


Robert Fisk, The Independent
Es desconcertante vivir en Medio Oriente en un tiempo en que árabes mueren por millares para llegar a la Unión Europea mientras Gran Bretaña comete suicidio económico para abandonarla. El continente de la abundancia –y la seguridad– para millones de musulmanes en busca de refugio contra dictadores, torturadores y guerras ha sido rechazado por una nación que combatió casi seis años para destruir dictadores, torturadores y futuras guerras.

No es raro que los árabes no sepan qué idea hacerse de la Brexit –o brixit, como aparece en la transcripción árabe– y se remonten a la historia para explicar la justicia de la crisis europea. Habiendo decidido en 1916 dividir el Imperio Otomano en pequeños estados árabes que serían ocupados por fuerzas anglofrancesas, los descendientes de sir Mark Sykes ahora tomarán una sopa de su propio chocolate o, en palabras de un tuitero saudita, Gran Bretaña, que dividió los países árabes hace 100 años en partes incompatibles, pronto saboreará la amargura de la división y será desmembrada. Bueno, hasta cierto punto…

Los gobiernos del Golfo a los que GB, y en especial David Cameron, han humillado adoptaron una visión predeciblemente optimista de la catástrofe potencial de Reino Unido. Un empresario saudita apuntó que las importaciones británicas serán más baratas, al igual que las compras en el mercado inmobiliario londinense, refugio de los árabes súper acaudalados… lo que no es precisamente lo que Boris, Mike y Nigel tenían en mente como beneficios de la Brexit.

martes, 28 de junio de 2016

Un informe del Senado de Brasil exculpa a Rousseff de participar en maniobras fiscales

Un informe elaborado por técnicos del Senado brasileño señala que no existen pruebas de que la presidenta suspendida, Dilma Rousseff, participara en las maniobras fiscales que la oposición utilizó para iniciar los ataques contra la mandataria y la apertura del proceso de destitución que sigue en la Cámara Alta.

De acuerdo con el informe de 223 páginas realizado a petición de la defensa de Rousseff, la gobernante fue responsable de la emisión de una serie de decretos que alteraban los presupuestos sin la pertinente autorización del Congreso. Sin embargo, según una nota divulgada por el Senado, los técnicos de la Cámara no encontraron pruebas de que Rousseff participara en los atrasos en el pago de créditos a la banca pública, considerados por la oposición como maniobras fiscales y que, de acuerdo con la acusación, supondrían un crimen de responsabilidad, lo que podría terminar con la destitución de la jefe de Estado.

El impacto de Brexit


Michael Roberts, The Next Recession
Bueno, me equivoqué. Creí que los británicos votarían a favor de permanecer en la UE, aunque por poco. Pero han votado, por poco, salir. El índice de participación del 72% fue mucho mayor que en las últimas elecciones generales de mayo de 2015 (67%), cuando el partido conservador volvió al poder con una exigua mayoría de sólo 12 escaños. El Primer Ministro David Cameron había logrado la victoria por los pelos gracias a la promesa de convocar un referéndum sobre la pertenencia a la UE. Lo que bastó para debilitar el apoyo electoral del euroescéptico Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que había obtenido más del 20% de los votos en las elecciones europeas y locales. Al aceptar un referéndum, Cameron logró reducir la representación de UKIP a un sólo escaño en el parlamento.

Pero esta táctica política ha fracasado. Cameron ha perdido el referéndum y ha anunciado ya que dimitirá y que dará paso como primer ministro a un dirigente pro-Brexit para llevar a cabo las tensas y tortuosas negociaciones con los dirigentes de la UE en otoño. Ganar las elecciones así ha resultado un regalo envenenado, como sugerí.

Parece que un número suficiente de votantes ha creído los argumentos de los conservadores pro Brexit y UKIP de que la culpa de lo que les pasaba la tenía “demasiada inmigración” y un exceso de regulación de la UE (aunque Gran Bretaña ya es la economía más desregulada de la OCDE). Nada que ver con la crisis capitalista global, la consiguiente larga depresión y las políticas de austeridad del gobierno conservador.

Sí, muchos votantes no se tragaron los argumentos sobre la inmigración y la regulación; pero fueron principalmente los jóvenes; los que vivían en las zonas multiétnicas como Londres y Manchester y los hogares más acomodados en el sur urbano. No fueron suficientes en comparación con los que votaron a favor de la salida. Es decir, los mayores, los que viven en pequeños pueblos y ciudades, principalmente en el norte o en Gales, lejos de Londres y de los “inmigrantes”, pero que han sufrido y mucho los trabajos mal pagados, los recortes del sector público, las viviendas sin mantenimiento y el abandono de las calles y de los servicios públicos.

El Brexit no protegerá a la Gran Bretaña del horror de una Unión Europea en vías de desintegración


Yanis Varoufakis, Sin Permiso

Ganó el Leave, salir, porque demasiados votantes británicos identificaron a la UE con autoritarismo, irracionalidad y desprecio de la democracia parlamentaria, y porque demasiado pocos creyeron a los que sosteníamos que otra UE era posible.

Hice campaña a favor de un voto radical por el Remain, por quedarse, haciéndome eco de los valores de nuestro movimiento paneuropeo Democracy in Europe Movement (DiEM25). Visité distintas ciudades en Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte, buscando convencer a los progresistas de que disolver la UE no era la solución. Sostuve que su desintegración desencadenaría fuerzas deflacionarias tales, que muy probablemente significarán por doquiera una nueva vuelta de tuerca de la austeridad y que terminarán favoreciendo al establishment y a sus adláteres xenófobos. Junto con John McDonell, Caroline Lucas, Owen Jones, Paul Mason y otros, abogué por una estrategia de permanecer, pero contra el orden y las instituciones establecidos.

Contra nosotros se levantaba una alianza fraguada entre:
  • David Cameron, cuyos amaños con Bruselas traen a la memoria de los británicos todo lo que desprecian en la UE;
  • el Tesoro y su grotesco alarmismo pseudoeconométrico;
  • la City, cuya insufrible arrogancia ensimismada puso a millones de votantes contra la UE;
  • Bruselas, tenazmente empleada en aplicar su última tortura del “submarino” y el simulacro de asfixia a la periferia europea;
  • el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, cuyas amenazas a los votantes británicos galvanizaron el sentimiento antialemán;
  • el penoso gobierno socialista francés;
  • Hillary Clinton y sus alegras muchachos atlantistas, dibujando una UE incluida en otra peligrosa “coalición de voluntades”;
  • y el gobierno griego, cuya persistente capitulación ante la punitiva austeridad de la UE tan difícil nos hacía convencer a la clase obrera británica de que sus derechos estaban protegidos por Bruselas.

lunes, 27 de junio de 2016

No hay un plan B después del Brexit


Eduardo Febbro, Página 12

Los abanderados de la retórica se quedaron mudos. Un clima de avión sin piloto en medio de una tormenta se respira en las capitales europeas. Nadie, de hecho, tiene un plan B para salir del callejón que cerró el futuro de la Unión Europea luego de que Gran Bretaña aprobara el Brexit. Los 27 son 27 silencios y 27 controversias que enfrentan tres opciones decisivas: la manera y los tiempos en que Gran Bretaña dejará la UE, las reformas que se deben poner en marcha y los tratados que deberán replantearse. Bruselas, Berlín, París, Roma, Londres, las grandes capitales europeas flotan en un estado de levitación. La canciller alemana Angela Merkel organiza hoy un encuentro en Berlín con el presidente francés, François Hollande, y con el presidente del Consejo italiano, Matteo Renzi. Merkel no ha sacado de la galera ninguna propuestas y se ha limitado, por el momento, a pedir que se conserve “la calma y la determinación”. François Hollande amagó con un planteo a favor del “crecimiento, la armonización fiscal y social”. Nada, en suma. El más agresivo fue Renzi. En una columna publicada por el diario de negocios Il Sole 24 Ore, el presidente del Consejo italiano arremetió contra “las políticas de austeridad que taparon el horizonte, transformaron el porvenir en una amenaza y reforzaron el miedo”.

Esas tres posiciones se trasladarán mañana y el miércoles a Bruselas, donde los jefes de Estado y de gobierno de los 27 países de la Unión se reúnen en una cumbre a tientas. Mañana también se reúne en pleno el Parlamento Europeo, que busca alguna idea ambiciosa. Pero todos están con las manos atadas y dependen de lo que haga Gran Bretaña. No se sabe cuándo Londres activará el famoso artículo 50 del tratado de Unión mediante el cual se abre la puerta de salida. Además, el referendo sobre el Brexit es consultivo, por consiguiente, el gobierno británico debe antes obtener una mayoría para plasmar el Brexit en los hechos. En la Cámara, sin embargo, los “no leave” o partidarios del “Brimain” son mayoritarios. En la edición del sábado del Bild Zeitung, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, declaró que “la Unión Europea tiene décadas de experiencia en la gestión de las crisis y siempre salió reforzada”. La diferencia es que ahora no se trata de una crisis que se puede negociar, sino de una ruptura decidida por una mayoría popular. Por este motivo nadie esconde la realidad: la Unión Europea está el peligro, debilitada por los populismos extremistas y emocionales, el euroescepticismo, los nacionalismos pujantes, una banda de dirigentes políticos oportunistas cuyas formaciones tienen un pasado tan negro como las pesadillas, el costo alucinante de las políticas de ajuste, el desempleo, sin credibilidad ante opiniones públicas y, en parte, paralizada por una tecnocracia kafkiana.

Londres fuera de la Unión Europea, no de la OTAN

Atilio Boron, Rebelión

El triunfo del Brexit en el referendo abre múltiples interrogantes. La mayoría de los analistas, sobre todo en la prensa hegemónica internacional, ha puesto el énfasis en el examen de sus consecuencias sobre los mercados, su exacerbada volatilidad y la cotización de las principales monedas. Sin restarle importancia a este asunto creemos que este énfasis economicista está lejos de apuntar a lo más significativo. Los mercados son entidades veleidosas, siempre sujetos a esa “exuberante irracionalidad” denunciada por Alan Greenspan, el ex jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos, de modo que pronosticar su derrotero una vez consumada la salida del Reino Unido de la UE es un ejercicio ocioso y condenado al fracaso, inclusive si las predicciones se hacen para el corto plazo. Mucho más importante es ponderar lo que la decisión del electorado británico significa en términos políticos: un golpe si no mortal pero sin duda muy duro a un proyecto comunitario que cuando adquirió una connotación social y política progresista fue secuestrado, tergiversado y prostituido por la oligarquía financiera europea. Con la deserción de Londres –un divorcio litigioso y no consentido, al decir de algunos- la UE pierde a la segunda economía y al segundo país en población, lo que debilita a una Europa que, con la estructuración supranacional pergeñada por Bruselas, trató de reposicionarse en términos más protagónicos en el turbulento tablero de la política internacional. Si con el Reino Unido en sus filas la UE no era más que un aburrido segundo violín en el concierto de naciones, con los británicos afuera su gravitación global disminuye aún más vis a vis China, Rusia y los nuevos centros de poder internacional.

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