José Blanco, La Jornada
Los vaticinios sobre una profundización grave de la crisis del capitalismo mundial menudean. Hablan de ello expertos de varios países desarrollados, lo hace también la OCDE o el FMI. Por supuesto, en el caso de las instituciones internacionales no se pronuncian esas brutales palabras (profundización grave del capitalismo mundial), sino sólo bajan las expectativas del crecimiento.
El principal culpable del presente es, por supuesto, China, porque está actualmente creciendo a una velocidad que nunca alcanzaron las grandes potencias (por arriba de 6 por ciento), debiendo hacerlo a la que nos tenían habituados hasta hace pocos años, en torno a 10 por ciento. Sus importaciones han caído, cuando eran el principal motor del crecimiento de la economía internacional, aunque exportaba más aún de lo que importaba y estaba acumulando unas reservas estratosféricas que tenían muy preocupadas al resto de las grandes potencias, especialmente a Estados Unidos, que no se cansaba de acusarla de manipular su tipo de cambio, sin ver la increíble pulcritud con que ha vapuleado al mundo con su sistema financiero y monetario.
Cada día uno puede hallarse con nuevas noticias sobre inventos en materia de instrumentos financieros, y mil recomendaciones diferentes, dependiendo de hacia dónde apunten los obuses financieros de Wall Street, el Fondo, o Washington mismo. Lo inesperado sucede cada día.
Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
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miércoles, 25 de mayo de 2016
Un nuevo Bretton Woods
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sábado, 17 de agosto de 2013
Fue White y no Keynes el principal arquitecto del Tratado de Bretton Woods
Vicenç Navarro, Attac
Uno de los tratados que han tenido mayor impacto en la vida económica y financiera de nuestro tiempo ha sido el Tratado de Bretton Woods, que configuró el sistema monetario después de la 2ª Guerra Mundial. Tuvo lugar el la localidad de Bretton Woods en New Hampshire en julio de 1944 y tuvo como objetivo garantizar un nuevo orden económico cuando terminara la guerra.
Las dos personalidades que jugaron un papel clave fueron John Maynard Keynes, por parte de Gran Bretaña, y Harry Dexter White, por parte de EEUU. Y aunque el que ha recibido mayor aclamo por el diseño del tratado haya sido Keynes, la realidad que se ha ido descubriendo es que Dexter White jugó el papel principal en el diseño de aquel tratado. Dexter White era un funcionario del Ministerio de Hacienda (Treasury Department), hombre de íntima confianza del Ministro, Henry Morgenthau Jr., el cual era amigo personal del Presidente Franklin Delano Roosevelt. Dexter White había sido el economista encargado por el Ministro de Hacienda estadounidense de preparar el borrador del tratado (habiendo dedicado tres años a ese trabajo). La historia del tratado, sin embargo, ha pasado de largo la tarea realizada por White. ¿Por qué?
Uno de los tratados que han tenido mayor impacto en la vida económica y financiera de nuestro tiempo ha sido el Tratado de Bretton Woods, que configuró el sistema monetario después de la 2ª Guerra Mundial. Tuvo lugar el la localidad de Bretton Woods en New Hampshire en julio de 1944 y tuvo como objetivo garantizar un nuevo orden económico cuando terminara la guerra.
Las dos personalidades que jugaron un papel clave fueron John Maynard Keynes, por parte de Gran Bretaña, y Harry Dexter White, por parte de EEUU. Y aunque el que ha recibido mayor aclamo por el diseño del tratado haya sido Keynes, la realidad que se ha ido descubriendo es que Dexter White jugó el papel principal en el diseño de aquel tratado. Dexter White era un funcionario del Ministerio de Hacienda (Treasury Department), hombre de íntima confianza del Ministro, Henry Morgenthau Jr., el cual era amigo personal del Presidente Franklin Delano Roosevelt. Dexter White había sido el economista encargado por el Ministro de Hacienda estadounidense de preparar el borrador del tratado (habiendo dedicado tres años a ese trabajo). La historia del tratado, sin embargo, ha pasado de largo la tarea realizada por White. ¿Por qué?
viernes, 6 de marzo de 2020
La cripto que podría acabar con la hegemonía del dólar
La hegemonía del dólar estadounidense está cada vez más en duda y el resto de los países está buscando una alternativa para dejar utilizar a una moneda nacional como el dólar para transacciones internacionales pero, ¿cuál puede ser esta solución?
Gustavo Godoy, CoinTelegraph
Los acuerdos de Bretton Woods, la cotización en dólares del petróleo y el comercio global desregulado han consolidado el dominio del dólar estadounidense como la principal moneda de reserva y la referencia monetaria a nivel internacional. El dólar es usado en más del 80% de las transacciones mundiales y representa alrededor del 60% de las reservas globales. Eso se llama la hegemonía del dólar estadounidense. Esto le da muchas ventajas al país emisor, pero ciertas desventajas al resto de los países. El surgimiento del dólar como la moneda dominante nació gracias a las guerras mundiales. Después la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó destrozada y Estados Unidos contaba con casi el 50% del producto interno bruto mundial, un sector industrial pujante y un enorme poder militar. Sin embargo, el mundo ha cambiado mucho desde entonces. Ya no existe un solo superpoder, la era bipolar ha muerto. Estamos viviendo una etapa multilateral, multipolar, y las naciones están cuestionando la posición del dólar. Bitcoin todavía no está entre las propuestas que se han planteado. Sin embargo, una criptomoneda global respaldada por todos los bancos centrales del planeta podría ser una solución. ¿Es posible?
Gustavo Godoy, CoinTelegraph
Los acuerdos de Bretton Woods, la cotización en dólares del petróleo y el comercio global desregulado han consolidado el dominio del dólar estadounidense como la principal moneda de reserva y la referencia monetaria a nivel internacional. El dólar es usado en más del 80% de las transacciones mundiales y representa alrededor del 60% de las reservas globales. Eso se llama la hegemonía del dólar estadounidense. Esto le da muchas ventajas al país emisor, pero ciertas desventajas al resto de los países. El surgimiento del dólar como la moneda dominante nació gracias a las guerras mundiales. Después la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó destrozada y Estados Unidos contaba con casi el 50% del producto interno bruto mundial, un sector industrial pujante y un enorme poder militar. Sin embargo, el mundo ha cambiado mucho desde entonces. Ya no existe un solo superpoder, la era bipolar ha muerto. Estamos viviendo una etapa multilateral, multipolar, y las naciones están cuestionando la posición del dólar. Bitcoin todavía no está entre las propuestas que se han planteado. Sin embargo, una criptomoneda global respaldada por todos los bancos centrales del planeta podría ser una solución. ¿Es posible?
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miércoles, 17 de julio de 2013
Alemania tiene que elegir pronto: un Plan Marshall para el sur o ruptura del euro
Benn Steil, director de economía internacional del Council of Foreign Relations, publica un artículo en el que compara la situación actual de la Eurozona con la surgida tras la II Guerra Mundial. Y llega a una conclusión: Alemania debe promover un Plan Marshall para el sur de Europa o correr el riesgo de que se rompa el euro y esto provoque una gran crisis económica y política.
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El Economista
La reflexión, titulada, ¿Está repitiendo Alemania los errores de EEUU en Bretton Woods?, comienza recordando la posición de EEUU como acreedor predominante en 1944, cuando se celebró la conferencia, y cómo quiso recuperar el sistema global de tipos de cambio fijos ofreciendo préstamos en dólares a los endeudados países que salían de la guerra, algo que haría a través de un nuevo organismo, el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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El Economista
La reflexión, titulada, ¿Está repitiendo Alemania los errores de EEUU en Bretton Woods?, comienza recordando la posición de EEUU como acreedor predominante en 1944, cuando se celebró la conferencia, y cómo quiso recuperar el sistema global de tipos de cambio fijos ofreciendo préstamos en dólares a los endeudados países que salían de la guerra, algo que haría a través de un nuevo organismo, el Fondo Monetario Internacional (FMI).
martes, 29 de enero de 2008
AUGE Y ENGORDA DEL IMPERIO

Fue tras la Segunda Guerra Mundial que EEUU se convirtió en la primera potencia del planeta. El colapso del sistema financiero internacional basado en el patrón oro, la guerra arancelaria, pero sobre todo el estancamiento económico que provocó la SGM en Europa y Japón, transformaron a Estados Unidos en la mayor potencia capitalista, con una economía robustecida por el desarrollo de la investigación científica y la tecnología de la industria bélica, junto a la explotación de petróleo del cual era uno de los mayores productores. Además, sin problemas de abastecimiento por el suministro que le proporcionaban los países latinoamericanos, tanto de materias primas como de materiales estratégicos.
Al término de la guerra, ya se había llegado a un acuerdo sobre el nuevo sistema monetario internacional que debía prevalecer en la post-guerra. El primer paso en firme se dio con la Conferencia de Bretton Woods en julio de 1945. EE.UU, como principal nación acreedora del mundo, impuso sus términos ante una Gran Bretaña agobiada por las deudas, una débil posición de balanza de pagos y los daños de la guerra. Y los latinoamericanos, si bien eran cerca de la mitad de países participantes, tenían una capacidad económica mínima para influir en el resultado.
Bretton Woods reflejó las preferencias y prioridades de los estadounidenses, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial) fueron establecidos para funcionar bajo los auspicios de las Naciones Unidas e instalados en la Ciudad de Washington, D.C.
Los fundadores del FMI aspiraban a establecer un sistema multilateral de pagos, con tipos de cambio fijos y libre convertibilidad, compatible con niveles crecientes de producción, comercio y empleo. Deseaban evitar una repetición de las políticas recesivas de los años treinta, cuando los países recurrieron a restricciones comerciales, subsidios y frecuentes depreciaciones de sus monedas para obtener un superávit comercial que los ayudara a resolver sus problemas de desempleo. Sin embargo, cuando todos hacían lo mismo sólo lograban transferir la crisis a otros países, lo que se conoció como política de perjudicar al vecino (beggar-thy-neighbor). Por esta razón Estados Unidos e Inglaterra, como principales actores, coincidieron en la necesidad de asegurar cierta estabilidad en los tipos de cambio, crear un sistema multilateral de pagos y, en principio, también una moneda internacional que finalmente se desechó. Los países asociados aceptaron definir sus monedas en relación al oro (del peso y ley de 1944) y al dólar norteamericano. Como los estragos causados por la guerra vinculaban la recuperación en buena medida a la ayuda que Estados Unidos podría ofrecer, el oro y el dólar fueron los nuevos patrones del sistema monetario internacional fundado en Bretton Woods.
En los años cincuenta las reservas mundiales se incrementaron como consecuencia de la nueva producción de oro y, sobre todo, de los dólares provenientes del continuo déficit de la balanza de pagos de Estados Unidos. En efecto entre 1949 y 1959, a través de su déficit de balanza de pagos, de los 8 mil 500 millones de incremento de las reservas mundiales, Estados Unidos aportó 7 mil millones a través de sus mayores pasivos en las instituciones monetarias extranjeras. De esta manera Estados Unidos asumió el papel de banco central mundial, función no especificada en los acuerdos de Bretton Woods.
Este aspecto contribuyó a potenciar la riqueza de los EEUU: los dólares no tenían costo de transacción mientras el resto de las monedas sí. El sólo uso de los billetes verdes, generaba cuantiosos beneficios a la potencia capitalista.
lunes, 23 de mayo de 2016
Yanis Varoufakis: Para imaginar un nuevo Bretton Woods
Yanis Varoufakis, Sin Permiso
El derrumbe financiero de 2008 dio lugar a varios llamamientos a un sistema financiero global que recortara los desequilibrios comerciales, moderase los flujos especulativos de capital e impidiera un contagio sistémico. Tal era, por supuesto, la meta del sistema inicial de Bretton Woods. Pero ese sistema resultaría hoy tan insostenible como indeseable. Así pues, ¿qué apariencia tendría una alternativa?
La conferencia de Bretton Woods de 1944 presentó la colisión entre dos hombres y sus respectivas visiones: Harry Dexter White, representante del presidente Franklin Roosevelt, y John Maynard Keynes, que representaba a un imperio británico desfalleciente. Como no es de sorprender, prevaleció el programa de White, fundado en el superávit del comercio de postguerra de los EEUU, que se desplegó para dolarizar Europa y Japón a cambio de su aquiescencia al criterio pleno de la política monetaria para los EEUU. Y el nuevo sistema de postguerra proporcionó el cimiento de la mejor hora del capitalismo…hasta que Norteamérica perdió su superávit y se vino abajo lo que White había dispuesto.
La pregunta que se ha formulado periódicamente durante buena parte de la pasada década es una pregunta directa: ¿habría sido más adecuado para nuestro mundo multipolar posterior a 2008 el plan que se descartó de Keynes?
El derrumbe financiero de 2008 dio lugar a varios llamamientos a un sistema financiero global que recortara los desequilibrios comerciales, moderase los flujos especulativos de capital e impidiera un contagio sistémico. Tal era, por supuesto, la meta del sistema inicial de Bretton Woods. Pero ese sistema resultaría hoy tan insostenible como indeseable. Así pues, ¿qué apariencia tendría una alternativa?
La conferencia de Bretton Woods de 1944 presentó la colisión entre dos hombres y sus respectivas visiones: Harry Dexter White, representante del presidente Franklin Roosevelt, y John Maynard Keynes, que representaba a un imperio británico desfalleciente. Como no es de sorprender, prevaleció el programa de White, fundado en el superávit del comercio de postguerra de los EEUU, que se desplegó para dolarizar Europa y Japón a cambio de su aquiescencia al criterio pleno de la política monetaria para los EEUU. Y el nuevo sistema de postguerra proporcionó el cimiento de la mejor hora del capitalismo…hasta que Norteamérica perdió su superávit y se vino abajo lo que White había dispuesto.
La pregunta que se ha formulado periódicamente durante buena parte de la pasada década es una pregunta directa: ¿habría sido más adecuado para nuestro mundo multipolar posterior a 2008 el plan que se descartó de Keynes?
miércoles, 16 de abril de 2025
Una «bomba atómica» arancelaria
Es imposible entender el «momento Trump» de la actual guerra arancelaria sin tener en cuenta la presión de más de cuarenta años de crónicos y gigantescos déficits comerciales y fiscales en Estados Unidos
Valerio Arcary, Jacobin
Estados Unidos ha desatado una ola de choque en la economía mundial sin parangón en los últimos cuarenta años: una contraofensiva en gran escala para defender la supremacía de Washington en el mercado mundial y en la comunidad internacional de Estados. Quienquiera que subestime las consecuencias de semejante contraofensiva está cometiendo un error imperdonable.
El impacto de esa contraofensiva podría compararse sólo con el «momento Nixon» de 1971, cuando Washington subvirtió los Acuerdos de Bretton Woods y puso fin a la convertibilidad fija del dólar en oro, para lo cual procedió a devaluar la moneda de reserva a fin de poder hacer frente al crecimiento alemán y japonés, al aumento del déficit comercial estadounidense y a la necesidad de financiar la guerra de Vietnam[1].
O con el «momento Reagan», cuando la Reserva Federal elevó al 21,5 % la tasa de interés de referencia para combatir una inflación superior al 13,5 %, el escalamiento de la deuda pública, que alcanzó entonces por primera vez el billón de dólares, la necesidad de financiar la carrera armamentística contra la URSS tras el triunfo revolucionario en Nicaragua —que amenazaba con extenderse a toda Centroamérica—, así como en Irán —que a su vez amenazaba con desatar una ola de radicalización islámica contra Israel—, y la caída de las dictaduras en el cono sur de América Latina[2].
Es imposible entender el «momento Trump» de la guerra arancelaria sin tener en cuenta la presión que ejercen más de cuarenta años de crónicos y gigantescos déficits comerciales y fiscales que son el talón de Aquiles de Estados Unidos, aun cuando no hayan impedido un miniboom con Ronald Reagan en los ochenta, Bill Clinton en los noventa y George Bush hijo en la primera década del siglo XXI. Cualquier otro país, incluso entre las grandes potencias, se habría sumido en una espiral de inflación, desinversión, recesión y desgobierno. Por su comportamiento, tales déficits constituyen una distorsión, una «excepcionalidad» o una «anomalía».
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lunes, 11 de febrero de 2013
Bretton Woods III y los desequilibrios económicos
Sanjeev Sanyal, Project Syndicate
Muchos analistas y observadores creen que los desequilibrios globales que caracterizaron a la economía mundial en los años anteriores a la crisis de 2008 esencialmente se disiparon. Pero, si bien es cierto que los excedentes de cuenta corriente de China y los déficits de Estados Unidos de alguna manera se moderaron desde entonces, ¿los desequilibrios realmente se corrigieron? Más importante aún, ¿la economía global post-crisis puede experimentar crecimiento y equilibrio a la vez?
Para responder estos interrogantes, es importante entender la dinámica subyacente de los desequilibrios. La cuenta corriente de un país es la diferencia entre su tasa de inversión y su tasa de ahorro. En 2007, Estados Unidos tenía una tasa de ahorro del 14,6% del PBI, pero una tasa de inversión del 19,6%, lo que generó un déficit de cuenta corriente. Por el contrario, China tenía una tasa de inversión fija del 41,7% del PBI y una tasa de ahorro del 51,9%, lo que se tradujo en un gran excedente.
Muchos analistas y observadores creen que los desequilibrios globales que caracterizaron a la economía mundial en los años anteriores a la crisis de 2008 esencialmente se disiparon. Pero, si bien es cierto que los excedentes de cuenta corriente de China y los déficits de Estados Unidos de alguna manera se moderaron desde entonces, ¿los desequilibrios realmente se corrigieron? Más importante aún, ¿la economía global post-crisis puede experimentar crecimiento y equilibrio a la vez?
Para responder estos interrogantes, es importante entender la dinámica subyacente de los desequilibrios. La cuenta corriente de un país es la diferencia entre su tasa de inversión y su tasa de ahorro. En 2007, Estados Unidos tenía una tasa de ahorro del 14,6% del PBI, pero una tasa de inversión del 19,6%, lo que generó un déficit de cuenta corriente. Por el contrario, China tenía una tasa de inversión fija del 41,7% del PBI y una tasa de ahorro del 51,9%, lo que se tradujo en un gran excedente.
martes, 13 de diciembre de 2011
Keynes y el euro
Fernando Esteve Mora, EconoNuestra
Toda la zona euro es hoy por hoy un desastre económico y lo seguirá siendo porque el sistema monetario europeo basado en el euro está, de entrada, mal diseñado. Esa es la opinión, creo, que hubiera tenido John Maynard Keynes de haber vivido en estos tiempos. Keynes murió en 1946, por lo que hablar de lo que hubiera opinando sobre un fenómeno actual como es la unión monetaria europea es más que arriesgado. Con seguridad ni se imaginó algo semejante a una Unión Europea ni una moneda común, ni menos aún, que fuese Alemania quien dirigiese los destinos de una y otra. Y, sin embargo, me voy a atrever a pensar y decir lo que Keynes, de haber vivido en estos tiempos, pudiera haber pensado y dicho acerca de cómo se ha desarrollado el proceso de construcción de la unión monetaria europea a tenor de lo que dijo en Bretton Woods. Creo que Keynes hubiese hallado al euro y su zona un experimento fallido y potencialmente destructor. Veamos.
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lunes, 18 de octubre de 2010
La reinvención de Bretton Woods
Angel Ubide, El País
En 1944, mientras el mundo todavía sufría las consecuencias de la II Guerra Mundial, 730 delegados de 44 países aliados se reunieron en Bretton Woods, una localidad de New Hampshire, en EE UU, para debatir el futuro del sistema económico y financiero internacional. Con la intención de evitar una segunda Gran Depresión -agravada, según el consenso de la época, por la insistencia americana en la rápida devolución de las deudas de la I Guerra Mundial, la ola proteccionista y la avalancha de devaluaciones competitivas- la creación del FMI y del Banco Mundial en 1945 y la fijación del patrón oro como ancla nominal del sistema de tipos de cambio generaron un sistema económico que gobernó la reconstrucción de la posguerra y contribuyo a la bonanza de los años 1960. Sin embargo, el abandono del patrón oro por parte de EE UU en 1971 terminó con el sistema de tipos fijos y abrió un periodo de turbulencias cambiarias que dura hasta la fecha.
En 1944, mientras el mundo todavía sufría las consecuencias de la II Guerra Mundial, 730 delegados de 44 países aliados se reunieron en Bretton Woods, una localidad de New Hampshire, en EE UU, para debatir el futuro del sistema económico y financiero internacional. Con la intención de evitar una segunda Gran Depresión -agravada, según el consenso de la época, por la insistencia americana en la rápida devolución de las deudas de la I Guerra Mundial, la ola proteccionista y la avalancha de devaluaciones competitivas- la creación del FMI y del Banco Mundial en 1945 y la fijación del patrón oro como ancla nominal del sistema de tipos de cambio generaron un sistema económico que gobernó la reconstrucción de la posguerra y contribuyo a la bonanza de los años 1960. Sin embargo, el abandono del patrón oro por parte de EE UU en 1971 terminó con el sistema de tipos fijos y abrió un periodo de turbulencias cambiarias que dura hasta la fecha.
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martes, 16 de agosto de 2016
Para construir una internacional progresista
Yanis Varoufakis, Sin Permiso
La política en las economías avanzadas de Occidente está en la tesitura de una reestructuración política como no se ha visto desde los años 30. La Gran Deflación que tiene acogotados a ambos lados del Atlántico está haciendo que revivan fuerzas políticas que habían estado dormidas desde el final de la II Guerra Mundial. Está volviendo la pasión a la política, pero no de la forma que muchos habíamos esperado.
La derecha se ha visto animada por un fervor contrario al “establishment” que era, hasta hace poco, patrimonio de la izquierda. En los Estados Unidos, Donald Trump, candidato republicano a la presidencia, mete en vereda – bastante creíblemente – a Hillary Clinton, su oponente demócrata, por sus estrechos lazos con Wall Street, sus ganas de invadir tierras foráneas, su disposición a adherirse a acuerdos de libre comercio que han socavado el nivel de vida de millones de trabajadores. En el Reino Unido, el Brexit ha asignado a ardientes thatcherianos el papel de entusiastas defensores del National Health Service [el sistema sanitario británico].
Esta transformación no carece de precedentes. La derecha populista ha adoptado tradicionalmente una retórica cuasi izquierdista en tiempos de deflación. Cualquiera que tenga estómago para revisar los discursos de los más destacados fascistas y nazis de los años 20 y 30, encontrará apelaciones – los panegíricos de Benito Mussolini a la seguridad social o las punzantes críticas del sector financiero por parte de Joseph Goebbels – que parecen, a primera vista, indistinguibles de metas progresistas.
La política en las economías avanzadas de Occidente está en la tesitura de una reestructuración política como no se ha visto desde los años 30. La Gran Deflación que tiene acogotados a ambos lados del Atlántico está haciendo que revivan fuerzas políticas que habían estado dormidas desde el final de la II Guerra Mundial. Está volviendo la pasión a la política, pero no de la forma que muchos habíamos esperado.
La derecha se ha visto animada por un fervor contrario al “establishment” que era, hasta hace poco, patrimonio de la izquierda. En los Estados Unidos, Donald Trump, candidato republicano a la presidencia, mete en vereda – bastante creíblemente – a Hillary Clinton, su oponente demócrata, por sus estrechos lazos con Wall Street, sus ganas de invadir tierras foráneas, su disposición a adherirse a acuerdos de libre comercio que han socavado el nivel de vida de millones de trabajadores. En el Reino Unido, el Brexit ha asignado a ardientes thatcherianos el papel de entusiastas defensores del National Health Service [el sistema sanitario británico].
Esta transformación no carece de precedentes. La derecha populista ha adoptado tradicionalmente una retórica cuasi izquierdista en tiempos de deflación. Cualquiera que tenga estómago para revisar los discursos de los más destacados fascistas y nazis de los años 20 y 30, encontrará apelaciones – los panegíricos de Benito Mussolini a la seguridad social o las punzantes críticas del sector financiero por parte de Joseph Goebbels – que parecen, a primera vista, indistinguibles de metas progresistas.
miércoles, 12 de febrero de 2020
Oro para el analfabeto monetario
Alejandro Nadal, La Jornada
Desde hace tiempo la fantasía de regresar al patrón oro es discutida en Estados Unidos. En particular, los grupos políticos libertarios de derecha consideran que el retorno al patrón oro es una forma de controlar el gobierno centralizador y sus malos hábitos cuando se trata de monetizar sus deudas. El patrón oro es visto por estos políticos como una salvaguarda frente a los abusos del poder en materia de creación monetaria.
Ron Paul, representante de un distrito en Texas y precandidato a la presidencia por el Partido Libertario, ha promovido esta idea durante las últimas dos décadas. Su éxito electoral demuestra hasta qué punto se encuentra enraizada la idea de que el patrón oro es la mejor forma de controlar los vicios del gobierno para recuperar la confianza en la moneda estadounidense. Son famosas las confrontaciones entre este político tejano y los funcionarios de la Reserva Federal cuando han tenido que comparecer en el Congreso. El tejano propone privatizar la emisión de billetes y la desaparición de la Reserva Federal, porque ha contribuido a depreciar el dólar. Ron Paul era la cabeza política más visible de los que promovían la idea del regreso al patrón oro hasta que llegó Donald Trump.
En junio del año pasado Trump anunció que estaría nominando a su asesora económica Judy Shelton para ser miembro de la Reserva Federal. Las credenciales académicas y de servicio público de la señora Shelton no son impresionantes. En cambio, su ignorancia sí es sorprendente. Sus llamados para regresar al patrón oro y corregir el rumbo de la Reserva Federal son una constante muy llamativa y de seguro han deslumbrado el pequeño y desconectado cerebro de Trump.
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miércoles, 28 de agosto de 2019
El gobernador del Banco de Inglaterra afirma que el sistema financiero existente no se mantendrá
Nick Beams, wsws
Una de las ficciones más asiduamente promovidas por los representantes ideológicos de la economía capitalista es que los encargados de la política monetaria y económica tienen un sólido conocimiento del sistema que presiden y una idea clara de lo que están haciendo. Tales operaciones adquieren gran importancia cuando eventos, como el colapso financiero de 2008, revelan a las masas de trabajadores que este no es el caso.
El colapso hace once años fue precedido por afirmaciones sobre la "eficiencia" del mercado. Se había establecido una "gran moderación" en la que los males del pasado habían sido finalmente conquistados, y cualquiera que se atreviera a diferir era declarado culpable de blasfemia contra dioses como el presidente de la Fed, Alan Greenspan.
Entonces, cuando se reveló que el sistema financiero era en realidad un pozo de corrupción y conflictos de intereses, fue un caso de todas las manos para proporcionar la justificación de los billones de dólares puestos a disposición de los mismos bancos e instituciones financieras cuyas actividades habían provocado la crisis, mientras que cientos de millones de trabajadores de todo el mundo debían pagar mediante recortes salariales y medidas de austeridad.
Los rescates pueden haber sido lamentables, se argumentó, pero estas medidas fueron necesarias para evitar algo aún peor. Se estaban implementando nuevas regulaciones para prevenir una recurrencia y después de un período de medidas "no convencionales", esencialmente la entrega de dinero prácticamente gratis a los "malhechores de gran riqueza", las cosas volverían a la "normalidad".
viernes, 6 de agosto de 2010
El origen del caos financiero y del desempleo global
Este mes se cumple un nuevo aniversario del origen del caos financiero que arrastró al mundo al desempleo global. El abandono del patrón oro el 15 de agosto de 1971 está estrechamente ligado al desempleo masivo que viven los países industrializados. Hasta esa fecha, el dólar fue lo más parecido al oro, y todas las naciones trataban de mantener un equilibrio constante entre sus exportaciones e importaciones de bienes. La mayoría de los países ideaba alternativas para exportar más de lo que importaba, de tal modo de acumular reservas de oro o, en su defecto, de dólares de Estados Unidos que, de acuerdo al tratado de Bretton Woods de 1944, podían ser canjeados por oro.
A diferencia del resto del mundo, a Estados Unidos no le preocupaba mayormente mantener un equilibrio entre las exportaciones e importaciones dado que, según el Acuerdo de Bretton Woods, podía pagar sus déficit de exportación enviando más dólares a sus acreedores. Como era la única fuente de la divisa internacional, Estados Unidos tenía una clara ventaja sobre el resto del mundo: era el único país que podían pagar sus deudas imprimiendo dinero. Algo que al resto del mundo poco le importaba: los dólares eran una línea de crédito seductora que permitían acceder al gran casino del mercado. Nadie tomó en cuenta que también tenía su límite.
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domingo, 4 de mayo de 2025
El matrimonio de conveniencia entre Estados Unidos y China ha fracasado
De Chimérica a la competencia global: el eje económico que marcó una época está rotoSello conmemorativo de la visita del presidente estadounidense Richard Nixon a China en 1972, emitido por el Emirato de Ajman (Emiratos Árabes Unidos)
Giacomo Gabellini, Krisis
El idilio ha terminado. Durante décadas, Washington y Pekín compartieron una relación de interdependencia económica sin precedentes, basada en la deslocalización de la producción y la financiación de la deuda estadounidense. Pero la era del matrimonio de conveniencia está llegando a su fin. Las recientes declaraciones de JD Vance, las tensiones comerciales y el ascenso tecnológico-industrial de China cuentan la historia del fin de un equilibrio que dominó la globalización posterior a la Guerra Fría. A continuación se presenta la primera de una serie de reflexiones sobre el ascenso y la caída de Chimerica.
Parte I – El ascenso y la caída de Chimerica
“Pedimos dinero prestado a los agricultores chinos para comprar los bienes que esos mismos agricultores chinos producen”. Con este resumen, el vicepresidente estadounidense, JD Vance, explicó las consecuencias para Estados Unidos de la llamada economía globalista. El 10 de abril, durante una entrevista con Fox News, Vance defendió firmemente la decisión del presidente Donald Trump de imponer aranceles (casi) totales y lanzó un ataque frontal a la estructura de libre comercio que ha estado vigente durante varias décadas. Vance explicó que la globalización ha resultado en “endeudarnos enormemente para comprar bienes que otros países producen para nosotros”.
La reacción china llegó casi instantánea. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lin Jian, dijo: “Es impactante y lamentable escuchar a este vicepresidente hacer comentarios tan ignorantes e irrespetuosos”. Hu Xijin, ex editor jefe del periódico Global Times, aludió en cambio al origen hillbilly de Vance, afirmando que «este verdadero “granjero” de la América rural parece carecer de perspectiva». Mucha gente le está instando a que venga a visitar China en persona".
Más allá del clamor esperado, las duras e inusualmente despectivas declaraciones de Vance resumen el alcance del cambio estructural que las relaciones chino-estadounidenses han experimentado a lo largo del tiempo.
Una relación compleja, establecida por iniciativa de Washington para superar la grave situación económica en la que se encontraba Estados Unidos a finales de los años 1960. La reconstrucción de los aliados y satélites, promovida con capital y recursos materiales estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial, había creado las condiciones para una enorme expansión del comercio que continuó durante unos veinte años.
Sin embargo, la combinación de objetivos geopolíticos (como la contención de la Unión Soviética) y necesidades económicas (reducción de los costos de producción y "protección"), que sustentaron la reconstrucción de Europa y Japón, condujeron a consecuencias inesperadas. Después de la guerra, estos países se transformaron en potencias industriales orientadas a la exportación. Este proceso generó, con el tiempo, superávits comerciales cada vez mayores a su favor, que comprometieron el equilibrio de la cuenta corriente estadounidense.
A la pérdida de competitividad del sistema de producción interno se sumó también el aumento astronómico de los costos de mantenimiento del "estado de seguridad nacional" interno y de la arquitectura de defensa extendida a Europa occidental y Asia oriental.
martes, 13 de septiembre de 2011
¿Hacia el fin del “patrón dólar”?
Paula Bach, Rebelión
Bajo las condiciones generales de una casi segura recesión en EE.UU. y Europa, una profunda inestabilidad financiera con permanentes caídas bursátiles y la persistente amenaza de crisis bancarias, grandes masas de capitales internacionales se dirigen hacia activos que son considerados “refugios de valor”. La mercancía oro, que actuó como equivalente general y reaseguro de los intercambios internacionales junto con el metal de plata durante el siglo XIX, de manera exclusiva aunque con interrupciones durante gran parte del siglo XX y bajo la forma de equivalencia general con el dólar hasta el fin de los acuerdos de Bretton Woods en 1971, es el más importante de esos activos. Junto al oro, no obstante, también actúan como refugio de valor otros activos como lo es fundamentalmente el franco suizo que no casualmente fue la última moneda en abandonar completamente el patrón oro manteniendo hasta el año 1998 un respaldo en oro del 40% de los francos en circulación. Pero si el incremento del precio del oro, que alcanza hoy la cifra histórica de 1.900 dólares la onza (aproximadamente 28 gramos), no perjudica directamente la moneda ni la economía de ningún país en particular, no ocurre lo mismo con la sobrevaluación de las monedas nacionales. La revalorización del franco suizo asociada a su rol de refugio de valor, perturba directamente a la economía de dicho país por cuanto sus productos y servicios valuados en francos se vuelven progresivamente menos competitivos en el mercado internacional. Esta situación condujo al gobierno suizo a implementar una devaluación atando el valor del franco al del euro a través del establecimiento de un mínimo de 1,20 francos por cada euro que el Banco Nacional de Suiza alertó que va a defender comprando todos los euros y monedas que sean necesarios. La medida detonó un derrumbe de la divisa helvética de un 9% frente a las principales monedas con una importante pérdida de ganancias de los capitales que habían apostado al franco y una posible tendencia a una mayor exclusividad del oro en tanto refugio de valor.
Bajo las condiciones generales de una casi segura recesión en EE.UU. y Europa, una profunda inestabilidad financiera con permanentes caídas bursátiles y la persistente amenaza de crisis bancarias, grandes masas de capitales internacionales se dirigen hacia activos que son considerados “refugios de valor”. La mercancía oro, que actuó como equivalente general y reaseguro de los intercambios internacionales junto con el metal de plata durante el siglo XIX, de manera exclusiva aunque con interrupciones durante gran parte del siglo XX y bajo la forma de equivalencia general con el dólar hasta el fin de los acuerdos de Bretton Woods en 1971, es el más importante de esos activos. Junto al oro, no obstante, también actúan como refugio de valor otros activos como lo es fundamentalmente el franco suizo que no casualmente fue la última moneda en abandonar completamente el patrón oro manteniendo hasta el año 1998 un respaldo en oro del 40% de los francos en circulación. Pero si el incremento del precio del oro, que alcanza hoy la cifra histórica de 1.900 dólares la onza (aproximadamente 28 gramos), no perjudica directamente la moneda ni la economía de ningún país en particular, no ocurre lo mismo con la sobrevaluación de las monedas nacionales. La revalorización del franco suizo asociada a su rol de refugio de valor, perturba directamente a la economía de dicho país por cuanto sus productos y servicios valuados en francos se vuelven progresivamente menos competitivos en el mercado internacional. Esta situación condujo al gobierno suizo a implementar una devaluación atando el valor del franco al del euro a través del establecimiento de un mínimo de 1,20 francos por cada euro que el Banco Nacional de Suiza alertó que va a defender comprando todos los euros y monedas que sean necesarios. La medida detonó un derrumbe de la divisa helvética de un 9% frente a las principales monedas con una importante pérdida de ganancias de los capitales que habían apostado al franco y una posible tendencia a una mayor exclusividad del oro en tanto refugio de valor.
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miércoles, 22 de marzo de 2017
¿Existió alguna vez la época dorada del capitalismo?
Alejandro Nadal, La Jornada
En muchos círculos de todo el espectro político se habla de una época dorada del capitalismo. La referencia es al periodo que arranca con el Nuevo Trato impulsado por la administración Roosevelt durante los años de la gran depresión y termina hacia finales de la década de los años 1970.
Entre 1945 y 1970 la economía estadounidense experimentó un incremento sostenido en el ingreso promedio de la población y una expansión casi sin precedentes de la clase media. Casi todos los observadores concuerdan en que durante esos años se consolidó una especie de paz social en la que capital y trabajo convivieron para generar un auge económico sin precedente. Hoy la nostalgia por la época dorada hace soñar a muchos a lo largo de todo el espectro político.
Pero, ¿realmente existió esa época dorada? Es una pregunta importante y compleja. Nuestra visión sobre la evolución del capitalismo en los tiempos que corren depende de la respuesta. Los objetivos estratégicos de la acción política de partidos, sindicatos y todo tipo de organizaciones también están condicionados por ella. Para simplificar el análisis podemos hacer referencia en primer lugar a la economía de Estados Unidos. No es casualidad que la referencia geográfica para ese periodo de auge sea ese país pues en él nunca existió otra cosa que el modo de producción capitalista.
En muchos círculos de todo el espectro político se habla de una época dorada del capitalismo. La referencia es al periodo que arranca con el Nuevo Trato impulsado por la administración Roosevelt durante los años de la gran depresión y termina hacia finales de la década de los años 1970.
Entre 1945 y 1970 la economía estadounidense experimentó un incremento sostenido en el ingreso promedio de la población y una expansión casi sin precedentes de la clase media. Casi todos los observadores concuerdan en que durante esos años se consolidó una especie de paz social en la que capital y trabajo convivieron para generar un auge económico sin precedente. Hoy la nostalgia por la época dorada hace soñar a muchos a lo largo de todo el espectro político.
Pero, ¿realmente existió esa época dorada? Es una pregunta importante y compleja. Nuestra visión sobre la evolución del capitalismo en los tiempos que corren depende de la respuesta. Los objetivos estratégicos de la acción política de partidos, sindicatos y todo tipo de organizaciones también están condicionados por ella. Para simplificar el análisis podemos hacer referencia en primer lugar a la economía de Estados Unidos. No es casualidad que la referencia geográfica para ese periodo de auge sea ese país pues en él nunca existió otra cosa que el modo de producción capitalista.
lunes, 21 de abril de 2025
¿Hacia un cambio de régimen en Occidente?
Un régimen internacional que hace una década prácticamente se ahogó en el mar de deuda que había creado, se hunde en una inundación de deuda aún mayor, sin un final a la vista
Perry Anderson, London Review of Books
Transcurrido un cuarto de siglo, el cambio de régimen se ha convertido en un término canónico. Significa el derrocamiento, típica, pero no exclusivamente por parte de EEUU, de gobiernos de todo el mundo rechazados por Occidente, empleando para ello la fuerza militar, el bloqueo económico, la erosión ideológica o una combinación de estos. Sin embargo, originalmente el término significaba algo muy distinto: una alteración generalizada en el propio Occidente: no la transformación repentina de un Estado-nación por la violencia externa, sino la instauración gradual de un nuevo orden internacional en tiempos de paz. Los pioneros de esta concepción fueron los teóricos estadounidenses que desarrollaron la idea de los regímenes internacionales como acuerdos que garantizan relaciones económicas de cooperación entre los principales Estados industriales, que podrían o no adoptar la forma de tratados.
Estos, se sostenía, se desarrollaron a partir del liderazgo estadounidense tras la II Guerra Mundial, pero lo reemplazaron con la formación de un marco consensual de transacciones mutuamente satisfactorias entre los países líderes. El manifiesto de esta idea se materializó en 'Power and Interdependence', obra coescrita por dos pilares del establishment de la política exterior de la época: Joseph Nye y Robert Keohane, cuya primera edición, de las que tuvo muchas, apareció en 1977.
Aunque se presentaba como un sistema de normas y expectativas que ayudaba a asegurar la continuidad entre las diferentes administraciones en Washington al introducir una mayor disciplina en la política exterior estadounidense, el estudio de Nye y Keohane no dejaba lugar a dudas sobre sus resultados para Washington. «Los regímenes suelen ser favorables para EEUU porque es la principal potencia comercial y política del mundo. Si muchos regímenes no existieran, EEUU sin duda querría inventarlos, como lo hizo».(1) A principios de la década de 1980, se empezaron a publicar libros en esta línea: un simposio titulado 'International Regimes', editado por Stephen Krasner (1983); el propio tratado de Keohane, 'After Hegemonya' (1984); y una serie de artículos eruditos.
En la década siguiente, esta doctrina tranquilizadora experimentó una mutación con la publicación de un volumen titulado 'Regime Changes: Macroeconomic Policy and Financial Regulation in Europe from the 1930s to the 1990s', editado por Douglas Forsyth y Ton Notermans (estadounidense y holandés, respectivamente). Mantuvo, pero agudizó la idea de un régimen internacional, especificando la variante que prevalecía antes de la guerra, basada en el patrón oro; luego, el orden forjado en Bretton Woods, que lo sucedió después de la guerra; y, finalmente, detallando la desaparición de este sucesor en los años 1970.(2)
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mamvas
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miércoles, 17 de agosto de 2011
Las "habas contadas" de Keynes
Cuelgo este notable artículo de Fernando Esteve, verdaderamente imperdible, publicado en Rankia. Este es sólo el primer párrafo:
Sugiero continuar la lectura en el enlace original, para aprender algo sobre el comercio internacional, Bretton Woods y las ideas de John Maynard Keynes, plenamente vigentes en esta nueva gran crisis.
John Maynard Keynes era un tipo genial, en el sentido más común del término, aquel que se refiere a la capacidad para sacar del sentido común todo lo que éste puede dar de sí, pero nada más, sólo lo justo. Y uno de los muchos momentos en los que hizo un uso apropiado de esa capacidad y de ese sentido fue cuando elaboró su propuesta para organizar el orden monetario internacional tras la II Guerra Mundial. Esa propuesta para la conferencia internacional que se celebró en 1944 en Bretton Woods, el llamado Plan Keynes, tenía como objetivo el evitar recaer en el desorden monetario internacional que contribuyó a profundizar la depresión de los años 30. Pero, sin embargo,no fue aceptado en esa conferencia, pues sus participantres pensaron que era una excentricidad de un soñador, un sinsentido común, y eligieron en su lugar el plan propuesto por el Secretario del Tesoro norteamericano, el llamado Plan White.
Sugiero continuar la lectura en el enlace original, para aprender algo sobre el comercio internacional, Bretton Woods y las ideas de John Maynard Keynes, plenamente vigentes en esta nueva gran crisis.
jueves, 16 de junio de 2011
La ortodoxia económica vigente tiene mucho más que ver con las causas de la crisis que con sus soluciones
Juan Tugores, La Vanguardia
Cuatro años después del inicio de la Gran Depresión, Keynes describía la perplejidad con que se encontraban quienes, insatisfechos con el sistema de “capitalismo internacional pero individualista” al que calificaba como ni inteligente ni justo, se preguntaban acerca de las alternativas. Transcurrido un tiempo similar desde el inicio de la Gran Recesión, esta cita del economista británico vuelve a estar de actualidad. La indignación de unos y la perplejidad de muchos tiene más claros los motivos de frustración y desencanto que los ingredientes para formular alternativas realmente operativas, que permitan construir algo que supere las causas profundas y las peores consecuencias de las dinámicas que nos condujeron a los problemas recientes. El resultado de facto de esa desorientación es un retorno a la creciente hegemonía de ortodoxias que tienen mucho más que ver con las causas de la crisis que con sus razonables soluciones.
Cuatro años después del inicio de la Gran Depresión, Keynes describía la perplejidad con que se encontraban quienes, insatisfechos con el sistema de “capitalismo internacional pero individualista” al que calificaba como ni inteligente ni justo, se preguntaban acerca de las alternativas. Transcurrido un tiempo similar desde el inicio de la Gran Recesión, esta cita del economista británico vuelve a estar de actualidad. La indignación de unos y la perplejidad de muchos tiene más claros los motivos de frustración y desencanto que los ingredientes para formular alternativas realmente operativas, que permitan construir algo que supere las causas profundas y las peores consecuencias de las dinámicas que nos condujeron a los problemas recientes. El resultado de facto de esa desorientación es un retorno a la creciente hegemonía de ortodoxias que tienen mucho más que ver con las causas de la crisis que con sus razonables soluciones.
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