viernes, 5 de abril de 2024

Gaza y Varsovia son el método

“Nos están entrenando en la aceptación del modo de guerra genocida como la nueva normalidad… Gaza es un método. Un método occidental aplicado por el Israel fascista, sionista, sádico, pionero del apartheid y vanguardia de los de arriba sobre los de abajo”.

José Steinsleger, La Jornada

Entre la heroica resistencia del gueto de Gaza (en curso), y el heroico levantamiento del gueto de Varsovia (abril/mayo de 1943), subyace, indómito, el derecho a la rebelión de los pueblos.

Junto con Cisjordania y Jerusalén oriental, en Gaza empezó la solución final (sic) del llamado problema palestino, así como el de Varsovia fue un capítulo más de la solución final del llamado problema judío.

Como es sabido, la Segunda Guerra Mundial empezó tras la invasión alemana a Polonia (1º de septiembre de 1939). Y un año después, en Varsovia, los nazis desalojaron un barrio céntrico de arios, y allí confinaron a 350 mil polacos judíos (un tercio de la población total de la capital).

Sin embargo, en enero de 1943, súbitamente, componentes de un mísero cortejo de judíos destinados a los campos de exterminio, empuñaron armas de fuego y dispararon contra las temibles SS, y la soldadesca encargada de la vigilancia del gueto. Y al cabo de cinco días de combate, los nazis recurrieron a los cañones para demoler los edificios donde los subhumanos (sic), se habían atrincherado.

El 16 de febrero, Heinrich Himmler, jefe de las SS, ordenó arrasar el gueto con implacable tenacidad (Léon Poliakov, Breviario del odio, 1951, pp. 276-284). No fue tan fácil. El 19 de abril estalló el levantamiento general, y los contingentes judíos que habían conseguido armas, granadas y explosivos del exterior (transportados por… ¡túneles!), resistieron con tenacidad.

Ninguno sobrevivió y, por ende, no hubo triunfo estratégico. Pero desde el punto de vista militar, el alzamiento fue una sorpresa sicológica para los nazis. En su diario, Joseph Goebbels apuntó: La rebelión del gueto revistió el carácter de una epopeya judía por propio derecho, y así será considerada en el futuro (The Goebbels diaries, Londres, 1948, pp. 268 y 273).

Ahora bien. El 7 de octubre pasado, las Brigadas Al-Qassam (ala militar del partido Hamas) rompieron el cerco del guetto de Gaza y, así como los judíos de 1943, sorprendieron al ejército que (ídem anterior) presumía de ser el más eficiente, ético y moral del mundo.

Entonces, cuando los espíritus merolicos dicen estar contra Hamas y Netanyahu, omiten, con deliberada amnesia, que esta historia empezó en 1948, cuando la entidad terrorista llamada Israel desencadenó la Nabka. Un término que remite al propio holocausto palestino.

Por ello, el 23 de junio de 2023 Hamas tomó la palabra al ministro de Seguridad Ben-Gvir, quien pidió a la cúpula del régimen encabezado por Benjamin Netanyahu que lanzara una operación militar especial a gran escala en Cisjordania. Añadiendo: “El ejército debe matar a miles de palestinos calificados de ‘terroristas’, expandir los asentamientos ilegales en Jerusalén oriental, y demoler edificios palestinos”.

La Autoridad Nacional Palestina (ANP) gobierna en Cisjodrania y Hamas, en Gaza. Con lo cual, tras las palabras de Ben-Gvir, los palestinos entraron en un debate similar al del consejo de dirigentes judíos (Judenrat) en el gueto de Varsovia.

El Judenrat rechazaba la resistencia armada, argumentando que no había prueba de una amenaza de deportación. Cualquier resistencia armada llevará a los nazis a tomar represalias colectivas. La mayoría consideró que la hora no había llegado, y era menester esperar la evolución de los acontecimientos.

Argumentos sin sustento, pues el 3 de septiembre de 1941, en Auschwitz, habían empezado a funcionar los hornos crematorios, y en el gueto de Varsovia la Organización Judía de Lucha (ZOB, siglas en polaco), y la Unión Militar Judía (ZZW), estaban informados de que en la Conferencia de Wansee (Berlín, enero de 1942), el arco completo de la dirigencia nazi había acordado la aplicación de la solución final.

Al terminar la guerra, el escritor católico alemán Ernst Wiechert (1887-1950) se dirigió a la juventud alemana, diciendo: “Que nuestra falta nos haga comprender que debemos expiar dura y largamente; que no podemos aspirar a la felicidad, al hogar y a la paz en tanto que otros han perdido su felicidad, su hogar y su paz por nuestra culpa…” (Teatro de Cámara de Munich, noviembre de 1945).

Palabras que se llevó el viento. Escribo estas líneas en vísperas de la solución final del problema palestino, que tendrá lugar en la localidad de Rafah. Situada en la frontera con Egipto, Rafah tiene 64 kilómetros cuadrados y, hasta el 7 de octubre tenía 150 mil habitantes. Pero a la fecha, soporta un millón y medio de refugiados que están en la mira de los carniceros nazisionistas, con el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea.

Nuestro agradecimiento al investigador venezolano Diego Sequera, cuando rescata el comentario de otro analista de excelencia, el alemán Tarik Cyril Amar: “Nos están entrenando en la aceptación del modo de guerra genocida como la nueva normalidad […] Gaza es un método. Un método occidental aplicado por el Israel fascista, sionista, sádico, pionero del apartheid y vanguardia de los de arriba sobre los de abajo”.


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