Es probable que estemos viviendo los últimos estertores del Modelo Económico Neoliberal tal como fue implantado hace 30 años. Y la paradoja es que la caída de este modelo será producto de su propia génesis: la inflación.
El Marco Monetario de Milton Friedman (Monetary Framework, 1963) es una variante de
¿Por qué preocupa tanto la inflación? Se ha vendido el discurso de que la inflación es el mayor de todos los males. Mankiw habla incluso de los “costo de menú”: el costo asociado a cambiar los precios. Y es cierto que las alzas en los precios son un mal, una lacra social. Pero no es la única. Ni tampoco la más importante.
El incremento de los precios por cierto que afecta a quienes viven de un sueldo fijo, pues se les reduce su poder adquisitivo. Pero no son los únicos que se afectan. Y ahí está la trampa.
Cuando los precios están fijos (con inflación en torno al 1% o 2%) se programan a largo plazo no sólo las decisiones de consumo, sino también las de producción e inversión. Los precios actúan como un ancla nominal que marca la pauta de las decisiones económicas: si los precios aumentan el banco central sube la tasa de interés, encareciendo el crédito y el consumo. Al disminuir el crédito, disminuye la inversión y las compras a mediano y largo plazo; al bajar el consumo, las empresas producen menos, disminuyen su producción y, por cierto, su planta de empleo.
Casualmente quienes se benefician con el incremento en la tasa de interés son los propietarios del capital. Cada vez que el Banco Central eleva la tasa de interés genera beneficios a los poseedores de dinero: bancos, capitalistas, inversionistas. Es decir, los dueños del capital no resienten un incremento en la tasa de interés. Más aún, siempre, con precios fijos (que incluyen el salario) el capitalista podrá calcular qué le conviene más: si la simple ganancia de la renta o las ganancias de un proyecto de inversión. En síntesis, la política monetaria sólo consigue mantener los precios a costa de disminuir la actividad económica, el empleo y la inversión.
Es como el chiste sobre aquel médico, a la salida del quirófano, cuando le preguntan por la operación: “Magnífica. Ha sido una intervención perfecta. Lástima que el enfermo haya muerto”. Las políticas neoliberales hacen lo mismo: controlan los precios matando a la economía. Y por cierto no les preocupa que haya más desempleo: a la hora de negociar tendrán al trabajador dispuesto a negociar por el mínimo. El control de la inflación sólo beneficia a los ricos.