Nadie puede pensar a estas alturas que el rescate a Grecia de su colapso pondrá fin a las tensiones financieras. Lo más probable es que la crisis se agudice aún más pues se ha torcido la mano sólo para mantener el statu-quo dominante. Tarde o tenmprano Grecia deberá abandonar el euro. Y el tiempo, como siempre que hay dinero e intereses, juega peligrosamente en contra.
La idas y vueltas de esta crisis mostraron que el déficit griego puede superar el 14%. Esto no debería extrañar a nadie pues estamos en una de las mayores crisis de la historia. Pero la banca, el FMI, el BCE y, sobretodo, los numerosos prestamistas que ha tenido el gobierno griego comienzan a sufrir las pesadillas de un impago. Y como a su vez las agencias de calificación crediticia le bajan el nivel a la deuda griega, el pánico se exhacerba aún más. Los intereses para Grecia se instalaron en el 9%, y el euro cayó a su nivel más bajo contra el dólar en un año.
El primer ministro griego George Papandreou demoró hasta el viernes la activación del paquete de socorro por 30.000 millones de euros ofrecido por la Unión Europea. Pero esa suma no será suficiente y se requerirán 15.000 millones de euros más que serán cedidos por el FMI. Papandreou confiaba en que la calma volvería y Grecia saldría de la espiral de deuda, pero el rendimiento sobre su bono de referencia retrocedió dado que los inversores quieren ver primero el dinero al contado en los bancos de Atenas.
Es probable que el paquete de ayuda alivie la presión sobre la necesidad de financiación de Grecia. Pero se estima que el gobierno de Atenas necesita cerca de 80.000 millones de euros para respirar tranquilo. Y así no hay quien resista. Los planes para reducir el déficit a 8,7% este año requerirán medidas aún más duras de austeridad, junto a un aumento de los impuestos.
La economía griega, como gran parte de las economias occidentales, están atrapadas en un huracán sistémico fatal. Se piensa que la receta pasa por realizar ajustes presupuestarios (es decir, recortes de sueldos y programas), y por otro lado aplicar impuestos. Ambas medidas son completamente nefastas en períodos de crisis como la que estamos viviendo. Su aceptación generalizada por parte del FMI demuestra no sólo el desconocimiento frente a la crisis, sino que nos anticipa el ingreso a una etapa que recrudecerá aún más esta ya insoportable crisis financiera.
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