Merkel y el diario Bild persuaden a los alemanes de que todo el mundo quiere su dinero. En primer lugar: se trata de una mentira. Y en segundo, hay mucho más en juego que el dinero. Si los alemanes le dan la espalda a Europa, la democracia estará en riesgo.
Una persona conduce en dirección contraria por la autovía. En la radio se advierte de un automovilista loco que conduce en dirección contraria. “¿Sólo uno?”, se dice el conductor. Angela Merkel es el conductor, Alemania el automóvil. Conducimos a contracorriente, contra toda razón económica y política, y además estamos orgullosos de ello. Nos dejamos convencer de que todo el mundo quiere “nuestro dinero”. En primer lugar esto falso y en segundo, está en juego mucho más que nuestro dinero.
Angela Merkel está acometiendo un proyecto peligroso: disuelve la responsabilidad europea de los alemanes. Quiere hacernos creer que Europa es algo que hacen o dejan de hacer los alemanes, y que, en consecuencia, está ahí para su uso inmediato. Europa se convierte así en res publica amissa, en una cuestión pública negligida. Ya lo vivimos en una ocasión y sabemos lo que ocurrió. Hoy Europa se ha convertido en Weimar. Y cuando los alemanes dieron la espalda a Weimar, fue el fin de la democracia.
El discurso sobre “nuestro dinero”, ése que supuestamente todo el mundo quiere, es un argumento deleznable. La canciller no tiene que decirlo a las claras, de eso se encarga el diario Bild, especialista en crispar el ambiente. Ninguno de los dos se preocupa demasiado por Europa. Piensan y se sienten atlantistas. Pero Estados Unidos se ha debilitado, no es ningún socio de confianza. Bild y Merkel cometen un grave error cuando socavan las convicciones europeas de los alemanes de posguerra, pues fuera de esa comunidad de destino Alemania, como potencia media, no tiene ningún futuro. Actúan como si pudiese escogerse entre una vía europea y una vía alemana. Pero no existe ninguna vía alemana. ¿Qué quiere hacer Merkel cuando se rompan el euro, el espacio Shengen y quizá toda la acquis communautaire, esto es, todo lo que se logró en 60 años de integración europea? ¿Apoyarse en China?
Europa en el corazón
Después de que Hitler tomase el poder, como Sebastian Haffner escribió, hubo, “y no puede definirse de otro modo, un sentimiento extendido de salvación y liberación de la democracia”. ¿Qué tipo de sentimiento se extendería si el euro se desplomase y con él toda Europa? ¿También un sentimiento de liberación? Los alemanes deben comenzar a valorar de una vez esta crisis en su medida. Quizá les salve de su propio y perjudicial egoísmo autocomplaciente.
Entendámonos: nadie quiere realmente que Alemania pague las deudas de toda Europa. La época del estándar oro pasó, los acuerdos entre bancos centrales se resuelven en Fort Knox llevando los lingotes de oro de una cámara a otra. La unión bancaria y los eurobonos integrarían a Alemania en un sistema de garantías y seguridad mutuas. Sin un sistema así, Europa está condenada a su destrucción.
Es una desgracia histórica que una crisis como ésta tengamos una canciller que no se toma seriamente, que no lleva a Europa en su corazón. También en estos momentos, que con justicia podríamos denominar históricos, es necesario contemplar las realidades políticas. Pero sólo para cambiarlas. Merece la pena, pues, pensar lo que hubiera ocurrido bajo otras circunstancias. Nietzsche escribió en una ocasión: “La cuestión de ‘qué hubiera ocurrido si no hubiera sucedido esto o aquello’ se niega unánimemente y, sin embargo, se trata de la pregunta cardinal.” Escribimos la historia a crédito. Pero con todo, en los puntos de inflexión de la historia el individuo puede hacer valer su peso. Si el “káiser de los 99 días”, Federico III, no hubiera fallecido por un cáncer de laringe y si Bismarck hubiera permanecido más tiempo a su lado, ¿se habría evitado quizá la Gran Guerra?
Cabe imaginar que un canciller socialdemócrata se hubiera comportado a comienzos de la crisis de manera muy diferente a Merkel, que vaciló. Y cabe esperar que el nuevo canciller, o la nueva canciller, se comportará de manera diferente tras las próximas elecciones. Una pequeña pista: Hannelore Kraft ha reemplazado a Angela Merkel como político mejor valorado en Alemania. Europa sólo tiene que aguantar el tiempo suficiente.
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