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sábado, 30 de enero de 2016

Stiglitz critica las primeras medidas del macrismo: son una gran transferencia a los ricos


“Las primeras medidas del gobierno de Mauricio Macri son preocupantes, especialmente el recorte permanente en los impuestos a la exportación es una gran transferencia a los ricos, con un gran costo para los trabajadores ordinarios. Cualquiera que sean los beneficios de eficiencia, las consecuencias distributivas y para el desarrollo no pueden ser ignoradas”, señaló el Premio Nobel en Economía, Joseph Stiglitz, en un artículo que firmó junto al economista Martín Guzmán. Stiglitz y Guzmán alertan también sobre los riesgos de la devaluación en los precios internos a través de una suba de los bienes transables (exportables) y los importados y la caída del mercado interno producto de los despidos. “A la vista de las crecientes presiones inflacionarias, el Banco Central probablemente elevará las tasas de interés. Esto podría reducir la demanda lo suficiente para restaurar un aparente equilibrio macroeconómico”, remarca. Sin embargo, incluso si se dan estas condiciones, el aumento de despidos en distintos sectores donde no haya cuellos de botella lo más probable es que empuje hacia arriba la tasa general de desempleo, y con la inflación sólo domesticada en parte, la actividad caería en un proceso de estanflación.

jueves, 19 de mayo de 2011

DSK y el cambio de eje de la política económica


Repito el discurso de Dominique Strauss-Kahn en la Universidad George Washington el 4 de abril, publicado anteriormente, en el cual DSK planteó las cruciales tareas que enfrenta la teoría macroeconómica y la economía mundial para resolver los problemas globales. El rol de los Estados, la necesidad de reformular los mecanismos que pongan fin al flagelo de las entidades demasiado grandes para caer, así como la necesidad de un impuesto a las transacciones financieras y el enfoque hacia una globalización inclusiva y no exclusiva, que genere riqueza para todos y no para un puñado como ha sido hasta ahora, lo que ha amplificado la brecha entre ricos y pobres, forman parte de este interesante discurso, sin dudas, el de despedida de DSK al mando del FMI tras los turbios incidentes de New York . ¿Será también la despedida de estos planes para la institución cuyo cambio de giro había experimentado gran aceptación?

Este es el discurso de Strauss-Kahn:

martes, 5 de abril de 2011

Jefe del FMI: "El Consenso de Washington está muerto"



El denominado "consenso de Washington", que orientó la política económica de países en vías de desarrollo durante décadas "ya es historia". Los efectos de la crisis han sido tan devastadores que todo lo que ha defendido el Fondo Monetario Internacional durante los últimos 30 años ha dado una gran vuelta de campana, según afirmó ayer el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, en esta charla ofrecida en la Universidad George Washington de la capital estadounidense. ¿Soplan vientos de cambio en el FMI? Cuelgo el clip completo, con las presentaciones oficiales y el discurso de DSK, este lunes en Washington.

Ver discurso de DSK aquí
Lea, además, el artículo en El Blog Salmón

lunes, 24 de mayo de 2010

Las causas de fondo de las recurrentes crisis financieras globales

Henry C.K.Liu

Graves crisis financieras globales se han venido sucediendo década tras década: el desplome de 1987, la crisis financiera asiática de 1997 y la crisis crediticia de 2007. Esa recurrente pauta ha sido generada por la total desregulación financiera a escala planetaria. Pero las causas de fondo han sido la hegemonía del dólar y el Consenso de Washington.

El caso de Grecia

Siguiendo un malhadado asesoramiento neoliberal y fundamentalista de mercado, Grecia abandonó su moneda nacional, el dracma, a favor del euro en 2002. Este paso, críticamente cargado de consecuencias, permitió al Gobierno griego beneficiarse de la fortaleza del euro –no derivada, huelga decirlo, de la fortaleza de la economía griega, sino de la fortaleza de las economías más fuertes de la eurozona— para contratar préstamos a tasas de interés más bajas, respaldadas con el colateral de activos griegos denominados en euros. Con nuevo crédito disponible, Grecia se emborrachó con el gasto financiado por la deuda, con proyectos de elevado perfil, como las Olimpíadas de Atenas 2004, que dejaron a la nación griega con una enorme deuda soberana no denominada en su moneda nacional. Estos empréstitos públicos en tiempos de auge significaban una manifiesta distorsión de las políticas económicas keynesianas de financiación del déficit, consistentes en enfrentarse a las recesiones cíclicas respaldándose en los excedentes acumulados en los ciclos de auge. Lo que hizo Grecia, al revés, fue acumular masivamente deuda mientras se hinchaba su burbuja económica inducida por la deuda.

La trampa del euro

Al adoptar el euro, una moneda gestionada por la política monetaria del supranacional Banco Central Europeo (BCE), Grecia abdicó voluntariamente de su soberanía en materia de política monetaria nacional, y eso en la confianza, falsamente confortable, de que una política monetaria supranacional diseñada para las economías más robustas de la eurozona funcionaría también para una Grecia endeudada hasta las cejas. Como Estado miembro de la eurozona, Grecia puede ingresar y tomar prestados euros sin verse afectada por tasas de cambio, pero no puede emitir euros aun a costa de inflación. La incapacidad de emitir euros expone a Grecia al riesgo de quiebra de la deuda soberana en caso de déficit fiscal prolongado, y la deja sin las opciones abiertas a una solución monetaria nacional independiente, como la devaluación de la moneda nacional.

A despecho de la verborrea sobre el euro como incipiente alternativa al dólar como moneda de reserva, el euro no es en realidad sino otra moneda derivada del dólar. A pesar de que el PIB de la Unión Europea es mayor que el de los EE.UU., el dólar sigue dominando los mercados financieros en todo el mundo como moneda de referencia a causa de la hegemonía política del dólar, que exige la denominación en dólares de todas las mercancías básicas. El petróleo puede comprarse con euros, pero aprecios sujetos al valor de cambio del euro en relación con el dólar. Ocurre, simplemente, que la Unión Europea, no posee el poder geopolítico que los EEUU vienen teniendo desde el final de la II Guerra Mundial.

La hegemonía del dólar y el Consenso de Washington

El crecimiento económico bajo la hegemonía política del dólar exige que las naciones que participan en los mercados sigan las reglas del Consenso de Washington, un término acuñado en 1990 por un economista del Institute of International Economics, John Williamson, para resumir la sincronizada ideología de los economistas del establishment radicados en Washington, una ideología que reverberó a escala planetaria durante un cuarto de siglo como evangelio de las reformas económicas indispensables para el crecimiento en una economía de mercado globalizada. Esa ideología ha metido a buena parte del globo en crisis financieras recurrentes.

Inicialmente aplicado a América Latina, y finalmente a todas las economías en vías de desarrollo, el Consenso de Washington ha terminado por ser sinónimo de la doctrina del neoliberalismo globalizado o fundamentalismo de mercado y a describir, en un angosto marco de limitaciones ideológicas, un conjunto de prescripciones políticas universales fundadas en principios de libre mercado y disciplina monetaria. Promueve para todas las economías control macroeconómico, apertura comercial, medidas microeconómicas favorables al mercado, privatización y desregulación en beneficio de una fe ideológicamente dogmática en la capacidad del mercado para resolver más eficientemente cualquier problema socioeconómico. Con el oscurantismo dogmático va también la resuelta negativa a admitir la obvia contradicción entre la pretendida eficiencia teórica del mercado y la empírica incapacidad para erradicar la pobreza o las crecientes desigualdades de ingresos y riqueza.

Vuelve la pugna entre el capital y los salarios

El crecimiento del capital financiero ha de lograrse a expensas del crecimiento del capital humano. El equilibrio monetario sin perturbaciones inflacionarias ha de lograrse manteniendo los salarios bajos a través del desempleo estructural. Las bolsas de pobreza en la periferia se consideran en el precio necesario para la prosperidad del centro. Dogmas de ese jaez confieren al desempleo y a la pobreza, verdadera catástrofe económica, una inmerecida aura de respetabilidad conceptual. La intervención del Estado ha sido traída a colación sobre todo para reducir el poder de los trabajadores en el mercado a favor del capital y favorecer mecanismos de mercado descaradamente predatorios.

El conjunto de reformas prescritas por el Consenso de Washington se compone de 10 directrices: 1) disciplina fiscal; 2) reorientación del gasto público hacia áreas que ofrezcan rendimientos económicos elevados; 3) reformas fiscales para bajar los tipos marginales y ensanchar la base fiscal; 4) liberalización de los tipos de interés; 5) tasas de cambio competitivas; 6) liberalización del comercio; 7) liberalización de la inversión exterior directa (IED); 8) privatización; 9) desregulación; y 10) afianzamiento de los derechos de propiedad privada.

Los Estados abdican de sus responsabilidades

Esas directrices vienen a sumarse por doquiera a una reducción generalizada del papel central del Estado en la economía, de su primaria obligación de proteger a los débiles frente a los fuertes, de fuera y de dentro. El desempleo y la pobreza se ven entonces como fenómenos temporales, morralla transitoriamente caída en el proceso de selección natural de los mercados, efectos inevitables de una evolución económica que, a largo plazo, generará una economía más robusta.

Los economistas neoliberales arguyen que el desempleo y la pobreza, plagas económicas letales en el corto plazo, pueden traer consigo beneficios macroeconómicos en el plazo largo. Hay gente para todo: también algunos historiadores arguyen perversamente que la Peste Negra (1348) tuvo consecuencias beneficiosas a largo plazo para la sociedad europea.

La resultante escasez de fuerza de trabajo empujó, a corto plazo, al alza los salarios a mediados del siglo XIV, y el súbito incremento de la mortalidad trajo consigo una sobreabundancia de bienes, lo que hizo que se desplomaran los precios. Esas dos tendencias provocaron causalmente un incremento del nivel de vida de los supervivientes. Sin embargo, la escasez de mano de obra causada por la Peste Negra forzó a los terratenientes a frenar el proceso de liberación de los siervos y a extraer más trabajo de ellos. En reacción a eso, los campesinos se sirvieron en muchos frentes de su acrecido poder de mercado para exigir un tratamiento más equitativo o para aligerar las cargas soportadas. Frustrados, los gremios se rebelaron en las ciudades y los campesinos se rebelaron en el campo. La Jacquerie francesa de 1358, la Revuelta Campesina en la Inglaterra de 1381, la Rebelión Catalana de 1395, así como muchas revueltas en Alemania, muestran hasta qué punto llegó la mortalidad a quebrantar las relaciones económicas y sociales tradicionales.

El neoliberalismo ha generado en el último cuarto de siglo una situación que se traduce en violentas protestas políticas en todo el globo, siendo la forma más extremista de las mismas el terrorismo. Pero al menos la plaga bubónica fue desencadenada por la naturaleza, no por una idea fija ideológica humana. Y el neoliberalismo mantiene a los trabajadores en el desempleo, pero vivos, con ayudas de subsistencia, al tiempo que conserva una perpetua reserva de trabajo excedente para evitar que los salarios suban a causa de escasez de fuerza de trabajo, lo que monta tanto como eliminar hasta los crueles beneficios a largo plazo de la Peste Negra.

Encogimiento del Estado

El Consenso de Washington se ha venido caracterizando como un “encogimiento del Estado” (Informe anual de la las Naciones Unidas, 1998) y un “nuevo imperialismo” (M. Shahid Alam, “Does Sovereignty Matter for Economic Growth?”, 1999). Pero el daño real provocado por ese Consenso dista aún mucho de reconocerse comúnmente: en lo que realmente consiste es en un conjunto de prescripciones para generar Estados fracasados entre las economías en vías de desarrollo que participan en los mercados financieros globalizados. Incluso en las economías desarrolladas, el neoliberalismo genera un síndrome, tan peligroso como generalmente inadvertido, de Estado fallido. [1]

NOTA: [1] Véase mi artículo del 3 de febrero de 2005: World Order, Failed States and Terrorism, señaladamente la primera parte (de 10): The Failed State Cancer. El presente artículo resume un trabajo extenso publicado en Asia Times.

Henry C.K. Liu es un reconocido analista económico y político que escribe regularmente en Asia Times. Es consejero del Roosevelt Institute norteamericano, y forma parte del equipo rector de la revista New Deal 2.0.

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench

Fuente: www.sinpermiso.info


lunes, 20 de octubre de 2008

Tensión en Washington por la crisis


La crisis desatada por la corrupción financiera de Wall Street tiene en jaque al país del norte y atrapado en la mayor bancarrota de su historia. Crisis del Neoliberalismo, del FMI y del consenso de Washington: el desplome de toda una ideología. Lea aquí mi artículo sobre la crisis del consenso de Washington.

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