Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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jueves, 14 de marzo de 2024
Crooke: Las élites europeas están "temerosas y desesperadas"
Karl Sanchez, Geoestrategia
La columna de Al-Mayadeen escrita por Alastair Crooke ofrece un rápido vistazo a lo que ha ocurrido recientemente en Europa y el imperio proscrito de Estados Unidos, su título completo, “Europa está temerosa y desesperada”, y el subtítulo, “Los acontecimientos en Gaza y Ucrania están desmoronando las estructuras de control del poder político de larga data en la UE, Europa y Estados Unidos”. Mañana, espero que su ensayo del SCF y su charla con el juez Napolitano se centren en el discurso de Putin ante la Asamblea Federal de Rusia y la publicación de la conferencia telefónica militar alemana interceptada dos días después. Entonces, lo que sigue es una mera descripción general de algunas de las cuestiones menores. Todo el énfasis es original:
Un importante periódico del establishment en Europa dice que “lo que impulsa la política europea en la actualidad es el miedo”. Los titulares suenan con aprensión: “Las elites alemanas se asustan mientras Putin lanza una lluvia de muerte sobre Ucrania”. El Primer Ministro británico convoca una conferencia de prensa de emergencia para advertir sobre la "democracia en riesgo" debido al "extremismo" en vísperas de la victoria en las elecciones parciales de George Galloway, una "espinilla" articulada, aunque algo rebelde, de la política convencional (pero casi ningún 'extremista').
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mamvas
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Guerra de Ucrania,
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Política Exterior
viernes, 9 de octubre de 2009
Razones para un Nobel: Recompensa a una nueva visión del mundo
Javier valenzuela, El País
Pasado un primer momento de sorpresa, la concesión del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama tiene mucha lógica. El Instituto Nobel de Noruega premia así una visión del mundo -y del papel de Estados Unidos en el mundo- y no una obra. Obama no lleva ni un año en la Casa Blanca, por lo que aún no cabe juzgarle por sus resultados, pero en ese período ya ha cambiado radicalmente la música y la letra de la política internacional norteamericana. Y en un sentido que no puede ser más grato para los oídos de los escandinavos, los europeos y, en general, la mayoría de los habitantes del planeta.
Obama es todo lo contrario de George W. Bush, el titular de la Casa Blanca más impopular de todos los tiempos fuera de las fronteras de Estados Unidos (y puede que incluso que dentro de ellas). Allí donde Bush soñaba con un siglo XXI dominado unipolarmente por la potencia imperial estadounidense, Obama ve un mundo multipolar en el que Washington ejerce, sin duda, una gran influencia, pero en gran medida a través de su colaboración con otras potencias democráticas y en el seno de Naciones Unidas. Allí donde Bush tenía como instrumento preferente la guerra preventiva, Obama opta por el diálogo y la negociación. Allí donde Bush se reía de la ayuda al desarrollo de los países y continentes más pobres, Obama piensa que el progreso de esas gentes también es clave para garantizar la libertad, la seguridad y la riqueza de los norteamericanos. Allí donde Bush prefería seguir haciendo negocios con el petróleo, Obama asume que la lucha contra el cambio climático y la promoción de las energías renovables es imprescindible para la supervivencia de la especie humana.
Siga leyendo este artículo en El País
En tres trimestres Obama ha reconciliado a Estados Unidos con Europa, Rusia y China; ha dirigido un mensaje extraordinario -el de El Cairo- al mundo árabe y musulmán; ha tenido el valor de decirles a los israelíes que sin el nacimiento de un Estado palestino digno de ese nombre difícilmente tendrán garantizada la paz; ha renunciado al provocador escudo antimisiles de su predecesor y ha dado los pasos que podía para desmantelar Guantánamo y retirarse de Irak, y asimismo ha proclamado que su objetivo es liberar al mundo de la ominosa sombra de las armas nucleares.
En relación a América Latina, Obama también ha dicho algo absolutamente nuevo: Washington ya no considera esa zona como su bananero patio trasero, desea relaciones fraternales con sus pueblos y, para disgusto de los golpistas de Honduras, no consiente que se deponga por la fuerza a presidentes elegidos democráticamente.
Obama incluso ha tendido su mano a regímenes como Cuba e Irán, dándoles la oportunidad de que evolucionen pacíficamente hacia una situación de normalidad democrática y pertenencia constructiva en la comunidad internacional. El que esos regímenes no hayan acabado de comprender la oportunidad que se les ofrece sólo prueba de que, amén de despóticos, son estúpidos.
En cuanto a Afganistán, el planteamiento intelectual de Obama es correcto: Bush cometió un error monumental al relegar ese país a un segundo plano y concentrar las energías de EE UU -y con ellas las de buena parte de la comunidad internacional- en la ilegal, absurda, contraproducente guerra de Irak. En Afganistán es donde estaban -y siguen estando- las fuerzas coaligadas de los talibanes y Al Qaeda que agredieron a Estados Unidos el 11-S (y luego prosiguieron sembrando de sangre el mundo con los atentados de Bali, Casablanca, Madrid, Londres, Egipto, Estambul...). El problema es que los ocho años transcurridos desde la primera intervención militar en Afganistán han permitido a esas fuerzas reorganizarse y reconquistar posiciones. Y puede que el reajuste de Obama llegue tarde porque las opiniones públicas -en EE UU y en Europa, incluida España- ya no quieren soportar más bajas en ese país.
En cualquier caso, Bush fue el lado oscuro de Estados Unidos para cientos de millones de habitantes del planeta y Obama representa el lado luminoso. Y eso es lo que ha querido premiar -y muy pronto, a fin de reforzarle- el Instituto Nobel de Noruega.
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Lectura sugerida: ¿Quién nos saca de este lío?, artìculo publicado el 4 de noviembre de 2008, día de las elecciones en Estados Unidos.
Pasado un primer momento de sorpresa, la concesión del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama tiene mucha lógica. El Instituto Nobel de Noruega premia así una visión del mundo -y del papel de Estados Unidos en el mundo- y no una obra. Obama no lleva ni un año en la Casa Blanca, por lo que aún no cabe juzgarle por sus resultados, pero en ese período ya ha cambiado radicalmente la música y la letra de la política internacional norteamericana. Y en un sentido que no puede ser más grato para los oídos de los escandinavos, los europeos y, en general, la mayoría de los habitantes del planeta.
Obama es todo lo contrario de George W. Bush, el titular de la Casa Blanca más impopular de todos los tiempos fuera de las fronteras de Estados Unidos (y puede que incluso que dentro de ellas). Allí donde Bush soñaba con un siglo XXI dominado unipolarmente por la potencia imperial estadounidense, Obama ve un mundo multipolar en el que Washington ejerce, sin duda, una gran influencia, pero en gran medida a través de su colaboración con otras potencias democráticas y en el seno de Naciones Unidas. Allí donde Bush tenía como instrumento preferente la guerra preventiva, Obama opta por el diálogo y la negociación. Allí donde Bush se reía de la ayuda al desarrollo de los países y continentes más pobres, Obama piensa que el progreso de esas gentes también es clave para garantizar la libertad, la seguridad y la riqueza de los norteamericanos. Allí donde Bush prefería seguir haciendo negocios con el petróleo, Obama asume que la lucha contra el cambio climático y la promoción de las energías renovables es imprescindible para la supervivencia de la especie humana.
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En tres trimestres Obama ha reconciliado a Estados Unidos con Europa, Rusia y China; ha dirigido un mensaje extraordinario -el de El Cairo- al mundo árabe y musulmán; ha tenido el valor de decirles a los israelíes que sin el nacimiento de un Estado palestino digno de ese nombre difícilmente tendrán garantizada la paz; ha renunciado al provocador escudo antimisiles de su predecesor y ha dado los pasos que podía para desmantelar Guantánamo y retirarse de Irak, y asimismo ha proclamado que su objetivo es liberar al mundo de la ominosa sombra de las armas nucleares.
En relación a América Latina, Obama también ha dicho algo absolutamente nuevo: Washington ya no considera esa zona como su bananero patio trasero, desea relaciones fraternales con sus pueblos y, para disgusto de los golpistas de Honduras, no consiente que se deponga por la fuerza a presidentes elegidos democráticamente.
Obama incluso ha tendido su mano a regímenes como Cuba e Irán, dándoles la oportunidad de que evolucionen pacíficamente hacia una situación de normalidad democrática y pertenencia constructiva en la comunidad internacional. El que esos regímenes no hayan acabado de comprender la oportunidad que se les ofrece sólo prueba de que, amén de despóticos, son estúpidos.
En cuanto a Afganistán, el planteamiento intelectual de Obama es correcto: Bush cometió un error monumental al relegar ese país a un segundo plano y concentrar las energías de EE UU -y con ellas las de buena parte de la comunidad internacional- en la ilegal, absurda, contraproducente guerra de Irak. En Afganistán es donde estaban -y siguen estando- las fuerzas coaligadas de los talibanes y Al Qaeda que agredieron a Estados Unidos el 11-S (y luego prosiguieron sembrando de sangre el mundo con los atentados de Bali, Casablanca, Madrid, Londres, Egipto, Estambul...). El problema es que los ocho años transcurridos desde la primera intervención militar en Afganistán han permitido a esas fuerzas reorganizarse y reconquistar posiciones. Y puede que el reajuste de Obama llegue tarde porque las opiniones públicas -en EE UU y en Europa, incluida España- ya no quieren soportar más bajas en ese país.
En cualquier caso, Bush fue el lado oscuro de Estados Unidos para cientos de millones de habitantes del planeta y Obama representa el lado luminoso. Y eso es lo que ha querido premiar -y muy pronto, a fin de reforzarle- el Instituto Nobel de Noruega.
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Lectura sugerida: ¿Quién nos saca de este lío?, artìculo publicado el 4 de noviembre de 2008, día de las elecciones en Estados Unidos.
Publicado por
mamvas
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2:50 p.m.
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Economía Mundial,
Política Exterior,
Premio Nobel
domingo, 27 de julio de 2008
Chavez muestra la polera que le regaló el Rey
Desmintiendo los rumores que aseguraban que Rusia instalaría bases militares en Venezuela, Hugo Chavez mostró la polera que le regaló el Rey Juan Carlos en su reciente visita a España, en la que hace alusión al incidente del año pasado en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago y que causó ineditado furor mediático. Como se recordará, cuando Chavez criticó y trató de fascista al ex presidente español José María Aznar por su apoyo a la Guerra de Irak y las políticas neoliberales, el Rey lo interrumpió con la celebrada frase que marcó un quiebre hasta la distensión de esta semana.
Chavez aludió a la mala prensa y a la propaganda ideológica del Imperio los falsos rumores sobre los planes rusos en tierras Venezolanas. "Todo eso es mentira, como tantas otras -señaló- el Imperio inventa rumores para engañar a la gente".
sábado, 26 de abril de 2008
La ausencia chilena en el Banco del Sur
Con un capital suscrito de 7.000 millones de dólares aportados principalmente por Venezuela, Brasil y Argentina, comenzará a funcionar este año el Banco del Sur, una alternativa para el financiamiento de proyectos de infraestructura y de desarrollo en américa latina impulsada por el líder venezolano Hugo Chávez.
Esta importante operación conjunta entre siete países de la región (a los tres iniciales se sumaron Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay) permitirá lograr una independencia del Banco Mundial y del FMI o el BID a la hora de buscar financiamiento para los proyectos de desarrollo, quienes velan siempre por la cuota de ganancia que le corresponderá a los EEUU para apoyar la operación.
Uno de los postulados de este nuevo Banco será su filosofía inspirada en la generación de proyectos que generen un retorno real a los países y permitan elevar la calidad de vida de sus habitantes. Los préstamos otorgados por el BM o el FMI han tendido a privilegiar a las empresas transnacionales, verdaderas depredadoras de las materias primas y alimentos de la región, y que terminan convirtiendo en verdaderos castigos la inversiones que facilitan al invadir el terreno político y las decisiones económicas de estos países.
La iniciativa no deja de ser relevante en momentos en que el mundo entero se cae a pedazos producto de la crisis financiera, el costo del petróleo y los alimentos y la caída en picada del dólar. Sin embargo, una vez más, Chile se mantiene marginado de este proceso merced a privilegiar a rajatabla los TLC con EEUU y su relación de dependencia con este país. ¿Quien cuestiona a Foxley en sus políticas exteriores frente al resto del mundo y, sobretodo, frente a nuestros países vecinos?
Nadie supervigila la eficacia de los TLC que Chile hace con todo el Mundo y que a la larga significan mayores costos sociales y humanos. Los mismos TLC son los culpables de que el país entero haya tenido que salir a defender a los exportadores y anunciar la compra de 8.000 millones de dólares para evitar el desplome total de la divisa. Tome nota: 8.000 millones de dólares para defender el dólar, mucho más que los 7.000 millones con que arranca el Banco del Sur. Me sorprende el total entreguismo al Imperio de Alejandro Foxley.
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