Veremos en los próximos meses cómo evoluciona la situación; ciertamente Siria es, de todos los países de la región, aquel en el que más fácilmente podría producirse un enfrentamiento, tanto por su posición estratégica, como por la presencia de numerosas fuerzas armadas extranjeras y/o controladas por extranjeros, y por la ya mencionada debilidad del Estado sirio
Enrico Tomaselli, Enrico's Substack
Sólo han pasado unas horas desde que entró en vigor el alto el fuego en el Líbano (que Israel ya ha violado dos o tres veces) y, de repente, ha vuelto a estallar otro frente, en Siria, donde la situación se había mantenido estable durante al menos cuatro años. La coincidencia ha hecho creer, obviamente, que se trataba de una maniobra israelí, que recientemente había amenazado varias veces a Assad en relación con el papel sirio en el paso de la ayuda iraní a Hezbolá. Sin embargo, por lo que parece, la reanudación de los combates parece más atribuible a Ankara que a Tel Aviv.
Empecemos diciendo que la situación en Siria -para variar… – se complica enormemente por la presencia de innumerables actores, locales e internacionales, cuyas relaciones también están sujetas a una dinámica en constante cambio.
En el norte de Siria -donde han vuelto a recrudecerse los combates- se observa la presencia, sobre todo en el oeste, de algunos grupos islamistas radicales, algunos de los cuales están formados en su totalidad por combatientes procedentes del extranjero (uzbekos, tayikos, incluso uigures de China) que, junto con las milicias de habla turca, operan a la sombra de Turquía. Y son precisamente los grupos que han dado origen a la actual ofensiva en dirección a Alepo. Hacia el este, en la frontera con Irak, hay grupos kurdos (se trata de la gran región del Kurdistán, a caballo entre Turquía, Siria, Irak e Irán).