Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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miércoles, 5 de febrero de 2020
Brexit: las consecuencias económicas y financieras
Alejandro Nadal, La Jornada
Reino Unido ha abandonado definitivamente la Unión Europea. El referéndum del 23 de junio de 2016 ha llegado a su culminación. Los ciudadanos de Reino Unido ya no son ciudadanos de la Unión Europea (UE). Es un acontecimiento de gran importancia tanto para el proyecto de una Europa democrática como para Reino Unido. Y las repercusiones se harán sentir en el mundo entero.
Por el momento, sin embargo, en la vida cotidiana los ciudadanos de Reino Unido no van a experimentar grandes cambios. Eso se debe a que ahora se ha abierto un periodo de transición de 11 meses para negociar los términos de la relación que mantendrán en el futuro Reino Unido y la UE. Es decir, hasta diciembre de este año Reino Unido permanecerá en el mercado integrado y la unión aduanera de la UE. Mercancías y capitales, así como personas, seguirán circulando libremente dentro de la UE y de Reino Unido, tal como sucedía anteriormente. Transcurrido este plazo el nuevo paisaje dependerá de las negociaciones entre la Comisión de la UE (con sede en Bruselas) y Londres dentro del periodo de transición.
lunes, 16 de diciembre de 2019
Por qué la clase trabajadora votó al partido del brexit
Vicenç Navarro, Público
La noticia más llamativa de las elecciones británicas de este pasado jueves 12 de diciembre es que la mayoría absoluta en el Parlamento Británico conseguida por el Partido Conservador no se habría producido sin el voto masivo de amplios sectores de la clase trabajadora británica a este partido, una situación semejante a la que ocurrió en EEUU en las elecciones presidenciales de noviembre de 2015, que dieron como resultado la victoria de Trump. La predecible respuesta del establishment mediático liberal español ha sido atribuir la victoria del Partido Conservador a un rechazo del programa del Partido Laborista, percibido como excesivamente izquierdoso (el editorial de El País del 14.12.19 lo definió como paleoizquierdista), alentando a las fuerzas progresistas a que aprendan de lo ocurrido y vuelvan al centro (que quiere decir al socioliberalismo).
Los datos, sin embargo, no confirman esta lectura de lo ocurrido. En realidad, las encuestas fiables afirmaban que la gran mayoría de las propuestas del Partido Laborista eran valoradas positivamente por la mayoría de la población. Según la encuesta de YouGOV (compañía altamente reputada en círculos de análisis de opinión), el 64% de la población estaba de acuerdo, por ejemplo, en subir los impuestos sobre la renta a las personas que ganan anualmente más de 80.000 libras (equivalentes a más de 95.000 euros). A su vez, el 56% estaba a favor de la nacionalización de los ferrocarriles y de las compañías de agua de energía y de gas (medida definida como antigualla por el articulista neoliberal de El País Xavier Vidal-Folch); el 54% estaba a favor de que los trabajadores y empleados de una empresa ocuparan un tercio del órgano ejecutivo de una empresa; el 81% apoyaba un aumento del gasto público sanitario de un 4,3%; un 73% apoyaba un crecimiento del salario mínimo a 10 libras esterlinas por hora (unos 12 euros); un 59% estaba a favor de un New Green Deal, y así un largo etcétera. No es creíble, por lo tanto, que el programa del Partido Laborista asustara a la población. Asustó a las clases pudientes, pero no a las clases populares.
viernes, 26 de julio de 2019
Cómo puede ser el brexit de Boris Johnson
El nuevo primer ministro Británico representa el ala dura de los conservadores y tendrá como cometido llevar a cabo un brexit “duro” antes del 31 de octubre
Laura Cruz, El Salto
En 1984 los diez países que entonces formaban la Comunidad Económica Europea (CEE) se reunían en el castillo de Fontainebleau (Francia) para decidir el futuro del mercado común. Margaret Thatcher, en aquel tiempo primera ministra de Reino Unido, destacó por un discurso muy duro: “Nosotros solo queremos que nos devuelvan el dinero que pagamos de más”. Desde entonces la idea del euroescepticismo se instalará en el imaginario británico durante décadas. La gestión Thatcher forma parte de la historia del neoliberalismo europeo y es la base de lo que hoy son estas cuatro naciones.
El año 2016 será un año que se recordará para siempre en Reino Unido. Tras cinco meses de campaña, Reino Unido vota si quiere salir de la Unión Europea, el llamado Brexit . Entonces Boris Johnson, polifacético político británico que ha dejado gloriosos momentos a las hemerotecas británicas y que hasta hace pocos días ha sido ministro de exteriores, recopiló argumentos a favor y en contra del Brexit. Finalmente se decantó por hacer campaña a favor de la salida de la UE, aunque la mayoría de su partido quería remain (postura a favor de la Unión Europea). Para ello se sirvió de una impactante y digerible 'fake new': Reino Unido aporta 350 millones de libras semanales a la Unión Europea, que podrían emplearse en otras urgencias mayores y en el Sistema Nacional de Salud (NHS). Pintó un autobús y recorrió pueblos y ciudades proclamando esta cifra. Solo había un problema: era falsa.
Laura Cruz, El Salto
En 1984 los diez países que entonces formaban la Comunidad Económica Europea (CEE) se reunían en el castillo de Fontainebleau (Francia) para decidir el futuro del mercado común. Margaret Thatcher, en aquel tiempo primera ministra de Reino Unido, destacó por un discurso muy duro: “Nosotros solo queremos que nos devuelvan el dinero que pagamos de más”. Desde entonces la idea del euroescepticismo se instalará en el imaginario británico durante décadas. La gestión Thatcher forma parte de la historia del neoliberalismo europeo y es la base de lo que hoy son estas cuatro naciones.
El año 2016 será un año que se recordará para siempre en Reino Unido. Tras cinco meses de campaña, Reino Unido vota si quiere salir de la Unión Europea, el llamado Brexit . Entonces Boris Johnson, polifacético político británico que ha dejado gloriosos momentos a las hemerotecas británicas y que hasta hace pocos días ha sido ministro de exteriores, recopiló argumentos a favor y en contra del Brexit. Finalmente se decantó por hacer campaña a favor de la salida de la UE, aunque la mayoría de su partido quería remain (postura a favor de la Unión Europea). Para ello se sirvió de una impactante y digerible 'fake new': Reino Unido aporta 350 millones de libras semanales a la Unión Europea, que podrían emplearse en otras urgencias mayores y en el Sistema Nacional de Salud (NHS). Pintó un autobús y recorrió pueblos y ciudades proclamando esta cifra. Solo había un problema: era falsa.
sábado, 30 de marzo de 2019
"Mayday, mayday, mayday": el brexit se despeña
Andres Gil, eldiario.es
En 1923, Frederick Stanley Mockford (1897-1962), un oficial de radio del aeropuerto Croydon de Londres, recibió el encargo de buscar una expresión que indicara emergencia y fuera fácilmente comprensible para los pilotos y el personal de tierra. Como la mayoría del tráfico aéreo en Croydon venía del aeropuerto Le Bourget de París, propuso la expresión "mayday", del francés m'aider (ayúdame), una contracción de la fórmula venez m'aider (ven y ayúdame).
En 2019, el tráfico entre Londres y Bruselas es tanto o más intenso a como era en 1923 entre Croydon y Le Bourget. Y el mayday, mayday, mayday se oye en todos los rincones de Europa, mientras el continente se encamina al abismo de un brexit en caída libre.
El Parlamento británico, una vez más, ha dado muestras este miércoles de que es capaz, a dos meses de la fecha de salida de la UE, de seguir siendo incapaz de hacer un voto constructivo para nada: ni para salir sin acuerdo, ni para apoyar el acuerdo del Gobierno de Theresa May con la UE, ni para revocar la solicitud del brexit ni para hacer un nuevo referéndum.
En 1923, Frederick Stanley Mockford (1897-1962), un oficial de radio del aeropuerto Croydon de Londres, recibió el encargo de buscar una expresión que indicara emergencia y fuera fácilmente comprensible para los pilotos y el personal de tierra. Como la mayoría del tráfico aéreo en Croydon venía del aeropuerto Le Bourget de París, propuso la expresión "mayday", del francés m'aider (ayúdame), una contracción de la fórmula venez m'aider (ven y ayúdame).
En 2019, el tráfico entre Londres y Bruselas es tanto o más intenso a como era en 1923 entre Croydon y Le Bourget. Y el mayday, mayday, mayday se oye en todos los rincones de Europa, mientras el continente se encamina al abismo de un brexit en caída libre.
El Parlamento británico, una vez más, ha dado muestras este miércoles de que es capaz, a dos meses de la fecha de salida de la UE, de seguir siendo incapaz de hacer un voto constructivo para nada: ni para salir sin acuerdo, ni para apoyar el acuerdo del Gobierno de Theresa May con la UE, ni para revocar la solicitud del brexit ni para hacer un nuevo referéndum.
jueves, 14 de marzo de 2019
¿Bye, bye brexit, bye, bye Theresa May?
Mirko C. Trudeau, Rebelión
Por sólo cuatro votos, el Parlamento británico rechazó este miércoles un brexit para salir de la Unión Europea sin acuerdo, no el 29 de marzo (la fecha pactada) sino en cualquier otro momento, en una votación más que ajustada que la del martes (312 votos por 308).
Al haber rechazado el martes el acuerdo de salida alcanzado entre Theresa May y la Unión Europea, este miércoles tocaba votar si rechazaban la posibilidad de un brexit duro, un brexit ‘a las bravas’, un brexit abrupto, sin acuerdo, de un portazo… Y, efectivamente, así lo han hecho. Entre los contrarios al brexit duro está la propia Theresa May, quien horas antes de la votación ha reconocido que ella votaría en contra de abandonar la UE sin un acuerdo.
El ministro de Economía, Philip Hammond señaló que un brexit duro “significaría una economía más pequeña y menos próspera. Mayor desempleo, salarios más bajos y precios más altos en las tiendas”. Y concluía: “Eso no es lo que votó la gente”.
El líder laborista Jeremy Corbyn le preguntó cuál era su plan al frente de lo que ha denominado un gobierno “sin timón” y aprovechó también para volver a pedir la celebración de elecciones generales. Mañana jueves, los miembros del Parlamento británico deberán decidir si le piden a Bruselas que les deje retrasar la fecha de salida. Todo apunta a que esa votación la ganará el ‘sí’.
lunes, 25 de febrero de 2019
El brexit del fin del mundo
Han pasado dos años y medio desde el referéndum y, de momento, ese ‘desastre económico sin precedentes’ para el Reino Unido y la Unión Europea no se ha notado
Emilio de la Peña, CTXT
La experiencia de la hecatombe financiera que se desató en 2008 acentuó la creencia de que los expertos, analistas y gurús de todo tipo no aciertan nunca, o casi nunca, cuando se trata de prever las grandes crisis. Pero en la dirección contraria, se da bastante credibilidad a los anuncios de hundimientos económicos por los motivos más diversos. Entre todos los conocidos en los últimos años destaca la sorpresa por el resultado del referéndum favorable a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Si algún día los medios de comunicación tienen la oportunidad de anunciar el fin del mundo, sus titulares no diferirán mucho del cataclismo que describieron el 25 de junio de 2016. Han pasado desde entonces dos años y medio y de momento ese “desastre económico sin precedentes” para el Reino Unido y la Unión Europea no se ha notado. La economía ha comenzado a empeorar en países como Alemania, el comercio internacional se ha ralentizado en casi todas partes, pero lo que es el cataclismo brexitiano no aparece. El 29 de marzo finaliza el plazo para la salida definitiva del Reino Unido de la Unión Europea y aún los responsables políticos de ambos lados esperan. De momento, nada más. ¡Ojalá el fin del mundo llegue con tanta parsimonia!
¿Cómo pagará Gran Bretaña su empeño en salir de la Unión Europea? Es muy posible que haya sido un error estratégico garrafal. Pero los números nada dicen de que el comercio británico tenga que venirse abajo sumido en el desamparo. Veamos.
Emilio de la Peña, CTXT
La experiencia de la hecatombe financiera que se desató en 2008 acentuó la creencia de que los expertos, analistas y gurús de todo tipo no aciertan nunca, o casi nunca, cuando se trata de prever las grandes crisis. Pero en la dirección contraria, se da bastante credibilidad a los anuncios de hundimientos económicos por los motivos más diversos. Entre todos los conocidos en los últimos años destaca la sorpresa por el resultado del referéndum favorable a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Si algún día los medios de comunicación tienen la oportunidad de anunciar el fin del mundo, sus titulares no diferirán mucho del cataclismo que describieron el 25 de junio de 2016. Han pasado desde entonces dos años y medio y de momento ese “desastre económico sin precedentes” para el Reino Unido y la Unión Europea no se ha notado. La economía ha comenzado a empeorar en países como Alemania, el comercio internacional se ha ralentizado en casi todas partes, pero lo que es el cataclismo brexitiano no aparece. El 29 de marzo finaliza el plazo para la salida definitiva del Reino Unido de la Unión Europea y aún los responsables políticos de ambos lados esperan. De momento, nada más. ¡Ojalá el fin del mundo llegue con tanta parsimonia!
¿Cómo pagará Gran Bretaña su empeño en salir de la Unión Europea? Es muy posible que haya sido un error estratégico garrafal. Pero los números nada dicen de que el comercio británico tenga que venirse abajo sumido en el desamparo. Veamos.
jueves, 24 de enero de 2019
Brexit y el futuro del capitalismo
Alejandro Nadal, La Jornada
En junio de 2016 el pueblo en Inglaterra escogió abandonar la Unión Europea (UE). El Brexit tomó por sorpresa a las élites del capitalismo inglés. Las fuerzas que promovieron la salida de la UE recurrieron a las banderas de miedo a la migración y el rencor contra la euroburocracia en Bruselas.
Durante 2013 y hasta febrero de 2016 el gobierno de James Cameron trató de renegociar un acuerdo integral con la UE para aplacar a los euroescépticos en Inglaterra. Además de lograr que el acuerdo de Schengen sobre circulación de personas no se aplicara en Inglaterra en los mismos términos que en los demás países de la UE, Cameron obtuvo concesiones para restringir los beneficios para migrantes. Su gobierno presentó eso como el logro más significativo del nuevo acuerdo con la UE. Además, el nuevo trato daba garantías para que la libra esterlina no se convirtiera en una moneda de segunda categoría en la esfera de la eurozona, lo cual tenía grandes implicaciones para el sector de servicios financieros en la City. Finalmente, el acuerdo reconocía que Inglaterra no tendría que comprometerse con una integración política más profunda en Europa. Muy confiado en el resultado, Cameron cometió el error más vistoso en la historia política de Inglaterra al convocar al referendo de 2016 sobre la permanencia en la Unión Europea.
En junio de 2016 el pueblo en Inglaterra escogió abandonar la Unión Europea (UE). El Brexit tomó por sorpresa a las élites del capitalismo inglés. Las fuerzas que promovieron la salida de la UE recurrieron a las banderas de miedo a la migración y el rencor contra la euroburocracia en Bruselas.
Durante 2013 y hasta febrero de 2016 el gobierno de James Cameron trató de renegociar un acuerdo integral con la UE para aplacar a los euroescépticos en Inglaterra. Además de lograr que el acuerdo de Schengen sobre circulación de personas no se aplicara en Inglaterra en los mismos términos que en los demás países de la UE, Cameron obtuvo concesiones para restringir los beneficios para migrantes. Su gobierno presentó eso como el logro más significativo del nuevo acuerdo con la UE. Además, el nuevo trato daba garantías para que la libra esterlina no se convirtiera en una moneda de segunda categoría en la esfera de la eurozona, lo cual tenía grandes implicaciones para el sector de servicios financieros en la City. Finalmente, el acuerdo reconocía que Inglaterra no tendría que comprometerse con una integración política más profunda en Europa. Muy confiado en el resultado, Cameron cometió el error más vistoso en la historia política de Inglaterra al convocar al referendo de 2016 sobre la permanencia en la Unión Europea.
martes, 4 de septiembre de 2018
El Brexit, revelador de la ausencia de un proyecto europeo solidario
Bernard Cassen, Publico
En los próximos meses, los dirigentes de los países y de las instituciones de la Unión Europea (UE) van a movilizarse ante la perspectiva del Brexit sin haber evaluado sus diferentes dimensiones y, como consecuencia, sin haberse dotado de una doctrina que las tenga en cuenta. Lo que implicaría una ruptura con las políticas existentes.
El Tratado de Lisboa, en su artículo 50, permite que un Estado miembro se retire de la UE, pero ninguno de los 27 Gobiernos europeos en el poder cuando se adoptó (diciembre de 2007) pensaba realmente que se podría utilizar esta cláusula algún día. Y aún menos que serviría para resolver cuestiones de política interior nacional. Sin embargo, es lo que intentó hacer el primer ministro británico David Cameron, quien, para atraer a los eurófobos del Partido Conservador, convocó un referéndum sobre la permanencia (remain) o la salida (leave) del Reino Unido de la UE. Un referéndum en el que llamaba a votar por el remain y que no contó ni por un segundo con perderlo. El 23 de junio de 2016, los electores, de los cuales un 52% votó a favor del Brexit, le proporcionaron una amarga decepción, y no tuvo otra elección más que dimitir de sus funciones de primer ministro. Fue reemplazado por Theresa May, a quien dejaba, como obsequio de bienvenida al número 10 de Downing Street, no solo un mandato popular para retirar a su país de la UE, sino también una fecha límite para su entrada en vigor: el 29 de marzo de 2019. En otras palabras, una bomba de relojería ya programada…
Por su parte, el Consejo Europeo designó a un negociador jefe de la UE, el excomisario Michel Barnier, para poner a punto con los británicos las modalidades prácticas del Brexit.
miércoles, 20 de septiembre de 2017
¿Resucita Europa después del Brexit?
Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker –del paraíso fiscal de Luxemburgo– profirió un discurso esperanzador en Bruselas sobre el retorno de la Unión Europea (UE) al gran juego del Olimpo global, después de severos tropiezos: desde el Brexit pasando por el antagónico trumpismo hasta la fuerte devaluación del euro (a raíz del desplome bursátil de 2008).
Jean-Claude Juncker nunca citó a Rusia (la moda demonizada en EU) y advirtió tomar en cuenta la seguridad nacional europea en las adquisiciones de China (que invocó en forma implícita) mediante el monitoreo de las inversiones foráneas en los sectores estratégicos.
Se ha gestado una complementariedad geoeconómica entre China y la UE, por lo que tampoco Bruselas, en cortedad de mercados, se puede dar muchos lujos soberanos en materia de seguridad cuando el cash impera en el mundo.
El barco europeo ha vuelto a navegar con el viento en favor, según la idílica metáfora de Jean-Claude Juncker, de la que se mofa la revista británica globalista The Economist (controlada por el Grupo Pearson y los Rothschild): la economía se ha consolidado pese a todos los avatares; el euro se ha recuperado; se han detenido los proyectos secesionistas y/o nacionalistas propiciados por la grave crisis de la migración –que el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, inculpa al megaespeculador George Soros de ser el titiritero (https://goo.gl/KLzw5y).
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker –del paraíso fiscal de Luxemburgo– profirió un discurso esperanzador en Bruselas sobre el retorno de la Unión Europea (UE) al gran juego del Olimpo global, después de severos tropiezos: desde el Brexit pasando por el antagónico trumpismo hasta la fuerte devaluación del euro (a raíz del desplome bursátil de 2008).
Jean-Claude Juncker nunca citó a Rusia (la moda demonizada en EU) y advirtió tomar en cuenta la seguridad nacional europea en las adquisiciones de China (que invocó en forma implícita) mediante el monitoreo de las inversiones foráneas en los sectores estratégicos.
Se ha gestado una complementariedad geoeconómica entre China y la UE, por lo que tampoco Bruselas, en cortedad de mercados, se puede dar muchos lujos soberanos en materia de seguridad cuando el cash impera en el mundo.
El barco europeo ha vuelto a navegar con el viento en favor, según la idílica metáfora de Jean-Claude Juncker, de la que se mofa la revista británica globalista The Economist (controlada por el Grupo Pearson y los Rothschild): la economía se ha consolidado pese a todos los avatares; el euro se ha recuperado; se han detenido los proyectos secesionistas y/o nacionalistas propiciados por la grave crisis de la migración –que el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, inculpa al megaespeculador George Soros de ser el titiritero (https://goo.gl/KLzw5y).
jueves, 3 de agosto de 2017
Brexit y la rueda de la fortuna
Alejandro Nadal, La Jornada
Corre el rumor de que el único proyecto que nunca fue aprobado por la reina de Inglaterra fue la monumental rueda de la fortuna sobre el río Támesis, casi enfrente del parlamento. Para los puristas en arquitectura, el artefacto no es la mejor parte de la silueta de Londres, pero para las nuevas generaciones ya es tan parte del paisaje urbano como el Big Ben.
Pero así como la fortuna le sonríe a algunos y a otros les desfavorece, los funcionarios encargados de negociar la salida del Reino Unido de la Unión Europea están descubriendo lo complicado y costoso del proceso. El contraste entre la rueda de la fortuna en Londres y el Brexit es que a la reina no le ha quedado más remedio que dar el visto bueno para que la señora Teresa May formara un gobierno de minoría y comenzara las duras negociaciones para definir los términos de la salida de la Unión Europea (UE).
Esas negociaciones tienen varios senderos posibles. En uno de ellos, por ejemplo, el Reino Unido buscaría mantener una relación económica con la UE sin perder soberanía y sin estar sometida a la legislación de la unión. La pretensión sería conservar los privilegios de las relaciones comerciales actuales, pero sin tener que respetar la norma europea en materia de tránsito de personas, migración y sin someterse a la Corte europea de justicia. Claramente es la opción que prefieren la confederación de industrias y las cámaras de comercio del Reino Unido. Pero las negociaciones para un convenio comercial nuevo llevarían más de los dos años que contempla el artículo 50 del Tratado de Lisboa.
Corre el rumor de que el único proyecto que nunca fue aprobado por la reina de Inglaterra fue la monumental rueda de la fortuna sobre el río Támesis, casi enfrente del parlamento. Para los puristas en arquitectura, el artefacto no es la mejor parte de la silueta de Londres, pero para las nuevas generaciones ya es tan parte del paisaje urbano como el Big Ben.
Pero así como la fortuna le sonríe a algunos y a otros les desfavorece, los funcionarios encargados de negociar la salida del Reino Unido de la Unión Europea están descubriendo lo complicado y costoso del proceso. El contraste entre la rueda de la fortuna en Londres y el Brexit es que a la reina no le ha quedado más remedio que dar el visto bueno para que la señora Teresa May formara un gobierno de minoría y comenzara las duras negociaciones para definir los términos de la salida de la Unión Europea (UE).
Esas negociaciones tienen varios senderos posibles. En uno de ellos, por ejemplo, el Reino Unido buscaría mantener una relación económica con la UE sin perder soberanía y sin estar sometida a la legislación de la unión. La pretensión sería conservar los privilegios de las relaciones comerciales actuales, pero sin tener que respetar la norma europea en materia de tránsito de personas, migración y sin someterse a la Corte europea de justicia. Claramente es la opción que prefieren la confederación de industrias y las cámaras de comercio del Reino Unido. Pero las negociaciones para un convenio comercial nuevo llevarían más de los dos años que contempla el artículo 50 del Tratado de Lisboa.
miércoles, 26 de julio de 2017
Brexit, la noticia silenciosa
Alejandro Nadal, La Jornada
Ya casi nadie habla del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Para muchos esa ya no es noticia y después de la tormenta del referendo de junio de 2016, cuando el electorado decidió abandonar la UE, parece que las aguas han vuelto a su cauce normal. Pero las apariencias engañan. Debajo de la aparente calma hay varios volcanes preparándose para hacer erupción. Se ha escrito mucho sobre las razones que explican el resultado del referendo. Pero todavía falta mucho que analizar sobre las consecuencias de ese sufragio de dimensiones telúricas.
Durante la campaña anterior al referendo, el entonces primer ministro David Cameron luchó ferozmente por la permanencia en la Unión Europea. Pero a pesar de lanzar mensajes alarmistas sobre un supuesto colapso económico en caso de ganar el voto negativo, no pudo convencer a unos electores cansados de años de política neoliberal y ávidos de buscar chivos expiatorios. Hoy la libra esterlina permanece un 15 por ciento por debajo del valor que tenía antes del referendo con respecto del euro, pero la economía no sufrió un colapso (todavía). De todas maneras, es importante recordar que la votación en el Reino Unido fue fragmentada. Inglaterra y Gales votaron en favor de abandonar la UE. Pero Escocia e Irlanda del Norte rechazaron la salida y votaron de manera decisiva en favor de permanecer en la Unión Europea. Al día siguiente del referendo Cameron debió renunciar y en su lugar quedó Teresa May, quien había fungido como secretaria del interior.
Ya casi nadie habla del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Para muchos esa ya no es noticia y después de la tormenta del referendo de junio de 2016, cuando el electorado decidió abandonar la UE, parece que las aguas han vuelto a su cauce normal. Pero las apariencias engañan. Debajo de la aparente calma hay varios volcanes preparándose para hacer erupción. Se ha escrito mucho sobre las razones que explican el resultado del referendo. Pero todavía falta mucho que analizar sobre las consecuencias de ese sufragio de dimensiones telúricas.
Durante la campaña anterior al referendo, el entonces primer ministro David Cameron luchó ferozmente por la permanencia en la Unión Europea. Pero a pesar de lanzar mensajes alarmistas sobre un supuesto colapso económico en caso de ganar el voto negativo, no pudo convencer a unos electores cansados de años de política neoliberal y ávidos de buscar chivos expiatorios. Hoy la libra esterlina permanece un 15 por ciento por debajo del valor que tenía antes del referendo con respecto del euro, pero la economía no sufrió un colapso (todavía). De todas maneras, es importante recordar que la votación en el Reino Unido fue fragmentada. Inglaterra y Gales votaron en favor de abandonar la UE. Pero Escocia e Irlanda del Norte rechazaron la salida y votaron de manera decisiva en favor de permanecer en la Unión Europea. Al día siguiente del referendo Cameron debió renunciar y en su lugar quedó Teresa May, quien había fungido como secretaria del interior.
domingo, 16 de octubre de 2016
Deutsche Bank: ¿momento Lehman o momento brexit?
Paula Bach, La izquierda diario
Hace unos días presentamos un primer análisis de Juan Chingo sobre la situación del Deutsche Bank. Acercamos aquí un segundo enfoque que combinando puntos de contacto y matices en la caracterización, aborda la situación del banco previa al episodio actual, el lugar de la multa norteamericana, de las tasas de interés negativas y de las elecciones alemanas en el destino del Deutsche.
Es sabido que el Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania –la economía más fuerte de Europa-, sufrió hace no muchos días severas pérdidas bursátiles y enfrenta una situación de extrema debilidad financiera. El valor de sus acciones tocó el pasado viernes un piso histórico en la bolsa del Frankfurt, recuperando terreno unas horas más tarde. Los activos del banco ascienden a 1,8 billones de euros –el equivalente a la mitad del PBI alemán de 2015- y fue calificado por el Fondo Monetario Internacional como la institución que presenta mayor riesgo sistémico por delante del HSBC o del Crédit Suisse- dentro de los “too big to fall” (demasiado grande para caer).
La intención del Departamento de Justicia de Estados Unidos de penar al banco con una multa de 14.000 millones de dólares por sus prácticas ilegales con hipotecas subprime entre 2005 y 2007, colocó al Deutsche en primera plana. Pero la situación crítica del banco no se generó de un día para otro ni es el simple producto de la multa norteamericana. El Deutsche –en un sentido como la Reserva Federal- se encuentra entre las dos hojas de una tijera que se cierra. Esas dos hojas son las de la economía real y la de la política que contribuyen a su tiempo a entender el sentido e interpretar el lugar de la presión norteamericana.
Hace unos días presentamos un primer análisis de Juan Chingo sobre la situación del Deutsche Bank. Acercamos aquí un segundo enfoque que combinando puntos de contacto y matices en la caracterización, aborda la situación del banco previa al episodio actual, el lugar de la multa norteamericana, de las tasas de interés negativas y de las elecciones alemanas en el destino del Deutsche.
Es sabido que el Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania –la economía más fuerte de Europa-, sufrió hace no muchos días severas pérdidas bursátiles y enfrenta una situación de extrema debilidad financiera. El valor de sus acciones tocó el pasado viernes un piso histórico en la bolsa del Frankfurt, recuperando terreno unas horas más tarde. Los activos del banco ascienden a 1,8 billones de euros –el equivalente a la mitad del PBI alemán de 2015- y fue calificado por el Fondo Monetario Internacional como la institución que presenta mayor riesgo sistémico por delante del HSBC o del Crédit Suisse- dentro de los “too big to fall” (demasiado grande para caer).
La intención del Departamento de Justicia de Estados Unidos de penar al banco con una multa de 14.000 millones de dólares por sus prácticas ilegales con hipotecas subprime entre 2005 y 2007, colocó al Deutsche en primera plana. Pero la situación crítica del banco no se generó de un día para otro ni es el simple producto de la multa norteamericana. El Deutsche –en un sentido como la Reserva Federal- se encuentra entre las dos hojas de una tijera que se cierra. Esas dos hojas son las de la economía real y la de la política que contribuyen a su tiempo a entender el sentido e interpretar el lugar de la presión norteamericana.
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lunes, 29 de agosto de 2016
Las verdaderas víctimas del Brexit son los economistas
Matthew Lynn, El Economista
¿Sabe aquél del economista que hundió el coche en una piscina y se rompió el cuello? Olvidó el ajuste estacional. ¿Y conoce la versión del Trivial diseñada por un economista? Contiene 3.000 preguntas y 10.000 respuestas. Siempre ha habido un mercado floreciente, aunque pequeño, de chistes sobre esta ciencia funesta y sus lúgubres profesionales. Pronto se añadirán más sobre el Brexit. ¿En qué se diferencia un economista prediciendo una recesión causada por el Brexit de un anciano aturdido, enfermo de alzheimer? En que el economista tiene una calculadora.
En primavera se pronosticó mucho sobre quién saldría más perjudicado si los británicos decidían salir de la Unión Europea. Nos dijeron que la economía británica se sumiría en una recesión, el sistema bancario se hundiría y la eurozona se llevaría un golpe funesto. Sin embargo, la verdadera víctima ha sido la reputación de los economistas profesionales. Con contadas excepciones, predijeron que el Reino Unido iría directo a una recesión a consecuencia del Brexit pero el país marcha igual de bien, como el resto de Europa. Sin duda es una calamidad por la que la profesión se merece una buena paliza o cuando menos que se plantee varias preguntas.
Si rebobinamos varias semanas atrás y prestamos atención a algunos de los pronósticos sobre las consecuencias probables del Brexit, pensaríamos que el Reino Unido y de hecho el planeta entero estaría entrando en una recesión a estas alturas.
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lunes, 8 de agosto de 2016
La economía británica se desangra tras el Brexit
Marcelo Justo, Página 12
El impacto del Brexit en la economía no está dejando títere con cabeza. Ante la caída del sector manufacturero y los servicios luego del referendo del 23 de junio, el Banco Central de Inglaterra intervino esta semana bajando las tasas de interés a su nivel más bajo en décadas y anunciando un masivo programa de emisión de dinero electrónico. El ministro de finanzas Philip Hammond celebró el anuncio, las acciones subieron, la libra cayó y no hay la más mínima garantía de que con estas medidas se pueda parar la hemorragia.
Los datos de la economía británica esta semana prepararon el camino para el anuncio del Banco de Inglaterra. El lunes se supo que en julio se había registrado la peor caída de actividad manufacturera desde 2012. En el sector de Servicios, que incluye desde hotelería hasta informática y finanzas, hay que retrotraerse a la recesión global de 2009 para observar una disminución similar de la actividad.
Ante este panorama y en un intento de evitar errores pasados, el Banco de Inglaterra intervino con una disminución de la tasa de interés que pasó del 0,50 al 0,25%, su nivel más bajo desde la posguerra. Al mismo tiempo anunció un nuevo programa de flexibilización cuantitativa (quantitative easing) equivalente a unos 100 mil millones de dólares para estimular el crédito, el consumo y la producción.
El impacto del Brexit en la economía no está dejando títere con cabeza. Ante la caída del sector manufacturero y los servicios luego del referendo del 23 de junio, el Banco Central de Inglaterra intervino esta semana bajando las tasas de interés a su nivel más bajo en décadas y anunciando un masivo programa de emisión de dinero electrónico. El ministro de finanzas Philip Hammond celebró el anuncio, las acciones subieron, la libra cayó y no hay la más mínima garantía de que con estas medidas se pueda parar la hemorragia.
Los datos de la economía británica esta semana prepararon el camino para el anuncio del Banco de Inglaterra. El lunes se supo que en julio se había registrado la peor caída de actividad manufacturera desde 2012. En el sector de Servicios, que incluye desde hotelería hasta informática y finanzas, hay que retrotraerse a la recesión global de 2009 para observar una disminución similar de la actividad.
Ante este panorama y en un intento de evitar errores pasados, el Banco de Inglaterra intervino con una disminución de la tasa de interés que pasó del 0,50 al 0,25%, su nivel más bajo desde la posguerra. Al mismo tiempo anunció un nuevo programa de flexibilización cuantitativa (quantitative easing) equivalente a unos 100 mil millones de dólares para estimular el crédito, el consumo y la producción.
jueves, 14 de julio de 2016
Theresa May enfrenta a la maldición europea
Marcelo Justo, Página 12
Theresa May se convirtió en la segunda primera ministra mujer de la historia británica y en la cuarta conservadora de los últimos 36 años que enfrenta ese gran fantasma que se ha cargado a todos sus predecesores: Europa. En 1990 la primera Dama de Hierro, Margaret Thatcher, tuvo que renunciar a raíz de las desavenencias internas sobre la Unión Europea. En 1997, su sustituto, John Major, perdió las elecciones al frente de un partido escindido a muerte entre euroescépticos y eurófilos. El 24 de junio pasado, David Cameron dimitió luego de que los británicos votaran a favor de dejar la Unión Europea. La pregunta obvia es: ¿podrá May superar esta “maldición europea” o será su próxima víctima?
En su debut discursivo como primera ministra May eludió con astucia la bala europea concentrándose en un sorprendente mensaje de justicia social. “Creemos en la unión de todos nuestros ciudadanos. Esto significa que tenemos que luchar contra la terrible injusticia de que los pobres tengan nueve años de vida menos que el resto, que los negros sean más duramente tratados por la Justicia que los blancos, que un muchacho blanco de clase trabajadora tenga menos oportunidades de acceder a la universidad, que una mujer gane menos que un hombre”, dijo May.
La lista de injusticias –que podrían haber sido pronunciadas por un laborista o un marxista– incluía a “los que sufren problemas mentales y no reciben ayuda, a los que son jóvenes y no saben si alguna vez van a acceder a su propio hogar, a los que no tienen seguridad laboral, a los que tienen miedo de no llegar a pagar su hipoteca”. May prometió que la prioridad del gobierno al tomar decisiones serían “todos los que están luchando denodadamente” y no han sido escuchados y comprendidos por “Westminster” (es decir, la clase política).
lunes, 11 de julio de 2016
Joseph Stiglitz: del Brexit al futuro
Joseph Stiglitz, Project Syndicate
Pasará mucho tiempo antes de que Gran Bretaña y Europa asimilen, en su plenitud, las implicaciones del referéndum “Brexit” del Reino Unido. Las consecuencias más profundas, por supuesto, dependerán de la respuesta de la Unión Europea a la retirada del Reino Unido. En un principio, la mayoría de las personas asumieron que la UE no “se patearía a sí misma, autocastigándose”, al fin y al cabo, un divorcio amigable parece ser lo mejor para todos. Sin embargo, el divorcio – como pasa en muchos casos – podría llegar a ser problemático.
Los beneficios del comercio y la integración económica entre el Reino Unido y la EU son mutuos y si la UE tomó en serio su convicción de que una mayor integración económica es la mejor alternativa, sus líderes deberían buscar garantizar los vínculos más cercanos posibles teniendo en consideración las circunstancias. Sin embargo, Jean-Claude Juncker, el arquitecto de los mecanismos de evasión de impuestos corporativos masivos de Luxemburgo y en la actualidad Presidente de la Comisión Europea, está tomando una línea dura: “fuera significa fuera”, dice él.
Pasará mucho tiempo antes de que Gran Bretaña y Europa asimilen, en su plenitud, las implicaciones del referéndum “Brexit” del Reino Unido. Las consecuencias más profundas, por supuesto, dependerán de la respuesta de la Unión Europea a la retirada del Reino Unido. En un principio, la mayoría de las personas asumieron que la UE no “se patearía a sí misma, autocastigándose”, al fin y al cabo, un divorcio amigable parece ser lo mejor para todos. Sin embargo, el divorcio – como pasa en muchos casos – podría llegar a ser problemático.
Los beneficios del comercio y la integración económica entre el Reino Unido y la EU son mutuos y si la UE tomó en serio su convicción de que una mayor integración económica es la mejor alternativa, sus líderes deberían buscar garantizar los vínculos más cercanos posibles teniendo en consideración las circunstancias. Sin embargo, Jean-Claude Juncker, el arquitecto de los mecanismos de evasión de impuestos corporativos masivos de Luxemburgo y en la actualidad Presidente de la Comisión Europea, está tomando una línea dura: “fuera significa fuera”, dice él.
miércoles, 6 de julio de 2016
El Brexit y la OTAN alimentan la histeria anti-rusa
Las reacciones de la OTAN ante el Brexit hay que interpretarlas teniendo en cuenta la visión de Estados Unidos sobre la alianza atlántica. Inicialmente, el objetivo de la OTAN era mantener la URSS a raya. Hoy en día, al contar Rusia con la superioridad en materia de guerra convencional, el objetivo de la alianza atlántica ya no es hacer la guerra. En este momento, el único objetivo de la OTAN es mantener la ocupación militar estadounidense en Europa occidental y central. Para justificar ese proyecto hay que alimentar la histeria anti-rusa.
Manlio Dinucci, Voltaire
Mientras la atención político-mediático se concentra en el Brexit y sobre la posibilidad de que otros países traten de salir de la Unión Europea, la OTAN sigue reforzando su presencia y su influencia en Europa. Al tomar nota del hecho que «el pueblo británico ha decidido abandonar la Unión Europea», el secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, asegura que «el Reino Unido seguirá desempeñando su papel dirigente en la OTAN». También afirma que, ante la creciente inestabilidad e incertitud, «la OTAN es más importante que nunca como base de la cooperación entre los aliados europeos y entre Europa y Norteamérica».
En momentos en que la Unión Europea se resquebraja y hasta pierde pedazos, debido a la rebelión de amplios sectores populares afectados por las políticas «comunitarias» y bajo el efecto de sus propias rivalidades internas, la OTAN se proclama, más explícitamente que nunca, base de la unión entre los Estados europeos. Y estos últimos se ven así sometidos a la coyunda y cada vez más subordinados a Estados Unidos, país que refuerza su posición como líder de este bloque militar.
Manlio Dinucci, Voltaire
Mientras la atención político-mediático se concentra en el Brexit y sobre la posibilidad de que otros países traten de salir de la Unión Europea, la OTAN sigue reforzando su presencia y su influencia en Europa. Al tomar nota del hecho que «el pueblo británico ha decidido abandonar la Unión Europea», el secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, asegura que «el Reino Unido seguirá desempeñando su papel dirigente en la OTAN». También afirma que, ante la creciente inestabilidad e incertitud, «la OTAN es más importante que nunca como base de la cooperación entre los aliados europeos y entre Europa y Norteamérica».
En momentos en que la Unión Europea se resquebraja y hasta pierde pedazos, debido a la rebelión de amplios sectores populares afectados por las políticas «comunitarias» y bajo el efecto de sus propias rivalidades internas, la OTAN se proclama, más explícitamente que nunca, base de la unión entre los Estados europeos. Y estos últimos se ven así sometidos a la coyunda y cada vez más subordinados a Estados Unidos, país que refuerza su posición como líder de este bloque militar.
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viernes, 1 de julio de 2016
Oleada de lugares comunes por Brexit
Robert Fisk, La Jornada
Gran Bretaña ha cambiado para siempre. Los europeos ya no ríen, ¿o sí? Y el capitán Cameron ya no dirigirá el barco, aunque se está hundiendo. Pero el espantoso lenguaje de los políticos y lectores de noticias del país demuestra que algunas características de nuestra carrera isleña persistirán hasta la eternidad.
La semana pasada, las palabras de todos ellos reflejaban el miserable estado en el que el (supuesto) Reino Unido ha caído.
Brexit fue un terremoto total, un momento sísmico, una sacudida sísmica, volcánica o un simple llamado de alerta.
Las primeras dos expresiones vinieron del parlamentario laborista Keith Vaz; el llamado de alerta, del ex secretario laborista de Negocios Chuka Umunna. Y prácticamente todo el mundo, desde parlamentarios conservadores hasta el corresponsal de la BBC en Irlanda del Norte, nos dijeron que estamos entrando en aguas desconocidas o territorio inexplorado, sin explicarnos por qué esos océanos del fin del mundo y esas tierras ignotas no habían sido puestas en el mapa hace mucho tiempo por Cameron, Johnson, Osborne y Farage, para no mencionar a la BBC, cuyo David Dimbleby anunció, portentosamente 12 horas después del Brexit, que un nuevo día había amanecido.
Gran Bretaña ha cambiado para siempre. Los europeos ya no ríen, ¿o sí? Y el capitán Cameron ya no dirigirá el barco, aunque se está hundiendo. Pero el espantoso lenguaje de los políticos y lectores de noticias del país demuestra que algunas características de nuestra carrera isleña persistirán hasta la eternidad.
La semana pasada, las palabras de todos ellos reflejaban el miserable estado en el que el (supuesto) Reino Unido ha caído.
Brexit fue un terremoto total, un momento sísmico, una sacudida sísmica, volcánica o un simple llamado de alerta.
Las primeras dos expresiones vinieron del parlamentario laborista Keith Vaz; el llamado de alerta, del ex secretario laborista de Negocios Chuka Umunna. Y prácticamente todo el mundo, desde parlamentarios conservadores hasta el corresponsal de la BBC en Irlanda del Norte, nos dijeron que estamos entrando en aguas desconocidas o territorio inexplorado, sin explicarnos por qué esos océanos del fin del mundo y esas tierras ignotas no habían sido puestas en el mapa hace mucho tiempo por Cameron, Johnson, Osborne y Farage, para no mencionar a la BBC, cuyo David Dimbleby anunció, portentosamente 12 horas después del Brexit, que un nuevo día había amanecido.
jueves, 30 de junio de 2016
Brexit, Trump y México
Orlando Delgado, La Jornada
La decisión de los ciudadanos británicos de abandonar la Unión Europea (UE) provocará cambios importantes en la economía global. Entre las explicaciones que se han ofrecido destaca que los trabajadores británicos asumieron que si su decisión iba a provocar pérdidas económicas éstas serían de los ricos y, particularmente, de los banqueros. Esta razón, seguramente relevante, pudiera trasladarse a la próxima elección en Estados Unidos, donde algunos sectores señalan que Clinton es la candidata de Wall Street, así como a la elección francesa luego de la reforma laboral de Hollande. En el fondo de esta consideración está la enorme concentración del ingreso que se ha generado desde la aplicación de las reformas de mercado.
Se ha documentado profusamente la brutal concentración del ingreso en el uno por ciento de la población y, más acusadamente en 0.1 por ciento. Este pequeño grupo de las diferentes sociedades, como la británica, la estadunidense y la mexicana, se ha apropiado de partes crecientes del ingreso nacional, a costa del bienestar de grandes segmentos de las poblaciones. Los discursos de las nuevas derechas, como Trump, Le Pen y muchos más, se nutren de las consecuencias vividas por amplios grupos de trabajadores que perdieron sus puestos de trabajo por la relocalización de los procesos productivos hacia zonas de bajos salarios. Estas pérdidas de puestos de trabajo, sin embargo, implicaron incrementos significativos en las ganancias de los dueños de las empresas.
Por qué los británicos dijeron no a Europa
John Pilger
El voto mayoritario de los británicos a favor de abandonar la Unión Europea fue un acto de democracia en estado puro. Millones de personas ordinarias se negaron a ser acosadas, intimidadas y despachadas despectivamente por personas supuestamente superiores de los principales partidos, por el mundo de los negocios y la oligarquía de la banca, y por los medios de comunicación.
En gran parte fue el voto de aquellas personas enfadadas y desmoralizadas por la enorme arrogancia de los apologistas de la campaña a favor de “permanecer” y del desmembramiento de una vida socialmente justa en Gran Bretaña. Los privatizadores apoyados por los conservadores y por los laboristas ha minado tanto el último bastión de las reformas históricas de 1945, el Sistema Nacional de Sanidad, que lucha por sobrevivir.
La advertencia se produjo cuando en ministro de Hacienda, George Osborne, personificación tanto del antiguo régimen británico como de la mafia de los bancos en Europa, amenazó con recortar 30.000 millones de libras de los servicios públicos si la gente votaba de manera equivocada. Era de un chantaje monumental.
El voto mayoritario de los británicos a favor de abandonar la Unión Europea fue un acto de democracia en estado puro. Millones de personas ordinarias se negaron a ser acosadas, intimidadas y despachadas despectivamente por personas supuestamente superiores de los principales partidos, por el mundo de los negocios y la oligarquía de la banca, y por los medios de comunicación.
En gran parte fue el voto de aquellas personas enfadadas y desmoralizadas por la enorme arrogancia de los apologistas de la campaña a favor de “permanecer” y del desmembramiento de una vida socialmente justa en Gran Bretaña. Los privatizadores apoyados por los conservadores y por los laboristas ha minado tanto el último bastión de las reformas históricas de 1945, el Sistema Nacional de Sanidad, que lucha por sobrevivir.
La advertencia se produjo cuando en ministro de Hacienda, George Osborne, personificación tanto del antiguo régimen británico como de la mafia de los bancos en Europa, amenazó con recortar 30.000 millones de libras de los servicios públicos si la gente votaba de manera equivocada. Era de un chantaje monumental.
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