martes, 25 de marzo de 2025

La crisis del orden de posguerra nos dio el neoliberalismo

El auge del neoliberalismo no se debió simplemente a que los políticos centristas y de derecha decidieran darle rienda suelta a las fuerzas del mercado. Reflejó una verdadera crisis del orden económico de la posguerra, y la ausencia de un movimiento obrero poderoso que impulsara una alternativa de izquierda.

Colin Gordon, Jacobin

Bajo cualquier forma de medición, la desigualdad económica se disparó en el último medio siglo. Desde 1970, la proporción de la renta nacional que se lleva la mitad inferior de los asalariados cayó del 21,3 % a solo el 13,6 %, mientras que la que se lleva el 1 % superior casi se duplicó, pasando del 11,6 % al 19,1 %. Aunque los programas sociales redujeron la pobreza sustancialmente durante ese periodo, los criterios de elegibilidad mezquinos y la discreción a nivel estatal han erosionado los medios de vida de las familias con bajos ingresos. La brecha racial de riqueza, sostenida por generaciones de explotación y exclusión en el sector inmobiliario privado y los programas públicos, es ahora tan amplia como lo era en la década de 1960.

Una historia común viste estas tendencias con ropajes partidistas: los demócratas lucharon por extender o apuntalar el New Deal; los republicanos, por fervor ideológico o por servil deferencia a los intereses privados, intentaron derribarlo todo con la misma determinación. Hay un atisbo de verdad en esta ordenada narrativa, pero solo un atisbo. De hecho, el regreso de la desigualdad a niveles no vistos desde la Edad Dorada fue un proyecto frecuentemente bipartidista: los demócratas llevaron la delantera (controlando tanto la Cámara de Representantes como el Senado, o la presidencia y una o ambas cámaras) durante treinta de los últimos cincuenta y cuatro años. Sus huellas, en diversos grados, están en todas y cada una de las políticas que aumentaron la desigualdad durante este período.

Esa hoja de antecedentes penales es el hilo conductor de Left Behind (Abandonados), el provocador examen de la historiadora Lily Geismer sobre la presidencia de Bill Clinton, sus raíces políticas e intelectuales y su impacto duradero. Left Behind comienza trazando la ya familiar historia del Consejo de Liderazgo Democrático (DLC, por sus siglas en inglés), fundado en 1985, y su determinación de liberar al partido de sus «intereses especiales» (sindicatos, minorías raciales, movimiento feminista, etc.) y dividir la improbable diferencia entre la Gran Sociedad y las políticas económicas de la época de Reagan (Reaganomía). Como argumenta Geismer, las invocaciones clintonianas de una «tercera vía» o «un puente hacia el siglo XXI» apenas podían ocultar la verdadera intención y el resultado: abandonar a los sectores de la mitad inferior de la distribución de ingresos en favor de soluciones de mercado que harían sonrojar a Friedrich Hayek.

lunes, 24 de marzo de 2025

¿Qué está pasando en el mundo?

El mundo está experimentando una transformación irreversible, y las predicciones del economista ruso Sergey Glazyev, formuladas hace más de una década, se están cumpliendo ante nuestros ojos. La Pax Americana se desmorona, mientras el centro de gravedad económica se desplaza hacia Asia. En este contexto, ¿cómo afectan estos cambios a Rusia y al orden global?

Sergey Glazyev, Mente Alternativa

La Pax Americana se está desmoronando ante nuestros ojos, un tercio de siglo después del colapso de la URSS. La transición hacia un nuevo orden económico mundial se ha completado. El centro de la economía global se ha desplazado hacia el este y el sur de Asia, donde se ha formado, como se esperaba, un núcleo bipolar de un sistema económico mundial integral con dos polos: la China comunista y la India democrática.

La transición hacia un nuevo orden tecnológico, que comenzó con la crisis financiera mundial de 2008, también ha concluido. Durante la década y media del Gran Estancamiento que siguió, los países líderes crearon instalaciones de producción básicas para este nuevo orden. Su crecimiento acelerado está impulsando una nueva y larga ola de crecimiento económico.

Todo esto ocurre en plena concordancia con la teoría del desarrollo económico a largo plazo como proceso de cambio de las estructuras tecnológicas y económicas mundiales. Desafortunadamente, las recomendaciones basadas en esta teoría no se implementaron en Rusia, lo que resultó en años de estanflación y en ser arrastrado al epicentro de una guerra híbrida global. Esto, naturalmente, fortaleció a China, que se convirtió en el líder mundial en el sector manufacturero. Los intentos de la administración estadounidense de frenar su ascenso están condenados al fracaso, ya que el sistema de gestión del desarrollo económico creado en China es un orden de magnitud más eficaz.

Como se esperaba, Estados Unidos no logró ganar la guerra híbrida global que desató para mantener su liderazgo mundial. Se guiaron por la estrategia de cinco pasos de Brzezinski, que no es realista en las condiciones modernas (nazificar Ucrania contra Rusia, separar la Unión Europea de Rusia, provocar un golpe de estado en Rusia, destruir Irán y aislar a China). Como resultado de diez años de intentos de implementar esta estrategia, solo debilitaron a Europa y fortalecieron a China. Sin embargo, lograron, como en las dos primeras guerras mundiales, descargar sus costos en el mundo ruso.

domingo, 23 de marzo de 2025

El Premio Nobel de Economía de 2024 es una farsa


Hua Bin, The Unz Review

El Premio Nobel de Economía 2024 fue otorgado a Daron Acemoglu, James Robinson y Simon Johnson por su trabajo sobre los factores económicos y políticos que determinan por qué algunas naciones alcanzan riqueza y estabilidad mientras otras caen en la pobreza y el caos.

Acemoglu y Robinson publicaron su trabajo en un libro titulado “Por qué fracasan las naciones: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza” en 2012. Según el comité del Nobel, este trabajo se ha convertido en una piedra angular en la literatura económica, ofreciendo un análisis convincente de los factores que impulsan el éxito y el fracaso económico.

Daron Acemoglu era profesor de economía del MIT y James Robinson era profesor de gobierno de Harvard. La tesis del libro es bastante sencilla: las naciones con instituciones económicas y políticas “inclusivas”, definidas como el estado de derecho, la participación democrática y el pluralismo político, tendrán éxito; las naciones con un sistema “extractivo”, dirigido por una élite gobernante egoísta, fracasarán.

En su análisis, la geografía, la historia, la cultura y los recursos naturales no son factores clave del destino de una nación. Más bien, las instituciones políticas y el comportamiento de la clase dominante determinan en gran medida el éxito o el fracaso económico de una nación.

Si bien no es una teoría revolucionaria (encaja perfectamente con el Consenso de Washington, de moda en aquel entonces), el libro se extiende mucho para analizar numerosos países y elaborar un argumento empírico.

Nachtigall


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El 27 de febrero de 2025, en una entrevista publicada en YouTube, el capitán Dmytro Kolyada, Kholod, hablaba del origen de la unidad Nachtigall de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Señalaba que, en sus inicios, el objetivo principal era formar un batallón para la defensa del país y que, solo al considerar el nombre de la unidad en el chat en el que contactaban sus miembros, surgió la referencia de Nachtigall. Según Kholod, con posterioridad se consolidó el nombre como denominación de este nuevo batallón ultraderechista de las fuerzas ucranianas. Un batallón cuya motivación principal de combate -como en tantos otros- se centra en la voluntad de continuar la lucha contra Rusia que iniciaron grupos como UPA durante la Segunda Guerra Mundial.

El pasado 6 de marzo, en un post de una cuenta de Instagram vinculada a Nachtigall, se rememoraba precisamente el nacimiento de Roman Shujevich, líder supremo de UPA. En el periodo posterior a 1939, tras la invasión de Polonia y previo a la creación de ese movimiento armado, Shujevich participó en la formación de un grupo de unidades militares ucranianas impulsadas por la Abwehr, la inteligencia militar de la Alemania nazi. A partir de ese año diversos miembros de la OUN, entre ellos Shujevich, se trasladaron a Cracovia donde la Abwehr, bajo el impulso de Theodor Oberlander, organizó su instrucción militar. Con esos reclutas ucranianos se formarían los batallones Nachtigall y Roland del Tercer Reich.

sábado, 22 de marzo de 2025

¿Ha logrado "Israel" imponer nuevas reglas de enfrentamiento en Gaza y Líbano?

La política de autocontrol que muestra la resistencia debido a muchas consideraciones, algunas de las cuales hemos mencionado más arriba, no durará y se revertirá en una fase futura que no vemos lejana, a menos que la ocupación cese su agresión y opresión.

Ahmed Abdul Rahman, Al Mayadeen

En los últimos años, al menos, la resistencia en Palestina, y en particular en Líbano, ha logrado establecer ecuaciones claras y firmes en el marco de su enfrentamiento a largo plazo con el "Estado" ocupante.

Esto se ha conseguido gracias a varios factores recientes, como el desarrollo de sus capacidades militares y humanas, así como su inclusión en una alianza regional de fuerzas de resistencia en la región.

Esto contrasta con el notable retroceso del ejército ocupante en los niveles operativo e informativo, así como la escasez de fuerzas humanas, especialmente en el ámbito de las tropas terrestres, entre otros factores que no se pueden detallar aquí.

La resistencia ha logrado imponer y consolidar muchas de estas ecuaciones, que en varias rondas de combate anterior la han colocado en una posición que le permite dictar sus condiciones al enemigo y obligarlo a hacer concesiones en temas que, para algunos, parecían líneas rojas o fuera de lo esperado.

En varias confrontaciones militares que precedieron a la batalla "Diluvio de Al-Aqsa", "Israel" intentó desmantelar algunas de estas ecuaciones, especialmente aquellas relacionadas con el derecho de las resistencias palestina y libanesa a responder a las agresiones israelíes, particularmente los asesinatos que ocurrían de vez en cuando en la Franja de Gaza, o similares que apuntaban a líderes de Hizbullah, ya sea dentro de Líbano o en territorio sirio.

El fallido intento de Francia de salvar su Imperio

En la década de 1950, Francia emprendió un ambicioso esfuerzo para modernizar su imperio adoptando las costumbres locales y promoviendo gobiernos autónomos limitados. No era más que el intento de crear una ideología moderna para el colonialismo, y fracasó rotundamente.

Charlie Taylor, Jacobin

Dos años después de la invasión estadounidense de Afganistán y al comienzo de su campaña en Irak, el personal de operaciones especiales del Pentágono proyectó para sus empleados la película de 1965 La batalla de Argel, de Gillo Pontecorvo. Un folleto que acompañaba la proyección explicaba que ofrecía una visión de cómo los militares franceses podían «ganar una batalla contra el terrorismo y perder la guerra de las ideas».

A los ojos del Departamento de Defensa estadounidense, la incapacidad de ganarse los corazones y las mentes de la población argelina había echado por tierra el supuesto éxito militar de los movimientos franceses de contrainsurgencia contra el Frente de Liberación Nacional (FLN). En consecuencia, la guerra parecía condenada al fracaso desde el principio.

Esta interpretación del conflicto argelino ha prevalecido a menudo en la historiografía anglófona de la revolución. Sin embargo, como muestra el historiador Terrence G. Peterson en su nuevo libro Revolutionary Warfare, la noción de una victoria militar precedida de una derrota política fue perpetuada por el propio ejército francés. Esto se debió en gran parte a la proactividad de los oficiales militares franceses a la hora de promover y teorizar sobre la Guerra de Argelia como una transformación importante en las reglas del conflicto global en la década de 1960.

La paranoia de la Guerra Fría, el declive imperial y una multitud de aparentes amenazas comunistas se combinaron en un cóctel tóxico. Bajo su influencia, los partidarios de la derecha se mostraron incapaces de conseguir una justificación racional de la guerra. Los movimientos anticoloniales y de liberación, desde Vietnam hasta el norte de África, plantearon cuestiones nuevas y fundamentales a los restos del Estado colonial francés. ¿Cómo librar una guerra contra un enemigo que se esconde en la sombra, que cuenta con la complicidad de las comunidades rurales y que se constituye a través de levantamientos geográficamente dispares?

El capitalismo es el asesino


Raúl Zibechi, La Jornada

De forma tan metódica y completa, ¿qué otro sistema ha declarado la guerra a la humanidad? ¿Qué otro sistema practica de forma sistemática genocidios y exterminios de porciones enteras de las juventudes, de mujeres y niñeces? ¿Qué papel están jugando los Estados y los gobiernos que los administran, que no pueden ni quieren frenar la violencia contra los pueblos y las personas?

Es hora de ponerle nombre a este sistema: capitalismo. Debemos comprender que la violencia no tiene otro objetivo que la acumulación acelerada de capital. Para ello desplazan y exterminan a aquellos sectores que son un obstáculo para el enriquecimiento del uno por ciento.

No se trata de hechos aislados ni de errores, sino de un plan que vienen perfeccionando en las últimas décadas y que más recientemente hemos visto desplegarse en toda su magnitud, en la vasta geografía que va de Gaza hasta México, como enseñan los bombardeos indiscriminados contra escuelas y hospitales, como muestran los hornos crematorios de Teuchitlán (México).

El mismo modelo con algunas variantes lo observamos en otras geografías de Medio Oriente, y de modo muy particular en los territorios de los pueblos originarios y negros, desde Wall Mapu hasta Chiapas. En el sur de Argentina los grandes empresarios queman bosques mientras el Estado no los apaga, criminaliza al pueblo mapuche y desplaza comunidades para lucrar con sus tierras. La alianza entre el Estado, el empresariado y sus milicias, los grandes medios y la justicia, es lubricada con la presencia de soldados israelíes en esos territorios.

viernes, 21 de marzo de 2025

Negociación a varias bandas


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“El presidente Donald Trump parece mucho más dispuesto a llegar a un acuerdo de paz en Ucrania que el presidente ruso Vladimir Putin. Esa es la conclusión obvia de la llamada de dos horas del martes entre los dos líderes”, escribía ayer en The Washington Post uno de los columnistas estrella del medio, David Ignatius. “No creo una sola palabra de lo que Trump y Putin dicen sobe Ucrania”, titulaba en The New York Times Thomas Friedman, que en septiembre de 2023, en un viaje de 72 horas en las que no salió de Kiev, comprendió todo lo que necesitaba saber del país y del conflicto. “Ucrania es un país que cambiará las reglas del juego para Occidente, para bien o para mal, dependiendo del resultado de la guerra. Su integración algún día en la Unión Europea y en la OTAN constituiría un cambio de poder que podría rivalizar con la caída del Muro de Berlín y la unificación alemana”, escribió entonces el articulista sin ninguna noción de la hipérbole.

Tres años después del inicio de una guerra cuya causa fundamental es una reliquia de la Guerra Fría, la OTAN, que perdió su razón de ser con la desaparición de la Unión Soviética, los abusos de la historia para justificar la postura actual siguen estando a la orden del día. “Como escribía recientemente Monica Duffy Toft, profesora de política internacional en la Universidad de Tufts, en Foreign Affairs, «el panorama geopolítico actual se parece especialmente al del final de la Segunda Guerra Mundial» porque «las principales potencias están intentando negociar un nuevo orden mundial principalmente entre ellas, de forma muy parecida a como lo hicieron los líderes aliados cuando redibujaron el mapa del mundo» en Yalta”, afirmaba ayer The New York Times, sin caer en la cuenta de que el mundo unipolar del momento actual, el rearme de unas potencias europeas contra otras y la guerra en una zona periférica del continente se asemeja más a los años que derivaron en la Primera Guerra Mundial que al contexto político, geopolítico o militar tras la Segunda.

Una intensa lluvia caerá, desde el Oeste hasta el Este

En esta coyuntura incandescente, lo que importa es lo que no se dice.

Pepe Escobar. Strategic Culture

Empecemos con esa llamada telefónica. La lectura del Kremlin es bastante sobria, pero revela algunas pepitas. Todavía no hay un acuerdo completo entre Moscú y Washington. Ni mucho menos: estamos en la fase inicial y tentativa de hablar y hablar sobre varios expedientes interconectados.

El presidente Putin no reveló absolutamente nada. La pausa acordada en los ataques a la infraestructura energética —no energía y, en cursiva, infraestructura— se traduce en que Putin impone un alto a los peligrosos ataques ucranianos a la central nuclear de Zaporizhzhia.

Puede que esto se pierda entre toda la histeria occidental; pero hay dos condiciones absolutas expresadas por Moscú para que cualquier cosa en este acertijo comience a cumplir con la realidad objetiva —y no se desarrolle como un desastre narrativo de un reality show:

  1. “El acuerdo en Ucrania debe tener en cuenta la necesidad incondicional de eliminar las causas fundamentales de la crisis, los intereses legítimos de seguridad de Rusia”.
  2. “La condición clave para evitar la escalada del conflicto debe ser el cese total de la ayuda militar extranjera y el suministro de información de inteligencia a Kiev”.
El enviado especial de Estados Unidos, Witkoff, está diciendo que los ‘detalles’ del alto el fuego se resolverán el domingo en Arabia Saudí. No importa la cantidad de gritos, Kiev tendrá que aceptarlo.

jueves, 20 de marzo de 2025

Sobre las negociaciones de Putin y Trump


Aleksandr Dugin, Geopolitika

Las conversaciones telefónicas de ayer entre Trump y Putin son un acontecimiento muy importante. Los líderes de las dos grandes potencias discutieron muchos problemas entre ellos. Creo que no se trató solo de Ucrania, sino también de la arquitectura futura del mundo, sobre el orden de las grandes potencias que se está creando ante nuestros ojos y que no tiene nada que ver con el mundo liberal unipolar del globalismo o el orden mundial que fue impuesto a toda la humanidad por la anterior administración estadounidense y cuyos restos aún vemos en la Unión Europea.

En esta conversación Putin y Trump establecieron los lineamientos para la formación de una nueva arquitectura de las relaciones internacionales. Por supuesto, el diálogo continuará, pero lo más importante es que existe, que nuestros líderes están hablando entre sí, intercambiando puntos de vista para resolver ciertos problemas. Por lo tanto, el hecho mismo de esta conversación es difícil de valorar; de hecho, ya se ha convertido en un punto de inflexión en la historia reciente y el inicio del desescalamiento.

Sí, Trump sigue en guerra con Rusia, pero esta no es su guerra, él no la empezó y quiere acabarla cuanto antes. Otra cosa es que no sepa cómo hacerlo y tampoco entienda qué es Ucrania para nosotros. Al parecer, tiene una visión bastante simplista de las herramientas y las formas en que se puede poner fin a este conflicto. Pero, al mismo tiempo, tiene la firme voluntad de poner fin a esta guerra. Quiere detenerla o simplemente hacerla a un lado, dejándosela a los ucranianos y la Unión Europea.

La imposición de aranceles de EEUU fue en tiro en su pie


Zhu Jian*, La Jornada

Hace poco concluyeron exitosamente en Pekín las sesiones anuales de la Asamblea Popular Nacional de China y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (Dos Sesiones), eventos claves para que el mundo observe a China. Durante estos encuentros, el señor Wang Yi, miembro del buró político del Comité Central del Partido Comunista de China y ministro de Relaciones Exteriores, planteó cinco preguntas contundentes a Estados Unidos: “EEUU debe repasar primero lo que realmente ha sucedido. ¿Qué ha logrado de las guerras arancelarias y comerciales en estos años? ¿Se ha ampliado o reducido su déficit comercial? ¿Ha aumentado o disminuido su competitividad en la industria manufacturera? ¿Se ha mejorado o empeorado la inflación? ¿Y ha sido mejor o peor la vida de sus ciudadanos?”

Tras la llegada del nuevo gobierno estadounidense al poder, se ha impulsado el memorando Política de Inversiones de Estados Unidos Primero, reinstaurando aranceles al acero y aluminio a sus socios comerciales globales, y ha anunciado la imposición de aranceles recíprocos. Parece que la lista de aranceles no deja de aumentar. Estas amenazas mediante el uso de aranceles son actos de intimidación y unilateralismo, que además violan gravemente las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), desestabilizan las cadenas globales de suministro, obstaculizan el desarrollo económico mundial y perjudican tanto a empresas como a ciudadanos estadounidenses.

Crisis industrial en el jardín europeo


Martin Lallana, Viento Sur

La historia no se repite, pero rima. Hay ciertos conceptos que reaparecen en la historia en momentos similares: la reindustrialización es uno de ellos. En 1984, el gobierno del Estado español aprobó la Ley de reconversión y reindustrialización. Esto ocurría en mitad de la fase dura de la reconversión industrial, después de la pérdida de más de 600.000 empleos en la industria y el cierre de innumerables empresas manufactureras desde 1977. Durante los últimos años, los pasillos institucionales de la Unión Europea han amplificado el discurso de la reindustrialización verde. Bajo esta retórica, se están aprobando diferentes planes estratégicos orientados a mejorar la competitividad de la industria europea y avanzar en la transición energética. Sin embargo, el escenario de crisis industrial europea en que ocurre esto exige un análisis de fondo. Parece que cada vez que oímos hablar de reindustrialización las personas trabajadoras de la industria deben echarse a temblar.

El otoño de los despidos en la industria

A inicios de 2024, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) advertía de la pérdida de 853.000 empleos en la industria manufacturera de la Unión Europea entre 2019 y 2023. Esta caída ocurrió después de una década de relativa estabilidad en el empleo industrial. Lejos de corregirse, las turbulencias económicas del último año apuntan hacia una profundización de la tendencia. Hacemos un repaso de algunos hitos principales, especialmente centrados en la industria de la automoción.

En julio de 2024, Audi anunció el cierre de su fábrica en Bruselas, despidiendo a sus 3.000 personas trabajadoras. La decisión viene motivada por una reestructuración que pone fin a la producción del único modelo que se fabricaba en las instalaciones por una previsión de fuertes caídas en las ventas. El cierre está previsto en febrero de 2025. A esto se suma el plan de reestructuración anunciado en noviembre de 2024, que implica la reducción del 15% de su plantilla en Alemania con el despido de 4.500 personas trabajadoras.

miércoles, 19 de marzo de 2025

Una sentencia escasa y que llega demasiado tarde


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Cuando faltan menos de dos meses para el undécimo aniversario de la masacre de Odessa, el incendio provocado que mató a 42 personas, atrapadas en la Casa de los Sindicatos en llamas y sitiadas por la turba nacionalista que les increpaba desde el Campo de Kulikovo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha emitido la segunda sentencia que no está dirigida a culpar a las víctimas. Durante tres años, hasta septiembre de 2017, Ucrania luchó, a base de dilatar el proceso, retorcer las normas y simplemente de ejercer su poder, para condenar a un grupo de personas a las que acusaba de haber provocado los disturbios de aquella mañana que fueron el antecedente de la tragedia que se produciría la tarde de aquel 2 de mayo. Todos los acusados de aquel juicio en el que las garantías procesales brillaron por su ausencia fueron declaradas no culpables. Dos de los acusados, que habían pasado todo el tiempo transcurrido entre mayo de 2014 y septiembre de 2017 en prisión, fundamentalmente gracias a que las amenazas de la extrema derecha local que forzaron a los jueces a revocar la orden de arresto domiciliario, fueron detenidos nuevamente en la misma sala en la que habían sido declarados inocentes. Se les acusó entonces de minar la integridad territorial de Ucrania por actos en los que habían participado en la primavera de 2014. Sin ninguna posibilidad de obtener justicia, ambos fueron intercambiados, Mefedov a Rusia, país del que era originario, y Dolzhenkov a Donetsk, entregado como prisionero de una guerra que no había conocido. En junio de 2024, Mefedov consiguió la primera condena contra Ucrania en el caso de Odessa, en esa ocasión por detención ilegal.

La sentencia publicada la semana pasada responde a la demanda “relativa a los choques violentos entre partidarios y detractores de Maidan y el fuego en la Casa de los Sindicatos de Odessa el 2 de mayo de 2014, que dio lugar a fuertes bajas”. Las siete demandas se refieren a un total de “28 personas. 25 de las personas demandantes perdieron a sus familiares, ya fuera en los enfrentamientos o a consecuencia del incendio, y tres de los demandantes sobrevivieron al fuego con diversas lesiones”. “Entre los familiares de los demandantes que perdieron la vida ese día, había partidarios y opositores del Maidan y, posiblemente, simples transeúntes. Respetando la elección de los demandantes, que a menudo preferían no mencionar sus opiniones políticas o las de sus familiares, el Tribunal sólo indicó las opiniones políticas de las personas afectadas cuando ello era esencial para establecer y comprender los hechos o cuando, en cualquier caso, los propios demandantes habían hecho pública esa información”, indica el documento publicado por el Tribunal para presentar la sentencia.

Cómo la derecha se apropió de Antonio Gramsci

La extrema derecha se pasó décadas intentando darle forma a los espacios intelectuales y culturales. Pero su versión de las ideas de Gramsci omite un elemento crucial: la lucha de clases

George Hoare y Nathan Sperber, Jacobin

En un ensayo de 1991 titulado «Winning the Culture War: The American Cause»Ganar la guerra cultural: la causa estadounidense»], el pensador conservador radical Sam Francis invocó al difunto comunista italiano Antonio Gramsci para ofrecerle a la extrema derecha estadounidense un camino estratégico a seguir. Criticando al establishment de su país por no hacer «nada para conservar lo que la mayoría de nosotros consideramos nuestro modo de vida tradicional», Francis pidió nada menos que «el derrocamiento de las autoridades dominantes que amenazan nuestra cultura». Pero en cuanto a los métodos políticos necesarios para llevar a cabo tal derrocamiento, admitió que «encontraríamos poco en la teoría conservadora que nos instruyera en la estrategia y tácticas para desafiar a las autoridades dominantes».

En su lugar, argumentó, su bando tenía que «mirar hacia la izquierda» y, específicamente, a las ideas de Gramsci sobre el «poder cultural» y la «contrahegemonía». Gramsci, escribió, había subrayado la necesidad de construir «un establecimiento cultural compensatorio» que fuera «independiente del aparato cultural dominante» y «capaz de generar su propio sistema de creencias». Francis concluyó ominosamente: «La estrategia mediante la cual esta nueva revolución estadounidense puede tener lugar bien puede provenir de lo que se ideó en el cerebro de un teórico comunista moribundo en una celda de una cárcel fascista hace 60 años».

La confianza de Francis en Gramsci, una de las figuras más esenciales e inspiradoras del marxismo del siglo XX, fue un acto de acrobacia ideológica atrevido, aunque descarado, para alguien que más tarde fue destituido de su puesto de editor en el conservador Washington Times por declaraciones racistas y que hoy es recordado como un supremacista blanco. Sin embargo, su caso no fue ni el primero ni el más significativo de los intentos de la extrema derecha de apropiarse de las ideas de Gramsci.

El Kremlin comenta la conversación entre Putin y Trump: puntos clave

El presidente ruso y su homólogo estadounidense han mantenido este martes una llamada telefónica de más de dos horas durante la cual discutieron el conflicto ucraniano y la normalización de las relaciones bilaterales.

Sputnik

El Kremlin comentó la conversación telefónica entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su par estadounidense, Donald Trump, que duró más de dos horas.

«Los dirigentes han realizado un intercambio de puntos de vista detallado y franco sobre la situación en Ucrania. Vladímir Putin expresó su gratitud a Donald Trump por su empeño en promover el noble objetivo de poner fin a las hostilidades y a las pérdidas humanas», reza el comunicado.

Durante la conversación, el presidente ruso dijo estar «dispuesto a trabajar junto con sus socios estadounidenses en un examen exhaustivo de las posibles vías de una solución, que debería ser global, sostenible y a largo plazo» y debe tener en cuenta los legítimos intereses de seguridad de Rusia y la «necesidad incondicional de eliminar las causas profundas de la crisis».

Iniciativa de alto el fuego

Además, los presidentes discutieron la posibilidad de un alto el fuego de 30 días entre Rusia y Ucrania. «En el contexto de la iniciativa del presidente de EEUU de introducir un alto el fuego de 30 días, la parte rusa ha señalado una serie de puntos esenciales relativos al control efectivo de un posible alto el fuego a lo largo de toda la línea de contacto, la necesidad de detener la movilización forzosa en Ucrania y el rearme de las Fuerzas Armadas ucranianas», comunicó el Kremlin.

En este contexto, la parte rusa expresó su preocupación por «los graves riesgos asociados a la falta de compromiso por parte del régimen de Kiev, que ya ha saboteado y violado repetidamente los acuerdos alcanzados».

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