Así como el mundo se encuentra en estado de shock, el actual modelo económico neoliberal se encuentra próximo al jaque mate, pues ha comenzado a hacer agua y así lo demuestra la crisis de la hipotecarias estadounidenses Fannie Mae y Freddie Mac que debieron ser rescatadas en una operación de 200.000 millones de dólares vergonzosa en toda su linea. Estas fallas sistémicas del modelo sobre el accionar de los mercados, así como su pobre visión sobre el hombre y la naturaleza -y la importancia central que da al dinero-, han llevado al mundo a una polarización y exclusión extrema, levantando muros mucho más altos a los que fueron derribados a fines de los años 80.
Por ello es que los planes de la Universidad de Chicago de dar el nombre de Milton Friedman al futuro Instituto de Investigación Económica, ha encontrado un fuerte rechazo en la comunidad universitaria. Friedman es una de las figuras que más se alejó de la mirada real de la economía, la
oiko-nomía (oikos=casa) centrando su atención en la
negocio-nomía (negocio=lucro). Está bien que los economistas nos dediquemos al tema de los negocios. Pero otra cosa es hacer de ésto un fin que justifique cualquier medio. Así es como en estos 30 años ha proliferado el salvajismo, la depredación de la fauna y la naturaleza, la extinción de los recursos, la explotación, la precariedad laboral. Es el
homo homini lupus hobssiano llevado al exégesis en los mandamientos que Friedman entregó al mundo hace treinta años.
Friedman fue el lider espiritual de los chicago boys; fue él quien acuñó el término "sólo el dinero importa" y recibió el Premio Nobel de Economía por eso, un año más tarde que su mentor, Friedrich Hayek, en 1976, ridiculizando las propuestas keynesianas y abogando por la desaparición del Estado. En su
Teoría de Precios, estableció la microeconomía del modelo para el agente racional, mientras que en su
Marco Monetario relanzó la Teoría Cuantitativa del Dinero como la explicación para detener a la inflación (que en los años 60 y 70 estaba presente en todo el mundo). La promesa era extirpar a la inflación de raiz para generar un crecimiento sostenido y un aumento del empleo perdurable en el tiempo, elementos en lo que fracasó rotundamente.
La ofensiva monetarista neoliberal contra la política keynesiana se desató con toda su fuerza en los años 70. Pero no le fue fácil acceder hasta las cumbres gubernamentales. (En
Los orígenes del Neoliberalismo he reseñado parte de esta historia que nace a las faldas del Mont-Pelerin en 1947). Debieron pasar casi 30 años para que las ideas de Hayek y Friedman permearan a los gobiernos con las ideas del control inflacionario. Friedman estuvo en Chile y explicó directamente a Pinochet que sólo había una y sólo una manera de controlar la peste de la inflación: reducir al mínimo el tamaño del Estado; terminar con los sindicatos y controlar la oferta monetaria: había que dar rienda suelta al "individualismo" (y no importaba si éstos se convertían en pirañas).
Introducido ya en el eje del control político de los países a través de la alianza entre Thatcher, Reagan y Pinochet, Friedman concretó dos nuevos textos para masificar sus ideas:
Libertad de Elegir y
Capitalismo y libertad, proyectos de acción política y de validación del individualismo en la línea del Hayek de
Camino de servidumbre y
La Constitución de la Libertad. En Chile, la Constitución de 1980, lleva este último nombre.
Ahora, cuando el modelo neoliberal se cae en pedazos, las estatuas a Friedman serán barridas de la escena como lo fueron en su momento las de Stalin y Lenin. Así es nuestra historia.