Las réplicas del terremoto financiero que comenzó hace un año continúan. Pese a los esfuerzos por contener la marea, ésta amenaza con arrastrar a una amplia gama de instituciones financieras. Prueba de ello es el colapso de Lehmann Brothers que acumula pérdidas de US$6.212 millones en el año y cuyas acciones han caído 95% desde enero.
Y esta vez, a diferencia de los rescates que la Fed realizó a comienzos de semana para Fannie Mae y Freddie Mac (que significó una inyección de 200.000 millones de dólares), el gobierno estadounidense ha dejado en claro que no se utilizarán recursos fiscales y por ello busca una solución desde el sector privado. Entre los interesados, el candidato que queda es el estadounidense Bank of America, el español Banco Santander y el alemán Deutsche Bank. Ya han echado pie atrás los británicos Barclays Capital y HSBC y el francés BNP Paribas.
La Fed ha debido entregar líneas de crédito que no se utilizaban desde la Gran Depresión para mantener los mercados en funcionamiento. A su vez, el departamento del Tesoro debió colocar a Fannie Mae y Freddie Mac, bajo el control del gobierno.
A estas alturas de la crisis, las autoridades se preguntan ¿Por qué no han mejorado las cosas? ¿Qué se puede hacer ahora? ¿Debería dejar el gobierno que una gran institución financiera se hunda? ¿O debería orquestar otro oneroso rescate?
Aunque los mercados no han entrado en pánico, se espera la reacciones de este lunes 15 tras la resolución de la crisis del Lehmann. La crisis financiera comienza a entrar en una fase crítica y el efecto de los remedios comienza a durar cada vez menos tiempo.
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