Con su implacable ofensiva militar contra Líbano, Israel no consiguió crear una zona de seguridad en el sur ni devolver a sus colonos del norte a sus hogares, mientras que Hezbolá logró sus objetivos de frustrar la invasión terrestre israelí y conservar sus capacidades militares.
Ali Rizk, The Cradle
Una vez más, Hezbolá ha demostrado ser un hueso duro de roer para Israel, a pesar de los duros golpes asestados al movimiento de resistencia en la última ronda de hostilidades. El acuerdo de alto el fuego que ha entrado en vigor tras más de dos meses de conflicto a gran escala en el frente libanés-israelí está muy lejos de lo que Israel esperaba conseguir en las primeras fases de este conflicto, cuando el impulso parecía estar de su lado.
Por su parte, el movimiento libanés ha logrado sobrevivir a lo que fue, sin duda, el ataque más pesado y sofisticado jamás lanzado en la historia de la guerra.
Aunque el acuerdo de alto el fuego consta de 13 disposiciones, se centra en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU), que puso fin a la guerra de 2006 de Israel contra Líbano. Esto, en sí mismo, apunta a un fracaso de Israel si se compara con su lista de exigencias iniciales.Exigencias israelíes e implicación de la ONU
Una de esas primeras demandas se hizo durante una sesión de la ONU el mes pasado, cuando Tel Aviv pidió la aplicación de la Resolución 1559 del CSNU, que efectivamente exige el desarme de Hezbolá (la redacción real de la resolución pide el desarme de las «milicias», una referencia implícita a Hezbolá).