lunes, 28 de julio de 2008

Bajo el miedo del mercado

Si algo ha dejado en claro la aplanadora neoliberal es su tendencia al darwinismo social, a esa ley de selección natural que mutila, saquea, expolia y depreda bajo la concepción del “consumidor racional” como objeto científico de la raigambre mecanicista y cartesiana que ha significado la creación de modelos únicos. Este es el matiz que ha llevado al descalabro y a una situación mundial crítica que puede significar para el mundo su mayor derrumbe en 50 años. El tobogán de Wall Street y sus réplicas en las bolsas mundiales han dado paso ahora al miedo del mercado. Insólito: después de haber endiosado al mercado al extremo de convertirlo en ley teológica por los fundamentalistas neoliberales a lo Hayek y Friedman y su séquito de Chicago boys, ahora se le teme. Y se pide a los gobiernos que intervengan para evitar el colapso.

Pero con las medidas de parche solo prolongan y dilatan el drama. La receta de los bancos centrales de subir la tasa de interés como única medicina para contener la inflación está provocando una desaceleración en los países emergentes con un frenazo que está acentuando las caídas en las tasas de crecimiento más de lo esperado. Cada vez el FMI tiene que salir a corregir a la baja sus errados pronósticos. Las probabilidades de recesión mundial y de angustia social es lo único que aumenta. De hecho, el impacto sobre la economía real está en sus ciernes. Recién comienza. Un ejemplo de este nivel de deterioro lo refleja el fuerte aumento del desempleo en Europa -en España llegó al 10,5%-; así como el aumento de los costos de los riesgos crediticios.

Los precios de los seguros contra la suspensión de pagos de la deuda (conocidos como Credit Default Swaps) se han disparado para aquellos países europeos que sufren una fuerte desaceleración económica. Financial Times da cuenta que para España asegurar 10 millones de deuda española cuesta ahora 13.000 euros más que en junio, sólo superado por la prima extra exigida a Portugal (14.000 euros), Italia (15.000) y Grecia (16.000). Es la apuesta del modelo frente a los países con más probabilidades de derrumbarse.

Los efectos de este miedo han contribuido, a su vez, a abaratar el petróleo. Su precio ha caído en 20 dólares situándose en 125 dólares el barril producto del cambio en la demanda de muchos consumidores que han optado por el transporte público, vehículos más pequeños o vivir en los centros de las ciudades. En todo caso, la vuelta a un precio del petróleo inferior a los 100 dólares parece muy lejana.

Al actual modelo económico no se le puede atribuir ningún mérito humanista: los niveles de desigualdad se han incrementado 20 veces, así como la inseguridad y la exclusión social. El neoliberalismo y la globalización no derribaron fronteras ni muros como hicieron creer: en realidad han multiplicado los muros con procesos de segregación y diferenciación que han creado divisiones al interior de los propios países y ciudades, configurando nuevos ghetos. Es el darwinismo social en su esencia devastasdora.

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