jueves, 18 de febrero de 2010

Así es como Goldman Sachs juega con el dinero de la gente



Hay algo escandaloso en la forma en que Wall Street estafa a los contribuyentes. Los préstamos de dinero de la Reserva Federal a Goldman Sachs tienen el 0,25% de interés anual. Es decir que Goldman Sachs toma prestado el dinero casi libre de interés de la Reserva Federal.

Pero en lugar de prestar ese dinero a las pequeñas empresas, Goldman Sachs lo apuesta en el mercado de valores. Es decir, sigue operando igual que antes de la crisis; cuando hizo esa apuesta perdedora que obligó el rescate del gobierno.

Los hechos demuestran que todo sigue igual que antes: si Goldman Sachs hace una apuesta ganadora, mantiene el 100% de las ganancias. Así lo hizo durante el año pasado, obteniendo las ganancias que comenzarán a repartirse la próxima semana entre los ejecutivos: 23.000 millones de dólares. A los contribuyentes no les toca nada. Pese a que sin ellos, Goldman Sachs no existiría.


La forma en que Goldman Sachs gana dinero es apostando miles de millones de dólares al día. Todo para Goldman es la apuesta rápida del día. No invierte en el largo plazo. Así es como Goldman Sachs gana, mientras los contribuyentes pierden. Esto es lo que quiere cambiar Paul Volcker.

Volcker está pidiendo una versión moderna de la Ley Glass-Steagall para separar los bancos comerciales de la banca de inversión. Esta separación prohibiría a los bancos comerciales participar en operaciones por cuenta propia con fondos de su división comercial. De acuerdo a la Ley Glass-Steagall de 1933, Goldman Sachs no podría utilizar el dinero de los depositante para comprar acciones, sacando el dinero de su cuenta de ahorros sin el conocimiento del propio depositante.

Este es un aspecto central de la reforma financiera que debe realizarse para detener el abuso y el descalabro global que está en el fondo de la actual crisis financiera que afecta a todo el mundo.

martes, 16 de febrero de 2010

Paul Krugman: Anatomía de un eurodesastre

Esta es una traducción al español del artículo de Paul Krugman publicado en The New York Times: Anatomía de un eurodesastre. Es una buena síntesis de los problemas que afectan a Europa y, sobretodo a España, donde la moneda única da cuenta de sus serias debilidades. ¿Hay que terminar con el euro?. No, por nada, solo complicaría más la crisis. Hay que completar aquello que no se hizo cuando se instaló el euro: integrar en forma más coherente el mercado laboral europeo y alinear las políticas públicas como si toda Europa fuera un solo país.
Este es el artículo de Krugman:


Buena parte de la cobertura mediática de los problemas de la eurozona se ha centrado en Grecia, lo que es comprensible: Grecia está contra las cuerdas, más que cualquier otro país. Pero la economía griega es muy pequeña. De hecho, en términos económicos, el corazón de la crisis está en España, que es un país mucho más grande. Y, tal como he tratado de señalar en numerosos posts, los problemas de España no son, pese a lo que podamos haber leído, el resultado de una irresponsabilidad fiscal. Bien al contrario, los problemas de España ponen de manifiesto los "shocks asimétricos" que tienen lugar dentro de la eurozona, shocks que siempre hemos sabido que constituían un problema, pero que han resultado ser un problema aun mayor que el que los euroescépticos temían.

Así que pensé que podría ser útil explicar, a partir de un puñado de gráficos, cómo se metió España en la situación actual (toda la información que manejo procede de la base de datos del FMI World Economic Outlook Database). En la historia que voy a contar hay cierta simplicidad clásica -prácticamente se trata de un ejemplo de manual-; desgraciadamente, millones de personas están sufriendo sus consecuencias.
La historia empieza con la burbuja inmobiliaria. En España, al igual que en otros varios países, incluido el nuestro, los precios de los bienes raíces se dispararon a partir del año 2000. Esto llevó a masivas entradas de capital. De este modo, en Europa, mientras que Alemania lograba un enorme superávit por cuenta corriente, España y otros países periféricos sufrían un déficit enorme. Presento a continuación la comparación del saldo por cuenta corriente como porcentaje del PIB de Alemania y de España entre 2000 y 2009:



Estas enormes entradas de capital produjeron el clásico problema de las transferencias: elevaron la demanda de bienes y servicios españoles, lo que llevó a España a una inflación substancialmente superior a la de Alemania y a la de otros países con superávit. A continuación se ofrece una comparación de los deflactores del PIB (recuérdese que ambos países se encuentran en el euro, de modo que la diferencia refleja un aumento de los precios relativos españoles):


Pero entonces la burbuja estalló, lo que dejó a España con una demanda interior muy reducida -y bien poco competitiva en el seno de la zona euro, como consecuencia del aumento de sus precios y costes laborales. Si España hubiese tenido su propia moneda, ésta se hubiese podido apreciar durante la burbuja inmobiliaria, para depreciarse tras el fin de la misma. Pero, habida cuenta de que ni la tenía ni la tiene, España parece hoy estar condenada a sufrir años de acusada deflación y de altos índices de paro.

¿Qué papel juegan los déficits presupuestarios en todo esto? La situación presupuestaria española gozaba de muy buen aspecto durante los años del boom. Ahora se enfrenta a enormes déficits, pero esto es una consecuencia, y no la causa, de la crisis: la renta ha caído en picado y el gobierno ha gastado mucho dinero tratando de paliar el paro. Veámoslo en este gráfico, en el que se muestra el saldo presupuestario como porcentaje del PIB de los dos países considerados:


Así pues, ¿de quién es la culpa de todo eso? De nadie, en un sentido. En otro sentido, la élite de la política europea debe cargar con la responsabilidad: ella empujó con firmeza hacia la moneda única, desatendiendo advertencias que señalaban que exactamente este tipo de cosas podían suceder (aunque, como decía, ni siquiera los euroescépticos imaginaron en algún momento que las cosas podrían ir tan mal).

¿Estoy haciendo, pues, un llamamiento al desmantelamiento del euro? No: los costes de deshacer el desaguisado serían inmensos y altamente perjudiciales. Creo que Europa se encuentra ahora atrapada en su propia creación -el euro-, y necesita avanzar tan rápido como sea posible hacia el tipo de integración fiscal y de los mercados laborales que haría de tal creación una opción algo más factible.

Pero ¡ay! ¡Menudo desastre!


Traducción de Sin Permiso

lunes, 15 de febrero de 2010

Para Krugman, el eurodesastre lo explica la arrogancia del euro

Para el economista Paul Krugman, si España fuera un Estado norteamericano en vez de un país europeo, su situación económica no sería "tan mala". La culpa de los problemas por los que atraviesa Europa fue "la arrogante creencia" de que el continente podría trabajar con una moneda única.

En un artículo publicado por Krugman en The New York Times, The Making of a Euromess, Krugman establece similitudes entre la situación de Florida y España y cree que, si el país fuera un Estado norteamericano, los costos y los precios no se habrían disparado tanto.
"Florida, que entre otras cosas fue capaz de atraer libremente trabajadores de otros estados y mantener los costos laborales bajos, nunca padeció nada parecido a la inflación española. España hubiera recibido más apoyo automático en la crisis", explica.

En este sentido, recalca que España, antes de la crisis, aparecía como un modelo fiscal, con una deuda por debajo del 43% del PIB en 2007, comparada con el 66% de Alemania, una regulación bancaria ejemplar y superávits presupuestarios. "Pero con sus buenas temperaturas y sus playas, España era la Florida de Europa y, tal como Florida, experimentó un gran 'boom' inmobiliario".

La verdadera historia del 'eurodesastre' no radica en el libertinaje de los políticos, sino en la arrogancia de las élites, especialmente las élites políticas que empujaron a Europa a adoptar la moneda única antes de que el continente estuviera preparado para este experimento".

Ha sido la inflexibilidad del euro, y no el déficit, lo que ha agravado la crisis en España y otros países europeos. Más aún cuando hubo gobiernos irresponsables que se dejaron seducir por la tentación de la moneda única, y políticos que actuaron con arrogancia al pensar que Europa estaba preparada para ello.

La Breve Historia de "Casi Todo"



Este es un sorprendente trabajo de animación hecho a mano que en apenas tres minutos resume determinados hitos trágicos y cómicos de la historia. Las relaciones con Mel Brooks (La loca historia del mundo) o Monthy Python, saltan a la vista. Y aunque la idea de la evolución inicial no es del todo correcta, la idea de un mundo salvaje donde el pez grande se come al pez chico, está en la base de la codicia que originó la actual crisis global. Merece verse.

No tengo claro al autor, pero al parecer se trata de Esquimal desplazado: http://www.youtube.com/watch?v=gNYZH9kuaYM


viernes, 12 de febrero de 2010

Cómo enfrentarse al desequilibrio económico global

Las propuestas de Barack Obama están destinadas a limitar el tamaño de los bancos de Wall Street, pero el gobernador del Banco de Inglaterra afirma que es necesario tomar medidas audaces para impedir otra crisis financiera.
Este artículo lo escribio Larry Elliot para The Guardian, y fue publicado en español en Sin Permiso


El mundo de postguerra se edificó sobre tres principios esenciales. El primero es que los gobiernos debían mostrarse activos en su economía nacional a fin de promover el crecimiento. El segundo era que debían cooperar internacionalmente para garantizar que fuera compatible la estrategia de cada uno de ellos. El tercero, que a menos que el capital en general y el sector financiero en particular estuvieran controlados, se demostraría casi imposible alcanzar los dos primeros objetivos.

Poco a poco estamos volviendo a algo parecido a la visión mundial de la Edad de Oro. Ya no hay un Telón de Acero que deje fuera del mercado a miles de millones de personas. Y se reconoce, de un modo que en absoluto podían percibir los planificadores de la política de las décadas de 1950 o 60, que se produce una inherente tensión entre el crecimiento y el medio ambiente. La oportunidad perdida en Copenhague en diciembre pasado constituye un saludable aviso contrario a dar por hecho que los gobiernos "lo captan". Lo captan poco a poco, pero todavía tienen que llegar a ver la foto completa.

El anuncio hecho la semana pasada por Barack Obama fue una indicación más del rumbo que lleva el viaje. Dicho con sencillez, la Casa Blanca quiere limitar tanto el alcance como el volumen de la banca de Wall Street. El momento escogido se vio condicionado por la victoria republicana en Massachusetts, pero las reformas, propuestas por Paul Volcker, están destinadas a retrasar el reloj a aquellos días en que los bancos veían como tarea esencial por su parte canalizar el ahorro a la inversión, en lugar de jugar en los mercados con el dinero de sus clientes.

Pero hay cosas a las que objetar en las propuestas de Obama. La administración tiene que dar cuerpo a lo que intenta hacer para limitar las reestructuraciones en el seno de la industria de servicios financieros y, en potencia, hay una laguna importante en la buena disposición de permitir que los bancos continúen con el comercio de propiedad si beneficia a sus clientes. A diferencia de la Ley Glass-Steagall de 1933, la norma de Volcker no establece una rápida y tajante división entre las operaciones comerciales de la banca y sus actividades más especulativas, ni parece garantizar tampoco que los bancos no utilicen la fortaleza de la banca comercial para asegurarse una posición dominante en los mercados de capital. Hay un amplio margen para que Wall Street despliegue su considerable poder como grupo de presión a fin de aguar –y quizás incluso de hacer descarrillar– el paquete de reformas.

Pero quienes se oponen a las propuestas de la Casa Blanca deben andarse con cuidado, porque las justificaciones de las reformas no se basan sólo en lo que sería bueno para la economía sino en lo que es correcto. Al asumir que podía enriquecerse a costa del contribuyente, Wall Street ha perdido la poca autoridad moral que alguna vez haya podido tener. Las primas extra [“bonuses”] en un momento en el que el desempleo norteamericano se cifra en un 10% lo han convertido en una cuestión moral, que es la razón por la cual Roosevelt tuvo pocas dificultades a la hora de leerle la cartilla a los bancos en la década de 1930. Les resultará muy difícil a la banca mantener que sus actividades benefician a todo el mundo y no sólo a ellos mismos. La gente ya no se lo traga, y por una buena razón: que es falso.

Dicho esto, la reforma de los bancos es sólo la mitad del cuento, puesto que, como hizo notar Mervyn King [gobernador del Banco de Inglaterra] la semana pasada, todavía queda por resolver la cuestión de qué hacer con los desequilibrios de la economía global. Durante un cierto periodo, la conmoción causada por el derrumbe financiero de 2007 y 2008 condujo a superávits más reducidos para las grandes naciones exportadoras y déficits menores en el caso de las naciones importadoras. En los últimos meses, sin embargo, los desequilibrios han vuelto a empeorar una vez más.

El gobernador del Banco de Inglaterra tiene sin duda razón cuando afirma que la acción urgente adoptada por los bancos centrales y ministros de economía –tasas de interés más bajas, ajustes cuantitativos [imprimir moneda y ponerla en circulación]– son el equivalente tan solo de poner "una enorme tirita encima de las heridas". Tiene también razón al afirmar que harán falta acciones igualmente audaces para impedir la reaparición de la crisis, puesto que en la década de los 90 y los primeros años posteriores al 2000, se vio la incapacidad para enfrentarse a las consecuencias de la globalización.

Esto se convertirá, en realidad, en algo más apremiante, antes que menos, en el caso de que se abra paso la reforma radical de las finanzas globales. En los días anteriores al crac, la banca internacional actuaba como elemento de absorción de las conmociones producidas por los desequilibrios globales, tomando los excedentes de las grandes naciones exportadoras, como China y Japón, y reciclándolos en las economías de las naciones deficitarias, como los Estados Unidos y Gran Bretaña. Las finanzas suministraron el cableado –si bien un cableado defectuoso– del sistema económico global.

King lo expresa del siguiente modo: "El modelo de países pobres que ahorran mucho y países ricos que piden prestado no era sostenible...los flujos masivos de capital de los recién llegados a los mercados financieros internacionales impulsaron a la baja los tipos de interés y animaron a correr riesgos a una escala extraordinaria. Los bancos aumentaron sus balances y se crearon nuevos instrumentos para satisfacer la búsqueda de rendimientos”.

"En los cinco años anteriores a 2007, casi se triplicaron los balances de los mayores bancos del Reino Unido. La acumulación de riesgos llegó a amenazar la estabilidad del conjunto del sistema financiero. Los flujos de capital proporcionaron el combustible al que el sistema financiero inadecuadamente diseñado y regulado del mundo desarrollado prendió después fuego causando tormentoso incendio del que fuimos todos pasto".

Todo lo cual suscita dos preguntas. ¿Por qué los responsables de los bancos centrales, King incluido, no hicieron algo en ese momento, elevando los intereses a un nivel que podría haber impedido la creación de las burbujas de activos. Albert Edwards, analista de la Société Générale, se muestra mordaz respecto a la laxa política monetaria de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra durante los años de la burbuja. Haciendo uso de la llamada regla de Taylor, modelo que estima el nivel adecuado de las tasas de interés dependiendo del margen que hay entre la inflación real y el objetivo de inflación, y el del producto interior bruto real comparado con el PIB potencial, tasas que estaban demasiado bajas en los EE.UU. entre 2002 y 2006, creando condiciones fértiles para el auge inmobiliario.

Los bancos centrales, tal como lo ve Edwards, son en buena medida responsables de la crisis y han sido cómplices en la redistribución de la renta de las clases medias a los muy ricos. Sea esto verdad o no, desde luego la crisis ha puesto punto final a la idea de que entregar la política monetaria a los bancos independientes garantiza necesariamente un mejor resultado. Puestos a ello, los tecnócratas son tan capaces de pifiarla como los políticos.

La segunda cuestión es aún más importante, y vuelve a la inacabada labor de la conferencia de Bretton Woods en 1944, a saber, cómo alcanzar un acuerdo a escala global que se enfrente a los desequilibrios. Una debilidad fundamental de Bretton Woods consistía en que todo el peso del ajuste recaía enteramente sobre las naciones deudoras; esos países que mantienen déficits comerciales tenían que tomar medidas para frenar las importaciones, pero no había exigencia a las naciones acreedoras de que estimularan las exportaciones. El problema es aún más difícil de resolver hoy en día, no sólo porque ningún arreglo internacional entrañaría un acuerdo con bastantes más países sino porque no hay forma evidente de ejercer presión sobre la principal nación acreedora –China– para que tome medidas políticas.

En teoría, la solución es sencilla. China debería aceptar una revalorización significativa al alza del renminbi, que hiciera sus exportaciones significativamente más caras. Debería instalar un sistema de seguridad social más generoso de manera que los consumidores tengan que ahorrar menos en atención sanitaria y educación.

Acaso el nuevo foro de gestión económica global –el G-20– pueda encontrar una solución al problema que dejó perplejo a Keynes en 1944. Si no puede, las naciones deudoras se verán forzadas a enfrentarse a un descarnado dilema: o sacudidas financieras con carácter semipermanente o proteccionismo, tal y como admiten ya muchos analistas de la City con visión de futuro.

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NOTA T.: John B. Taylor, de la Universidad de Stanford, propuso a las autoridades monetarias en 1993 una regla de política que les ayudaría a estabilizar la producción real alrededor de una meta y a controlar la inflación. Su regla de política se apoya en una tasa de interés nominal que, cuando el PIB real y la tasa de inflación exceden su objetivo, se incrementa para generar un aumento de la tasa de interés real y así reducir la demanda agregada. Al revés, si la inflación y el PIB real caen por debajo del objetivo, recomienda recortar la tasa de interés nominal para aumentar la demanda agregada por la vía de un aumento de la tasa de interés real. Así, según Taylor, la tasa de interés nominal de corto plazo debería ser una función creciente de la tasa de inflación y de la producción real para objetivos dados en ambas variables. La experiencia previa de Taylor como analista en la consultora neoyorquina Townsend-Greenspan, entonces presidida por Alan Greenspan, le permitió conocer a fondo los mercados monetarios.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
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Aquí JaN: Es interesante constatar que la regla de Taylor no dice nada sobre el tema del empleo. Esto es así, porque todos los modelos de espíritu neoclásico asumen la existencia perenne del pleno empleo. Para los modelos que se basan en la esencia neoclásica no existe esa cosa llamada desempleo pues solo hay desempleo voluntario. Por eso discrepo de la regla de Taylor, así como de gran parte de los dogmas de la política monetaria. Para más información sugiero revisar artículos como ¿Quien ganó con el control de la inflación?, o El adiós a la contrarrevolución monetarista, entre otros.

jueves, 11 de febrero de 2010

Ultraviolencia a vista de todos


Este video muestra la brutal pelea entre dos jóvenes de 15 años en una parada de autobús en Seattle, Estados Unidos. La pelea es a combos y patadas y una de las jóvenes propina seis patadas en la cabeza a la otra que yace en el suelo. La noticia ha impactado tanto por la brutalidad de la violencia juvenil, como por el hecho de que los guardias de seguridad permanecieron impávidos sin detener la violencia. Como vemos, el mundo está cada día más enfermo y enajenado.


El peso de la deuda: 1999-2010

(clickad para ampliar)

Sin duda que el peso de la deuda pública se está convirtiendo en un cancer social que puede reducir los programas públicos de salud, educación y seguridad ciudadana. La gráfica para el período 1999-2010, muestra (en rojo) la deuda pública como porcentaje del PIB para algunos países de la Zona euro, como Alemania, Bélgica, Irlanda, España, Portugal y Grecia, así como para Estados Unidos, el Reino Unido y Japón, el país más complicado de todos al tener una deuda pública en torno a 200% del PIB.

El área azul para el mismo período (1999-2010) corresponde a los puntos porcentuales de no pago que han alcanzado los países, siendo el más alto el de Grecia, con 4%.

Vía | The Wall Street Journal

Hoy tengo un sueño

Today, I Have a Dream from Wiland Pinsdorf on Vimeo.


Así como en agosto de 1963, en las gradas del Lincoln Memorial, Martin Luther King pronunció un emotivo y trascendental discurso sobre la igualdad y el respeto entre los hombres (discurso que cuelgo a continuación y cuyo texto lo puedes encontrar aquí: Tengo un sueño), hoy la humanidad debe recuperar esa fuerza y luchar por el respeto al medio ambiente y el consumo responsable que mantenga los equilibrios ecológicos y sustentables en el tiempo. Es un sueño perfectamente posible que se puede alcanzar con la participación generosa de todos, tal como el sueño que hace casi medio siglo inyectó a la humanidad la valentía de Martin Luther King, que siempre es bueno recordar.

Exposición de la banca presiona por rescate a Grecia

La crisis de crédito provocó astronómicas pérdidas en los bancos y el consiguiente rescate del sistema financiero por parte de los Estados. Ahora se plantea algo parecido con la crisis de la deuda griega, ya que la exposición de las entidades a los bonos de los diferentes países de la Eurozona podría acarrear enormes pérdidas en caso de default o contagio masivo. De ahí la necesidad del rescate, porque con el permiso del euro, que es parte central en el asunto, los bancos y el sistema financiero son el corazón de la economía.

El rescate no tendría nada de altruista porque los gobiernos europeos quieren evitar un impago que castigaría duramente a sus ya debilitados bancos, máxime en un momento en el que lo peor de la crisis de crédito parece haber pasado. En caso de problemas, las entidades financieras volverían a restringir el crédito en sus respectivos países ahogando de nuevo la incipiente recuperación.

La escasa credibilidad de Davos

Vicenç Navarro, Publico.es

Un mensaje que se está promoviendo ampliamente en medios liberales es que la economía española es escasamente eficiente y muy poco competitiva, y ello como resultado de las supuestas rigideces de su mercado de trabajo y del excesivo gasto público. Uno de los centros que han promovido más este mensaje es el Foro Económico Mundial que se celebra en Davos, citado frecuentemente como el Vaticano del pensamiento liberal. Uno de sus informes, Global Competitiveness Report 2009-2010 (en el que analiza la competitividad de los países del mundo), sitúa a España en términos muy desfavorables, por debajo de países del tercer e incluso del cuarto mundo. Y como era de esperar, el coordinador del estudio, Xavier Sala i Martín, ha sido ampliamente entrevistado por los medios de información de mayor difusión del país (la mayoría de los cuales son de persuasión liberal), proveyendo las cajas de resonancia a tal mensaje.

Un análisis riguroso de tal informe cuestiona, sin embargo, la validez del estudio, así como sus conclusiones. En primer lugar, el estudio no se basa, en su mayoría, en un análisis que utilice datos objetivos sobre los cuales construir el informe y alcanzar sus conclusiones. El estudio es primordialmente una encuesta de opinión en la que, en cada país, se pregunta a una institución próxima al mundo empresarial (con orientación liberal, en la mayoría de países) su opinión sobre una serie de preguntas que incluyen: “¿Cómo valora la percepción popular sobre el comportamiento ético de los políticos en su país?”, “¿cómo valora la contratación y el despido de trabajadores en su país?” o “¿cómo valora la disponibilidad de nuevas tecnologías?”, entre muchas otras. La institución que responde a aquella pregunta pone un número en una escala, sin que exista, sin embargo, una homologación en el criterio que guíe las respuestas. De esta manera, se abre el estudio a toda una serie de subjetividades. En algunos países, la institución que responde a las preguntas es muy crítica sobre la situación en su propio país, mientras que en otros lo es muy poco. Esta subjetividad, sin intento de homologación de criterios, es lo que caracteriza el estudio.

Esto lleva a resultados que son, como mínimo, sorprendentes (para expresarlo de una manera amable). Así, en la pregunta que se hace sobre corrupción en un país (“¿es práctica generalizada que se den fondos públicos a compañías o individuos como consecuencia de la corrupción?”), una dictadura como Qatar (que se ha convertido en el paraíso del mundo empresarial) aparece como uno de los países menos corruptos del mundo (en aquel país, la distribución de los recursos petrolíferos la hace el Gobierno entre miembros de la familia real), muy por encima de España. No hay duda de que hay corrupción en España. Pero poner una dictadura medieval como modelo de honestidad es poco creíble.

Otra valoración sorprendente es que Omán, otra dictadura feudal del Medio Oriente, sueño del mundo empresarial por la enorme riqueza petrolífera y por tener una fuerza de trabajo (la mayoría inmigrante) sin ningún derecho laboral, aparece como uno de los países que (según el contestador del cuestionario en aquel país) goza de mayor confianza popular respecto al comportamiento ético de sus políticos, muy por encima de un país democrático como España. Por lo visto, confianza popular quiere decir, para el que contesta la pregunta, confianza empresarial. En cuanto a “cómo considera usted la contratación y despido de los trabajadores”, España aparece a la cola, muy por debajo de Senegal. España, por cierto, se encuentra al mismo nivel que Senegal en el capítulo de “disponibilidad de nuevas tecnologías”.

En todos estos casos, lo único que muestra el informe es que la institución española (IESE, el centro de estudios empresariales que ha respondido por parte de España) es más crítica hacia su propio país que la institución de Senegal (Centre de Recherches Economiques Appliquées, Universidad de Dakar) o que la de Omán (The International Research Foundation) o que la de Qatar (Qatari Businessmen Association). Pero en ningún caso aportan datos que puedan compararse y que permitan llegar a conclusiones.

Me parece muy bien que las instituciones a las cuales se les pida su opinión sobre la situación en su país la den. Nada censurable en ello. IESE contestó acentuando el aspecto crítico y me parece muy bien. Pero me parece muy mal, y refleja una enorme falta de rigor (que da pie a todo tipo de manipulación), que el equipo coordinador ponga todas estas respuestas juntas, se amalgamen en un indicador y se produzca entonces una lista de países según su nivel de competitividad. En realidad, lo único que puede deducirse del informe Davos es que la agencia de Senegal que llena el cuestionario es menos crítica hacia su país de lo que es IESE hacia España. El informe mide distintos niveles de subjetividad. Pero nada más. Construir toda una serie de conclusiones sobre ello es no sólo frívolo, sino profundamente erróneo. Lo cual es fácilmente demostrable cuando se contrasta con datos objetivos. En el capítulo dedicado a la educación, cuando el informe Davos analiza la calidad educativa (en materias como matemáticas o ciencias), España aparece de nuevo a la cola (nº 99) junto con Kirguizistán. Pero el informe PISA, mucho más imparcial que el informe Davos, al basarse en datos objetivos, muestra que Kirguizistán tiene el conocimiento en matemáticas y ciencias más bajo de la lista de países analizados, mientras que España está ligeramente por debajo del promedio de los países de la OCDE, el grupo de países más ricos del mundo. Es en base a este tipo de estudios que la cultura liberal de Davos está presentando una visión de España deliberadamente negativa a fin de presionar al Gobierno español para que haga los cambios que ella desea.
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Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Políticas Públicas de The Johns Hopkins University

Ha muerto Charlie Wilson, el hombre que terminó con "la guerra fría"


Charlie Wilson, el congresista de Texas que inventó la guerra de Afganistán al lograr canalizar millones de dólares para financiar la insurrección contra el gobierno de Mohamed Taraki, falleció ayer, a los 76 años. Wilson no era ni agente de la CIA ni trabajaba para el Pentágono, pero su actuación provocó la caída del bloque soviético y del Muro de Berlín, y dio término a la llamada Guerra Fría, que atemorizó al mundo durante cuatro décadas.

Como he explicado detalladamente en este artículo de a veinte años del retiro masivo de las tropas rusas de Afganistán, todo comenzó en 1978 cuando el golpe de Estado en Afganistán instaló en el gobierno a Mohamed Taraki,un joven político de ideas progresistas que buscaba dar una gran transformación a Afganistán.

Goldman Sachs ayudó a Grecia a maquillar la contabilidad fiscal

Uno de los mayores puntos de discordia entre Grecia y el Banco Central Europeo, es la mala calidad de las estadísticas griegas y, sobretodo, el hecho de haber ocultado la violación de la regla de Maastrich durante muchos años. Como Grecia nunca pudo alcanzar la meta del 60% de endeudamiento fiscal (es mayor al 100% del PIB), se comprometió a no superar el 3% de déficit público. En esta tarea no solo no cumplió, sino que engañó durante años a la oficina de la Eurostat de la calle Alphones Weicker en Luxemburgo, donde se llevan todas las estadísticas de la Unión Europea. Ahora se sabe que en esta operación fraudulenta, Grecia contó con la generosa colaboración de Goldman Sachs: le ayudó a disfrazar los déficit con artificios contables. La información la explica Der Spiegel.

Goldman Sachs hizo que el gobierno griego ocultara la verdadera magnitud de sus déficit con la creación de contratos de derivados que legalmente permiten eludir las normas de control. Grecia entregaba información estadística a Eurostat de una manera que no tenía como ser contrastada con la realidad.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Rescate a Grecia podría costar 25.000 millones de dólares

Los expertos del Fondo Monetario Internacional estiman que sería necesario "poner sobre la mesa de 20.000 a 25.000 millones de dólares (14.600 a 18.300 millones de euros) para tranquilizar a los mercados sobre la solidez del rescate griego", según publica hoy 'Le Monde'.

"Estaría mal visto que París destinara de 3.000 millones de dólares (2.200 millones de euros) de su presupuesto para salir al rescate de Atenas", aseguró al diario francés uno de estos expertos, que también destacó que Alemania se encuentra en la misma situación que Francia. Sin embargo, apuntó que, "con sus reservas de 1 billón de dólares (733.000 millones de euros), el FMI dispone de fondos".

Le Monde' apunta que el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, se ha ofrecido en varias ocasiones a participar en el rescate de las finanzas griegas, algo a lo que se han opuesto los principales dirigentes de la zona euro como el Comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, o el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet.

Almunia afirmó el paso miércoles que la zona euro está "suficientemente preparada para hacer frente a este desafío", mientras que Trichet aseguró que una intervención del FMI sería "una humillación".

Según publica el diario francés, ante un hipotético síncope de las economías griega, portuguesa o española, los europeos prefieren organizarse por sí mismos y preparar discretamente un plan de rescate. "Son los países de la zona los que deben demostrar su solidaridad, imagine el ridículo si tenemos que poner a disposición de una institución con sede en Washington", aseguró un dirigente europeo.

El FMI y la Unión Europa ya han intervenido de forma conjunta en países como Rumanía, Hungría o Letonia, pero nunca en un país de la zona euro. El Gobierno griego no excluye la posibilidad de recurrir al FMI, que ya envió hace una semanas una delegación en misión técnica a Atenas.

Los países reincidentes en el default desde 1800


Esta gráfica fue elaborada por Kenneth Rogoff y Carmen Reinhardt para el libro Ochocientos años de crisis financiera, y muestra el porcentaje de países en default desde 1800. Como vemos, hay varios países reincidentes o que se repiten el plato con el tema de la cesación de pagos. Entre ellos Grecia, España y Argentina. En doscientos años, la historia no hace más que repetirse.

Como dato revelador podemos apreciar que el período que va desde fines de la segunda guerra mundial (1945) hasta 1980 fue el mejor para las finanzas globales. La caída vertical de los países en default así lo demuestra. Tan impecable fue ese período que a partir de 1980, Ronald Reagan y Milton Friedman tenían que echarlo todo a perder con la idea del endeudamiento y el derroche. Un derroche de tres décadas que ahora nos tocará pagar a todos.


Alemania sale al rescate de Grecia


Berlín prepara un plan de ayuda para Grecia con o sin el apoyo de la Unión Europea, haciendo notar el retraso, la falta de celeridad y resolución del Banco Central Europeo. Así se desprende de una publicación en el Deutschland Financial Times que asegura que Berlín está trabajando en un potente plan de ayuda para asistir, a nivel europeo, o a nivel bilateral, a la alicaída economía griega que atraviesa una crisis sin precedentes.

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