miércoles, 19 de febrero de 2025

El imperio se autodestruye

Estados Unidos comparte las patologías de todos los imperios moribundos con su mezcla de bufonería, corrupción rampante, fiascos militares, colapso económico y salvaje represión estatal

Chris Hedges, Chris Hedges Substack

Los multimillonarios, fascistas cristianos, estafadores, psicópatas, imbéciles, narcisistas y facinerosos que han tomado el control del Congreso, de la Casa Blanca y de los tribunales están canibalizando la maquinaria del Estado. Estas heridas autoinfligidas, características de todos los imperios tardíos, paralizarán y destruirán los tentáculos del poder. Y entonces, como un castillo de naipes, el imperio se derrumbará.

Cegados por su arrogancia, incapaces de comprender la disminución del poder del imperio, los mandarines de la administración Trump se han refugiado en un mundo de fantasía donde los hechos duros e indeseables ya no tienen peso. Escupen absurdas incoherencias mientras usurpan la Constitución, y sustituyen la diplomacia, el multilateralismo y la política, por amenazas y juramentos de lealtad. Agencias y departamentos creados y financiados por las leyes del Congreso van desapareciendo.

Están eliminando informes y datos gubernamentales sobre el cambio climático retirándose del Acuerdo climático de París. Se han retirado de la Organización Mundial de la Salud. Han sancionado a los funcionarios que trabajan en la Corte Penal Internacional, que emitió órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, por sus crímenes de guerra en Gaza. Sugirieron que Canadá se convirtiera en el estado número 51. Han formado una fuerza especial para "erradicar los prejuicios anticristianos". Piden la anexión de Groenlandia y la toma del Canal de Panamá. Proponen construir resorts de lujo en la costa de una Gaza despoblada, bajo la supervisión de EEUU, control que, de concretarse, derribaría los regímenes árabes que han sido apuntalados por EEUU.

La hegemonía marítima de Mackinder y el regreso de las potencias terrestres euroasiáticas


Glenn Diesen, Glenn Diesen Substack

Halford Mackinder desarrolló el marco teórico de la estrategia del divide y vencerás de los hegemones marítimos, estrategia adoptada por los británicos y posteriormente por los estadounidenses. Mackinder sostenía que el mundo estaba dividido en dos fuerzas opuestas: las potencias marítimas contra las potencias terrestres. La última potencia terrestre que conectó y dominó el vasto continente euroasiático fueron los nómadas mongoles, y su colapso fue seguido por el ascenso de las potencias marítimas europeas a principios del siglo XVI, que conectaron el mundo por mar.

Tanto el Reino Unido como Estados Unidos persiguen estrategias hegemónicas encaminadas a controlar la masa continental euroasiática desde la periferia marítima. Los Estados insulares (Estados Unidos es una isla virtual) no necesitan grandes ejércitos permanentes debido a la falta de vecinos poderosos y en su lugar pueden invertir en una poderosa armada para su seguridad. Los Estados insulares mantienen su seguridad dividiendo a las potencias terrestres de Eurasia para que no surja una hegemonía o una alianza de Estados hostiles en el continente euroasiático. Este enfoque pragmático de equilibrio de poder fue expresado por Harry Truman en 1941: «Si vemos que Alemania está ganando la guerra, deberíamos ayudar a Rusia, y si Rusia está ganando, deberíamos ayudar a Alemania y así dejar que se maten entre ellos tanto como sea posible» [1]. También es más probable que una potencia marítima se convierta en hegemónica, ya que hay pocas posibilidades de diversificarse fuera de los corredores marítimos clave y los puntos de estrangulamiento bajo su control.

martes, 18 de febrero de 2025

Dos cumbres por Ucrania


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Con las amargas lágrimas de su director que, al igual que los líderes europeos, no supo ver que la participación estadounidense no iba a estar dirigida a reafirmar el consenso transatlántico de las últimas décadas y el proucraniano de los últimos diez años, terminó el domingo la impactante Conferencia de Seguridad de Múnich, que será recordada en los próximos tiempos, posiblemente no por el provocador discurso de JD Vance, sino por la escenificación de la ruptura de la posesión más preciada, el statu quo. “Ya no cabe duda de que Europa y Estados Unidos están separando sus caminos. La muerte de la relación transatlántica se predijo muchas veces, pero este fin de semana, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, por fin ha llegado a su fin”, escribía ayer Wolfgang Munchau, que mencionaba tres aspectos en los que se ha escenificado el divorcio: Ucrania, libertad de expresión y comercio.

“La semana pasada, Donald Trump sorprendió a los europeos con su anuncio de conversaciones de paz con Vladimir Putin. (Dijo que lo haría durante su campaña electoral, pero los líderes europeos claramente no estaban prestando atención). Keith Kellogg, enviado especial de Trump para Ucrania, informó el sábado a los europeos de que no serán incluidos en las negociaciones de paz de alto nivel. Los líderes europeos están atónitos”, continúa el analista alemán, que achaca a los países europeos no haber aprendido una importante lección de Clausewitz: no ir a la guerra si no sabes cómo va a acabar el conflicto. “Para los europeos, la guerra es un deporte de espectador. Su apoyo a Ucrania iba todo de principios y promesas, no había planificación estratégica, no había un final, ni acuerdo sobre cuál era el segundo mejor resultado ni planificación concreta de los escenarios de posguerra”, sentencia para resumir la actuación europea de los últimos tres años, que en realidad pueden extenderse a la última década. Los países europeos no fueron capaces de apostar por los acuerdos de Minsk, negociados por Alemania y Francia, ni tampoco asumir las consecuencias de esa decisión que, unida al rechazo a negociar la paralización de la expansión de la OTAN hacia Rusia, llevó a la guerra en la que han invertido colectivamente más de 200.000 millones de euros y en la que actualmente se les da la orden de continuar sufragando los gastos sin tener siquiera un lugar en la mesa de negociación.

Cómo Stephen Jay Gould luchó en la guerra cultural de la ciencia

En los años setenta, una serie de libros que pretendían dar una base científica a la desigualdad de género se enfrentaron a duras críticas por parte de figuras como Stephen Jay Gould. Décadas después, estos debates desaparecieron de la memoria pública, pero la pseudociencia de derecha persiste

Myrna Pérez, Jacobin

Adaptado de Criticizing Science: Stephen Jay Gould and the Struggle for American Democracy, de Myrna Perez (Johns Hopkins University Press, 2024).
La cuestión del determinismo biológico no es un asunto abstracto para debatir en los claustros académicos. Estas ideas tienen importantes consecuencias (…). El impacto más inmediato se sentirá cuando los privilegios masculinos se preparen para luchar contra el creciente movimiento de las mujeres.

—Stephen Jay Gould, «The Nonscience of Human Nature»La pseudociencia de la naturaleza humana»], 1974

La columna del biólogo evolutivo e historiador de la ciencia estadounidense Stephen Jay Gould para la revista Natural History comenzó como una forma de equilibrar las convicciones políticas de sus experiencias en materia de derechos civiles con su deseo de revolucionar la teoría evolutiva. A medida que su carrera alcanzó nuevas cotas en décadas posteriores, sus ambiciones profesionales acabaron eclipsando su política de izquierda. Pero a finales de la década de 1970, seguía utilizando la columna para abordar debates contemporáneos sobre ciencia y política. En la primavera de 1976, decidió intervenir en una controversia cercana con una columna titulada «Potencial biológico frente a determinismo biológico», que se sumaba a las críticas de la izquierda al libro de 1975 del biólogo Edward O. Wilson Sociolbiología: La nueva síntesis.

Divide y vencerás


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Después de prácticamente un mes en el que la Casa Blanca solo había dado señales de que su plan para la resolución del conflicto ucraniano apenas se había desarrollado, Washington ha pisado el acelerador y ha puesto en marcha la maquinaria que debe dar lugar a algún tipo de negociación entre Rusia y Ucrania. En el más puro estilo del imperio británico, la estrategia estadounidense parece ser el divide and rule, separar las diferentes partes, aprovecharse de sus debilidades e imponer su voluntad. De esta forma se explican las contradictorias declaraciones de diferentes miembros del equipo de política exterior de Trump, los vacíos y las omisiones. Durante los días en los que el interés político internacional ha estado centrado en la Conferencia de Seguridad de Múnich, una cumbre dominada por la guerra de Ucrania y donde han estado completamente ausentes cuestiones como la situación en Gaza, que podrían haber hecho la competencia al intento de Kiev de utilizar el altavoz internacional, ni siquiera han tenido cabida.

La frenética actividad del trumpismo, que estos días ha presentado un discurso en el que el vicepresidente Vance utilizó uno por uno todos los tropos de la actual extrema derecha, se ha traducido en una puesta en escena que buscaba poner a Estados Unidos por encima de sus aliados, a los que ha exigido mantener “los valores comunes” entendidos en el sentido más conservador posible y, sobre todo, aumentar el gasto militar, ya que Europa ha dejado de ser la prioridad para Washington. Además, la Casa Blanca exige también una mayor implicación económica de los países europeos en el sostenimiento de Ucrania, pese a que la UE es hace mucho tiempo el principal proveedor de Ucrania, y hacerse cargo de las garantías de seguridad tras el acuerdo de paz, todo ello sin contar necesariamente con su presencia en el proceso de negociación. “Si Europa quiere dar un paso adelante durante un alto el fuego, tiene que estar en la mesa cuando se decidan esos términos”, afirmó ayer la primera ministra de Islandia Kristurun Frosta, un buen ejemplo de la postura que han mostrado este fin de semana los y las líderes de los países europeos y las instituciones de la UE. “Si los europeos quieren tener algo que decir, que se hagan relevantes”, afirmó el sábado, en una posición intermedia, Mark Rutte, cuya definición de ganar relevancia es, por supuesto, aumentar el gasto militar tal y como exige Estados Unidos. La revuelta de los países europeos en busca de reconocimiento de Washington ha tenido cierto efecto, aunque no parece haberse alcanzado el objetivo.

El régimen de Kiev ataca Chernóbyl para sabotear las conversaciones de paz

El reciente ataque de falsa bandera ucraniano a una histórica planta nuclear probablemente fue orquestado para influenciar a la opinión pública mundial contra el proceso diplomático.

Lucas Leiroz, Strategic Culture

En los últimos días, un incidente relacionado con un ataque con drones a la planta nuclear de Chernóbil ha generado controversia y debate. Según las autoridades ucranianas, un dron ruso habría atacado las instalaciones, dañando la estructura que rodea el reactor. El presidente ilegítimo de Ucrania, Vladimir Zelenski, se apresuró a culpar a Rusia, afirmando que la situación reflejaba un ataque ruso a la infraestructura nuclear de Ucrania. Sin embargo, las autoridades rusas, incluido el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, negaron estas afirmaciones, calificándolas de otra provocación de Kiev. Más aún, incluso algunos ucranianos cuestionan la narrativa oficial del régimen.

Peskov rechazó categóricamente la idea de que Rusia haya atacado alguna instalación nuclear, especialmente Chernóbil, afirmando que tales afirmaciones son infundadas. Sostuvo que cualquier acusación de que Rusia haya atacado plantas nucleares es inventada, afirmando que Rusia nunca atacaría lugares tan sensibles debido a los riesgos que implica. Sugirió que el ataque fue, de hecho, un intento de manipulación y desinformación orquestado por el gobierno ucraniano. El portavoz del Kremlin también señaló que había intereses en Kiev que apuntaban a sabotear cualquier esfuerzo de negociación, indicando que ciertas facciones dentro del régimen ucraniano harían cualquier cosa para impedir el progreso de las conversaciones de paz.

lunes, 17 de febrero de 2025

Trump contra el mundo

No cabe duda de que, fuera de la coyuntura de aparente fortaleza, en el largo plazo, EEUU marcha en sentido contrario al desarrollo histórico contemporáneo

Adrian Sotelo Valencia, La Haine

Con arrogancia, supremacismo y la creencia delirante en la "grandeza" del imperio estadounidense, Trump le ha declarado la guerra al mundo en un afán de "hacer más grande a EEUU otra vez" (Make America Great Again), frase, por cierto, que también pronunció Ronald Reagan en su campaña presidencial de 1980.

Su miopía intelectual lo lleva a postular que el mundo es igual o peor al existente después de la guerra mundial de 1939-1945 cuando el unilateralismo imperialista norteamericano recibió la estafeta de dominación del imperialismo británico que fue hegemónico desde el siglo XIX.

La guerra arancelaria desatada por el magnate de pelo amarillo tiene como objetivo dominar el comercio internacional y obligar a las naciones a entregar sus recursos y a producir sus productos y servicios dentro del territorio estadounidense como condición para no ser penalizados por su gobierno y bajo sus leyes extraterritoriales que aplica sin miramientos en cualquier país que considere "peligroso" u hostil a sus intereses geoestratégicos.

Milei, el estafador


Editorial La Jornada

El presidente de Argentina, Javier Milei, usó sus redes sociales para incitar a sus millones de seguidores a invertir en $Libra, una criptomoneda que supuestamente formaba parte de un proyecto privado dedicado a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. Según él, dicho proyecto era muestra del crecimiento de la Argentina liberal, así como del interés global por invertir en el país. Horas después, se supo que todo fue una fachada para un tipo de esquema fraudulento denominado Rug pull (jalón de alfombra), en el que un activo en manos de pocas personas se valoriza de manera artificial y acelerada para después ser vendido por los tenedores originales con ganancias millonarias. Cuando las víctimas se dan cuenta de que no había ningún valor real detrás del instrumento, su precio se desploma dejando tras de sí pérdidas totales. Hasta ahora no se sabe cuántas personas cayeron en el engaño ni a cuánto asciende el quebranto, pero, en el lapso en que se llevó a cabo el atraco, simpatizantes del mandatario publicaron con orgullo capturas de los rendimientos que luego se esfumaron.

La economía dominante, catálogo de horrores


James K. Galbraith, Sin Permiso

En un notable catálogo de horrores publicado en The New York Times, el periodista Ben Casselman detalla los «principios centrales» de la economía dominante que han caído políticamente en desgracia: libre comercio, fronteras abiertas, impuestos sobre el carbono, austeridad fiscal. En su cobertura de la reciente reunión anual de la American Economic Association celebrada en San Francisco, Casselman señala los problemas que los economistas no han resuelto: la desindustrialización, el crac de 2008 y la consiguiente recesión, o la ralentización del crecimiento a largo plazo. Y subraya sus mayores fallos de previsión: la crisis financiera de 2007-09, la crisis de precios de 2021-22 y la naturaleza transitoria de la inflación resultante, que hasta ahora ha retrocedido sin desencadenar una recesión.

Con admirable moderación, Casselman informa de la opinión de Jason Furman de que los economistas tienen que «hacer mejor su trabajo... comprendiendo los problemas que les preocupan a la gente», y de la observación de Glenn Hubbard de que hay demasiados profesionales que se han mostrado «desdeñosos e insensibles» ante tales preocupaciones. No es broma.

No es de extrañar que un periodista se encontrara con semejante conglomerado de fracasos -y con casi nadie con una opinión discrepante- en esta reunión de economistas «de primera fila». Por supuesto, hay economistas que han abrazado ideas contrarias sobre los aranceles y el desarrollo, los fraudes y la crisis financieras, las raíces de la desindustrialización en los años 80, la política industrial y medioambiental, y el dinero, el déficit y la deuda. Pero, cuando estos expertos asisten a las reuniones - firmemente controladas por la corriente dominante – se ven marginados en pequeñas habitaciones de hoteles satélites. No hay error que pueda avergonzar a los economistas «de primera fila» como para que renuncien a los puestos de honor.

La coalición de Trump se desintegrará

La coalición de Trump se desintegrará. La desilusión se instalará y, al final, su base de masas se desintegrará. Estas son las condiciones para que se desarrolle una opción popular de izquierda, pero también son condiciones bajo las cuales la tendencia fascista podría consolidarse en un abierto fascismo del siglo XXI.

William I. Robinson, Al Mayadeen

El trumpismo es una respuesta neofascista de extrema derecha a la crisis social y económica de la clase trabajadora y a la crisis de legitimidad del Estado que esta crisis socioeconómica ha producido. La clase trabajadora estadunidense ha experimentado una desestabilización continua de sus condiciones de vida durante este último medio siglo de globalización capitalista y neoliberalismo, con un deterioro particularmente agudo desde el colapso financiero de 2008 y a raíz de la pandemia de la covid-19. Se enfrenta a una precariedad creciente, inestabilidad laboral, desempleo y subempleo generalizados y en aumento, salarios miserables, marginalización y descomposición social, inseguridad alimentaria y crisis de atención médica, infravivienda y sinhogarismo.

En 2023, más de 100 mil personas murieron por sobredosis de opioides por tercer año consecutivo y las cifras crecieron, reflejo de una crisis explosiva de salud mental que refleja a su vez la crisis social y económica. Desde 2021, la inseguridad alimentaria aumentó 40 por ciento y, durante ese lapso, la pobreza creció 67 por ciento.

Más de la mitad de los hogares de clase trabajadora viven en la pobreza o justo por encima de la línea de pobreza, aunque los datos oficiales disfrazan el alcance de la pobreza al establecer un nivel ridículamente bajo. Según el gobierno federal, 38 por ciento de hogares carecen de dinero suficiente para cubrir un gasto de emergencia de 400 dólares, frente a 32 por ciento en 2021. Más de la mitad de los hogares estadounidenses no reciben un ingreso estable y dependen de oportunidades de trabajo contingentes a medida que se presentan, mientras 80 por ciento informa que vive de sueldo a sueldo.

domingo, 16 de febrero de 2025

EEUU: Lo que los oligarcas realmente quieren

“Los oligarcas, con sus enormes recursos, están librando una guerra contra la clase trabajadora de este país, y es una guerra que tienen la intención de ganar”.

Bernie Sanders, Counter Punch

Vivimos en una época extremadamente peligrosa. Las generaciones futuras recordarán este momento, lo que hacemos ahora, y si tuvimos el valor de defender nuestra democracia contra las crecientes amenazas de la oligarquía y el autoritarismo. Recordarán si estuvimos con el presidente Abraham Lincoln en Gettysburg, quien en 1863, mirando un campo de batalla donde miles murieron en la lucha contra la esclavitud, declaró que «esta nación, bajo Dios, tendrá un nuevo nacimiento de libertad, y que un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no perecerá de la tierra». ¿Apoyamos la visión de Lincoln de Estados Unidos o permitimos que este país se convierta en un gobierno de los multimillonarios, por los multimillonarios y para los multimillonarios?

Pero no es solo la oligarquía lo que debería preocuparnos, y la realidad es que las tres personas más ricas de Estados Unidos poseen ahora más riqueza que la mitad inferior de nuestra sociedad: 170 millones de personas. No es solo que la brecha entre los muy ricos y todos los demás se esté ampliando, y que hoy tengamos más desigualdad de ingresos y riqueza que nunca.

También es que estamos viendo un rápido movimiento, bajo el presidente Trump, hacia el autoritarismo. Cada vez más poder en menos manos.

Eternos jóvenes e inmaduros: la condición neoliberal


Diego Fusaro, Posmodernia

A diferencia de las precedentes formas de la producción y de las relaciones sociales, que se basaban esencialmente en la continuidad y la conservación de las condiciones dadas y sobre el «mantenimiento inalterado del antiguo orden de producción», el modo de producción capitalista existe revolucionando continuamente, sin tregua, los instrumentos de producir y las relaciones sociales en las que se estructura, haciendo del cambio incesante su propio fundamento. La “movilización total” de los entes es su base ineludible.

Tales prerrogativas, con mayor razón, pueden atribuirse a aquello que ya Pasolini catalogaba como el «neocapitalismo revolucionario, progresista y unificador», que transforma todo en nombre del progreso, unificando al mundo entero bajo el signo de lo mismo, o sea de la economía fetichizada. Vive volviendo líquido y mutante lo que, en los anteriores modos de producción, se daba en formas estables y rígidas, cuando no petrificadas:
“La agitación constante de la producción, el incesante cuestionamiento de todas las condiciones sociales, la incertidumbre y el movimiento perpetuo diferencian la época burguesa de todas aquellas que la han precedido”.
Esta tendencia, inscrita en las premisas y promesas del capital desde su mirada auroral, puede considerarse llevada a cumplimiento con el tránsito a la hodierna fase absoluta, correspondiente con el tiempo de la flexibilidad global y de la transitoriedad universal.

Cómo el cine contribuyó a la filosofía de Henri Bergson


Troy Southgate, Troy Southgate

Mientras revisaba algunos escritos del pensador francés Henri Bergson (1859–1941), me encontré reflexionando sobre sus implicaciones políticas y lingüísticas para la sociedad moderna. Fue Bergson quien argumentó célebremente que la conciencia no puede cuantificarse de la misma manera en que se miden los cuerpos en el espacio. Descubrió esto durante una visita al cine en los primeros años del siglo XX, cuando se interesó en el hecho de que lo que se ve en la pantalla grande no es más que una serie de instantáneas sucesivas que generan la ilusión de movimiento.

Cuando Bergson afirmó que los filósofos podían aprender mucho del cine, el filósofo y matemático Bertrand Russell (1872–1970) puso a prueba esta teoría y concluyó que tenía razón. Sin embargo, lo que Russell no llegó a comprender fue que su homólogo francés consideraba el método cinematográfico como una ventana a una gran equivocación que la mayoría de las personas habían aceptado en sus vidas, incluido el propio Russell.

Al espacializar la conciencia y vivir de un punto a otro, de la misma manera en que las diapositivas de un proyector crean un espejismo de continuidad, los seres humanos existen en un contexto en el que el cambio no es más que una serie de pausas potenciales donde la acción puede intervenir. En otras palabras, no estamos viendo realmente ‘cosas’, sino momentos individuales en los que reside la posibilidad de interacción. Esto nos lleva a actuar como cuerpos discontinuos. Como explica Barry Allen, biógrafo de Bergson:

USAID y las ONG: el secuestro de la sociedad civil

La decisión de EEUU de recortar la financiación a USAID y otras ONG reveló hasta qué punto ese gobierno ha estado financiando medios y protestas para secuestrar a la sociedad civil en todo el mundo

Glenn Diesen, La Haine

En Ucrania, la USAID tuvo un papel clave en el derrocamiento del presidente Yanukóvich en 2014 mediante el golpe del Maidan y desde entonces ha financiado entre el 85% y el 90% de los medios de comunicación ucranianos para garantizar el control narrativo. El primer ministro georgiano también ha venido advirtiendo de que las ONG occidentales se han activado para derrocar al Gobierno y convertir Georgia en un segundo frente contra Rusia.

También hay pruebas abrumadoras de que el gobierno estadounidense creó «organizaciones no gubernamentales» (ONG) desde la década de 1980, financiadas por ese gobierno, con personal vinculado a la comunidad de inteligencia estadounidense y que persiguen intereses geopolíticos estadounidenses bajo el pretexto de promover la democracia y los DDHH. Una de estas «ONG» es el National Endowment for Democracy (NED), creado por Reagan para asumir algunas de las tareas de la CIA. Estas organizaciones son instrumentos para que EEUU gobierne las sociedades de otras naciones y persiga el cambio de régimen cuando sea necesario.

Subvertir la democracia y perseguir la guerra

Cuando Zelensky obtuvo una aplastante victoria en las elecciones presidenciales de 2019 con una plataforma de paz, EEUU activó sus ONG para asegurarse de que Zelensky diera marcha atrás y abandonara su mandato de paz. Zelensky había obtenido el 73% de los votos al prometer entablar conversaciones con Donbás, firmar la paz con Rusia y aplicar el acuerdo de paz de Minsk. Además, Zelensky abogó por preservar los derechos lingüísticos y religiosos para evitar divisiones en la sociedad. Inmediatamente surgieron protestas con ONG que presentaban la plataforma de paz de Zelensky como una «capitulación».

sábado, 15 de febrero de 2025

Bandazos de la negociación


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Una de las primeras reuniones que quiero tener es con el presidente Xi de China y el presidente Putin de Rusia. Y quiero decirles: reduzcamos nuestro presupuesto militar a la mitad”, pronunció, sentado en su silla de presidente en el despacho oval Donald Trump, aparentemente ahondando en la herida abierta horas antes con el discurso de Pete Hegseth ante sus aliados de la OTAN y con los comentarios posteriores del presidente. El secretario de Defensa había afirmado “sin ambigüedad” que Ucrania no obtendría en un acuerdo de paz ni adhesión a la OTAN ni recuperar su integridad territorial, una afirmación que dejó fuera de juego a los aliados europeos, a los que, además de exigir duplicar el gasto militar, se dejó claro que tendrán que hacerse cargo de la “abrumadora mayoría” de las armas que tengan que ser enviadas a Ucrania y de las garantías de seguridad posteriores al alto el fuego, incluida una misión de paz en la que Estados Unidos no participaría y no estaría bajo el paraguas de la OTAN ni de su cláusula de seguridad colectiva. Esa misma noche, Trump mostraba dificultades al responder a una pregunta de la prensa sobre si Ucrania tenía algo que decir en las negociaciones, se refería a una futura visita de Vladimir Putin a Estados Unidos y añadía un “mientras esté” a una mención a Volodymyr Zelensky, del que recordaba que “las encuestas no le van tan bien, por decirlo suavemente”.

“Se lo digo muy claramente a nuestros socios…. No aceptaremos ninguna negociación bilateral sobre Ucrania sin nosotros”, afirmó un ofendido Zelensky el jueves, después de que, a la sombra de los países europeos, endureciera notablemente su blanda respuesta inicial al golpe, que no por esperado -no había en el discurso de Hegseth nada que no pudiera deducirse de las palabras de Trump en campaña y su equipo durante sus primeras semanas en el cargo- ha dejado de presentarse como una sorpresa. Ayer, tras el anuncio de Donald Trump de que se produciría una primera reunión entre Estados Unidos, Rusia y Ucrania en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Ucrania se autoexcluyó del encuentro. Después de un día en el que Kiev se centró en exigir presencia en todo el proceso de negociación, el equipo de Zelensky se desmarcó de cualquier posibilidad de apertura al diálogo. En realidad, incluso los organizadores de la conferencia se mostraron sorprendidos, ya que Rusia ha sido excluida desde la invasión de Ucrania, por lo que los únicos ciudadanos rusos en la cumbre son miembros de la oposición. Aun así, Ucrania sintió la necesidad de insistir en lo erróneo de una reunión a tres.

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