Nuestra potencia mental se desarrolló a través de las manos, de la manipulación de cosas. Hoy pensamos en las actividades materiales como cosas estúpidas, percibimos nuestros cerebros como una maquinaria autosuficiente. Es erróneo. Hay un proceso abierto entre mejorar las capacidades físicas y el pensamiento, una relación estrecha entre la mano, la cabeza y el corazón. Pensamos un diseño y creemos que esa imagen mental puede proyectarse al mundo. Una política malísima: no aprendemos de la práctica. No es solo la filosofía, la política también. El capitalismo ha alentado esta división. En las últimas décadas los bancos han negociado con abstracciones, teorizan sobre los valores y pierden el contacto con lo que es una fábrica, una tienda. Muchos compran y venden empresas que no entienden. Ni lo necesitan, porque compran su valor monetizado. Y no hay posibilidad de hacer que la empresa sea buena o mala, no hay conocimiento, artesanía. Compran una empresa de colchones y la venden a otra pero con más deuda, esta hace lo mismo. La empresa cada vez tiene menos capital y tiende a la quiebra. Le pregunté a uno de los compradores: ¿Has visto cómo se fabrica un colchón? Me dijo que para qué, si sólo iba a ser propietario tres meses. Así se desarrolla ahora la economía capitalista, se desprecia la praxis, las manos en la masa, no saben qué hacer porque de hecho nunca han gestionado nada.
Leonardo Boff, sobre los rumbos del planeta y el ser humano. Tomado de Espiritualidad y política
Llegamos a un punto en el que todos seremos afectados por los cambios climáticos. Todos corremos riesgos, inclusive el de que gran parte de la humanidad tenga que desaparecer por no conseguir adaptarse ni mitigar los efectos maléficos del calentamiento global. No podemos confiar nuestro destino a representantes políticos que, en realidad, no representan a sus pueblos sino a los capitales con sus intereses presentes en sus pueblos. Necesitamos nosotros mismos asumir una tarea salvadora. Cada uno en su lugar, cada comunidad, cada entidad, en fin, todos debemos comenzar a hacer algo para dar un rumbo diferente a nuestra presencia en este planeta. Si no podemos cambiar el mundo, sí podemos cambiar este pedazo de mundo que somos cada uno de nosotros.
Sabemos gracias a la nueva biología y por la física de las energías que toda actividad positiva, que va en la dirección de la lógica de la vida, produce una resonancia morfogenética, tal como se dice. En otras palabras, el bien que hacemos no queda reducido a nuestro espacio personal. Ese bien resuena lejos, se irradia y entra en las redes de energía que vinculan a todos con todos, reforzando el sentido profundo de la vida. De ahí pueden ocurrir surgimientos sorprendentes que apunten hacia un nuevo modo de vivir sobre el planeta y nuevas relaciones personales y sociales más inclusivas, solidarias y compasivas. Efectivamente, se nota por todos lados que la humanidad no está inmóvil ni endurecida por las perplejidades. Miles de movimientos están buscando formas nuevas de producción y alternativas que respondan a los desafíos.
Más lecturas:
- El largo adiós a la Gran Recesión, Alejandro Bolaños. El País
Gracias por compartir el artículo de Boff y por la cita,
ResponderBorrarfelicidades por el magnífico blog, para mi es uno de los imprescindibles para seguir la evolución de la crisis,
un abrazo de Cristóbal Cervantes
Respecto al primer articulo, hay un conocimiento de energia en las manos que todo lo que tocas, tus hijos, tu pareja, el teclado del computador para comunicarte, el celular, etc. todo es energia que transmitimos cada uno, y si, es verdad que la desnaturalizacion de la economia capitalista, nos ha puesto automatas, pero de rebeldia se alimenta el alma y las manos siguen tocando a otros a pesar de todo. Y en referencia a lo segundo, debemos educar a nuestros hijos con conciencia para cuidar lo que queda de nuestro planeta. Excelentes articulos.
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