La reciente ofensiva militar israelí en Beirut pretendía dar a Tel Aviv una baza negociadora en las conversaciones sobre el alto el fuego. Pero las represalias sin precedentes de Hezbolá contra Tel Aviv han demostrado que no habrá solución militar para el Estado ocupante, sino castigo en especie.
Hassan Jouni, The Cradle
Se suceden los acontecimientos en el actual enfrentamiento entre las fuerzas de ocupación israelíes y la resistencia libanesa. En la última semana, la situación se ha recrudecido, con ataques mutuos por ambas partes.
La intensificación en el campo de batalla, instigada por el ejército israelí a principios de octubre tras el lanzamiento de su invasión terrestre «limitada» en el sur de Líbano, era de esperar. Se produjo antes de una fase delicada de las negociaciones, después de que el portavoz del Parlamento libanés, Nabih Berri, recibiera un proyecto de acuerdo de alto el fuego de la embajadora estadounidense en Beirut , Lisa Johnson, que prevé una fase «post-Hezbolá» para el Estado levantino.
Israel, confiado en su superioridad militar apoyada por Estados Unidos, ha optado por negociar bajo fuego, prosiguiendo su campaña de destrucción sistemática y de ataques contra civiles. Para comprender la dinámica actual, es esencial examinar los puntos de confrontación más destacados sobre el terreno y vincularlos a las conversaciones en curso entre las distintas partes afiliadas.
Negociar bajo el fuego
La importancia del ataque de la semana pasada contra el cuartel general y el Ministerio de Defensa de Israel en Tel Aviv puede haber pasado desapercibida para muchos observadores, dados los esfuerzos de los medios de comunicación hebreos por restar importancia al suceso como parte de la estrategia más amplia de ocultamiento de Israel.