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domingo, 15 de septiembre de 2024

Defender lo que somos. Identidad y Frontera


Diego Fusaro, Posmodernia

En nuestro Difendere chi siamo (2020), denominamos “teorema anti-identitario” a la peculiar formulación de la hodierna ideología “no border”, en coherencia con la cual tener una identidad con contornos precisos significaría, por eso mismo, poner en peligro la identidad del Otro. Así, desde el punto de vista de los abanderados del teorema anti-identitario, la renuncia a la propia identidad y la apertura a la de los demás constituiría la condición indispensable para que pudiera producirse un fecundo diálogo multicultural. La falsedad de semejante constructo teórico se manifiesta tan pronto como intentamos generalizarlo: si cada identidad renunciase a Sí misma para abrirse al Otro, se producirá una des-identificación general. Y, en consecuencia, el diálogo multicultural permanecería mudo, ya que carecería de la pluralidad de identidades culturales que representa su fundamento ineludible.

martes, 13 de agosto de 2024

Elogio de la Frontera, crítica del Muro


Diego Fusaro, Posmodernia

Permítasenos recordar brevemente el célebre pasaje del monumental texto Ab Urbe condita, en el que Tito Livio narra la fundación de Roma. Como es sabido, la presenta como el resultado de un fratricidio cometido para castigar la violación de una frontera materializada en forma de muro. Sic deinde, quicumque alius transiliet moenia mea (“Así acabará a partir de ahora cualquier otro que salte mi muro”), son las inequívocas palabras de advertencia que pronuncia Rómulo después de haber matado a su hermano. La expresión en latín moenia nos remite a los «muros construidos» que no pueden ser escalados, asaltados o, en cualquier caso, atravesados: Remo es asesinado no porque haya pasado una frontera, sino porque ha franqueado un muro. El poder soberano regula el paso de las fronteras y niega traspasar los muros. Estos últimos -como enseña el trágico suceso fundacional de Roma- terminan por destruir la relación con el Otro en su forma más íntima e indisoluble, que es la representada por el vínculo entre los dos hermanos.

En un escenario distinto, los propios muros de Troya, en última instancia, decretan su ocaso. Ellos marcan el círculo de la vida y la fertilidad, encerrado dentro de los límites protegidos del espacio urbano que durante nueve años resistió el asedio de las tropas aqueas. Pero ese límite, rígido y endurecido en sólidos muros, acaba por matar la vida misma, trasladando el campo de batalla desde el exterior al interior: fuera de los muros, para los troyanos, no hay otra vida con la que relacionarse, sino sólo “guerra y muerte” (πόλεμος y θάνατος).

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