Hace algunas semanas escribí sobre
la crisis de la teoría económica advirtiendo la sorpresa de que el libro de Milton Friedman y Anna Schwartz
A Monetary History of the United States (1963), que dió pie al desarrollo de la contrarrevolución monetarista impulsada por Friedman, estuviera abandonado del debate económico actual cuando aquí está la génesis de la crisis financiera que tiene al planeta al borde del colapso.
En ese texto, Friedman culpa al gobierno y a la Reserva Federal de la crisis de 1929-1932, señalando que fue la caída en un tercio de la oferta monetaria la que la agudizó. Esta ha sido la razón por la cual en esta crisis, Paulson y Bernanke busquen inyectar liquidez al sistema para evitar su parálisis. Es la receta que están aplicando la Fed y los bancos centrales europeos. Sin embargo, no es una solución real dado que los ajustes monetarios -al contrario de lo que predicaba Friedman- no son automáticos, y el efecto real que la crisis está teniendo en el empleo amenaza con llevarnos a un terreno desconocido.
Como señala Immanuel Wallerstein, asistimos a una bifurcación que marca
el final del capitalismo, al menos tal como lo conocemos, pues un
sistema (siguiendo a
Prigogine), que se aleja tanto y tan seguido de una situación de estabilidad, ya no logra encontrar el equilibrio. Y en concreto, las posibilidades de acumulación real del sistema capitalista han alcanzado su límite. Para Wallerstein, podemos llegar a una situación de un sistema de explotación aún más violento que el capitalismo, o a un modelo que establezca una distribución más igualitaria. Eso es algo que hoy nadie sabe.
De ahí la importancia central del artículo que
Paul Krugman (el reciente premio Nobel de Economía) publica
hoy en varios diarios del Mundo. En su acostumbrado lenguaje coloquial y académico, Krugman se despacha un trabajo que lo pone más allá del economista del momento, como la persona que puede ayudar a encarar la lastimera herencia neoliberal con su deterioro mundial en todos los ámbitos.
Así comienza su artículo
¿Quien era Milton Friedman?:
La historia del pensamiento económico en el siglo XX es algo parecida a la del cristianismo en el XVI. Hasta que John Maynard Keynes publicó su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero en 1936, la ciencia económica -al menos en el mundo anglosajón- estaba completamente dominada por la ortodoxia del libre mercado. De vez en cuando surgían herejías, pero siempre se suprimían. La economía clásica, escribía Keynes en 1936, "conquistó Inglaterra tan completamente como la Santa Inquisición conquistó España". Y la economía clásica decía que la respuesta a casi todos los problemas era dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda hicieran su trabajo.
En este notable artículo, Krugman recorre gran parte de la teoría y la praxis de la economía clásica y neoclásica manejando los conceptos con sorprendente destreza y estilo. Es un deleite de descripción conceptual en el cual da cuenta de la importante influencia teórica y política de Milton Friedman, y que si "Keynes era Lutero, Friedman era San Ignacio de Loyola", porque logró reclutar a un disciplinado ejército de fieles para desterrar la "herejía keynesiana".
Pese a que Keynes detectó que la teoría economía clásica no ofrecía ni explicación ni solución al evento de la Gran Depresión y que, por tanto, no se podía esperar que los mercados libres proporcionaran pleno empleo, Friedman se encargó de borrar en un largo proceso estas ideas fundamentales de la economía real. Su enorme influencia ideológica y política -que hasta llegó a la televisión con la serie "Libre para elegir" en los años 80-, y la pasividad de su séquito de fieles, llevaron sus ideas a los ejes del poder y los gobiernos. Y apoyados por los capitalistas promovieron que era la libre asignación de los recursos y la privatización de los bienes lo que impulsaba el crecimiento. Esta ceguera teórica ha caído por su propio peso. Quizá en forma más estruendosa y dramática que la caída del muro.
Los resultados macroeconómicos de los últimos 60 años muestran los efectos perversos del neoliberalismo. El sostenido crecimiento entre 1946 y 1976 no se compara con el magro crecimiento de 1976 al 2006. Pese a las críticas de los
Chicago boys, los primeros 30 años fueron mucho mejores que estos últimos 30. En los primeros las políticas redistributivas significaron una mejora importante en la calidad de vida global; en cambio, en estos últimos 30 de hegemonía neoliberal, libre comercio y privatizaciones, se han alcanzado los mayores niveles de pobreza y hoy llega al 25% de la población del planeta. Las políticas del libre mercado y la globalización impulsadas por el ideologismo perverso de Milton Friedman nos han llevado a un mundo cada día más salvaje y con más miseria y desigualdad.
Acceso al artículo
¿Quien era Milton Friedman? en El País.
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