Los hinchas del Maccabi de Tel Aviv que causaron disturbios en Ámsterdam corearon lemas como «En Gaza no hay escuelas, porque no quedan niños». Lejos de ser simples provocaciones extremistas, sus cánticos dicen la verdad sobre los objetivos bélicos israelíes.
David Broder, Jacobin
Tras los acontecimientos del jueves por la noche en Ámsterdam, muchos comentaristas se mostraron notablemente desinteresados por la verdad de lo ocurrido. Los enfrentamientos entre hooligans de fútbol israelíes, aficionados holandeses y moradores locales, a menudo de minorías étnicas, se habían convertido en un incidente internacional y era bastante obvio el bando que iba a elegir la mayoría de nuestros líderes. Se recurrió al lenguaje del «antirracismo» para decirnos quién era culpable y quién era bueno.
Joe Biden describió una oleada de «ataques antisemitas… que se hacían eco de momentos oscuros de la historia». El rey holandés habló de que su país le había fallado a los judíos «como durante la Segunda Guerra Mundial», nada menos. La palabra «pogrom» se extendió por los medios de comunicación occidentales, y la mayoría de los medios suprimieron hechos básicos sobre los acontecimientos.