Gracias a
Ramón Morata, de
Artículos Claves, he recibido este interesante artículo de Marcel Coderch publicado en el Diario español
La Vanguardia.
Este es el texto:
Marcel Coderch
El Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernake dijo en 1995 que "entender la Gran Depresión sería como encontrar el Santo Grial de la macroeconomía", y que todavía no hemos alcanzado esta meta porque no hemos sabido explicar cómo es que las cosas fueran tan mal después del crack bursátil de 1929.
Richard Koo, máximo experto en mercados financieros de Nomura Securities y uno de los economistas más respetados en Japón, ha publicado un libro, precisamente con el título "El Santo Grial de la Macroeconomía", en el que analiza en detalle los acontecimientos ocurridos en Japón durante la "década perdida", y también lo que sucedió en la Gran Depresión. En este libro llega a la conclusión de que ha encontrado el Santo Grial.
Para Koo, los economistas siempre han supuesto que sólo hay un tipo de recesión y que la Gran Depresión fue un caso extremo de una recesión ordinaria. Suponen también que la causa de las recesiones es un choque externo que de alguna manera estroncio el flujo financiero hacia las empresas. Ya que las teorías económicas convencionales suponen que las empresas siempre y en cualquier circunstancia buscan maximizar sus beneficios, creen que las recesiones sólo tienen lugar cuando las empresas no pueden acceder a suficiente financiación.
Lo que él defiende, en cambio, es que como mínimo hay dos tipos de recesiones: aquellas que son el resultado natural del ciclo económico y las que son debidas a problemas de solvencia en el balance de las empresas. Para las primeras, la política monetaria suele ser el mejor remedio, ya que las empresas siguen creyendo que lo que tienen que hacer es invertir y crecer para superar las dificultades. Si la recesión es del segundo tipo, en cambio, la principal prioridad de las empresas ya no es maximizar beneficios sino reducir deuda, lo que exige una contundente respuesta de política fiscal.
En una recesión de las que él llama de "balance", muchas empresas deciden que lo que deben hacer es reducir su deuda destinando a ella todo los recursos que generan y no tomando deuda nueva. Con este comportamiento el que se produce es una importante caída de la demanda agregada. No es que los bancos cierren el grifo sino que las empresas no demandan créditos. Por eso en una recesión de balance la política monetaria no funciona: se pueden bajar los intereses tanto como se quiera que la economía no se reanima. Lo necesario para salir de una recesión así es sanear primero los balances de las empresas. No es una recesión por falta de liquidez sino por amenaza de insolvencia.
Desde este punto de vista, la recesión actual (y también la de 1929) es una recesión de balance de las que sólo pasan muy de vez en cuando y que es consecuencia del colapso de una burbuja en la valoración de determinados activos; la bolsa en el 1929, el sector inmobiliario ahora. Y en una recesión de este tipo sólo se sale con una decidida e importante intervención pública: si las empresas no generan masa monetaria por expansión del crédito, el Estado debe hacerlo con gasto público y saneamiento de los balances bancarios y empresariales. ¿Qué consecuencias tiene esto para la propiedad de las empresas y bancos salvados de la quiebra es otra discusión, que deberá tener una vez salvada la situación.
Lo peor que se puede hacer, y que es lo que Koo demuestra que ha alargado la recesión en Japón durante más de diez años, es aplicar medidas de contención del déficit público antes de haber resuelto los problemas de solvencia de los bancos y empresas. Desgraciadamente, tanto Obama como la UE ya empiezan a hablar de "responsabilidad fiscal" cuando las medidas fiscales adoptadas ni han sido de la dimensión necesaria, ni han tenido tiempo de hacer efecto. Si Koo está en lo cierto, tenemos una larga recesión en el horizonte y más vale que rezamos para que no se convierta en la Segunda Gran Depresión.
Enlace a texto original en
La Vanguardia