Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
martes, 4 de agosto de 2009
Reservas de petróleo se agotan antes de lo previsto
El momento del petróleo barato y abundante pronto será cosa del pasado. Así lo advierte Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), en una entrevista realizada por Steve Connor para el diario británico The Independent.
Fatih Birol señala que en una evaluación detallada de 800 campos petroleros en el mundo, correspondientes al 80% de las reservas mundiales, se ha encontrado que han llegado a su punto máximo de producción y que su tasa de disminución irá en aumento, a un ritmo mucho mayor que el previsto hace apenas dos años. En promedio, la caída en la producción casi se ha duplicado al pasar de un 3,5 a un 6,7 por ciento anual. Esto indica que donde el año pasado se produjeron 100 barriles, este año se producirán solo 93 y el próximo 87. Por otra parte, el problema de la insuficiencia crónica de las inversiones puede dar lugar a una nueva crisis del petróleo en los próximos cinco años, echando por tierra los actuales planes de recuperación económica.
Siga leyendo este artículo en El Blog Salmón
lunes, 3 de agosto de 2009
Proyectan Imacec de -3% para junio
Una caída cercana al 3 por ciento registraría el Imacec durante junio, según las estimaciones de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (Abif) de Chile. Con esta cifra, el Producto Interno Bruto (PIB) del primer semestre del año cerraría con una variación negativa de 3 por ciento.
Según la entidad gremial, este resultado se debe a las variaciones de -8,3% y -6,6% registradas por la producción y ventas industriales, respectivamente, durante junio y el nulo efecto calendario observado en el citado mes.
No obstante, se espera que "durante el segundo semestre la actividad económica comience a repuntar, revirtiendo la tendencia negativa observada hasta la fecha, situación que llevaría a un crecimiento del Producto Interno Bruto en torno a 0% para 2009".
En cuanto al IPC, la Asociaicón de Bancos estimó que para los meses de julio, agosto y septiembre, se esperan variaciones negativas en torno a 0,16%, 0,04% y 0,03%, respectivamente, "con lo que la inflación acumulada al tercer trimestre de 2009 se situaría en una cifra cercana a -1,0 por ciento.
Con todo, se estima que a diciembre de 2009 la inflación se situe en torno a -0,8%, y que en 2010 el alza de precios retorne a la meta propuesta por el Banco Central, cerrando el período con una variación cercana a 2,5 por ciento.
Sobre el desempleo, se proyecta para el trimestre mayo-julio, una tasa en torno a 11,0%, alcanzando un máximo de 11,5% durante el trimestre junio-agosto, para comenzar luego una etapa descendente, llegando a diciembre en una cifra cercana a 9,5%.
Las previsiones, en tanto, sobre las exportaciones durante este año apuntan a envíos cercanos a US$ 46.000 millones, e importaciones por US$ 43.500 millones, lo que arroja un excedente comercial de US$ 2.500 millones.
En peligro la industria pesada de Europa del Este
La industria pesada de la Europa del Este, otrora modelo de las economías planificadas, sobrevivió al colapso del comunismo hace 20 años pero podría no vivir para ver el fin de la crisis actual. La recesión, que golpeó duro a las economías exportadoras de la zona, amenaza con convertir a las antiguas plantas de la era comunista y postsoviética en un nuevo "cinturón de óxido", incrementar bruscamente el desempleo y dejar profundas heridas sociales.
Para los trabajadores húngaros, la clausura de la planta de acero DAM en la ciudad de Miskolc, ha dejado huellas impensadas. Si antes les pesaba el gran ruido de la planta, ahora el silencio es estremecedor. La crisis tiene a la fábrica en un silencio permanente durante más de seis meses, y sus 18 mil trabajadores viviendo en la angustia.
El único sonido en la gran planta es el crujir ocasional del metal que se expande y se contrae cuando cambia la temperatura o el canto de los pájaros que se animan a entrar por las ventanas rotas.
El extenso complejo siderúrgico se desarrolló en la década de 1950 cuando el gobierno comunista quiso hacer de Hungría "el país del hierro y el acero", a pesar de su falta de materia prima y energía barata. En su apogeo, en la década de 1980, la ciudad de Miskolc tenía más de 200 mil residentes, quienes principalmente trabajaban en la industria. Con la crisis, la población se ha reducido a 170 mil habitantes y el desempleo se encuentra entre 15 y 16 por ciento, bien por encima del promedio nacional de 9.8 por ciento.
DAM, que sobrevivió a las privatizaciones de la década de 1990 y fue recuperada después de liquidaciones anteriores, está por despedir a sus aproximadamente 700 empleados restantes. El proceso de liquidación comenzó el 24 de junio y el ejecutor Ratis Kaft debe poner los activos a la venta. Si logra encontrar un inversionista, la planta podría sobrevivir.
Las acereras europeas han funcionado al 55 o 60 por ciento de su capacidad, lo que las ha llevado a archivar todos sus planes de inversión y eliminar gran cantidad de puestos de trabajo para capear la mayor recesión que ha sufrido la industria desde la Segunda Guerra Mundial.
Miskolc, la segunda mayor ciudad de Hungría, está teniendo problemas para arreglárselas con el elevado desempleo y la falta de nuevos puestos de trabajo. El número de desempleados registrados aumentó en mayo a 18 mil 200, desde los 12 mil o 13 mil que había a fines del año pasado.
Más de la mitad de quienes pierdan sus trabajos en la fundición de acero tienen más de 50 años, y encontrar nuevos empleos va a ser difícil a pesar de que la ciudad recibe fondos de un programa de la Unión Europea diseñado en parte para las regiones golpeadas por la crisis.
Quiebras bancarias en EE.UU. llegan a 68
Cuatro nuevos bancos de distintas regiones de Estados Unidos fueron cerrados por la reguladora financiera, con lo que se eleva a 68 la cantidad de bancos que han quebrado en 2009 en ese país, según informe del Fondo Federal de Garantías de Depósitos Bancarios (FDIC).
La Peoples Community Bank, en el corazón del cinturón industrial, West Chester (Ohio, norte), cerró con 705.8 millones de dólares activos. Lo mismo vivió la First BankAmericano, en los suburbios de Nueva York (Nueva Jersey, este), con 166 millones de activos, así como la Integrity Bank of Jupiter (Florida, sureste), con sus 119 millones de dólares de activos.
La First State Bank of Altus, el menor establecimiento de los cuatro, contaba con 103.4 millones de dólares. Estas operaciones tienen un costo de 215.7 millones de dólares para el FDIC
Más información | Quiebras bancarias llegan a 57 en EE.UU.
Quiebras bancarias: suma y sigue
La teoría económica en apuros
La Peoples Community Bank, en el corazón del cinturón industrial, West Chester (Ohio, norte), cerró con 705.8 millones de dólares activos. Lo mismo vivió la First BankAmericano, en los suburbios de Nueva York (Nueva Jersey, este), con 166 millones de activos, así como la Integrity Bank of Jupiter (Florida, sureste), con sus 119 millones de dólares de activos.
La First State Bank of Altus, el menor establecimiento de los cuatro, contaba con 103.4 millones de dólares. Estas operaciones tienen un costo de 215.7 millones de dólares para el FDIC
Más información | Quiebras bancarias llegan a 57 en EE.UU.
Quiebras bancarias: suma y sigue
La teoría económica en apuros
domingo, 2 de agosto de 2009
Cambio climático amenaza tren en el Tibet
Tres años después de su inauguración, en julio de 2006, el ferrocarril que une el Tibet con el resto de la red ferroviaria China se encuentra en peligro producto del calentamiento global y de la estabilidad de los suelos congelados que apoyaron este enorme reto técnico de la ingeniería china.
Los trenes de alta velocidad que comenzaron a correr entre Tibet y Quinghai, en un recorrido de mil kilómetros en la mayor región subártica del planeta, significaron un gran cambio para la región. Su planificación y ejecución tardó casi 50 años y hubo que realizar importantes estudios geológicos y de ingeniería estructural para sacar adelante tan colosal obra.
Abrahm Lutsgarten, autor de un libro sobre el tren más alto del mundo, y con grandes pasajes elevados para reducir los riesgos en los períodos de inestabilidad, ha publicado un artículo en la revista Scientific American en la cual señala que el anunciado aumento de 2 grados para los próxims 50 años, puede desestabilizar térmicamente varias zonas de este recorrido.
De acuerdo a la información con que se contaba a principios de siglo, la temperatura no debería sufrir modificaciones mayores a los 0,3 grados, y los últimos datos dan cuenta que superaría con creces los pronósticos iniciales.
La región de Qinghai-Tibet juega con sus glaciares como una especie de "tercer polo" del planeta y es particularmente vulnerable al calentamiento global dado que a esa altura produce un "efecto zoom", con incrementos particularmente mayores de la temperatura sobre el resto del planeta.
El calentamiento puede derretir la capa de permafrost y amenazar la estabilidad de la estructura ferroviaria. El permafrost es aquella capa de hielo que ha permanecido congelada a nivel del subsuelo en todas las regiones periglaciares pero que han sufrido transformaciones con el efecto invernadero.
Info | Uyghur News
Persiste la depresión petrolera
Economist Intelligence Unit
Los precios del petróleo tuvieron una dramática caída en la segunda mitad de 2008, a poco más de 30 dólares por barril. En el primer semestre de 2009 los precios fueron volátiles, pero se elevaron de manera constante hasta alcanzar un pico de más de 70 dólares a mediados de junio.
El mercado prefirió borrar las cifras que mostraban creciente acumulación de reservas y demanda débil, y se concentró en los incipientes signos de mejora en los datos económicos, sobre todo en China y Estados Unidos. Este optimismo condujo a cierta recuperación del apetito de riesgo de los inversionistas, el cual elevó en general el precio de los suministros. La relativa debilidad del dólar contribuyó a esta alza.
A mediados de junio los precios del petróleo comenzaron a decaer de nuevo. Un aumento incontenible en las reservas globales –los datos más recientes de la Agencia Internacional de Energía (AIE) muestran coberturas de 62.5 en mayo, 7.2 días más que un año antes y mucho más que la meta de 52 días fijada por la OPEP–, junto con un persistente debilitamiento de la demanda del petróleo de la OCDE, hizo pensar que los precios se habían elevado demasiado aprisa. Ni siquiera la perspectiva de una baja en la producción de Nigeria a causa de la inquietud política en el delta del Nilo sostuvo el alza de precios.
El consumo global se contrajo 0.3% en 2008, primer descenso en ese indicador desde principios de la década de 1980. Se espera que en 2009 se contraiga más, pues el crecimiento severamente deprimido del PIB neutralizará el impacto positivo de la baja de precios sobre la demanda.
La demanda del crudo de la OCDE será particularmente débil, pues se contraerá 5.5% en 2009, después del descenso de 3.6% en 2008. Continuará moribunda en 2010, cuando un pequeño repunte en el consumo de EU y Canadá compensará la debilidad persistente en la Unión Europea (UE) y Japón.
La demanda se recuperará ligeramente en 2011-13, a un promedio de 0.2%, encabezada por una economía estadounidense más dinámica, lo cual contrarrestará la tendencia a largo plazo del decreciente consumo en la UE y Japón. Si bien la demanda en EU se recuperará, se mantendrá constreñida por el creciente uso del etanol o biocombustibles en el transporte y por los mayores esfuerzos por mejorar la eficiencia de combustible.
También menguará la demanda del crudo producido fuera de la OCDE, a una tasa anual promedio de 0.7% en 2009-10. La única región donde se prevé crecimiento positivo es Medio Oriente, porque los precios seguirán recibiendo fuerte subsidio y se espera que el crecimiento del PIB sea levemente positivo. También en China se prevé aumento del consumo, en 1.5%, debido al impacto positivo de las medidas oficiales de estímulo y a cierta acumulación de reservas.
Hacia 2011-12 se espera que el crecimiento de la demanda petrolera comience a recuperarse en países fuera de la OCDE, encabezados por China, India y algunos de Medio Oriente. En consecuencia, se espera que la demanda global crezca a una tasa promedio anual de 1.8% en 2011-13, y fuera de la OPEP a un promedio de 3.6 por ciento.
En respuesta a la caída de precios, los países miembros de la OPEP han acordado recortes en la producción por un total de 4.2 barriles por día (b/d) a partir de enero de 2009. La respuesta inicial de los estados miembros (con excepción de Arabia Saudita) fue lenta, pero para mediados de marzo parecía que todos habían reducido alrededor de 75-80% del total acordado. El cumplimiento decayó en el segundo trimestre, sobre todo por parte de Irán, Venezuela y Angola, y es probable que continúe deteriorándose en el curso del año, al crecer las presiones por generar ingreso fiscal.
La OPEP volverá a reunirse en septiembre para evaluar el mercado. Es probable que decida un nuevo recorte en el techo de producción, tal vez de unos 750 mil b/d, lo cual apoyará los precios, pero es difícil que éstos se incrementen, ante el incumplimiento de los productores y las grandes reservas acumuladas.
Pese a los llamados de la OPEP, los productores no pertenecientes a ella no han reducido la producción. Se prevé que la oferta fuera de la organización crezca en 2009 después de dos años de contracción, debido sobre todo a oferta adicional de EU, Brasil y la ex Unión Soviética. La producción rusa tuvo un fuerte crecimiento en el segundo trimestre, pero no es probable que se mantenga, debido al envejecimiento de los campos y la baja inversión de capital.
En México la producción decayó más aprisa de lo previsto en 2008, al igual que en Noruega y el Reino Unido, y se espera que continúe disminuyendo en 2009. Se estima que Canadá aumente la producción, sobre todo de las arenas bituminosas de Alberta. En Brasil, la producción de crudo crecerá en 2009-10, pero no es probable un incremento importante de la oferta antes de 2012-13.
La producción de la OPEP será mucho menor en 2009 por efecto de los recortes. Sin embargo, en condiciones de mercado más propicias, la OPEP podrá elevarla marcadamente. Arabia Saudita tiene varios proyectos en puerta (entre ellos el campo Kurais, de 1.2 millones b/d, que comenzó operaciones en junio), y Nigeria, Angola, Qatar y Libia también tienen potencial para elevar la producción. Sin embargo, el año próximo, según las estimaciones, la demanda del petróleo de la OPEP será limitada.
En la segunda mitad del periodo de pronóstico (2011-13), se supone que la oferta de la OPEP aumente a un promedio de 3.1%, al elevarse la producción de Nigeria, Angola y los países del Golfo. Tal vez la oferta fuera de la OPEP aumente en la ex Unión Soviética y Brasil; en cambio, no es probable que la ambiciosa producción de arenas bituminosas de Canadá muestre resultados significativos antes de 2013.
El riesgo geopolítico continuará gravitando fuertemente sobre nuestras previsiones de oferta petrolera. Las tensiones entre Occidente e Irán continúan, y es posible que resurjan problemas de seguridad en Irak y que persistan los disturbios en Nigeria.
El colapso de los precios internacionales del petróleo en la segunda mitad de 2008 podría conducir a un descenso de la inversión en exploración y producción durante 2009-10. Muchos de los proyectos no convencionales, como el de las arenas canadienses, implican fuertes costos y requieren de precios altos que aseguren la rentabilidad. Además, las restricciones de crédito impedirán planes de empresas menores, en tanto las compañías estatales sufrirán por el deterioro de la posición fiscal de los gobiernos. Es probable que esta baja de la inversión en 2009-10 tenga consecuencias a plazo más largo para la oferta, y podría ocasionar alza de precios cuando la demanda se recupere y si surgen cuellos de botella en la oferta.
Hacia el cuarto trimestre de 2009 se espera una modesta recuperación de la demanda en la OCDE, sobre todo en EU, una vez que el impacto del estímulo fiscal y monetario alimente el consumo. También se espera que la demanda en China se mantenga relativamente robusta. El optimismo sobre la recuperación impulsará los precios un poco al alza en 2010, a un promedio de 70 dólares por barril. Sin embargo, se prevé que el impacto del estímulo desaparezca en el segundo semestre de 2010 y que la demanda del petróleo de la OPEP vuelva a decaer, lo cual sugiere que los precios descenderán a alrededor de 65 dólares por barril en 2011.
Más tarde se elevarán poco a poco, en 2010-13, hacia un promedio de casi 80 dólares por barril, cuando la demanda aumente con mayor fuerza (sobre todo en el mundo en desarrollo) y las preocupaciones por el abasto a largo plazo ganen terreno.
Los precios del petróleo tuvieron una dramática caída en la segunda mitad de 2008, a poco más de 30 dólares por barril. En el primer semestre de 2009 los precios fueron volátiles, pero se elevaron de manera constante hasta alcanzar un pico de más de 70 dólares a mediados de junio.
El mercado prefirió borrar las cifras que mostraban creciente acumulación de reservas y demanda débil, y se concentró en los incipientes signos de mejora en los datos económicos, sobre todo en China y Estados Unidos. Este optimismo condujo a cierta recuperación del apetito de riesgo de los inversionistas, el cual elevó en general el precio de los suministros. La relativa debilidad del dólar contribuyó a esta alza.
A mediados de junio los precios del petróleo comenzaron a decaer de nuevo. Un aumento incontenible en las reservas globales –los datos más recientes de la Agencia Internacional de Energía (AIE) muestran coberturas de 62.5 en mayo, 7.2 días más que un año antes y mucho más que la meta de 52 días fijada por la OPEP–, junto con un persistente debilitamiento de la demanda del petróleo de la OCDE, hizo pensar que los precios se habían elevado demasiado aprisa. Ni siquiera la perspectiva de una baja en la producción de Nigeria a causa de la inquietud política en el delta del Nilo sostuvo el alza de precios.
El consumo global se contrajo 0.3% en 2008, primer descenso en ese indicador desde principios de la década de 1980. Se espera que en 2009 se contraiga más, pues el crecimiento severamente deprimido del PIB neutralizará el impacto positivo de la baja de precios sobre la demanda.
La demanda del crudo de la OCDE será particularmente débil, pues se contraerá 5.5% en 2009, después del descenso de 3.6% en 2008. Continuará moribunda en 2010, cuando un pequeño repunte en el consumo de EU y Canadá compensará la debilidad persistente en la Unión Europea (UE) y Japón.
La demanda se recuperará ligeramente en 2011-13, a un promedio de 0.2%, encabezada por una economía estadounidense más dinámica, lo cual contrarrestará la tendencia a largo plazo del decreciente consumo en la UE y Japón. Si bien la demanda en EU se recuperará, se mantendrá constreñida por el creciente uso del etanol o biocombustibles en el transporte y por los mayores esfuerzos por mejorar la eficiencia de combustible.
También menguará la demanda del crudo producido fuera de la OCDE, a una tasa anual promedio de 0.7% en 2009-10. La única región donde se prevé crecimiento positivo es Medio Oriente, porque los precios seguirán recibiendo fuerte subsidio y se espera que el crecimiento del PIB sea levemente positivo. También en China se prevé aumento del consumo, en 1.5%, debido al impacto positivo de las medidas oficiales de estímulo y a cierta acumulación de reservas.
Hacia 2011-12 se espera que el crecimiento de la demanda petrolera comience a recuperarse en países fuera de la OCDE, encabezados por China, India y algunos de Medio Oriente. En consecuencia, se espera que la demanda global crezca a una tasa promedio anual de 1.8% en 2011-13, y fuera de la OPEP a un promedio de 3.6 por ciento.
En respuesta a la caída de precios, los países miembros de la OPEP han acordado recortes en la producción por un total de 4.2 barriles por día (b/d) a partir de enero de 2009. La respuesta inicial de los estados miembros (con excepción de Arabia Saudita) fue lenta, pero para mediados de marzo parecía que todos habían reducido alrededor de 75-80% del total acordado. El cumplimiento decayó en el segundo trimestre, sobre todo por parte de Irán, Venezuela y Angola, y es probable que continúe deteriorándose en el curso del año, al crecer las presiones por generar ingreso fiscal.
La OPEP volverá a reunirse en septiembre para evaluar el mercado. Es probable que decida un nuevo recorte en el techo de producción, tal vez de unos 750 mil b/d, lo cual apoyará los precios, pero es difícil que éstos se incrementen, ante el incumplimiento de los productores y las grandes reservas acumuladas.
Pese a los llamados de la OPEP, los productores no pertenecientes a ella no han reducido la producción. Se prevé que la oferta fuera de la organización crezca en 2009 después de dos años de contracción, debido sobre todo a oferta adicional de EU, Brasil y la ex Unión Soviética. La producción rusa tuvo un fuerte crecimiento en el segundo trimestre, pero no es probable que se mantenga, debido al envejecimiento de los campos y la baja inversión de capital.
En México la producción decayó más aprisa de lo previsto en 2008, al igual que en Noruega y el Reino Unido, y se espera que continúe disminuyendo en 2009. Se estima que Canadá aumente la producción, sobre todo de las arenas bituminosas de Alberta. En Brasil, la producción de crudo crecerá en 2009-10, pero no es probable un incremento importante de la oferta antes de 2012-13.
La producción de la OPEP será mucho menor en 2009 por efecto de los recortes. Sin embargo, en condiciones de mercado más propicias, la OPEP podrá elevarla marcadamente. Arabia Saudita tiene varios proyectos en puerta (entre ellos el campo Kurais, de 1.2 millones b/d, que comenzó operaciones en junio), y Nigeria, Angola, Qatar y Libia también tienen potencial para elevar la producción. Sin embargo, el año próximo, según las estimaciones, la demanda del petróleo de la OPEP será limitada.
En la segunda mitad del periodo de pronóstico (2011-13), se supone que la oferta de la OPEP aumente a un promedio de 3.1%, al elevarse la producción de Nigeria, Angola y los países del Golfo. Tal vez la oferta fuera de la OPEP aumente en la ex Unión Soviética y Brasil; en cambio, no es probable que la ambiciosa producción de arenas bituminosas de Canadá muestre resultados significativos antes de 2013.
El riesgo geopolítico continuará gravitando fuertemente sobre nuestras previsiones de oferta petrolera. Las tensiones entre Occidente e Irán continúan, y es posible que resurjan problemas de seguridad en Irak y que persistan los disturbios en Nigeria.
El colapso de los precios internacionales del petróleo en la segunda mitad de 2008 podría conducir a un descenso de la inversión en exploración y producción durante 2009-10. Muchos de los proyectos no convencionales, como el de las arenas canadienses, implican fuertes costos y requieren de precios altos que aseguren la rentabilidad. Además, las restricciones de crédito impedirán planes de empresas menores, en tanto las compañías estatales sufrirán por el deterioro de la posición fiscal de los gobiernos. Es probable que esta baja de la inversión en 2009-10 tenga consecuencias a plazo más largo para la oferta, y podría ocasionar alza de precios cuando la demanda se recupere y si surgen cuellos de botella en la oferta.
Hacia el cuarto trimestre de 2009 se espera una modesta recuperación de la demanda en la OCDE, sobre todo en EU, una vez que el impacto del estímulo fiscal y monetario alimente el consumo. También se espera que la demanda en China se mantenga relativamente robusta. El optimismo sobre la recuperación impulsará los precios un poco al alza en 2010, a un promedio de 70 dólares por barril. Sin embargo, se prevé que el impacto del estímulo desaparezca en el segundo semestre de 2010 y que la demanda del petróleo de la OPEP vuelva a decaer, lo cual sugiere que los precios descenderán a alrededor de 65 dólares por barril en 2011.
Más tarde se elevarán poco a poco, en 2010-13, hacia un promedio de casi 80 dólares por barril, cuando la demanda aumente con mayor fuerza (sobre todo en el mundo en desarrollo) y las preocupaciones por el abasto a largo plazo ganen terreno.
Lecturas
Lecturas recomendadas:
- Una verdad incoherente, Paul Krugman. El País
- Burbujas que slen muy caras, Walter Oppenheimer. El País
- Patendo la escalera del crecimiento, Julio Sevares. El Clarin
- Las cartas íntimas de Beckett, J.M. Coetzee. Eñe
- La recuperación comenzaré el último trimestre, Roberto Navarro. Página 12
- California en emergencia, Manuel Freytas. Rebelión
- La situación económica global, Umberto Mazzei. Argenpress
¿Comienza el principio del fin?
Las cifras publicadas por el Departamento de Análisis Económico de Estados Unidos el viernes, confirmaron un hecho bastante esperado. La contracción de la economía se redujo un 1 por ciento en el segundo trimestre del año, contrastando con la caída de 6,4 y 5,4 por ciento de los trimestres previos.
Esto hace pensar que la caída libre que vivió esa economía se acerca lentamente a su fin, aunque persisten muchas dudas respecto a la velocidad que podrá alcanzar la recuperación, especialmente en materia de disminución del desempleo. La idea de una modesta estabilización, también está presente en el Libro Beige de la Fed presentado el miércoles. En esta publicación trimestral, en la cual la Fed resume la evaluación de la economía basada en los informes de los 12 bancos de reserva regionales, se hace hincapié en que la caída libre de la economía se ha desacelerado, aunque habrá “un prolongado período de debilidad”.
Siga leyendo este artículo en El Blog Salmón
Todo esto permite explicar el comentario del presidente Obama el pasado miércoles de que “Estados Unidos puede ver el principio del fin de la recesión”, aunque, hay que aclararlo, llegar al final no significa una recuperación económica automática. Los precios de la vivienda tienen aún un largo camino que recorrer para recurerar su caída del 20 por ciento en los últimos 12 meses (en algunos casos la caída supera el 35% desde su pico en 2006); y el tema del desempleo sigue siendo aun lo más grave con cifras que se encaminan al 11 por ciento hacia el cuarto trimestre del año.
Por otra parte, la recesión en EE.UU. puede llegar a su fin y comenzar “el lento camino hacia la recuperación”, pero en Europa hay muchos países que recién se están sumergiendo en la crisis. Los precios al consumo han caíso un 0,6 por ciento en la Zona Euro y el desempleo alcanzó su nivel más alto de los últimos diez años con un 9,4 por ciento. Esto aumenta la presión sobre el Banco Central Europeo que quizá esta semana revise a la baja la tasa de interés que actualmente mantiene en el mínimo histórico del 1%.
La reactivación vivida por Estados Unidos responde en gran medida a los planes de estímulo aplicados por el gobierno de Obama. Esto tiene el problema de ser un plan acotado y a todas luces se ve que han resultado insuficiente. El peligro de tener una nueva zambullida que prolongue la crisis y provoque la década perdida, está aún latente.
sábado, 1 de agosto de 2009
Firefox llega a mil millones de descargas
Mozilla anunció ayer que su navegador Firefox ha superado los mil millones de descargas. Este navegador de descarga gratuita es uno de los más sólidos competidores de Internet Explorer, el navegador de Microsoft que tomó a la mala muchos de los artilugios de Netscape Navigator.
Hay que recordar que el primer navegador importante fue Netscape desde 1994. Pero el predominio de Microsoft con su sistema operativo Windows MS, restó posibilidades a la empresa de Marc Andressen, el primero en detectar que lo fundamental en internet sería la navegación y el correo electrónico, algo que no advirtió Bill Gates y que quesó desmostrado en su Windows 95.
Como es práctica habitual, Microsoft pirateó gran parte de los artilugios de Netscape para crear Internet Explorer. Al principio, como hábiles mercaderes, la empresa de Bill Gates lo vendió aparte, pero en Windows 98 incorporaron el navegador dentro del sistema operativo monolizando la red.
Pese a que Netscape cerró sus puertas el año pasado, en la actualidad Mozilla Firefox es el navegador más utilizado despues de IE. Le siguen Safari (de Apple), Google Chrome y Opera. Estos tres últimos tienen una interfaz muy novedosa que permite previzualizar las páginas favoritas.
Mozilla es un software de navegación creado por una organización sin fines de lucro y que está disponible en la red gratuitamente. Este software lo desarrolla una red de voluntarios en todo el mundo y su código es abierto.
Desde esta semana, ha completado mil millones de descargas, lo que es un hecho muy destacable al tratarse de un software que no tiene publicidad y que se abre camino a través de la simpatía que despierta su gra eficiencia en quienes lo usamos. Sobretodo en aquellos que pasamos de Netscape a Firefox y evitamos permanentemente el uso de Internet Explorer.
Firefox se puede descargar desde aquí.
Después del siglo XX: un mundo en transición
Eric Hobsbawm
La “globalización neoliberal”, según Eric Hobsbawm, supone una mudanza económica, política y cultural del mundo en el siglo XXI. Un periodo de transición, un periodo en el que se acreciente la desigualdad, donde el desarrollo económico afecta a los paises de manera asimétrica. Análisis con el sello del autor que plantea que el poder económico tendrá una orientación asiática y la crisis medioambiental no estará cerca de solucionarse.
Un muy destacado científico ha expresado la opinión de que la raza humana sólo tiene un cincuenta por ciento de posibilidades de sobrevivir al siglo XXI. Ésta es en cierto sentido una afirmación extrema; pero muy pocos disentiríamos de la idea de que nuestra especie y nuestro globo enfrentan ahora peligros sin precedentes para la presente centuria, aunque sólo sea por el extraordinario impacto que la tecnología y la economía humanas ejercen sobre el medio ambiente. A este ensayo mío no le conciernen tales escenarios apocalípticos: supondré que si la humanidad sobrevivió al siglo XX, igualmente lo hará en el siglo XXI.
El mundo de principios del siglo XXI se caracteriza por tres sucesos principales:
# Las enormes fuerzas que aceleran la velocidad de nuestra capacidad de producción y que, al hacerlo, cambian la faz del mundo. Esto es así y así continuará.
# Un proceso de globalización acelerado por la revolución en el transporte y las comunicaciones, nos indica que: a) sus efectos mayores corresponden directa o indirectamente a la globalización económica; aunque b) se presenta en todos los campos excepto en los del poder político y la cultura, en la medida en que dependen del idioma.
# El reciente pero rápido cambio en la distribución de la riqueza, el poder y la cultura, de un patrón establecido que duró de 1750 a 1970 a uno todavía indeterminado.
I
El incremento en nuestra capacidad para producir –y para consumir– difícilmente requiere de comprobación alguna. Sin embargo, deseo hacer tres observaciones. La primera concierne a la explotación de recursos cuyo abastecimiento es naturalmente limitado. Esto incluye no sólo las fuentes de energía fósil de las cuales la industria ha dependido desde el siglo XIX –carbón, petróleo, gas– sino de los más antiguos fundadores de nuestra civilización, a saber: agricultura, pesca y bosques. Estas limitaciones naturales o son absolutas dada la magnitud de las reservas geológicas y de tierras cultivables, o relativas cuando la demanda excede la capacidad de estos recursos para su propia renovación, como la excesiva explotación pesquera y de bosques. Cerca del final del siglo XX el mundo no se había aproximado aún al límite absoluto de las fuentes de energía, ni a un incremento sustancial en la productividad agrícola y las extensiones cultivables, aunque el ritmo de incorporación de nuevas tierras aflojó durante la segunda mitad del siglo. Los rendimientos por hectárea de trigo, arroz y maíz subieron a más del doble entre 1960 y 1990. Sin embargo, los bosques fueron seriamente amenazados. La deforestación en pequeña escala ha sido un antiguo problema y ha dejado marca permanente en algunas regiones, notablemente el Mediterráneo. La sobreexplotación pesquera empezó a alcanzar su punto crítico en el Atlántico norte alrededor de los últimos treinta años del siglo XX y se extendió a todo el globo debido a la preferencia por algunas especies. Esto, hasta cierto punto, se ha compensado con la acuicultura, que en la actualidad produce alrededor del 36 por ciento del pescado y marisco que consumimos –cerca de la mitad de las importaciones de pescado de los Estados Unidos. Aunque la acuicultura todavía se encuentra en etapa inicial, el esfuerzo podría terminar en la mayor innovación en la producción de alimentos desde que se inventó la agricultura. Esta vastedad de alimentos alcanzada, que permite alimentar a más de seis mil millones de personas mucho mejor que a los dos mil millones de principios del siglo XX, se logró a través de los métodos tradicionales, además de las tecnologías mecánica y química; de modo que no tiene sentido argumentar que la humanidad no puede ser alimentada sin manipulación genética.
El agotamiento de los recursos no renovables o limitados ciertamente planteará serios problemas al siglo XXI, particularmente si la crisis medioambiental no se encara seriamente.
Mi segunda observación se ocupa del impacto que la revolución tecnológica ha tenido sobre la producción y la mano de obra. En la segunda mitad del siglo XX, por primera vez en la historia la producción dejó de ser de mano de obra intensiva para volverse de capital intensivo y, progresivamente, de información intensiva. Las consecuencias han sido dramáticas. La agricultura sigue siendo el principal deponente de mano de obra. En Japón la población agrícola se redujo del 52,4 por ciento después de la Segunda Guerra Mundial al 5 por ciento en el presente. Lo mismo en Corea del Sur y Taiwán. Aun en China la población agrícola ha disminuido del 85 por ciento en 1950, al 50 por ciento hoy en día. No hay necesidad de comprobar la sangría de campesinos en América Latina desde 1960, pues es evidente. Para decirlo pronto, salvo la India y algunas zonas del África subsahariana, no quedan países campesinos en el mundo. La dramática caída de la población rural se ha compensado con un alto crecimiento de las zonas urbanas que, en el mundo en desarrollo, han dado origen a ciudades gigantes.
En el pasado, este caudal de mano de obra redundante y no calificada era absorbido por la industria –en la minería, la construcción, el transporte, las manufacturas, etc. Esta situación aún prevalece en China, pero en el resto del mundo, incluyendo a los países en desarrollo, la industria ha venido deshaciéndose aceleradamente de la mano de obra. Este descenso en la industria no es sólo debido a la transferencia de la producción de regiones de altos costos a otras de bajos, sino que también va implícita la substitución de tecnologías cuyos costos declinan por mano de obra calificada cuyos costos son inelásticos y al alza con el propio desarrollo económico. Desde 1980, los sindicatos de la industria automotriz en los Estados Unidos han perdido la mitad de sus miembros. Igualmente Brasil empleaba un tercio menos de trabajadores aun cuando produce casi el doble de vehículos automotores en 1995 que en 1980. El incremento en el sector de los servicios junto al crecimiento económico no ofrecen una alternativa viable para dar salida a la mano de obra redundante tanto industrial como agrícola, generalmente de baja escolaridad y con poca capacidad de adaptación. Sin embargo, hasta ahora, el empleo a las mujeres ha resultado relativamente beneficiado, al menos en los países desarrollados.
La mayor parte de la mano de obra redundante la absorbe la economía informal que, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), comprende el 47 por ciento del empleo no agrícola en el Medio Oriente y Norte de África; 51 por ciento en América Latina; 71 por ciento en Asia y 72 por ciento en el África Subsahariana. El problema se observa muy agudo en los países más pobres y en aquellos otros devastados por la transición económica, como la ex URSS y los Balcanes. Mientras se ha argumentado a favor de la flexibilidad y efectividad de la economía informal sobre todo en el caso latinoamericano, la verdad es que ésta es siempre bastante menos significativa en los países desarrollados (alrededor de diez por ciento en Estados Unidos). En cambio, el contraste entre un rápido crecimiento económico y la incapacidad para generar suficientes empleos es particularmente impactante en la India, cuyo crecimiento se cimienta en capital e información intensivos pero con un 83 por ciento de la fuerza laboral en el sector informal. El gobierno de Manmohan Singh se ha visto en la necesidad de garantizar un mínimo de días de trabajo a la población rural más pobre.
Mi tercera observación es obvia, y es que el enorme incremento en la capacidad humana para producir depende mayormente de los conocimientos y la información. Esto es, en un gran número de gente con altos estudios y no necesariamente sólo en el campo profesional de la investigación y el desarrollo. Aquí, la riqueza acumulada y el capital intelectual de la era de la industrialización occidental continúa dándoles a los países del norte enormes ventajas sobre los países en desarrollo. Aunque el número de asiáticos laureados con Premios Nobel de Ciencia va en aumento desde 1980, sigue siendo pequeño. Los recursos intelectuales en el resto del mundo en desarrollo siguen a la espera de un mejor aprovechamiento. Además, los jóvenes investigadores del mundo en desarrollo pueden trabajar en los centros de investigación del Norte, reforzando así su predominancia.
Sin embargo, el siglo XXI está siendo testigo de la rápida transferencia de actividades innovadoras, base del progreso moderno, antes monopolizadas por las regiones del Atlántico norte. Esto es muy reciente. El primer laboratorio extranjero para investigación y desarrollo se estableció en China en 1993 (por Motorola); pero en pocos años setecientas empresas transnacionales han hecho lo mismo, mayormente en el sur y el este de Asia, una región especializada en diseño de semiconductores. Y aquí, una vez más, las disparidades regionales parecen aumentar, ya que el progreso depende también de que los gobiernos sean efectivos, se cuente con infraestructura adecuada y, sobre todo, con población educada por encima de los niveles básicos. No hay duda de que en países como la India y, en menor grado, Brasil, la baja escolaridad de la mayoría de la población es un obstáculo; sin embargo, esto se ha compensado por el relativo buen aprovechamiento del escaso número de los altamente educados. Los avances en este aspecto, en el mundo en desarrollo, todavía enfrentan un largo camino. El crecimiento de algunas regiones y el rezago de otras es muy evidente, así como el aumento en las disparidades. Según la revista R&D, en la lista de países más atractivos para invertir, están –en ese orden– China, Estados Unidos, India, Japón, el Reino Unido y Rusia. De América Latina, Brasil ocupó el lugar diecinueve (debajo de Austria), y México el ventitrés.
II
Y paso a la globalización, esto es, el desarrollo mundial como una sola unidad, cuyas transacciones y comunicación están libres de trabas locales y de otra índole.
Esto, en principio, no es nada nuevo. Teóricos como Wallerstein registran un “Sistema Mundial” desde la circunnavegación del globo durante el siglo XVI. Desde entonces se han ido registrando otros varios e importantes avances, principalmente en los campos económico y de las comunicaciones. Dejaré fuera de las comparaciones la fase del proceso previa a 1914. Esa economía nunca abordó seriamente asuntos de producción y distribución de bienes materiales aun cuando sí creó un libre flujo global en las transacciones financieras –aunque en menor escala que las actuales. Fueron tiempos de migraciones de mano de obra casi totalmente irrestrictas por los gobiernos, y en este sentido, una globalización más avanzada que la presente. Y mientras que las comunicaciones sufrieron cambios benéficos y sustanciales en los sistemas postales, telegráficos y organismos de coordinación internacional a mediados del siglo XIX, el número de personas involucradas en transacciones internacionales fue escaso. De hecho, la globalización de la producción ha sido posible gracias al revolucionario avance en las comunicaciones, que virtualmente han abolido las limitaciones en cuanto a lugar, distancia y tiempo se refiere y al no menos dramático adelanto en la transportación de mercancías desde los años sesenta –carga aérea y contenedores–, aun cuando la innovación tecnológica fue menor que en las comunicaciones humanas.
Aquí, tres puntos son relevantes.
El primero es la peculiar naturaleza de este proceso a partir de los años setenta, concretamente el triunfo sin precedente de un capitalismo que descansa en la libre movilidad global de todos los factores de la producción y la de los gobiernos atentos a no interferir en la distribución de los recursos dispuesta por el mercado. Ésta no es la única versión del concepto de globalización. En las décadas anteriores a 1914, su progreso corrió paralelo rivalizando con las políticas proteccionistas, moderadas en la mayoría de los países industrializados y extremas en los Estados Unidos. Durante las décadas doradas posteriores a 1945 esta práctica de sustitución de importaciones corrió paralela a las políticas, no tan infructuosas, del mundo no comunista. No queda claro que los programas neoliberales extremos aseguren un máximo de crecimiento económico, asumiendo que fuese deseable. El más rápido crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita observado en el “mundo capitalista avanzado” no se dio en el “orden liberal” de 1870 a 1913, ni tampoco en el “orden neoliberal” de 1973 a 1998, sino solamente en los “años dorados” de 1950-1973. El crecimiento económico de los inicios del siglo XXI ha descansado primordialmente en un dinamismo que Maddison llama “las quince economías asiáticas resurgentes”, cuyo crecimiento ha sido asombroso. Pero no fue el neoliberalismo el que presidió la extraordinaria revolución industrial de Corea del Sur, Taiwán, China y, aun, la India a principios de los años noventa. A la inversa, la situación de 168 economías, fuera de estos dínamos, mostró un rápido deterioro en el último cuarto del siglo XX y fue una catástrofe para la ex URSS, los Balcanes y algunas regiones africanas.
Algunos aspectos de esta globalización neoliberal tienen relevancia directa sobre la situación mundial general a principios de este siglo XXI. Primero, es patente el incremento en la desigualdad económica y social tanto entre países como al interior de ellos. Esta desigualdad eventualmente podría disminuir, pues las economías asiáticas más dinámicas podrían alcanzar a los viejos países capitalistas desarrollados; pero en el caso de la India y China, con sus miles de millones de habitantes, hace que la brecha sea tan grande y que el paso al que pudieran alcanzar el mismo PIB per cápita de los Estados Unidos sea tan lento como un caracol. Lo que es más, la rapidez con que crece la brecha entre países ricos y pobres reduce el significado práctico de estos avances. Sería inapropiado usar a los 52 multimillonarios de Rusia como índice comparativo del estándar de vida en ese país. Éstos representan otra más de las consecuencias de la globalización neoliberal, cuya novedad es que pequeños grupos de ricos globales son tan adinerados que sus recursos podrían ser de la magnitud del ingreso nacional de países como Eslovaquia, Eslovenia, Kenya o, en el caso de los muy ricos, del orden del PIB de Nigeria, Ucrania y Vietnam. Este tipo de crecimiento ha generado en la India un mercado de clase media tipo occidental contado por decenas –algunos aseguran que cientos– de millones; sólo hay que subrayar que, hacia 2005, en este país el 43 por ciento de la población vivía con menos de un dólar al día. Fuertes y crecientes desigualdades en la riqueza, el poder y las oportunidades para tener una vida mejor no son la receta para la estabilidad política.
La segunda característica de la globalización, respaldada por las políticas socialmente ciegas del Fondo Monetario Internacional, ha sido el agudo crecimiento en la inestabilidad económica y en las fluctuaciones económicas. Los viejos países industriales han estado resguardados, comparativamente, de las depresiones cíclicas, excepto por los bruscos virajes a corto plazo del mercado bursátil; sin embargo, el impacto ha sido dramático en grandes partes del mundo y, notablemente, en América Latina, el sudeste asiático y la ex Unión Soviética. Sólo tenemos que recordar las crisis de principios de 1980 en Brasil y, a fines de los noventa, las de Indonesia, Malasia, Tailandia y Corea del Sur y, sin olvidar, la de Argentina a principios del año 2000. Sólo recordemos los cambios políticos que siguieron a estas crisis en varios países. Las economías volátiles no son receta para la estabilidad política.
La tercera característica de la globalización neoliberal es que, al sustituir un conjunto de economías nacionales por una economía global, se reduce severamente la capacidad de los gobiernos para influir en las actividades económicas de su territorio y se daña su capacidad recaudatoria. Esta situación se agudizó mayormente al aceptar todos la lógica del neoliberalismo. Desde la terminación de las economías de planeación centralizada, todos los países, incluyendo a los más grandes, están en mayor o menor grado a merced del “mercado”. Esto no implica que hayan perdido todo peso específico en la economía. Todos los gobiernos centrales y locales, por la naturaleza de sus actividades, son los principales empleadores de la fuerza laboral. Es más, así han retenido su mayor valor histórico: el monopolio de la ley y el poder político. Y esto significa que ya no funcionan como actores económicos en el teatro mundial, ni siquiera como dramaturgos aunque sí como escenógrafos. Pues los actores de hoy, las grandes corporaciones transnacionales, se ven en la necesidad de acudir a ellos pues también son los propietarios de los teatros nacionales que requieren para sus operaciones. La globalización neoliberal ha debilitado seriamente a los Estados nacionales como los conductores del poder y artífices de la política.
Políticamente, el aspecto más serio de este debilitamiento es el de que priva a los gobiernos, sobre todo a los de las economías desarrolladas del Norte y Occidente, de sus ambiciosos y generosos planes sobre seguridad social, mismos que ya desde los tiempos de Bismarck habían sido reconocidos por los gobernantes como la mejor herramienta para la estabilidad social y política, esto es, el Estado benefactor. En vez de esto, el mercado global fundamentalista ofrece un proyecto de prosperidad para todos –o casi todos– a través de los beneficios de un crecimiento económico interminable. Aun en los países como el Reino Unido donde el programa neoliberal ha proveído a la gente de una genuina y bien distribuida riqueza, no han disminuido las demandas de los ciudadanos por más empleos, garantías para sus ingresos básicos, seguro social, salud y pensiones. Sólo la capacidad o voluntad de los gobiernos para proveer lo anterior ha posibilitado el cumplimiento de esas ambiciones.
Esto me trae a la segunda y más amplia de las propuestas sobre globalización y es que ésta, en mayor o menor grado, es universal pero se queda corta ante un problema humano mucho mayor: la política. Históricamente han existido y existen mecanismos económicos en el mundo, pero ninguno dirigido a la creación de un gobierno mundial. Las Naciones Unidas y otros organismos prevalecen por la conveniencia y el permiso que los propios países les otorgan. Los Estados nacionales son las únicas autoridades en el mundo y sobre el mundo para ejercer el poder de la ley y el monopolio de la violencia. De hecho, en el transcurso del siglo XX se dio fin a la era de los viejos y nuevos imperios y, durante la Guerra Fría, se estabilizaron las fronteras de los Estados nacionales, revertiéndose la vieja tendencia hacia la concentración del poder político debido a la expansión imperial y por el surgimiento de Estados nacionales ampliados. Por implicación, esto resultó antiglobalizador. Hoy en día, hay cuatro veces más naciones técnicamente soberanas que hace cien años. Desde luego, en cierto sentido esta multiplicación de Estados nacionales ha favorecido la globalización económica pues muchas de las pequeñas y enanas unidades políticas dependen totalmente de la economía global porque poseen recursos indispensables –petróleo, destinos turísticos, territorios base para la evasión fiscal, empresas transnacionales. Así pues, algunos países se han beneficiado desproporcionadamente con la globalización. De los quince Estados nacionales con el PIB más alto per cápita en el 2004, doce tienen una población que va de los cien mil a los diez millones de habitantes. La mayoría sin un poder o peso significativos. No obstante, aun los Estados pequeños y aquellas etnias aspirantes a formar el suyo propio, son rocas que rompen el oleaje de la globalización. Ha habido intentos ocasionales de contrarrestar la fragmentación política del mundo, principalmente a través de áreas regionales de libre comercio como el Mercosur, pero sólo la Unión Europea ha logrado ir más allá de lo meramente económico, pero aun sin que se vean indicios claros de avance hacia una federación, ni siquiera a Estados confederados, como estaba en la mente de sus fundadores. La UE, pues, permanece como un hecho irrepetible y producto de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.
Y abundando: los Estados nacionales son lugares políticos y la política tiene una considerable fuerza internacional en una época en que todos los países, democráticos o no, y aún las teocracias, tienen que tomar en cuenta el sentir de sus ciudadanos. Esa ha sido una fuerza suficiente para ponerle un freno a la globalización neoliberal. El ideal de una sociedad global de libre mercado supone la irrestricta distribución de recursos y resultados en base a criterios de mercado. Por razones políticas, los gobiernos no pueden correr el riesgo de dejar en manos del mercado la distribución del producto nacional. Otra, la globalización requiere de un solo lenguaje –una versión globalizada del inglés pero, como lo demuestra la historia reciente en Europa y el sur de Asia, los países pagan las consecuencias si fallan al tomar en cuenta los idiomas dentro de sus territorios. Un mundo neoliberal requiere moverse libremente en la transacción de todos los factores de la producción. Sólo que no existe el libre movimiento internacional de la mano de obra, a pesar del hecho de encontrarse una enorme brecha entre los niveles de salarios de los países pobres y los ricos; millones de pobres en el mundo quieren migrar a las economías desarrolladas. ¿Y por qué no hay libertad migratoria? Porque no existe gobierno alguno en las economías desarrolladas que se atreva a pasar por alto la resistencia masiva de sus ciudadanos hacia la irrestricta inmigración, tanto en el plano económico como en el cultural. No defiendo esta situación, sólo señalo su enorme fuerza.
La política, a través de la acción del Estado, proporciona así el necesario contrapeso a la globalización económica. Sin embargo, difícilmente hoy encontramos gobiernos que rechacen las desventajas de la globalización o que pudieran suspenderla en sus territorios, si quisieran. Claramente no todos los países son iguales. Ciertamente, la proliferación de países pequeños y virtualmente débiles da gran prominencia y peso global a un puñado de países o uniones fuertes que dominan hoy en día el mundo: China e India, los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, Japón y Brasil, quienes tienen alrededor de la mitad de la población mundial y casi las tres cuartas partes del PIB. La globalización económica opera a través de empresas transnacionales sin poder militar ni político, pero que funcionan en un marco determinado por sus propios países de origen, sus políticas, alianzas y rivalidades.
No obstante, los progresos y la voluntad de globalización continuarán aun si –lo que no es imposible– el ritmo para lograr el libre intercambio mundial aflojase en las próximas décadas. Esto me trae a mi tercera proposición: la creación de una economía mundial como una sola y total unidad interconectada y sin obstáculos aún está en la infancia. Así, si tomamos los bienes de exportación como si fuesen el PIB de los 56 países económicamente significativos del mundo, este alcanzó su primer punto máximo alrededor de 1913 con cerca del nueve por ciento de los PIBs conjuntos, pero entre este año y 1990, sólo hubo un crecimiento del 13,5 por ciento; ni siquiera se duplicó. El Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zurich, ha establecido un índice de globalización. En este índice los diez países más económicamente globalizados del mundo sólo incluyen una economía avanzada, la del Reino Unido (como el número 10). De las economías mayormente desarrolladas, Francia clasifica en el puesto 16; los Estados Unidos en el 39 un poco adelante de Alemania y Noruega; Japón ocupa el puesto 67; Turquía clasifica en 52; China en 55; Brasil, 60; Rusia, 76 y la India ocupa el lugar 105. La clasificación en globalización social se distribuye más uniformemente entre las economías occidentales. Con excepción de la mayor parte de América Latina, la globalización social (si se prefiere cultural) refleja un mayor avance que la económica.
Esto indica que el mundo continúa abierto a los choques y tensiones de la globalización. Consideremos que, mientras los pasados treinta años nos han traído las más grandes migraciones masivas, sólo el 3 por ciento de la población mundial vive fuera de su país de origen. ¿Qué tan lejos nos llevarán los todavía modestos avances de la globalización? Júzguenlo ustedes.
III
Si hemos de juzgar los cambios en la riqueza, el poder y la cultura en el equilibrio global, debemos, por tanto, definir lo que se entiende por equilibrio mundial, o mejor, por desequilibrio –como prevaleció el planeta en el período de 1750 a 1970. Con una sola excepción –la población– hubo un gran predominio de la región del Atlántico norte, al principio confinada a las partes más relevantes de Europa pero que en el transcurso del siglo XX se inclinó hacia las antiguas colonizaciones de emigrantes europeos a Norteamérica, específicamente los Estados Unidos. Europa y las regiones colonizadas por emigrantes europeos nunca fueron más que una minoría de la población global, digamos el veinte por ciento en 1750, y tal vez el treinta o 35 por ciento hacia 1913. Desde entonces, ha caído hasta llegar alrededor del quince por ciento.
En cualquier otro sentido, el predominio del Atlántico norte fue absoluto. Cualesquiera que hubiesen sido las circunstancias, la economía mundial se transformó gracias a las tecnologías y al sistema capitalista occidentales. Pero aquí debe hacerse una distinción entre el original predominio europeo y la más reciente fase norteamericana. En el siglo XIX la dinámica global venía del capitalismo europeo pues los Estados Unidos eran mayormente una economía independiente: hasta el siglo XX su impacto sobre América Latina, por ejemplo, era menor comparado con el de Gran Bretaña. Los territorios del mundo estaban ocupados y divididos entre los poderes europeos occidentales del Atlántico Norte y el Imperio ruso. En términos militares la situación no era del todo desequilibrada, pero ninguna potencia que no contase con los recursos técnicos y de organización occidentales podría haberse enfrentado a otra que sí los tuviese. En lo que se refiere al campo intelectual, excepto el religioso, las ideas que cambiaron la política y la cultura en el mundo llegaron de Europa. Modernización significaba occidentalización. La ciencia y la tecnología, aunque internacionales, se originaban en Europa y sus filiales y estaban virtualmente monopolizadas por los países de la región. Igualmente por lo que hacía a la literatura, comunicación impresa, libros y periódicos.
En términos de poder económico, la globalización reforzó la situación original del norte industrializado y su desarrollo capitalista, el cual también multiplicó la distancia entre la riqueza per cápita de estos países con los del resto del mundo, dando a sus habitantes un elevado nivel de vida, seguridad social y, en general, mejores oportunidades de vida. En términos de lo que podría llamarse “capital intelectual”, el monopolio sobre la ciencia y la tecnología se mantuvo, aunque el centro de gravedad de estos campos se movió de Europa a los Estados Unidos después de concluida la Segunda Guerra Mundial. En el campo de las ideas y hasta la Revolución Iraní de 1979, las ideologías de origen europeo/norteamericano nacidas de las Revoluciones Estadounidense, Francesa y Rusa así como las de los Estados nacionales independientes y aun las del fascismo, fueron ideas casi universales e inspiraron tanto a los propios gobiernos como a los que quisieron deponerlos.
Esta fue la situación que empezó rápidamente a cambiar hacia finales del siglo XX, afectando desigualmente a diferentes partes del mundo. Las regiones importantes en el mundo del siglo XXI son hoy muy distintas en sus estructuras demográficas. En el año 2006 se estimaba que, en países con poblaciones enormes, los niños menores de quince años de edad constituían entre el treinta y el cincuenta por ciento de la población. Para ser más preciso, son cuatro las regiones de jóvenes actualmente: América Latina y el Caribe, al norte del Cono Sur; la subsahariana de África; la importante región musulmana de Oriente Medio y el Norte de África; y el sur y sudeste asiático. Es preciso distinguir claramente entre el subcontinente Indio y sudeste asiático. Dejo fuera los archipiélagos del Pacífico por no ser de gran importancia cuantitativa. Tres regiones desarrolladas o en rápido desarrollo representan a la población en proceso de envejecimiento en el mundo. Europa en el más amplio sentido, incluyendo Rusia y los otros países ex comunistas (no los musulmanes de Asia central) y Norteamérica y Australasia, todas éstas son regiones originalmente colonizadas o pobladas por blancos europeos. Existen, desde luego, diferencias significativas entre Norteamérica, la Unión Europea, los países que integraban la URSS y la Europa del este y el lejano oriente asiático: China, Corea del Sur, Japón, Hong Kong, Taiwán y Singapur. Para efectos de este trabajo, no me interesa ahora discutir los problemas globales de la transición demográfica que, esperamos, logre estabilizarse en una población mundial de más de seis mil millones.
Es evidente que la humanidad del siglo XXI contendrá una proporción mucho menor de blancos europeos o sus descendientes, una menor proporción de asiáticos del este y una mucho más alta proporción de latinoamericanos, de subsaharianos de África, de musulmanes mediorientales y asiáticos del sur y sureste. Esto tiene una relevancia inmediata sobre la distribución de la pobreza en el globo, que claramente se concentra en las regiones de rápido crecimiento demográfico, a excepción del sureste asiático, donde el desarrollo económico ha reducido la expansión poblacional; y desde luego también, los antiguos países soviéticos. De otra parte, mientras no existan implicaciones inmediatas en la distribución de la riqueza y el poder económico, esto es irrelevante. Así, de las unidades políticas más importantes y que son centros de poder económico, sólo dos –India y Brasil– están presentes en las regiones de crecimiento demográfico; cuatro, los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China están en los regiones de estancamiento o disminución poblacional. El África subsahariana, el Medio Oriente musulmán y el sureste asiático están fuera de consideración.
La globalización y el desarrollo económico han afectado a los países de manera asimétrica. De hecho, hoy tenemos un “mundo en desarrollo” dividido en tres partes: los países de desarrollo rápido; los países cuya función principal es la de abastecer materias primas y combustibles fósiles y los países con poco interés en la economía globalizada. En el presente, el este asiático es el más exitoso ejemplo de los primeros, los de rápido desarrollo; los países del antiguo bloque soviético y la mayoría de los musulmanes de Medio Oriente pertenecen a la segunda categoría y la mayoría de los subsaharianos de África, a la tercera.
El cambio más importante que se da a partir de 1970 es la transferencia del centro de gravedad de la economía mundial, de Norteamérica y la Unión Europea hacia el Oriente extendiéndose por el sur y sureste asiáticos. A menudo se olvida que el ascenso hacia la prominencia global de la economía japonesa también ocurrió a finales del siglo XX, así pues, al término de 1968 la producción industrial de Japón alcanzaba no más de cuatro por ciento de la mundial total, por debajo de la del Reino Unido. Desde luego, es verdad que el equilibrio del poder mundial de los negocios continúa, en gran medida, en manos de los viejos países industriales. Sin embargo, la tendencia es clara por el destacado y sorprendente papel de los asiáticos.
Qué tan lejos llegarán los cambios en el equilibrio del poder económico no está claro todavía. Norteamérica y la Unión Europea, los más importantes contribuyentes al PIB mundial, perderán terreno –Estados Unidos tal vez más que la ue. Por su parte, los países del Mar de China avanzarán, pero todavía les falta mucho. A la India, todavía no se le puede juzgar, pero hay que considerarla como claro y futuro jugador importante. A América Latina, con su cercanía al ocho por ciento del PIB mundial, no se le ven trazas de algo importante; los resultados de décadas pasadas han sido más bien decepcionantes y sus prospecciones dependerán del progreso que obtengan los países del Mercosur y México mientras no sean absorbidos aún más por la economía estadounidense. El mundo musulmán del Oriente Medio, con todo y los ingresos por el petróleo y gas, contribuye poco a los cambios y –a excepción de Turquía e Irán– sus prospecciones dependen mucho de la venta de energéticos. Por su parte, los sucesores de los países comunistas, que ahora contribuyen con alrededor del cinco por ciento del PIB posiblemente mejoren algo sus resultados cuando se recuperen de los infaustos sucesos de los noventa. Además de las materias primas y el petróleo, el poder económico de la Rusia desindustrializada tiene hoy un poco más en don- de apoyarse que en los tiempos de la era soviética con todo y la poderosa industria de armamentos y la gente con elevada educación. Por otro lado, a la cada día más empobrecida África subsahariana se le ven escasas esperanzas de poder lograr desempeñar un mejor papel.
De todas las regiones, sólo una, América del Norte, se encuentra bajo el predominio de una sola economía nacional: los Estados Unidos. Cuando las reliquias de la Guerra Fría incluyendo a Rusia asumieron que el camino se despejaba, el futuro lógico lo encontraron en combinarse con Europa. En el este y sudeste asiáticos, China puede aspirar a la hegemonía económica que por breve tiempo disfrutó Japón, pero Japón permanecerá como un jugador principal, sin tampoco olvidarnos de la India. Este nuevo y dinámico centro global, por consiguiente, será el campo en la interacción de estos tres gigantes. Ni la región musulmana del Medio Oriente, ni África, potencialmente poseen fuerza hegemónica en los campos económico y político; pero en América del Sur el solo tamaño y potencial de la economía brasileña le asigna a ésta un papel central, todavía más si la economía mexicana se permite seguir atada al sistema de los Estados Unidos.
Esto no significa que estas economías hegemónicas nacionales o regionales estén en conflicto con la ya en buena parte interdependiente economía global, que les otorga a todos beneficios reales o potenciales. Y sí significa que la globalización no puede –como el neoliberalismo lo supone– ser como el fluir suave de un líquido. Existen tres agregados principales, políticos y sociales, en el líquido. Primero, el siglo XXI tiene poco que ofrecer al rico mundo del norte, excepto la erosión, tal vez la pérdida, de su vieja hegemonía que fue también la base de su poder y del extraordinariamente elevado estándar de vida en su gente. Inevitablemente este mundo del norte se resistirá a los cambios, aunque sólo los Estados Unidos –con sus aspiraciones de supremacía de mano fuerte– pueden verse tentados a complementar su resistencia con medios militares. Segundo, la ausencia de autoridades globales efectivas y de un sistema de poder internacional, han creado una situación de gran inestabilidad política y social, turbulencias y gobiernos impotentes en muchas partes del mundo, efectos que durarán todavía algún tiempo. Tercero, las tensiones y desigualdades originadas por una globalización incontrolada, están generando una significativa resistencia popular que limita el campo de acción de los gobiernos neoliberales y de regímenes democráticos. Desde luego, se generarán movimientos de disidencia y rebelión populares.
Nos encontramos en el presente ante una fase de transición, de una economía mundial dominada por el Norte a una de nuevo esquema, probablemente de orientación asiática. Hasta que estas nuevas pautas queden establecidas, es probable que pasemos por algunas décadas de violencia, turbulencias económicas, sociales y políticas, como ha ocurrido en el pasado en similares periodos de transición. No es imposible que esto nos lleve a guerras entre países, sin embargo serán menos probables que en el siglo pasado. Quizá podamos esperar una relativa estabilidad global en algunas décadas, como las posteriores a 1945. Ciertamente la humanidad no se acercará a la solución de la crisis medioambiental del mundo, crisis que la propia actividad humana continuará fortaleciendo. ¿Cuál es la participación de Latinoamérica en esta prospección global? Ésta es una cuestión que ustedes como expertos pueden encarar mucho mejor que yo, que no lo soy.
Artículo tomado de Letras Libres
La “globalización neoliberal”, según Eric Hobsbawm, supone una mudanza económica, política y cultural del mundo en el siglo XXI. Un periodo de transición, un periodo en el que se acreciente la desigualdad, donde el desarrollo económico afecta a los paises de manera asimétrica. Análisis con el sello del autor que plantea que el poder económico tendrá una orientación asiática y la crisis medioambiental no estará cerca de solucionarse.
Un muy destacado científico ha expresado la opinión de que la raza humana sólo tiene un cincuenta por ciento de posibilidades de sobrevivir al siglo XXI. Ésta es en cierto sentido una afirmación extrema; pero muy pocos disentiríamos de la idea de que nuestra especie y nuestro globo enfrentan ahora peligros sin precedentes para la presente centuria, aunque sólo sea por el extraordinario impacto que la tecnología y la economía humanas ejercen sobre el medio ambiente. A este ensayo mío no le conciernen tales escenarios apocalípticos: supondré que si la humanidad sobrevivió al siglo XX, igualmente lo hará en el siglo XXI.
El mundo de principios del siglo XXI se caracteriza por tres sucesos principales:
# Las enormes fuerzas que aceleran la velocidad de nuestra capacidad de producción y que, al hacerlo, cambian la faz del mundo. Esto es así y así continuará.
# Un proceso de globalización acelerado por la revolución en el transporte y las comunicaciones, nos indica que: a) sus efectos mayores corresponden directa o indirectamente a la globalización económica; aunque b) se presenta en todos los campos excepto en los del poder político y la cultura, en la medida en que dependen del idioma.
# El reciente pero rápido cambio en la distribución de la riqueza, el poder y la cultura, de un patrón establecido que duró de 1750 a 1970 a uno todavía indeterminado.
I
El incremento en nuestra capacidad para producir –y para consumir– difícilmente requiere de comprobación alguna. Sin embargo, deseo hacer tres observaciones. La primera concierne a la explotación de recursos cuyo abastecimiento es naturalmente limitado. Esto incluye no sólo las fuentes de energía fósil de las cuales la industria ha dependido desde el siglo XIX –carbón, petróleo, gas– sino de los más antiguos fundadores de nuestra civilización, a saber: agricultura, pesca y bosques. Estas limitaciones naturales o son absolutas dada la magnitud de las reservas geológicas y de tierras cultivables, o relativas cuando la demanda excede la capacidad de estos recursos para su propia renovación, como la excesiva explotación pesquera y de bosques. Cerca del final del siglo XX el mundo no se había aproximado aún al límite absoluto de las fuentes de energía, ni a un incremento sustancial en la productividad agrícola y las extensiones cultivables, aunque el ritmo de incorporación de nuevas tierras aflojó durante la segunda mitad del siglo. Los rendimientos por hectárea de trigo, arroz y maíz subieron a más del doble entre 1960 y 1990. Sin embargo, los bosques fueron seriamente amenazados. La deforestación en pequeña escala ha sido un antiguo problema y ha dejado marca permanente en algunas regiones, notablemente el Mediterráneo. La sobreexplotación pesquera empezó a alcanzar su punto crítico en el Atlántico norte alrededor de los últimos treinta años del siglo XX y se extendió a todo el globo debido a la preferencia por algunas especies. Esto, hasta cierto punto, se ha compensado con la acuicultura, que en la actualidad produce alrededor del 36 por ciento del pescado y marisco que consumimos –cerca de la mitad de las importaciones de pescado de los Estados Unidos. Aunque la acuicultura todavía se encuentra en etapa inicial, el esfuerzo podría terminar en la mayor innovación en la producción de alimentos desde que se inventó la agricultura. Esta vastedad de alimentos alcanzada, que permite alimentar a más de seis mil millones de personas mucho mejor que a los dos mil millones de principios del siglo XX, se logró a través de los métodos tradicionales, además de las tecnologías mecánica y química; de modo que no tiene sentido argumentar que la humanidad no puede ser alimentada sin manipulación genética.
El agotamiento de los recursos no renovables o limitados ciertamente planteará serios problemas al siglo XXI, particularmente si la crisis medioambiental no se encara seriamente.
Mi segunda observación se ocupa del impacto que la revolución tecnológica ha tenido sobre la producción y la mano de obra. En la segunda mitad del siglo XX, por primera vez en la historia la producción dejó de ser de mano de obra intensiva para volverse de capital intensivo y, progresivamente, de información intensiva. Las consecuencias han sido dramáticas. La agricultura sigue siendo el principal deponente de mano de obra. En Japón la población agrícola se redujo del 52,4 por ciento después de la Segunda Guerra Mundial al 5 por ciento en el presente. Lo mismo en Corea del Sur y Taiwán. Aun en China la población agrícola ha disminuido del 85 por ciento en 1950, al 50 por ciento hoy en día. No hay necesidad de comprobar la sangría de campesinos en América Latina desde 1960, pues es evidente. Para decirlo pronto, salvo la India y algunas zonas del África subsahariana, no quedan países campesinos en el mundo. La dramática caída de la población rural se ha compensado con un alto crecimiento de las zonas urbanas que, en el mundo en desarrollo, han dado origen a ciudades gigantes.
En el pasado, este caudal de mano de obra redundante y no calificada era absorbido por la industria –en la minería, la construcción, el transporte, las manufacturas, etc. Esta situación aún prevalece en China, pero en el resto del mundo, incluyendo a los países en desarrollo, la industria ha venido deshaciéndose aceleradamente de la mano de obra. Este descenso en la industria no es sólo debido a la transferencia de la producción de regiones de altos costos a otras de bajos, sino que también va implícita la substitución de tecnologías cuyos costos declinan por mano de obra calificada cuyos costos son inelásticos y al alza con el propio desarrollo económico. Desde 1980, los sindicatos de la industria automotriz en los Estados Unidos han perdido la mitad de sus miembros. Igualmente Brasil empleaba un tercio menos de trabajadores aun cuando produce casi el doble de vehículos automotores en 1995 que en 1980. El incremento en el sector de los servicios junto al crecimiento económico no ofrecen una alternativa viable para dar salida a la mano de obra redundante tanto industrial como agrícola, generalmente de baja escolaridad y con poca capacidad de adaptación. Sin embargo, hasta ahora, el empleo a las mujeres ha resultado relativamente beneficiado, al menos en los países desarrollados.
La mayor parte de la mano de obra redundante la absorbe la economía informal que, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), comprende el 47 por ciento del empleo no agrícola en el Medio Oriente y Norte de África; 51 por ciento en América Latina; 71 por ciento en Asia y 72 por ciento en el África Subsahariana. El problema se observa muy agudo en los países más pobres y en aquellos otros devastados por la transición económica, como la ex URSS y los Balcanes. Mientras se ha argumentado a favor de la flexibilidad y efectividad de la economía informal sobre todo en el caso latinoamericano, la verdad es que ésta es siempre bastante menos significativa en los países desarrollados (alrededor de diez por ciento en Estados Unidos). En cambio, el contraste entre un rápido crecimiento económico y la incapacidad para generar suficientes empleos es particularmente impactante en la India, cuyo crecimiento se cimienta en capital e información intensivos pero con un 83 por ciento de la fuerza laboral en el sector informal. El gobierno de Manmohan Singh se ha visto en la necesidad de garantizar un mínimo de días de trabajo a la población rural más pobre.
Mi tercera observación es obvia, y es que el enorme incremento en la capacidad humana para producir depende mayormente de los conocimientos y la información. Esto es, en un gran número de gente con altos estudios y no necesariamente sólo en el campo profesional de la investigación y el desarrollo. Aquí, la riqueza acumulada y el capital intelectual de la era de la industrialización occidental continúa dándoles a los países del norte enormes ventajas sobre los países en desarrollo. Aunque el número de asiáticos laureados con Premios Nobel de Ciencia va en aumento desde 1980, sigue siendo pequeño. Los recursos intelectuales en el resto del mundo en desarrollo siguen a la espera de un mejor aprovechamiento. Además, los jóvenes investigadores del mundo en desarrollo pueden trabajar en los centros de investigación del Norte, reforzando así su predominancia.
Sin embargo, el siglo XXI está siendo testigo de la rápida transferencia de actividades innovadoras, base del progreso moderno, antes monopolizadas por las regiones del Atlántico norte. Esto es muy reciente. El primer laboratorio extranjero para investigación y desarrollo se estableció en China en 1993 (por Motorola); pero en pocos años setecientas empresas transnacionales han hecho lo mismo, mayormente en el sur y el este de Asia, una región especializada en diseño de semiconductores. Y aquí, una vez más, las disparidades regionales parecen aumentar, ya que el progreso depende también de que los gobiernos sean efectivos, se cuente con infraestructura adecuada y, sobre todo, con población educada por encima de los niveles básicos. No hay duda de que en países como la India y, en menor grado, Brasil, la baja escolaridad de la mayoría de la población es un obstáculo; sin embargo, esto se ha compensado por el relativo buen aprovechamiento del escaso número de los altamente educados. Los avances en este aspecto, en el mundo en desarrollo, todavía enfrentan un largo camino. El crecimiento de algunas regiones y el rezago de otras es muy evidente, así como el aumento en las disparidades. Según la revista R&D, en la lista de países más atractivos para invertir, están –en ese orden– China, Estados Unidos, India, Japón, el Reino Unido y Rusia. De América Latina, Brasil ocupó el lugar diecinueve (debajo de Austria), y México el ventitrés.
II
Y paso a la globalización, esto es, el desarrollo mundial como una sola unidad, cuyas transacciones y comunicación están libres de trabas locales y de otra índole.
Esto, en principio, no es nada nuevo. Teóricos como Wallerstein registran un “Sistema Mundial” desde la circunnavegación del globo durante el siglo XVI. Desde entonces se han ido registrando otros varios e importantes avances, principalmente en los campos económico y de las comunicaciones. Dejaré fuera de las comparaciones la fase del proceso previa a 1914. Esa economía nunca abordó seriamente asuntos de producción y distribución de bienes materiales aun cuando sí creó un libre flujo global en las transacciones financieras –aunque en menor escala que las actuales. Fueron tiempos de migraciones de mano de obra casi totalmente irrestrictas por los gobiernos, y en este sentido, una globalización más avanzada que la presente. Y mientras que las comunicaciones sufrieron cambios benéficos y sustanciales en los sistemas postales, telegráficos y organismos de coordinación internacional a mediados del siglo XIX, el número de personas involucradas en transacciones internacionales fue escaso. De hecho, la globalización de la producción ha sido posible gracias al revolucionario avance en las comunicaciones, que virtualmente han abolido las limitaciones en cuanto a lugar, distancia y tiempo se refiere y al no menos dramático adelanto en la transportación de mercancías desde los años sesenta –carga aérea y contenedores–, aun cuando la innovación tecnológica fue menor que en las comunicaciones humanas.
Aquí, tres puntos son relevantes.
El primero es la peculiar naturaleza de este proceso a partir de los años setenta, concretamente el triunfo sin precedente de un capitalismo que descansa en la libre movilidad global de todos los factores de la producción y la de los gobiernos atentos a no interferir en la distribución de los recursos dispuesta por el mercado. Ésta no es la única versión del concepto de globalización. En las décadas anteriores a 1914, su progreso corrió paralelo rivalizando con las políticas proteccionistas, moderadas en la mayoría de los países industrializados y extremas en los Estados Unidos. Durante las décadas doradas posteriores a 1945 esta práctica de sustitución de importaciones corrió paralela a las políticas, no tan infructuosas, del mundo no comunista. No queda claro que los programas neoliberales extremos aseguren un máximo de crecimiento económico, asumiendo que fuese deseable. El más rápido crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita observado en el “mundo capitalista avanzado” no se dio en el “orden liberal” de 1870 a 1913, ni tampoco en el “orden neoliberal” de 1973 a 1998, sino solamente en los “años dorados” de 1950-1973. El crecimiento económico de los inicios del siglo XXI ha descansado primordialmente en un dinamismo que Maddison llama “las quince economías asiáticas resurgentes”, cuyo crecimiento ha sido asombroso. Pero no fue el neoliberalismo el que presidió la extraordinaria revolución industrial de Corea del Sur, Taiwán, China y, aun, la India a principios de los años noventa. A la inversa, la situación de 168 economías, fuera de estos dínamos, mostró un rápido deterioro en el último cuarto del siglo XX y fue una catástrofe para la ex URSS, los Balcanes y algunas regiones africanas.
Algunos aspectos de esta globalización neoliberal tienen relevancia directa sobre la situación mundial general a principios de este siglo XXI. Primero, es patente el incremento en la desigualdad económica y social tanto entre países como al interior de ellos. Esta desigualdad eventualmente podría disminuir, pues las economías asiáticas más dinámicas podrían alcanzar a los viejos países capitalistas desarrollados; pero en el caso de la India y China, con sus miles de millones de habitantes, hace que la brecha sea tan grande y que el paso al que pudieran alcanzar el mismo PIB per cápita de los Estados Unidos sea tan lento como un caracol. Lo que es más, la rapidez con que crece la brecha entre países ricos y pobres reduce el significado práctico de estos avances. Sería inapropiado usar a los 52 multimillonarios de Rusia como índice comparativo del estándar de vida en ese país. Éstos representan otra más de las consecuencias de la globalización neoliberal, cuya novedad es que pequeños grupos de ricos globales son tan adinerados que sus recursos podrían ser de la magnitud del ingreso nacional de países como Eslovaquia, Eslovenia, Kenya o, en el caso de los muy ricos, del orden del PIB de Nigeria, Ucrania y Vietnam. Este tipo de crecimiento ha generado en la India un mercado de clase media tipo occidental contado por decenas –algunos aseguran que cientos– de millones; sólo hay que subrayar que, hacia 2005, en este país el 43 por ciento de la población vivía con menos de un dólar al día. Fuertes y crecientes desigualdades en la riqueza, el poder y las oportunidades para tener una vida mejor no son la receta para la estabilidad política.
La segunda característica de la globalización, respaldada por las políticas socialmente ciegas del Fondo Monetario Internacional, ha sido el agudo crecimiento en la inestabilidad económica y en las fluctuaciones económicas. Los viejos países industriales han estado resguardados, comparativamente, de las depresiones cíclicas, excepto por los bruscos virajes a corto plazo del mercado bursátil; sin embargo, el impacto ha sido dramático en grandes partes del mundo y, notablemente, en América Latina, el sudeste asiático y la ex Unión Soviética. Sólo tenemos que recordar las crisis de principios de 1980 en Brasil y, a fines de los noventa, las de Indonesia, Malasia, Tailandia y Corea del Sur y, sin olvidar, la de Argentina a principios del año 2000. Sólo recordemos los cambios políticos que siguieron a estas crisis en varios países. Las economías volátiles no son receta para la estabilidad política.
La tercera característica de la globalización neoliberal es que, al sustituir un conjunto de economías nacionales por una economía global, se reduce severamente la capacidad de los gobiernos para influir en las actividades económicas de su territorio y se daña su capacidad recaudatoria. Esta situación se agudizó mayormente al aceptar todos la lógica del neoliberalismo. Desde la terminación de las economías de planeación centralizada, todos los países, incluyendo a los más grandes, están en mayor o menor grado a merced del “mercado”. Esto no implica que hayan perdido todo peso específico en la economía. Todos los gobiernos centrales y locales, por la naturaleza de sus actividades, son los principales empleadores de la fuerza laboral. Es más, así han retenido su mayor valor histórico: el monopolio de la ley y el poder político. Y esto significa que ya no funcionan como actores económicos en el teatro mundial, ni siquiera como dramaturgos aunque sí como escenógrafos. Pues los actores de hoy, las grandes corporaciones transnacionales, se ven en la necesidad de acudir a ellos pues también son los propietarios de los teatros nacionales que requieren para sus operaciones. La globalización neoliberal ha debilitado seriamente a los Estados nacionales como los conductores del poder y artífices de la política.
Políticamente, el aspecto más serio de este debilitamiento es el de que priva a los gobiernos, sobre todo a los de las economías desarrolladas del Norte y Occidente, de sus ambiciosos y generosos planes sobre seguridad social, mismos que ya desde los tiempos de Bismarck habían sido reconocidos por los gobernantes como la mejor herramienta para la estabilidad social y política, esto es, el Estado benefactor. En vez de esto, el mercado global fundamentalista ofrece un proyecto de prosperidad para todos –o casi todos– a través de los beneficios de un crecimiento económico interminable. Aun en los países como el Reino Unido donde el programa neoliberal ha proveído a la gente de una genuina y bien distribuida riqueza, no han disminuido las demandas de los ciudadanos por más empleos, garantías para sus ingresos básicos, seguro social, salud y pensiones. Sólo la capacidad o voluntad de los gobiernos para proveer lo anterior ha posibilitado el cumplimiento de esas ambiciones.
Esto me trae a la segunda y más amplia de las propuestas sobre globalización y es que ésta, en mayor o menor grado, es universal pero se queda corta ante un problema humano mucho mayor: la política. Históricamente han existido y existen mecanismos económicos en el mundo, pero ninguno dirigido a la creación de un gobierno mundial. Las Naciones Unidas y otros organismos prevalecen por la conveniencia y el permiso que los propios países les otorgan. Los Estados nacionales son las únicas autoridades en el mundo y sobre el mundo para ejercer el poder de la ley y el monopolio de la violencia. De hecho, en el transcurso del siglo XX se dio fin a la era de los viejos y nuevos imperios y, durante la Guerra Fría, se estabilizaron las fronteras de los Estados nacionales, revertiéndose la vieja tendencia hacia la concentración del poder político debido a la expansión imperial y por el surgimiento de Estados nacionales ampliados. Por implicación, esto resultó antiglobalizador. Hoy en día, hay cuatro veces más naciones técnicamente soberanas que hace cien años. Desde luego, en cierto sentido esta multiplicación de Estados nacionales ha favorecido la globalización económica pues muchas de las pequeñas y enanas unidades políticas dependen totalmente de la economía global porque poseen recursos indispensables –petróleo, destinos turísticos, territorios base para la evasión fiscal, empresas transnacionales. Así pues, algunos países se han beneficiado desproporcionadamente con la globalización. De los quince Estados nacionales con el PIB más alto per cápita en el 2004, doce tienen una población que va de los cien mil a los diez millones de habitantes. La mayoría sin un poder o peso significativos. No obstante, aun los Estados pequeños y aquellas etnias aspirantes a formar el suyo propio, son rocas que rompen el oleaje de la globalización. Ha habido intentos ocasionales de contrarrestar la fragmentación política del mundo, principalmente a través de áreas regionales de libre comercio como el Mercosur, pero sólo la Unión Europea ha logrado ir más allá de lo meramente económico, pero aun sin que se vean indicios claros de avance hacia una federación, ni siquiera a Estados confederados, como estaba en la mente de sus fundadores. La UE, pues, permanece como un hecho irrepetible y producto de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.
Y abundando: los Estados nacionales son lugares políticos y la política tiene una considerable fuerza internacional en una época en que todos los países, democráticos o no, y aún las teocracias, tienen que tomar en cuenta el sentir de sus ciudadanos. Esa ha sido una fuerza suficiente para ponerle un freno a la globalización neoliberal. El ideal de una sociedad global de libre mercado supone la irrestricta distribución de recursos y resultados en base a criterios de mercado. Por razones políticas, los gobiernos no pueden correr el riesgo de dejar en manos del mercado la distribución del producto nacional. Otra, la globalización requiere de un solo lenguaje –una versión globalizada del inglés pero, como lo demuestra la historia reciente en Europa y el sur de Asia, los países pagan las consecuencias si fallan al tomar en cuenta los idiomas dentro de sus territorios. Un mundo neoliberal requiere moverse libremente en la transacción de todos los factores de la producción. Sólo que no existe el libre movimiento internacional de la mano de obra, a pesar del hecho de encontrarse una enorme brecha entre los niveles de salarios de los países pobres y los ricos; millones de pobres en el mundo quieren migrar a las economías desarrolladas. ¿Y por qué no hay libertad migratoria? Porque no existe gobierno alguno en las economías desarrolladas que se atreva a pasar por alto la resistencia masiva de sus ciudadanos hacia la irrestricta inmigración, tanto en el plano económico como en el cultural. No defiendo esta situación, sólo señalo su enorme fuerza.
La política, a través de la acción del Estado, proporciona así el necesario contrapeso a la globalización económica. Sin embargo, difícilmente hoy encontramos gobiernos que rechacen las desventajas de la globalización o que pudieran suspenderla en sus territorios, si quisieran. Claramente no todos los países son iguales. Ciertamente, la proliferación de países pequeños y virtualmente débiles da gran prominencia y peso global a un puñado de países o uniones fuertes que dominan hoy en día el mundo: China e India, los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, Japón y Brasil, quienes tienen alrededor de la mitad de la población mundial y casi las tres cuartas partes del PIB. La globalización económica opera a través de empresas transnacionales sin poder militar ni político, pero que funcionan en un marco determinado por sus propios países de origen, sus políticas, alianzas y rivalidades.
No obstante, los progresos y la voluntad de globalización continuarán aun si –lo que no es imposible– el ritmo para lograr el libre intercambio mundial aflojase en las próximas décadas. Esto me trae a mi tercera proposición: la creación de una economía mundial como una sola y total unidad interconectada y sin obstáculos aún está en la infancia. Así, si tomamos los bienes de exportación como si fuesen el PIB de los 56 países económicamente significativos del mundo, este alcanzó su primer punto máximo alrededor de 1913 con cerca del nueve por ciento de los PIBs conjuntos, pero entre este año y 1990, sólo hubo un crecimiento del 13,5 por ciento; ni siquiera se duplicó. El Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zurich, ha establecido un índice de globalización. En este índice los diez países más económicamente globalizados del mundo sólo incluyen una economía avanzada, la del Reino Unido (como el número 10). De las economías mayormente desarrolladas, Francia clasifica en el puesto 16; los Estados Unidos en el 39 un poco adelante de Alemania y Noruega; Japón ocupa el puesto 67; Turquía clasifica en 52; China en 55; Brasil, 60; Rusia, 76 y la India ocupa el lugar 105. La clasificación en globalización social se distribuye más uniformemente entre las economías occidentales. Con excepción de la mayor parte de América Latina, la globalización social (si se prefiere cultural) refleja un mayor avance que la económica.
Esto indica que el mundo continúa abierto a los choques y tensiones de la globalización. Consideremos que, mientras los pasados treinta años nos han traído las más grandes migraciones masivas, sólo el 3 por ciento de la población mundial vive fuera de su país de origen. ¿Qué tan lejos nos llevarán los todavía modestos avances de la globalización? Júzguenlo ustedes.
III
Si hemos de juzgar los cambios en la riqueza, el poder y la cultura en el equilibrio global, debemos, por tanto, definir lo que se entiende por equilibrio mundial, o mejor, por desequilibrio –como prevaleció el planeta en el período de 1750 a 1970. Con una sola excepción –la población– hubo un gran predominio de la región del Atlántico norte, al principio confinada a las partes más relevantes de Europa pero que en el transcurso del siglo XX se inclinó hacia las antiguas colonizaciones de emigrantes europeos a Norteamérica, específicamente los Estados Unidos. Europa y las regiones colonizadas por emigrantes europeos nunca fueron más que una minoría de la población global, digamos el veinte por ciento en 1750, y tal vez el treinta o 35 por ciento hacia 1913. Desde entonces, ha caído hasta llegar alrededor del quince por ciento.
En cualquier otro sentido, el predominio del Atlántico norte fue absoluto. Cualesquiera que hubiesen sido las circunstancias, la economía mundial se transformó gracias a las tecnologías y al sistema capitalista occidentales. Pero aquí debe hacerse una distinción entre el original predominio europeo y la más reciente fase norteamericana. En el siglo XIX la dinámica global venía del capitalismo europeo pues los Estados Unidos eran mayormente una economía independiente: hasta el siglo XX su impacto sobre América Latina, por ejemplo, era menor comparado con el de Gran Bretaña. Los territorios del mundo estaban ocupados y divididos entre los poderes europeos occidentales del Atlántico Norte y el Imperio ruso. En términos militares la situación no era del todo desequilibrada, pero ninguna potencia que no contase con los recursos técnicos y de organización occidentales podría haberse enfrentado a otra que sí los tuviese. En lo que se refiere al campo intelectual, excepto el religioso, las ideas que cambiaron la política y la cultura en el mundo llegaron de Europa. Modernización significaba occidentalización. La ciencia y la tecnología, aunque internacionales, se originaban en Europa y sus filiales y estaban virtualmente monopolizadas por los países de la región. Igualmente por lo que hacía a la literatura, comunicación impresa, libros y periódicos.
En términos de poder económico, la globalización reforzó la situación original del norte industrializado y su desarrollo capitalista, el cual también multiplicó la distancia entre la riqueza per cápita de estos países con los del resto del mundo, dando a sus habitantes un elevado nivel de vida, seguridad social y, en general, mejores oportunidades de vida. En términos de lo que podría llamarse “capital intelectual”, el monopolio sobre la ciencia y la tecnología se mantuvo, aunque el centro de gravedad de estos campos se movió de Europa a los Estados Unidos después de concluida la Segunda Guerra Mundial. En el campo de las ideas y hasta la Revolución Iraní de 1979, las ideologías de origen europeo/norteamericano nacidas de las Revoluciones Estadounidense, Francesa y Rusa así como las de los Estados nacionales independientes y aun las del fascismo, fueron ideas casi universales e inspiraron tanto a los propios gobiernos como a los que quisieron deponerlos.
Esta fue la situación que empezó rápidamente a cambiar hacia finales del siglo XX, afectando desigualmente a diferentes partes del mundo. Las regiones importantes en el mundo del siglo XXI son hoy muy distintas en sus estructuras demográficas. En el año 2006 se estimaba que, en países con poblaciones enormes, los niños menores de quince años de edad constituían entre el treinta y el cincuenta por ciento de la población. Para ser más preciso, son cuatro las regiones de jóvenes actualmente: América Latina y el Caribe, al norte del Cono Sur; la subsahariana de África; la importante región musulmana de Oriente Medio y el Norte de África; y el sur y sudeste asiático. Es preciso distinguir claramente entre el subcontinente Indio y sudeste asiático. Dejo fuera los archipiélagos del Pacífico por no ser de gran importancia cuantitativa. Tres regiones desarrolladas o en rápido desarrollo representan a la población en proceso de envejecimiento en el mundo. Europa en el más amplio sentido, incluyendo Rusia y los otros países ex comunistas (no los musulmanes de Asia central) y Norteamérica y Australasia, todas éstas son regiones originalmente colonizadas o pobladas por blancos europeos. Existen, desde luego, diferencias significativas entre Norteamérica, la Unión Europea, los países que integraban la URSS y la Europa del este y el lejano oriente asiático: China, Corea del Sur, Japón, Hong Kong, Taiwán y Singapur. Para efectos de este trabajo, no me interesa ahora discutir los problemas globales de la transición demográfica que, esperamos, logre estabilizarse en una población mundial de más de seis mil millones.
Es evidente que la humanidad del siglo XXI contendrá una proporción mucho menor de blancos europeos o sus descendientes, una menor proporción de asiáticos del este y una mucho más alta proporción de latinoamericanos, de subsaharianos de África, de musulmanes mediorientales y asiáticos del sur y sureste. Esto tiene una relevancia inmediata sobre la distribución de la pobreza en el globo, que claramente se concentra en las regiones de rápido crecimiento demográfico, a excepción del sureste asiático, donde el desarrollo económico ha reducido la expansión poblacional; y desde luego también, los antiguos países soviéticos. De otra parte, mientras no existan implicaciones inmediatas en la distribución de la riqueza y el poder económico, esto es irrelevante. Así, de las unidades políticas más importantes y que son centros de poder económico, sólo dos –India y Brasil– están presentes en las regiones de crecimiento demográfico; cuatro, los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China están en los regiones de estancamiento o disminución poblacional. El África subsahariana, el Medio Oriente musulmán y el sureste asiático están fuera de consideración.
La globalización y el desarrollo económico han afectado a los países de manera asimétrica. De hecho, hoy tenemos un “mundo en desarrollo” dividido en tres partes: los países de desarrollo rápido; los países cuya función principal es la de abastecer materias primas y combustibles fósiles y los países con poco interés en la economía globalizada. En el presente, el este asiático es el más exitoso ejemplo de los primeros, los de rápido desarrollo; los países del antiguo bloque soviético y la mayoría de los musulmanes de Medio Oriente pertenecen a la segunda categoría y la mayoría de los subsaharianos de África, a la tercera.
El cambio más importante que se da a partir de 1970 es la transferencia del centro de gravedad de la economía mundial, de Norteamérica y la Unión Europea hacia el Oriente extendiéndose por el sur y sureste asiáticos. A menudo se olvida que el ascenso hacia la prominencia global de la economía japonesa también ocurrió a finales del siglo XX, así pues, al término de 1968 la producción industrial de Japón alcanzaba no más de cuatro por ciento de la mundial total, por debajo de la del Reino Unido. Desde luego, es verdad que el equilibrio del poder mundial de los negocios continúa, en gran medida, en manos de los viejos países industriales. Sin embargo, la tendencia es clara por el destacado y sorprendente papel de los asiáticos.
Qué tan lejos llegarán los cambios en el equilibrio del poder económico no está claro todavía. Norteamérica y la Unión Europea, los más importantes contribuyentes al PIB mundial, perderán terreno –Estados Unidos tal vez más que la ue. Por su parte, los países del Mar de China avanzarán, pero todavía les falta mucho. A la India, todavía no se le puede juzgar, pero hay que considerarla como claro y futuro jugador importante. A América Latina, con su cercanía al ocho por ciento del PIB mundial, no se le ven trazas de algo importante; los resultados de décadas pasadas han sido más bien decepcionantes y sus prospecciones dependerán del progreso que obtengan los países del Mercosur y México mientras no sean absorbidos aún más por la economía estadounidense. El mundo musulmán del Oriente Medio, con todo y los ingresos por el petróleo y gas, contribuye poco a los cambios y –a excepción de Turquía e Irán– sus prospecciones dependen mucho de la venta de energéticos. Por su parte, los sucesores de los países comunistas, que ahora contribuyen con alrededor del cinco por ciento del PIB posiblemente mejoren algo sus resultados cuando se recuperen de los infaustos sucesos de los noventa. Además de las materias primas y el petróleo, el poder económico de la Rusia desindustrializada tiene hoy un poco más en don- de apoyarse que en los tiempos de la era soviética con todo y la poderosa industria de armamentos y la gente con elevada educación. Por otro lado, a la cada día más empobrecida África subsahariana se le ven escasas esperanzas de poder lograr desempeñar un mejor papel.
De todas las regiones, sólo una, América del Norte, se encuentra bajo el predominio de una sola economía nacional: los Estados Unidos. Cuando las reliquias de la Guerra Fría incluyendo a Rusia asumieron que el camino se despejaba, el futuro lógico lo encontraron en combinarse con Europa. En el este y sudeste asiáticos, China puede aspirar a la hegemonía económica que por breve tiempo disfrutó Japón, pero Japón permanecerá como un jugador principal, sin tampoco olvidarnos de la India. Este nuevo y dinámico centro global, por consiguiente, será el campo en la interacción de estos tres gigantes. Ni la región musulmana del Medio Oriente, ni África, potencialmente poseen fuerza hegemónica en los campos económico y político; pero en América del Sur el solo tamaño y potencial de la economía brasileña le asigna a ésta un papel central, todavía más si la economía mexicana se permite seguir atada al sistema de los Estados Unidos.
Esto no significa que estas economías hegemónicas nacionales o regionales estén en conflicto con la ya en buena parte interdependiente economía global, que les otorga a todos beneficios reales o potenciales. Y sí significa que la globalización no puede –como el neoliberalismo lo supone– ser como el fluir suave de un líquido. Existen tres agregados principales, políticos y sociales, en el líquido. Primero, el siglo XXI tiene poco que ofrecer al rico mundo del norte, excepto la erosión, tal vez la pérdida, de su vieja hegemonía que fue también la base de su poder y del extraordinariamente elevado estándar de vida en su gente. Inevitablemente este mundo del norte se resistirá a los cambios, aunque sólo los Estados Unidos –con sus aspiraciones de supremacía de mano fuerte– pueden verse tentados a complementar su resistencia con medios militares. Segundo, la ausencia de autoridades globales efectivas y de un sistema de poder internacional, han creado una situación de gran inestabilidad política y social, turbulencias y gobiernos impotentes en muchas partes del mundo, efectos que durarán todavía algún tiempo. Tercero, las tensiones y desigualdades originadas por una globalización incontrolada, están generando una significativa resistencia popular que limita el campo de acción de los gobiernos neoliberales y de regímenes democráticos. Desde luego, se generarán movimientos de disidencia y rebelión populares.
Nos encontramos en el presente ante una fase de transición, de una economía mundial dominada por el Norte a una de nuevo esquema, probablemente de orientación asiática. Hasta que estas nuevas pautas queden establecidas, es probable que pasemos por algunas décadas de violencia, turbulencias económicas, sociales y políticas, como ha ocurrido en el pasado en similares periodos de transición. No es imposible que esto nos lleve a guerras entre países, sin embargo serán menos probables que en el siglo pasado. Quizá podamos esperar una relativa estabilidad global en algunas décadas, como las posteriores a 1945. Ciertamente la humanidad no se acercará a la solución de la crisis medioambiental del mundo, crisis que la propia actividad humana continuará fortaleciendo. ¿Cuál es la participación de Latinoamérica en esta prospección global? Ésta es una cuestión que ustedes como expertos pueden encarar mucho mejor que yo, que no lo soy.
Artículo tomado de Letras Libres
Honduras: la derecha contraataca
Immanuel Wallerstein, La Jornada
La presidencia de George W. Bush fue el momento de mayor arrasamiento electoral por parte de los partidos de centroizquierda en América latina en los últimos dos siglos. La presidencia de Barack Obama corre el riesgo de ser el momento de la venganza de la derecha en América latina. La razón bien puede ser la misma: la combinación de la decadencia del poderío estadounidense con la continuada centralidad de Estados Unidos en la política mundial. Al mismo tiempo, Washington es incapaz de imponerse por sí mismo y todo el mundo espera que entre al terreno de juego en el bando de ellos.
¿Qué fue lo que ocurrió en Honduras? Hace mucho que este país es uno de los pilares más seguros de las oligarquías latinoamericanas: tiene una clase dominante arrogante y sin arrepentimiento, guarda vínculos cercanos con Estados Unidos y es el sitio de una importante base militar estadounidense. En las últimas elecciones, Manuel “Mel” Zelaya fue electo presidente.
Siendo un producto de las clases dominantes, se esperaba que continuara jugando el juego en la forma en que los presidentes hondureños lo han jugado siempre. En cambio, inclinó sus políticas hacia la izquierda. Emprendió programas internos que en verdad hicieron algo por la vasta mayoría de la población: se construyeron escuelas en áreas rurales remotas, se aumentó el salario mínimo, se abrieron clínicas de salud.
Comenzó su período apoyando el tratado de libre comercio con Estados Unidos, pero dos años después se unió al ALBA, la organización de Estados que creó el presidente Hugo Chávez. El resultado fue que Honduras obtuvo petróleo barato procedente de Venezuela. Luego propuso la celebración de un referéndum para saber si la población pensaba que era buena idea revisar la Constitución. La oligarquía gritó que éste era un intento de Zelaya de cambiar las leyes y hacer posible que él accediera a un segundo período. Dado que se preveía que la consulta ocurriera el día en que su sucesor fuera electo, ésta es claramente una razón inventada. ¿Por qué entonces escenificó el ejército un golpe de Estado con el respaldo de la Suprema Corte, el Congreso hondureño y la jerarquía católica?
Dos factores confluyen aquí: su visión de Zelaya y su percepción de Estados Unidos. En los años treinta, la derecha estadounidense atacó a Franklin Roosevelt como “traidor a su clase”. Para la oligarquía hondureña, eso significa que Zelaya, “un traidor a su clase”, es alguien que debería ser castigado como ejemplo para otros.
¿Y qué pasa con Estados Unidos? Cuando ocurrió el golpe, algunos comentaristas de la izquierda vociferante en la blogosfera lo llamaron “el golpe de Estado de Obama”.
Ni Zelaya ni sus simpatizantes en la calle, ni tampoco Chávez o Fidel Castro tienen esa visión tan simplista. Todos ellos notan la diferencia entre Obama y la derecha estadounidense (líderes políticos o figuras militares). Parece claro que la última cosa que el gobierno de Obama quería era este golpe de Estado. Ha sido un intento por forzarle la mano. Sin duda esto recibió aliento de figuras clave de la derecha estadounidense, como Otto Reich (el cubano-estadounidense y ex consejero de Bush) y el International Republican Institute.
Seamos testigos de algunas de las aseveraciones más desorbitadas de los golpistas. El ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de facto, Enrique Ortez, dijo que Obama era un “negrito que no sabe nada de nada”. Hay alguna controversia de qué tan peyorativo es el término “negrito” en castellano. En cualquier caso, el embajador estadounidense protestó tajantemente ante el insulto. Ortez se disculpó por su “desafortunada expresión”, y se lo cambió a otro puesto en el gobierno. Ortez concedió una entrevista a la televisión hondureña diciendo: “No tengo prejuicios raciales, me gusta el negrito que está presidiendo Estados Unidos”. Sin duda, la derecha estadounidense es más cortés, pero no menos denunciatoria de Obama. El senador republicano Jim DeMint, la diputada republicana cubanoestadounidense Ileana RosLehtinen y el abogado conservador Manuel A. Estrada, todos han insistido en que el golpe estuvo justificado porque no fue un golpe de Estado, sino justamente una defensa de la Constitución hondureña. Y la blogger derechista Jennifer Rubin publicó un texto el 13 de julio titulado: “Obama está mal, mal, mal respecto a Honduras”. Su equivalente hondureño, Ramón Villeda, publicó una carta abierta al presidente estadounidense el 11 de julio, donde decía: “No es la primera vez que Washington se equivoca y abandona, en momentos críticos, a un aliado y amigo”. La derecha hondureña hace su juego buscando ganar tiempo, hasta que el período de Zelaya termine. Si logran su objetivo, habrán ganado. Y la derecha guatemalteca, la salvadoreña y la nicaragüense observan por los costados, y ya les pican las ganas de comenzar sus propios golpes de Estado contra sus gobiernos que no son ya de derecha.
Es posible que la derecha gane las elecciones este año y el año entrante en Argentina y Brasil, tal vez en Uruguay y Chile. Tres analistas importantes del Cono Sur han publicado sus explicaciones. Atilio Boron habla de la “futilidad del golpe”. El sociólogo brasileño Emir Sader dice que América latina enfrenta una encrucijada: “La profundización del antineoliberalismo o la restauración conservadora”. El periodista uruguayo Raúl Zibechi titula su análisis “La irresistible decadencia del progresismo”. Zibechi piensa que las débiles políticas de Lula, Vázquez, Kirchner y Bachelet (Brasil, Uruguay, Argentina y Chile) han fortalecido a la derecha (que avizora adoptando un estilo Berlusconi) y dividieron a la izquierda. Pienso que hay una explicación más directa y simple. La izquierda llegó al poder en América latina debido a la distracción estadounidense y a los buenos tiempos económicos. Ahora enfrenta una distracción continuada, pero los tiempos económicos son malos y comienzan a culparla porque está en el poder, aunque hay poco que puedan hacer los gobiernos de centroizquierda respecto a la economía mundial. ¿Puede Estados Unidos hacer algo acerca de este golpe de Estado? Por supuesto. Primero, Obama puede oficialmente etiquetar el golpe como un golpe de Estado. Esto podría disparar una ley estadounidense que le cortara toda la asistencia de Estados Unidos a Honduras. Puede cercenar las continuadas relaciones del Pentágono con los militares hondureños.
Puede retirar al embajador estadounidense. Puede decir que no hay nada que negociar en vez de insistir en la “mediación” entre el gobierno legítimo y los líderes golpistas. ¿Por qué no hace todo eso? Es muy simple, también. Tiene al menos otros cuatro súper puntos pendientes en su agenda: la confirmación de Sonia Sotomayor en la Suprema Corte; un desbarajuste continuado en Medio Oriente; su necesidad de pasar la legislación de salud este año (si no es en agosto, en diciembre), y de repente una presión enorme por abrir las investigaciones de los actos ilegales del gobierno de Bush. Lo siento, pero Honduras tiene el quinto lugar en la lista. Así que Barack Obama, constreñido entre dos posturas fuertes, no hace sino ganar tiempo haciendo guiños a unos y a otros, sin asumir una actitud clara. Y nadie quedará contento. Zelaya puede ser restaurado en el cargo, pero tal vez sólo tres meses a partir de ahora. Demasiado tarde. Pónganle atención a Guatemala.
*Nació en Nueva York, realizó sus estudios en la Universidad de Columbia, donde se graduó en 1951, obtuvo su maestría en 1954, y el doctorado en 1959, después trabajó como conferencista hasta 1971, año en que se hizo profesor de sociología en la Universidad de McGill. En 1976 se hizo profesor de sociología de la Universidad de Binghamton (SUNY), puesto que ocupó hasta que se retiró en 1999, otro cargo que tuvo fue la dirección del Centro Fernand Braudel para los estudios económicos, sistemas históricos y civilización. Wallerstein ocupó varios puestos al ser profesor visitante en diferentes universidades alrededor del mundo, fue premiado con múltiples títulos honoríficos, también fue el director de estudios asociados en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (École des Hautes Études en Sciences Sociales) en Paris, y fue presidente de la Asociación Sociológica Internacional de 1994 a 1998.Esto saldra antes del leer mas
La presidencia de George W. Bush fue el momento de mayor arrasamiento electoral por parte de los partidos de centroizquierda en América latina en los últimos dos siglos. La presidencia de Barack Obama corre el riesgo de ser el momento de la venganza de la derecha en América latina. La razón bien puede ser la misma: la combinación de la decadencia del poderío estadounidense con la continuada centralidad de Estados Unidos en la política mundial. Al mismo tiempo, Washington es incapaz de imponerse por sí mismo y todo el mundo espera que entre al terreno de juego en el bando de ellos.
¿Qué fue lo que ocurrió en Honduras? Hace mucho que este país es uno de los pilares más seguros de las oligarquías latinoamericanas: tiene una clase dominante arrogante y sin arrepentimiento, guarda vínculos cercanos con Estados Unidos y es el sitio de una importante base militar estadounidense. En las últimas elecciones, Manuel “Mel” Zelaya fue electo presidente.
Siendo un producto de las clases dominantes, se esperaba que continuara jugando el juego en la forma en que los presidentes hondureños lo han jugado siempre. En cambio, inclinó sus políticas hacia la izquierda. Emprendió programas internos que en verdad hicieron algo por la vasta mayoría de la población: se construyeron escuelas en áreas rurales remotas, se aumentó el salario mínimo, se abrieron clínicas de salud.
Comenzó su período apoyando el tratado de libre comercio con Estados Unidos, pero dos años después se unió al ALBA, la organización de Estados que creó el presidente Hugo Chávez. El resultado fue que Honduras obtuvo petróleo barato procedente de Venezuela. Luego propuso la celebración de un referéndum para saber si la población pensaba que era buena idea revisar la Constitución. La oligarquía gritó que éste era un intento de Zelaya de cambiar las leyes y hacer posible que él accediera a un segundo período. Dado que se preveía que la consulta ocurriera el día en que su sucesor fuera electo, ésta es claramente una razón inventada. ¿Por qué entonces escenificó el ejército un golpe de Estado con el respaldo de la Suprema Corte, el Congreso hondureño y la jerarquía católica?
Dos factores confluyen aquí: su visión de Zelaya y su percepción de Estados Unidos. En los años treinta, la derecha estadounidense atacó a Franklin Roosevelt como “traidor a su clase”. Para la oligarquía hondureña, eso significa que Zelaya, “un traidor a su clase”, es alguien que debería ser castigado como ejemplo para otros.
¿Y qué pasa con Estados Unidos? Cuando ocurrió el golpe, algunos comentaristas de la izquierda vociferante en la blogosfera lo llamaron “el golpe de Estado de Obama”.
Ni Zelaya ni sus simpatizantes en la calle, ni tampoco Chávez o Fidel Castro tienen esa visión tan simplista. Todos ellos notan la diferencia entre Obama y la derecha estadounidense (líderes políticos o figuras militares). Parece claro que la última cosa que el gobierno de Obama quería era este golpe de Estado. Ha sido un intento por forzarle la mano. Sin duda esto recibió aliento de figuras clave de la derecha estadounidense, como Otto Reich (el cubano-estadounidense y ex consejero de Bush) y el International Republican Institute.
Seamos testigos de algunas de las aseveraciones más desorbitadas de los golpistas. El ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de facto, Enrique Ortez, dijo que Obama era un “negrito que no sabe nada de nada”. Hay alguna controversia de qué tan peyorativo es el término “negrito” en castellano. En cualquier caso, el embajador estadounidense protestó tajantemente ante el insulto. Ortez se disculpó por su “desafortunada expresión”, y se lo cambió a otro puesto en el gobierno. Ortez concedió una entrevista a la televisión hondureña diciendo: “No tengo prejuicios raciales, me gusta el negrito que está presidiendo Estados Unidos”. Sin duda, la derecha estadounidense es más cortés, pero no menos denunciatoria de Obama. El senador republicano Jim DeMint, la diputada republicana cubanoestadounidense Ileana RosLehtinen y el abogado conservador Manuel A. Estrada, todos han insistido en que el golpe estuvo justificado porque no fue un golpe de Estado, sino justamente una defensa de la Constitución hondureña. Y la blogger derechista Jennifer Rubin publicó un texto el 13 de julio titulado: “Obama está mal, mal, mal respecto a Honduras”. Su equivalente hondureño, Ramón Villeda, publicó una carta abierta al presidente estadounidense el 11 de julio, donde decía: “No es la primera vez que Washington se equivoca y abandona, en momentos críticos, a un aliado y amigo”. La derecha hondureña hace su juego buscando ganar tiempo, hasta que el período de Zelaya termine. Si logran su objetivo, habrán ganado. Y la derecha guatemalteca, la salvadoreña y la nicaragüense observan por los costados, y ya les pican las ganas de comenzar sus propios golpes de Estado contra sus gobiernos que no son ya de derecha.
Es posible que la derecha gane las elecciones este año y el año entrante en Argentina y Brasil, tal vez en Uruguay y Chile. Tres analistas importantes del Cono Sur han publicado sus explicaciones. Atilio Boron habla de la “futilidad del golpe”. El sociólogo brasileño Emir Sader dice que América latina enfrenta una encrucijada: “La profundización del antineoliberalismo o la restauración conservadora”. El periodista uruguayo Raúl Zibechi titula su análisis “La irresistible decadencia del progresismo”. Zibechi piensa que las débiles políticas de Lula, Vázquez, Kirchner y Bachelet (Brasil, Uruguay, Argentina y Chile) han fortalecido a la derecha (que avizora adoptando un estilo Berlusconi) y dividieron a la izquierda. Pienso que hay una explicación más directa y simple. La izquierda llegó al poder en América latina debido a la distracción estadounidense y a los buenos tiempos económicos. Ahora enfrenta una distracción continuada, pero los tiempos económicos son malos y comienzan a culparla porque está en el poder, aunque hay poco que puedan hacer los gobiernos de centroizquierda respecto a la economía mundial. ¿Puede Estados Unidos hacer algo acerca de este golpe de Estado? Por supuesto. Primero, Obama puede oficialmente etiquetar el golpe como un golpe de Estado. Esto podría disparar una ley estadounidense que le cortara toda la asistencia de Estados Unidos a Honduras. Puede cercenar las continuadas relaciones del Pentágono con los militares hondureños.
Puede retirar al embajador estadounidense. Puede decir que no hay nada que negociar en vez de insistir en la “mediación” entre el gobierno legítimo y los líderes golpistas. ¿Por qué no hace todo eso? Es muy simple, también. Tiene al menos otros cuatro súper puntos pendientes en su agenda: la confirmación de Sonia Sotomayor en la Suprema Corte; un desbarajuste continuado en Medio Oriente; su necesidad de pasar la legislación de salud este año (si no es en agosto, en diciembre), y de repente una presión enorme por abrir las investigaciones de los actos ilegales del gobierno de Bush. Lo siento, pero Honduras tiene el quinto lugar en la lista. Así que Barack Obama, constreñido entre dos posturas fuertes, no hace sino ganar tiempo haciendo guiños a unos y a otros, sin asumir una actitud clara. Y nadie quedará contento. Zelaya puede ser restaurado en el cargo, pero tal vez sólo tres meses a partir de ahora. Demasiado tarde. Pónganle atención a Guatemala.
*Nació en Nueva York, realizó sus estudios en la Universidad de Columbia, donde se graduó en 1951, obtuvo su maestría en 1954, y el doctorado en 1959, después trabajó como conferencista hasta 1971, año en que se hizo profesor de sociología en la Universidad de McGill. En 1976 se hizo profesor de sociología de la Universidad de Binghamton (SUNY), puesto que ocupó hasta que se retiró en 1999, otro cargo que tuvo fue la dirección del Centro Fernand Braudel para los estudios económicos, sistemas históricos y civilización. Wallerstein ocupó varios puestos al ser profesor visitante en diferentes universidades alrededor del mundo, fue premiado con múltiples títulos honoríficos, también fue el director de estudios asociados en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (École des Hautes Études en Sciences Sociales) en Paris, y fue presidente de la Asociación Sociológica Internacional de 1994 a 1998.Esto saldra antes del leer mas
viernes, 31 de julio de 2009
FMI no cobrará intereses a países pobres
En una medida sin precedentes y que da cuenta de sensible momento que vive el mundo, el Fondo Monetario Internacional ha anunciado que no cobrará intereses por sus préstamos a los países pobres hasta el año 2011. De este modo, la institución que lidera Dominique Strauss Kahn ofrecerá una forma de ayuda real a los países más pobres del mundo (especialmente del África SubSahariana), y Strauss-Kahn se sacude así el estigma de indiferencia frente a los problemas sociales con que ha sido tachado.
El FMI no puede rehuir su responsabilidad concreta frente a la crisis al promover justamente las políticas que la detonaron, como seguir los lineamientos del Consenso de Washington, obligar a los países a tener a la inflación como el parámetro central de la actividad económica; favorecer las privatizaciones y el libre comercio, y despreciar el tema del empleo, aún a expensas de la estabilidad interna. Argentina y Letonia son países que han sufrido en carne propia la coacción del FMI. Justamente esta semana se desarrolló un interesate debate sobre las políticas del FMI en el blog argentino Los tres chiflados.
Siga leyendo este artículo en El Blog Salmón
Como expresa Larry (uno de estos cinco economistas “chiflados”):
Hay bastante unanimidad en que las políticas del FMI constituían solamente el brazo ideológico de un modelo que no puso al ser humano ni su calidad de vida en el centro de su interés, sino que se ocupó sólo de cifras de ganancias (muchas veces engañosas) sin pensar en las externalidades negativas que se derivarían. El premio Nobel Joseph Stiglitz es quien más ha criticado las políticas del FMI y del Banco Mundial. Su artículo Lo que aprendí de la crisis financiera (de abril de 2000) es ya todo un clásico.
Por eso que el esfuerzo histórico del FMI de liberar del pago de intereses a los países pobres, es muy digno de destacar. Por si usted no lo sabe, los intereses que cobra el FMI a los países son bastante mayores a los que aplica la Fed y los Bancos Centrales a sus propios bancos comerciales. Pero, por algo se empieza.
El FMI no puede rehuir su responsabilidad concreta frente a la crisis al promover justamente las políticas que la detonaron, como seguir los lineamientos del Consenso de Washington, obligar a los países a tener a la inflación como el parámetro central de la actividad económica; favorecer las privatizaciones y el libre comercio, y despreciar el tema del empleo, aún a expensas de la estabilidad interna. Argentina y Letonia son países que han sufrido en carne propia la coacción del FMI. Justamente esta semana se desarrolló un interesate debate sobre las políticas del FMI en el blog argentino Los tres chiflados.
Siga leyendo este artículo en El Blog Salmón
Como expresa Larry (uno de estos cinco economistas “chiflados”):
El FMI no es una entidad supra-nacional que busca el bien común para que todas las economías crezcan en hermandad y prosperidad, equilibrando los esfuerzos por sacar el mundo adelante con heroísmo y responsabilidad social. Avalentonado solo por el altruismo social que todo buen samaritano que quiera ganarse un lugar en el cielo deba perseguir e inculcar sobre el prójimo.
Discúlpenme, pero el FMI no es una iglesia, no se reparte limosna ni se piensa en los pobres. Eso no es el FMI. Tampoco es un hospital de Economías, ni es la cruz roja que viene a casa a curarnos la gripe A, a cambio de una dulce sonrisa.
El FMI es para EEUU, lo que es un ministro para el presidente. Es simplemente una herramienta política para ejercer su política internacional, no pensando en el bienestar mundial, sino pensando en el impacto que tiene en su economía, los países que no son parte del G7. Con ellos se negocia cara a cara, con el resto, con el FMI.
Hay bastante unanimidad en que las políticas del FMI constituían solamente el brazo ideológico de un modelo que no puso al ser humano ni su calidad de vida en el centro de su interés, sino que se ocupó sólo de cifras de ganancias (muchas veces engañosas) sin pensar en las externalidades negativas que se derivarían. El premio Nobel Joseph Stiglitz es quien más ha criticado las políticas del FMI y del Banco Mundial. Su artículo Lo que aprendí de la crisis financiera (de abril de 2000) es ya todo un clásico.
Por eso que el esfuerzo histórico del FMI de liberar del pago de intereses a los países pobres, es muy digno de destacar. Por si usted no lo sabe, los intereses que cobra el FMI a los países son bastante mayores a los que aplica la Fed y los Bancos Centrales a sus propios bancos comerciales. Pero, por algo se empieza.
jueves, 30 de julio de 2009
Nuevo informe culpa a los especuladores de las violentas oscilaciones en el precio del crudo
Ianthe Jeanne Dugan, Alistair MacDonald y Sarah N. Lynch
The Wall Street Journal, tomado de La Nación de BsAs.
La Comisión del Mercado de Futuros de Materias Primas (CFTC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos planea emitir un informe la semana próxima que sugiere que los especuladores jugaron un rol significativo en las marcadas oscilaciones que sufrieron los precios del petróleo, un cambio con respecto a su postura previa y que ahora augura un mayor escrutinio sobre los inversionistas.
El presidente del directorio de la CFTC afirmó el martes que cree que la agencia debe "considerar seriamente" establecer nuevos límites "estrictos" para los corredores que realizan apuestas en contratos de energía. Durante la primera audiencia de la agencia para estudiar el tema, Gary Gensler dejó en claro que cree que la CFTC necesita ejercer sus poderes para controlar una especulación excesiva.
"La CFTC está en la mejor posición para establecer límites en diferentes bolsas, y tenemos toda la capacidad de lograr un equilibrio entre los intereses encontrados y la responsabilidad de proteger a los estadounidenses", señaló Gensler.
En un polémico informe del año pasado, el principal regulador del mercado de futuros de EE.UU. había relacionado las oscilaciones en los precios del petróleo principalmente con la oferta y la demanda. Pero ese análisis se basaba en "datos muy erróneos", señaló Bart Chilton, uno de los cuatro comisionados de la CFTFC, durante una entrevista el lunes.
El nuevo informe de la CFTC, que será divulgado en agosto, intensifica el creciente debate sobre los inversionistas financieros que apostaron sobre la dirección que tomarían los precios de los commodities mediante la compra de contratos ligados a índices. Estos especuladores han invertido cientos de miles de millones de dólares en contratos que en su momento eran dominados por productores y consumidores que buscaban protegerse contra la volatilidad del mercado petrolero.
El nuevo enfoque refleja un cambio en los vientos políticos. Gensler, nombrado por el presidente estadounidense Barack Obama y que lleva en su cargo desde mayo, aleja a la agencia del enfoque aún menos intervencionista que tenía bajo el liderazgo de su predecesor designado por George W. Bush. Durante sus audiencias de confirmación, Gensler prometió analizar la fijación de límites globales para todos los commodities de provisión finita para lograr que las reglas fueran más consistentes.
Nuevas reglas
Bajo el liderazgo de Gensler --que ha afirmado que cree que la especulación por parte de los inversionistas de índices contribuyó a la corrida de precios del año pasado-- se espera que la CFTC adopte nuevas reglas que limiten la cantidad de inversiones en materias primas que puedan hacer las grandes instituciones que apuestan por ellas tan sólo en busca de una ganancia financiera.
La CFTC no divulgó cifras preeliminares del informe que hará público el mes próximo y prefirió no discutir los datos previos.
Los especuladores han soportado una ola de críticas por parte de políticos en todo el mundo, quienes temen que los crecientes precios del petróleo podrían obstaculizar el potencial de recuperación de sus economías golpeadas por la recesión. Muchas autoridades y reguladores afirman que quieren asegurarse de que los especuladores no dificulten el acceso de los consumidores a crudo para calefacción, alimentos y otros bienes básicos.
Sin embargo, estas autoridades no se agrupan en un frente unido. La Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido no encontró evidencia de que especuladores estén detrás de las marcadas oscilaciones en el precio del petróleo, afirmaron personas al tanto. Esta posición, sostenida por el supervisor de uno de los mercados financieros más grandes del mundo, contrasta con un artículo de opinión publicado por The Wall Street Journal hace dos semanas, en el que presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro británico, Gordon Brown, afirman que los gobiernos necesitan actuar para ponerle límites a los precios del petróleo "peligrosamente volátiles".
En EE.UU., además de las audiencias de la CFTC que comenzaron el martes, el Congreso también considera la posibilidad de otorgarle al organismo la autoridad, bajo una propuesta más amplia para reestructurar la regulación financiera, de regular las inversiones en commodities que se producen fuera de las bolsas tradicionales.
China crea bastión financiero para competir con Wall Street
China quiere dejar de ser sólo un proveedor de mano de obra y por eso que tiene planes más ambiciosos para su futuro. Por eso ha anunciado un millonario plan de inversiones para construir un distrito financiero que esté a la altura del dinamismo que ha vivido el gigante asiático en las últimas décadas. Y dado que llega el fin de la hegemonía occidental y nace la multipolaridad, China creará un centro financiero que le haga el peso a Wall Street.
Este año, la economía China puede desplazar a la japonesa ocupando el segundo lugar en el mundo. Para el 2025 se estima que alcanzará a Estados Unidos. Quizá, un poco antes. Por eso reclama su derecho a convertir el yuan en divisa mundial, paso fundamental para hacer de Beijing el Wall Street de oriente que desplazará a la Bolsa de Tokio.
Este proyecto será el más grande desde los Juegos Olímpicos y tendrá un costo de 60 mil millones de yuanes (US$ 8.780 millones) y será financiado con créditos bancarios.
China Development Bank Corp entregará a la empresa encargada Lize Holdings una línea de crédito de 10.900 millones de yuanes para desarrollar un terreno de 5,25 kilómetros cuadrados a sólo ocho kilómetros de la Plaza de Tiananmen en Beijing. Industrial & Commercial Bank of China, Agricultural Bank of China y China Construction Bank entregarán otros 8 mil millones de yuanes cada uno.
Siga leyendo esta información en El Blog Salmon
Tasa de desempleo subió a 10,7%
La tasa de desempleo en Chile se ubicó en 10,7% en el trimestre móvil abril-junio, lo que implica un alza de 2,3 puntos porcentuales en doce meses y 0,5 punto porcentual respecto del trimestre anterior. Según informó el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa desestacionalizada registró un aumento de 0,2 puntos porcentuales respecto al trimestre móvil anterior.
Continuando con la tendencia, dijo el INE, la ocupación presentó su cuarta baja consecutiva en doce meses (-1,0%), mientras que la fuerza de trabajo anotó un incremento de 1,5% en doce meses.
Con un aumento en doce meses de 11,3% en el trabajo por cuenta propia, las mujeres atenuaron la baja de la ocupación, mientras que el empleo en hombres disminuyó en 2,3% en doce meses. El empleo asalariado fue la categoría de mayor incidencia negativa.
Ver: La persistencia del desempleo en Chile
Continuando con la tendencia, dijo el INE, la ocupación presentó su cuarta baja consecutiva en doce meses (-1,0%), mientras que la fuerza de trabajo anotó un incremento de 1,5% en doce meses.
“Esto se debe, principalmente, al aumento de mujeres que ingresan al mercado laboral, situación habitual en momentos de crisis económica, y también al incremento de quienes buscan trabajo por primera vez, dinámica que se produce desde fines de 2008”, dijo la entidad.
Con un aumento en doce meses de 11,3% en el trabajo por cuenta propia, las mujeres atenuaron la baja de la ocupación, mientras que el empleo en hombres disminuyó en 2,3% en doce meses. El empleo asalariado fue la categoría de mayor incidencia negativa.
Ver: La persistencia del desempleo en Chile
Publicado por
mamvas
en
1:50 p.m.
0
comments
Tags:
Crisis Mundial,
Desempleo,
Economía Chilena,
Recesión
Suscribirse a:
Entradas (Atom)