El estallido simultáneo de crisis simultáneas en Ucrania, Gaza, América Latina y Asia Oriental revela que el orden angloestadounidense en descomposición requiere crear conflictos para sostener su dominio global
José Luis Preciado, Mente Alternativa
El estallido simultáneo de crisis en Ucrania, Gaza, el Caribe, México y Asia Oriental no constituye un conjunto de eventos inconexos, sino los síntomas visibles de un orden angloestadounidense en descomposición que depende crecientemente del conflicto para sostenerse. La geopolítica ha dejado de ser un tablero con frentes aislados: se ha convertido en una sola fractura estratégica que sacude todos los continentes a la vez. Desde los corredores europeos hasta el istmo americano, desde la cuenca del Caribe hasta el Mar de China Meridional, el viejo paradigma se resquebraja y expone su estructura enferma. Como señala Jason Ross en EIR, el mundo se encuentra ante una disyuntiva histórica: o continúa atrapado en un sistema financiero moribundo que se sostiene mediante guerras, o construye una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo basada en el beneficio mutuo. Hoy esa elección se hace evidente en la simultaneidad de los conflictos provocados, en la lógica del caos controlado y en los actores que se mueven detrás de las bambalinas diplomáticas.
La acumulación de tensiones no es accidental. En Washington, Donald Trump amenaza con ordenar un ataque terrestre y aéreo contra Venezuela, una acción que, según advierte el geoestratega Dennis Small, podría desatarse “en cualquier segundo”. La decisión depende del rumbo que el propio Trump elija tomar: o avanza hacia un enfoque diplomático como el discutido en la cumbre de Anchorage con Vladimir Putin —una aproximación que intenta atacar las causas estructurales del conflicto ucraniano—, o se somete a la línea neoconservadora impulsada por Marco Rubio, Stephen Miller y el núcleo angloestadounidense que maniobra desde Londres para empujar a Estados Unidos a una nueva guerra eterna. Small subraya que la verdadera fuerza motriz detrás de las presiones militares no se encuentra en la Casa Blanca sino en la City de Londres, que empuja la confrontación simultánea en Ucrania, Taiwán y Venezuela como forma de preservar la hegemonía occidental.














