Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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miércoles, 4 de julio de 2018
OCDE: Aumenta el trabajo precario y se vive un estancamiento salarial sin precedentes
El empleo se ha recuperado globalmente en la OCDE a niveles anteriores a la crisis económica, pero no los salarios, que sufren un estancamiento sin precedentes que afecta en particular a países como Grecia y España y a los trabajadores precarios y que han pasado por periodos de paro.
El informe anual de perspectivas del empleo publicado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) advierte además de que los empleos que se están creando no tienen la misma calidad que los destruidos con la recesión de hace un decenio.
El bajo nivel de crecimiento de la productividad (1,2% anual en los cinco últimos ejercicios, frente al 2,3% antes de la crisis) es uno de los factores que explica ese estancamiento salarial.
El ritmo de progresión nominal de los salarios, del 5,8% en el segundo trimestre de 2007, antes de la crisis, pasó al 3,2% en el último trimestre del pasado año.
Ese fenómeno no se ha producido de forma homogénea, ya que las remuneraciones del 1% de los asalariados más favorecidos han crecido a una cadencia mucho más elevada que la media de los trabajadores a tiempo completo, una tendencia de largo plazo que se refuerza.
En el otro extremo de la escala social, el porcentaje de pobres entre la población en edad de trabajar subió al 10,6% en 2015, frente al 9,6% de una década antes, en parte porque quienes perdieron su empleo han tenido una cobertura de paro más deficiente.
miércoles, 10 de junio de 2015
Empleo precario: adiós al reloj de oro
Alejandro Nadal, La Jornada
Durante la crisis en los años 80 se intensificó el debate sobre desempleo en los países capitalistas desarrollados. Eran los años de la llamada recesión Volcker, en honor del presidente de la Reserva Federal cuya decisión de incrementar la tasa de interés provocó una recesión mundial. En Estados Unidos se habló mucho de redundancias en el mercado laboral y de las dificultades para conseguir un ajuste. Pero nadie estaba preocupado por la inestabilidad y la precariedad del empleo. Durante los años ochenta se esperaba que con la recuperación todo volvería a la normalidad y las grandes empresas del capitalismo moderno restablecerían su capacidad de generación de empleos estables.
Pero al regresar el crecimiento económico en la década de los 90, el mercado laboral no se comportó como en los mejores años de la historia del capitalismo. Todo había cambiado: había mucho menos probabilidades de obtener empleos que estuvieran vinculados a la idea de hacer carrera en una de esas grandes empresas emblemáticas de la era dorada del capitalismo (1945-1975). Algo extraño estaba ocurriendo con el famoso mercado laboral.
Durante la crisis en los años 80 se intensificó el debate sobre desempleo en los países capitalistas desarrollados. Eran los años de la llamada recesión Volcker, en honor del presidente de la Reserva Federal cuya decisión de incrementar la tasa de interés provocó una recesión mundial. En Estados Unidos se habló mucho de redundancias en el mercado laboral y de las dificultades para conseguir un ajuste. Pero nadie estaba preocupado por la inestabilidad y la precariedad del empleo. Durante los años ochenta se esperaba que con la recuperación todo volvería a la normalidad y las grandes empresas del capitalismo moderno restablecerían su capacidad de generación de empleos estables.
Pero al regresar el crecimiento económico en la década de los 90, el mercado laboral no se comportó como en los mejores años de la historia del capitalismo. Todo había cambiado: había mucho menos probabilidades de obtener empleos que estuvieran vinculados a la idea de hacer carrera en una de esas grandes empresas emblemáticas de la era dorada del capitalismo (1945-1975). Algo extraño estaba ocurriendo con el famoso mercado laboral.
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miércoles, 19 de febrero de 2014
Empleo y formas de vida en el capitalismo contemporáneo
Alejandro Nadal, La Jornada
El capitalismo se nutre de empleo asalariado y declara su guerra sin cuartel a las formas de vida que no le están sometidas. Cualquier figura existencial que no esté sometida a las necesidades de valorización del capital es un espacio que debe ser conquistado. El capital nunca ha respetado la noción de formas de vida como un modo alternativo de existencia y desarrollo. Para el capitalismo, cualquier forma de vida no es más que un espacio de rentabilidad y debe ser primero conquistada y después sometida al proceso de valorización (o, si se prefiere, a un proceso de explotación).
El capitalismo se nutre de empleo asalariado y declara su guerra sin cuartel a las formas de vida que no le están sometidas. Cualquier figura existencial que no esté sometida a las necesidades de valorización del capital es un espacio que debe ser conquistado. El capital nunca ha respetado la noción de formas de vida como un modo alternativo de existencia y desarrollo. Para el capitalismo, cualquier forma de vida no es más que un espacio de rentabilidad y debe ser primero conquistada y después sometida al proceso de valorización (o, si se prefiere, a un proceso de explotación).
domingo, 29 de julio de 2012
Krugman: Hasta los mercados reconocen ahora que lo importante es el crecimiento y el empleo
Paul Krugman, El País
Durante años, personas supuestamente serias han lanzado advertencias alarmantes sobre las repercusiones de los elevados déficits presupuestarios (déficits que son en su mayoría consecuencia de nuestra prolongada crisis económica). En mayo de 2009, el profesor de Harvard Niall Ferguson declaraba que “la oleada de emisión de deuda” haría que los tipos de interés de EE UU se disparasen. En marzo de 2011, Erskine Bowles, copresidente de la desventurada comisión para el déficit del presidente Obama, advertía de que, a menos que se tomasen medidas urgentes contra el déficit, “los mercados nos devastarían”, probablemente en menos de dos años. Etcétera.
Bueno, supongo que a Bowles le quedan unos meses. Pero ha sucedido algo curioso en el camino hacia la pronosticada crisis fiscal: en lugar de dispararse, los costes del préstamo en EE UU han descendido hasta alcanzar el valor más bajo que han tenido en la historia del país. Y no solo en Estados Unidos. En este momento, todos los países desarrollados que adquieren préstamos en su propia moneda son capaces de hacerlo a un precio muy barato.
Durante años, personas supuestamente serias han lanzado advertencias alarmantes sobre las repercusiones de los elevados déficits presupuestarios (déficits que son en su mayoría consecuencia de nuestra prolongada crisis económica). En mayo de 2009, el profesor de Harvard Niall Ferguson declaraba que “la oleada de emisión de deuda” haría que los tipos de interés de EE UU se disparasen. En marzo de 2011, Erskine Bowles, copresidente de la desventurada comisión para el déficit del presidente Obama, advertía de que, a menos que se tomasen medidas urgentes contra el déficit, “los mercados nos devastarían”, probablemente en menos de dos años. Etcétera.
Bueno, supongo que a Bowles le quedan unos meses. Pero ha sucedido algo curioso en el camino hacia la pronosticada crisis fiscal: en lugar de dispararse, los costes del préstamo en EE UU han descendido hasta alcanzar el valor más bajo que han tenido en la historia del país. Y no solo en Estados Unidos. En este momento, todos los países desarrollados que adquieren préstamos en su propia moneda son capaces de hacerlo a un precio muy barato.
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martes, 24 de enero de 2012
Las políticas económicas han fracasado en materia de empleo, afirma la OIT
El mundo se enfrenta al reto de crear 600.000.000 puestos de trabajo en diez años y la tarea se ve cuesta arriba, según la Organización Internacional del Trabajo. Por algo el tema del desempleo será uno de los puntos fuertes del Foro de Davos, que comienza mañana. En el informe anual de la OIT presentado ayer en Ginebra, se señala que los líderes mundiales se equivocaron en su política de empleo, al subestimar el problema. No tomaron en cuenta que cuando el desempleo estalla, lo hace para quedarse y para empeorar aún más la situación. Son las consecuencias de las políticas que abandonaron el equilibrio macroeconómico del empleo, y optaron por el manipulado equilibrio de los precios que a la postre generaron explosivas burbujas en múltiples sectores.
Lea el artículo en El Blog Salmón
miércoles, 19 de octubre de 2011
El desafío del empleo global
Michael Spence, Project Syndicate
Durante las últimas tres décadas, cientos de millones de nuevos trabajadores ingresaron en la nueva economía. Llegaron con niveles de educación y habilidades diversos y con el tiempo, por lo general, ganaron «capital humano» –y valor agregado e ingreso. Esto ha generado un impresionante y sostenido crecimiento en los niveles de empleo, las oportunidades y el tamaño de la economía mundial. Pero los nuevos trabajadores además trajeron consigo competencia por los puestos de trabajo e importantes cambios en los salarios y los precios relativos, que están generando profundos efectos distributivos.
Estos cambios estructurales masivos en la economía mundial presentan tres grandes desafíos para el empleo global, con variantes propias en cada país.
viernes, 8 de abril de 2011
Marc Faber: "Bernanke asesinó a la clase media en Estados Unidos"
¿Hasta qué punto existe la posibilidad de que desaparezca la clase media estadounidense? No es la primera vez que alguien trae el debate a colación. El último en hacerlo ha sido el inversor Marc Faber. En una entrevista con King World News, el gurú critica duramente al presidente de la Reserva Federal de EEUU, Ben Bernanke, a quien acusa de ser el "asesino de la clase media y de la clase trabajadora". Su crítica llega tan sólo una semana después de que arremetiera contra la élite del país.
Faber señala que "si se imprime dinero todo sube, pero actualmente ese dinero no fluye al sector vivienda, porque existe un exceso de oferta, pero sí a la renta variable y, por desgracia de Bernanke, a las materias primas". En su opinión, "está aumentando el coste de la vida de la familia media en Estados Unidos". La destrucción de la clase media va a ser un gran problema en el futuro para los Estados Unidos. A medida que el "abismo entre los ricos y los pobres se ensancha, con toda probabilidad veremos disturbios civiles".
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martes, 30 de noviembre de 2010
El Manifiesto del Siglo XXI: La Jornada Laboral de 4 horas
A casi un siglo de la jornada laboral de 8 horas resulta una brutal paradoja que en el siglo más expansivo de la historia esta obligación se haya consolidado en vez de atenuarse. Pese a los grandes incrementos en la productividad y al desarrollo de poderosas invenciones que han reducido a la cuarta parte la cantidad de trabajo necesario, la jornada laboral de 8 horas se mantiene imperturbable demostrando los puntos ciegos del modelo económico. ¿Consecuencia? El alto desempleo que hoy flajela a la humanidad y que llega a 240 millones de personas, el 10% de la población laboral del mundo. A propósito del libro de Jeremy Rifkin, ya hablé de este problema en un post titulado ¿Hacia el fin del trabajo?. Por eso, me sumo a esta propuesta de Carlos Tovar dado que no veo otra alternativa para enfrentar la enorme crisis que atraviesa el mundo.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
OIT: Un pacto mundial para el empleo
Lo que empezó como una crisis en los mercados financieros, se convirtió rápidamente en una crisis mundial de empleos que está provocando privaciones en la vida de muchas trabajadoras y trabajadores, familias y comunidades. La Organización Internacional de Trabajo pone en relieve las informaciones analíticas y estadísticas más relevantes sobre el impacto de la crisis en el mundo del trabajo, y sobre las respuestas políticas que se están aportando a la crisis de los empleos.
Un Pacto Por El Empleo
Un Pacto Por El Empleo
domingo, 13 de junio de 2010
Desempleo en América Latina y el Caribe se elevó a 8,1% en 2009
La tasa de desempleo subió en América Latina y el Caribe de 7,3% a 8,1% durante 2009, según un informe difundido por la Cepal y la OIT. Ambas instituciones concluyeron que el impacto laboral de la crisis no fue tan fuerte como se pronosticó inicialmente.
"Si bien la crisis causó una caída en los niveles de empleo, aumentos de la tasa de desempleo y un deterioro en la calidad del empleo, el impacto fue amortiguado por la recuperación económica que se inició a mediados de 2009 a nivel global", precisó el estudioLa aplicación de las políticas anticíclicas y la estabilidad del poder de compra de los salarios a causa de la inflación descendiente frenó la caída de la demanda interna. El desempleo aumentó menos de lo esperado, en parte por el hecho de que muchos jóvenes dejaron de buscar trabajo ante las condiciones desfavorables del mercado laboral.
lunes, 22 de marzo de 2010
La civilización empática
Necesitamos una conciencia planetaria para resucitar la economía y revitalizar la biosfera. ¿Imposible? No, en absoluto. La ciencia demuestra que el ser humano progresa reduciendo su egoísmo y ampliando su empatía
Jeremy Rifkin
Dos espectaculares colapsos, separados por sólo 18 meses, han marcado el fin de la era contemporánea. En julio de 2008, el precio del petróleo en los mercados mundiales alcanzó la cifra récord de 147 dólares por barril, la inflación se disparó, y con ella todos los precios, desde los alimentos a la gasolina, y el motor de la economía mundial se atascó. Lo que precipitó la crisis fue la creciente demanda de combustibles fósiles de China, India y otras economías emergentes. La capacidad de compra se desplomó y la economía mundial se derrumbó. Ese fue el terremoto que hizo trizas esa época industrial. El colapso de los mercados financieros dos meses después no fue más que una réplica.
En diciembre de 2009, mandatarios de 192 países se reunieron en Copenhague para abordar el problema que supone la factura de entropía acumulada de una revolución industrial basada en los combustibles fósiles: el gasto en CO2 que está recalentando y desequilibrando el planeta hasta llevarlo a un catastrófico cambio climático. Después de años de preparación, las negociaciones fracasaron y los líderes del mundo fueron incapaces de un acuerdo.
La crisis radica en la concepción de la naturaleza humana que rige el comportamiento de los líderes mundiales y cuyos presupuestos surgieron hace más de 200 años, durante la Ilustración, en los albores de la economía de mercado y de la era del nacionalismo. A los pensadores ilustrados -John Locke, Adam Smith, Condorcet, etcétera- les ofendía la concepción cristiano-medieval del mundo que, viendo en el hombre a un ser indigno y depravado, aspiraba a la salvación ultraterrena a través de la gracia de Dios. Preferían sumarse a la idea de que la esencia humana es racional, distante, autónoma, ambiciosa y utilitarista, propugnando que la salvación individual está aquí en la Tierra, en un ilimitado progreso material.
La concepción ilustrada de la naturaleza humana se reflejó en el recién acuñado Estado-nación, cuyo objetivo era proteger la propiedad privada, estimular el mercado y servir de intermediario a los intereses de la ciudadanía en el ámbito internacional. Se consideraba que los Estados-nación eran agentes autónomos envueltos en una incesante batalla con otras naciones por la obtención de ganancias materiales.
Si la naturaleza humana es como indicaban los filósofos ilustrados, probablemente estemos condenados. Imposible concebir cómo podríamos crear una economía mundial sostenible y devolverle la salud a la biosfera si todos nosotros, en nuestra esencia biológica, somos agentes autónomos, egoístas y materialistas.
Sin embargo, los últimos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y el desarrollo infantil nos obligan a repensar esos arraigados dogmas. Los biólogos y los neurocientíficos cognitivos están descubriendo neuronas espejo, llamadas de la empatía, que permiten a los seres humanos sentir y experimentar situaciones ajenas como si fueran propias. Parece que somos los animales más sociales y que buscamos interactuar íntima y amigablemente con nuestros congéneres.
Por su parte, los científicos sociales están comenzando a reexaminar la historia con una lente empática, descubriendo así corrientes históricas ocultas que sugieren que la evolución humana no sólo se calibra en función del control de la naturaleza, sino del incremento y la ampliación de la empatía hacia seres muy diversos y en ámbitos temporales y espaciales cada vez mayores. Las pruebas científicas de que somos una especie básicamente empática tienen consecuencias sociales profundas y de gran alcance, y podrían determinar nuestra suerte como especie.
Para resucitar la economía mundial y revitalizar la biosfera, lo que ahora necesitamos es, nada más y nada menos, que dar, en menos de una generación, el salto hacia una conciencia empática mundial. La cuestión es la siguiente: ¿cuál es el mecanismo que permite la maduración de la sensibilidad empática y la expansión histórica de esa conciencia?
Los momentos cruciales que dan un vuelco a la conciencia humana tienen lugar cuando nuevos sistemas energéticos se conjugan con revoluciones en las comunicaciones, creando nuevas eras económicas. Los nuevos medios de comunicación se tornan mecanismos que rigen y controlan la estructuración, organización y gestión de las civilizaciones más complejas que los nuevos sistemas energéticos posibilitan. La primera revolución industrial del siglo XIX, gestionada gracias a la comunicación impresa, dio paso a la conciencia ideológica. La comunicación electrónica se convirtió en el mecanismo rector y de control de la segunda revolución industrial del siglo XX, que marcó el inicio de la conciencia psicológica.
Las revoluciones en las comunicaciones, al hacerse más complejas, van poniendo en contacto a cada vez más gente dentro de redes sociales más amplias y variadas. La comunicación oral tiene un limitado alcance temporal y espacial, mientras que las comunicaciones manuscrita, impresa y electrónica amplían el margen y la profundidad de las interacciones sociales.
Al desarrollar el sistema nervioso central de cada individuo y del conjunto de la sociedad, las revoluciones en las comunicaciones no dejan de proporcionar escenarios cada vez más incluyentes para la maduración de la empatía y la expansión de la conciencia. Durante la primera revolución industrial, caracterizada por la imprenta y la conciencia ideológica, la sensibilidad empática se extendió hasta alcanzar las fronteras nacionales, de manera que los estadounidenses se identificaban con los estadounidenses, los españoles con los españoles, los japoneses con los japoneses, etcétera. Durante la segunda revolución industrial, caracterizada por las comunicaciones electrónicas y la conciencia psicológica, los individuos empezaron a identificarse con otros de ideas afines.
Hoy en día nos encontramos en la cima de otra convergencia histórica, en una tercera revolución industrial de la energía y la comunicación, que podría extender la sensibilidad empática a la propia biosfera y a toda la vida terrena. La repartida revolución de Internet se está conjugando con la diseminación de las energías renovables, haciendo posible una economía sostenible que se gestiona localmente con vínculos en todo el mundo. Durante el siglo XXI, cientos de millones de personas transformarán sus edificios en centrales productoras de energía que producirán in situ fuentes renovables, almacenándolas en forma de hidrógeno y electricidad compartida, e intercambiándolas a través de retículas locales, regionales, nacionales y continentales de funcionamiento similar al de Internet. En el ámbito energético, al igual que en el de la información, la difusión de fuentes de código abierto dará lugar a espacios de colaboración energética, no diferentes a los de índole social que en la actualidad existen en Internet.
Si conseguimos aprovechar nuestra sensibilidad empática para instaurar una nueva ética mundial habremos superado los distantes, egoístas y utilitaristas presupuestos filosóficos que acompañaban a los mercados nacionales y el orden político de los Estados-nación, situándonos en una nueva era de conciencia biosférica. Así, dejaremos el antiguo mundo de la geopolítica para entrar en la nueva era de la política de la biosfera. Esta nueva perspectiva va más allá de la tradicional divisoria entre conservadores y progresistas que caracteriza la geopolítica actual de la economía de mercado y el Estado-nación. La nueva divisoria es generacional y enfrenta el jerárquico modelo de organización familiar, educativa, comercial y política con otro más cooperativo y cosmopolita que, en su funcionamiento y sus espacios sociales, favorece los ámbitos comunes del código abierto. Para la generación de Internet, la calidad de vida se torna tan importante como la oportunidad individual.
Está surgiendo la civilización empática. Las generaciones más jóvenes están llevando su capacidad de empatía más allá de los credos religiosos y la identificación nacional, incorporando así a toda la humanidad y al ingente proyecto vital que envuelve la Tierra. Pero nuestra prisa por alcanzar la conectividad universal empática tropieza con un gigante entrópico en constante aceleración: el cambio climático. ¿Podremos alcanzar la conciencia biosférica y la empatía mundial a tiempo de evitar el derrumbe planetario?
Fuente: El País
Jeremy Rifkin es autor de El sueño europeo y El fin del trabajo>. Lea mi comentario en El Blog Salmón
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Jeremy Rifkin, economista y escritor, es asesor de la UE y de diversos presidentes -incluido el español- en cambio climático, seguridad energética y desarrollo sostenible. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.
Jeremy Rifkin
Dos espectaculares colapsos, separados por sólo 18 meses, han marcado el fin de la era contemporánea. En julio de 2008, el precio del petróleo en los mercados mundiales alcanzó la cifra récord de 147 dólares por barril, la inflación se disparó, y con ella todos los precios, desde los alimentos a la gasolina, y el motor de la economía mundial se atascó. Lo que precipitó la crisis fue la creciente demanda de combustibles fósiles de China, India y otras economías emergentes. La capacidad de compra se desplomó y la economía mundial se derrumbó. Ese fue el terremoto que hizo trizas esa época industrial. El colapso de los mercados financieros dos meses después no fue más que una réplica.
En diciembre de 2009, mandatarios de 192 países se reunieron en Copenhague para abordar el problema que supone la factura de entropía acumulada de una revolución industrial basada en los combustibles fósiles: el gasto en CO2 que está recalentando y desequilibrando el planeta hasta llevarlo a un catastrófico cambio climático. Después de años de preparación, las negociaciones fracasaron y los líderes del mundo fueron incapaces de un acuerdo.
La crisis radica en la concepción de la naturaleza humana que rige el comportamiento de los líderes mundiales y cuyos presupuestos surgieron hace más de 200 años, durante la Ilustración, en los albores de la economía de mercado y de la era del nacionalismo. A los pensadores ilustrados -John Locke, Adam Smith, Condorcet, etcétera- les ofendía la concepción cristiano-medieval del mundo que, viendo en el hombre a un ser indigno y depravado, aspiraba a la salvación ultraterrena a través de la gracia de Dios. Preferían sumarse a la idea de que la esencia humana es racional, distante, autónoma, ambiciosa y utilitarista, propugnando que la salvación individual está aquí en la Tierra, en un ilimitado progreso material.
La concepción ilustrada de la naturaleza humana se reflejó en el recién acuñado Estado-nación, cuyo objetivo era proteger la propiedad privada, estimular el mercado y servir de intermediario a los intereses de la ciudadanía en el ámbito internacional. Se consideraba que los Estados-nación eran agentes autónomos envueltos en una incesante batalla con otras naciones por la obtención de ganancias materiales.
Si la naturaleza humana es como indicaban los filósofos ilustrados, probablemente estemos condenados. Imposible concebir cómo podríamos crear una economía mundial sostenible y devolverle la salud a la biosfera si todos nosotros, en nuestra esencia biológica, somos agentes autónomos, egoístas y materialistas.
Sin embargo, los últimos descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y el desarrollo infantil nos obligan a repensar esos arraigados dogmas. Los biólogos y los neurocientíficos cognitivos están descubriendo neuronas espejo, llamadas de la empatía, que permiten a los seres humanos sentir y experimentar situaciones ajenas como si fueran propias. Parece que somos los animales más sociales y que buscamos interactuar íntima y amigablemente con nuestros congéneres.
Por su parte, los científicos sociales están comenzando a reexaminar la historia con una lente empática, descubriendo así corrientes históricas ocultas que sugieren que la evolución humana no sólo se calibra en función del control de la naturaleza, sino del incremento y la ampliación de la empatía hacia seres muy diversos y en ámbitos temporales y espaciales cada vez mayores. Las pruebas científicas de que somos una especie básicamente empática tienen consecuencias sociales profundas y de gran alcance, y podrían determinar nuestra suerte como especie.
Para resucitar la economía mundial y revitalizar la biosfera, lo que ahora necesitamos es, nada más y nada menos, que dar, en menos de una generación, el salto hacia una conciencia empática mundial. La cuestión es la siguiente: ¿cuál es el mecanismo que permite la maduración de la sensibilidad empática y la expansión histórica de esa conciencia?
Los momentos cruciales que dan un vuelco a la conciencia humana tienen lugar cuando nuevos sistemas energéticos se conjugan con revoluciones en las comunicaciones, creando nuevas eras económicas. Los nuevos medios de comunicación se tornan mecanismos que rigen y controlan la estructuración, organización y gestión de las civilizaciones más complejas que los nuevos sistemas energéticos posibilitan. La primera revolución industrial del siglo XIX, gestionada gracias a la comunicación impresa, dio paso a la conciencia ideológica. La comunicación electrónica se convirtió en el mecanismo rector y de control de la segunda revolución industrial del siglo XX, que marcó el inicio de la conciencia psicológica.
Las revoluciones en las comunicaciones, al hacerse más complejas, van poniendo en contacto a cada vez más gente dentro de redes sociales más amplias y variadas. La comunicación oral tiene un limitado alcance temporal y espacial, mientras que las comunicaciones manuscrita, impresa y electrónica amplían el margen y la profundidad de las interacciones sociales.
Al desarrollar el sistema nervioso central de cada individuo y del conjunto de la sociedad, las revoluciones en las comunicaciones no dejan de proporcionar escenarios cada vez más incluyentes para la maduración de la empatía y la expansión de la conciencia. Durante la primera revolución industrial, caracterizada por la imprenta y la conciencia ideológica, la sensibilidad empática se extendió hasta alcanzar las fronteras nacionales, de manera que los estadounidenses se identificaban con los estadounidenses, los españoles con los españoles, los japoneses con los japoneses, etcétera. Durante la segunda revolución industrial, caracterizada por las comunicaciones electrónicas y la conciencia psicológica, los individuos empezaron a identificarse con otros de ideas afines.
Hoy en día nos encontramos en la cima de otra convergencia histórica, en una tercera revolución industrial de la energía y la comunicación, que podría extender la sensibilidad empática a la propia biosfera y a toda la vida terrena. La repartida revolución de Internet se está conjugando con la diseminación de las energías renovables, haciendo posible una economía sostenible que se gestiona localmente con vínculos en todo el mundo. Durante el siglo XXI, cientos de millones de personas transformarán sus edificios en centrales productoras de energía que producirán in situ fuentes renovables, almacenándolas en forma de hidrógeno y electricidad compartida, e intercambiándolas a través de retículas locales, regionales, nacionales y continentales de funcionamiento similar al de Internet. En el ámbito energético, al igual que en el de la información, la difusión de fuentes de código abierto dará lugar a espacios de colaboración energética, no diferentes a los de índole social que en la actualidad existen en Internet.
Si conseguimos aprovechar nuestra sensibilidad empática para instaurar una nueva ética mundial habremos superado los distantes, egoístas y utilitaristas presupuestos filosóficos que acompañaban a los mercados nacionales y el orden político de los Estados-nación, situándonos en una nueva era de conciencia biosférica. Así, dejaremos el antiguo mundo de la geopolítica para entrar en la nueva era de la política de la biosfera. Esta nueva perspectiva va más allá de la tradicional divisoria entre conservadores y progresistas que caracteriza la geopolítica actual de la economía de mercado y el Estado-nación. La nueva divisoria es generacional y enfrenta el jerárquico modelo de organización familiar, educativa, comercial y política con otro más cooperativo y cosmopolita que, en su funcionamiento y sus espacios sociales, favorece los ámbitos comunes del código abierto. Para la generación de Internet, la calidad de vida se torna tan importante como la oportunidad individual.
Está surgiendo la civilización empática. Las generaciones más jóvenes están llevando su capacidad de empatía más allá de los credos religiosos y la identificación nacional, incorporando así a toda la humanidad y al ingente proyecto vital que envuelve la Tierra. Pero nuestra prisa por alcanzar la conectividad universal empática tropieza con un gigante entrópico en constante aceleración: el cambio climático. ¿Podremos alcanzar la conciencia biosférica y la empatía mundial a tiempo de evitar el derrumbe planetario?
Fuente: El País
Jeremy Rifkin es autor de El sueño europeo y El fin del trabajo>. Lea mi comentario en El Blog Salmón
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Jeremy Rifkin, economista y escritor, es asesor de la UE y de diversos presidentes -incluido el español- en cambio climático, seguridad energética y desarrollo sostenible. Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.
martes, 8 de diciembre de 2009
¿Cuánto dinero es suficiente para una “vida buena”?
El biógrafo de J.M.Keynes, Robert Skidelsky, ha escrito este artículo donde recupera parte del pensamiento keynesiano. De acuerdo a una predicción hecha por Keynes el año 1930, hacia el año 2030 sólo sería necesario trabajar quince horas a la semana. Si se hubiesen escuchado los planteamientos de Keynes sobre la importancia del equilibrio de pleno empleo y la necesidad de un control a los espíritus animales, estaríamos muy cerca de su pronóstico. Sin embargo, primaron más los espíritus animales y el apetito por la opulencia.
Robert Skidelsky, Sin Permiso
La depresión de la economía ha causado una explosión de ira popular contra la "avaricia" de los banqueros y sus "obscenos" incentivos. Esto se ha visto acompañado de una crítica más amplia del "crecimientismo" ("growthmanship") – la búsqueda del crecimiento económico a toda costa, independientemente del daño que pueda causar al medio ambiente de la Tierra o a nuestros valores compartidos
John Maynard Keynes encaró esta cuestión en 1930, en un breve ensayo titulado "Las posibilidades económicas de nuestros nietos".[1] Keynes predijo que en cien años – es decir, hacia 2030 – el crecimiento del mundo desarrollado se habría detenido de hecho, debido a que la gente ya "tendría suficiente" para llevar "una buena vida". Las horas de trabajo remunerado se reducirían a tres diarias, una semana laboral de quince horas. Los seres humanos serían como "los lirios del campo, que no se afanan ni hilan".[2]
La predicción de Keynes descansaba en el supuesto de que, con un incremento anual del 2% en el capital, un incremento del 1% de la productividad y una población estable, el nivel medio de vida se multiplicaría por ocho como promedio. Esto nos permite averiguar cuánto pensaba Keynes que era "suficiente". El PIB per cápita en el Reino Unido a finales de la década de 1920 (antes del crac del 29) era aproximadamente de 5.200 libras (unos 8.700 dólares) valoradas hoy. De acuerdo con ello, estimaba que un PIB per cápita de aproximadamente 40.000 libras (66.000 dólares) sería "suficiente" para que los seres humanos dirigieran su atención a cosas más agradables.
No está claro por qué pensaba Keynes que la renta per cápita nacional británica multiplicada por ocho sería "suficiente". Lo más probable es que tomara como baremo de suficiencia los ingresos de un rentista burgués de su tiempo, que eran como diez veces los del trabajador medio.
Ochenta años más tarde, el mundo desarrollado se ha acercado a la meta de Keynes. En el año 2007 (es decir, antes del crac), el FMI informó de que el PIB medio per cápita en los Estados Unidos se mantenía en 47.000 dólares y en 46.000 en el Reino Unido. Dicho de otro modo, el Reino Unido ha experimentado un crecimiento multiplicado por cinco del nivel de vida desde 1930, pese a la falsificación de dos de los supuestos de Keynes: "nada de guerras de gran envergadura" y "sin crecimiento demográfico" (en el Reino Unido, la población es un 33% mayor que en 1930).
La razón de una ejecutoria tan brillante es que el crecimiento anual de la productividad ha sido más elevado de lo que Keynes proyectaba: cerca de un 1,6% para el Reino Unido y un poco más elevado en el caso de los EE.UU. Países como Alemania y Japón se han desempeñado aún mejor, pese a los efectos tremendamente negativos de la guerra. Es probable que el "objetivo" de Keynes de 66.000 dólares lo alcance la mayoría de los países occidentales para 2030.
Pero resulta igualmente improbable que este logro termine con la insaciable busca de más dinero. Asumamos, precavidamente, que hayamos cubierto dos tercios de la distancia que nos separa de la meta de Keynes. Podríamos haber esperado que se redujeran las horas de trabajo en dos tercios. De hecho, se han reducido sólo en un tercio, y la reducción se interrumpió en la década de 1980.
Esto vuelve enormemente improbable que alcancemos la jornada laboral de tres horas para 2030. También resulta improbable que vaya a detenerse el crecimiento, a menos que la naturaleza misma imponga un parón. La gente seguirá trocando ocio por mayores ingresos.
Keynes minimizó los obstáculos de esta meta. Reconocía que existen dos tipos de necesidades, absolutas y relativas, y que estas últimas pueden ser insaciables. Pero subestimó el peso de las necesidades relativas, especialmente a medida que las sociedades se enriquecían y, por supuesto, el poder de la publicidad para crear nuevas necesidades, e inducir así a la gente a trabajar con el fin de ganar dinero con el que satisfacerlas. Mientras el consumo sea conspicuo y competitivo, seguirá habiendo renovadas razones para trabajar.
Keynes no ignoraba del todo el carácter social del trabajo. "Seguirá siendo razonable", escribió, "buscar la finalidad económica de los demás después de que haya dejado de ser razonable para uno mismo". Los ricos tenían la obligación de ayudar a los pobres. Keynes no pensaba probablemente en el mundo en desarrollo (la mayor parte del cual apenas había comenzado a desarrollarse en la década de 1930). Pero la meta de la reducción de la pobreza global ha impuesto una carga de trabajo extra a la gente de los países ricos, a través tanto del compromiso de ayuda exterior y, lo que es más importante, de la globalización, que aumenta la inseguridad en el empleo y, sobre todo en el caso de los menos cualificados, contiene los salarios.
Además, Keynes no se enfrentó realmente al problema de lo que haría la mayoría de la gente cuando ya no precisara trabajar. "Es un problema temible para una persona corriente, sin talentos particulares, ocuparse de sí misma, sobre todo si no tiene raíces en el lugar, en las costumbres o en las queridas convenciones de una economía tradicional". Pero puesto que la mayoría de los ricos -"aquellos que disfrutan de una renta independiente, pero carecen de vínculos u obligaciones o lazos" han "fracasado de una forma desastrosa", ¿por qué iban a hacerlo mejor los que hoy son pobres?
Creo que en esto Keynes se acerca al máximo a la respuesta de la cuestión de por qué su "suficiente" no será, de hecho, bastante. La acumulación de riqueza, que debería ser un medio para alcanzar "la vida buena", se convierte en un fin en sí mismo, pues destruye muchas de las cosas que hacen que valga la pena vivir. Más allá de cierto punto -que la mayor parte del mundo dista de haber alcanzado- la acumulación de riqueza sólo ofrece placeres substitutivos para las pérdidas de verdad que exige en lo que toca a las relaciones humanas.
Encontrar los medios de nutrir los apagados "vínculos u obligaciones o lazos" que son tan esenciales para que florezcan los individuos constituye el problema por resolver en el mundo desarrollado, y empieza a perfilarse para los miles de millones que acaban de subirse a la escalera del crecimiento. Bien lo dijo George Orwell: "Todo progreso se contempla como una lucha frenética dirigida a un objetivo que esperamos y rogamos para que no se alcance nunca".
Notas:
[1] En Papeles de Economía Española, nº 6, 1981, páginas 353-361.
[2] La cita evangélica se encuentra tanto en Lucas, 12, 27 como en Mateo 6, 28.
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Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
Robert Skidelsky, Sin Permiso
La depresión de la economía ha causado una explosión de ira popular contra la "avaricia" de los banqueros y sus "obscenos" incentivos. Esto se ha visto acompañado de una crítica más amplia del "crecimientismo" ("growthmanship") – la búsqueda del crecimiento económico a toda costa, independientemente del daño que pueda causar al medio ambiente de la Tierra o a nuestros valores compartidos
John Maynard Keynes encaró esta cuestión en 1930, en un breve ensayo titulado "Las posibilidades económicas de nuestros nietos".[1] Keynes predijo que en cien años – es decir, hacia 2030 – el crecimiento del mundo desarrollado se habría detenido de hecho, debido a que la gente ya "tendría suficiente" para llevar "una buena vida". Las horas de trabajo remunerado se reducirían a tres diarias, una semana laboral de quince horas. Los seres humanos serían como "los lirios del campo, que no se afanan ni hilan".[2]
La predicción de Keynes descansaba en el supuesto de que, con un incremento anual del 2% en el capital, un incremento del 1% de la productividad y una población estable, el nivel medio de vida se multiplicaría por ocho como promedio. Esto nos permite averiguar cuánto pensaba Keynes que era "suficiente". El PIB per cápita en el Reino Unido a finales de la década de 1920 (antes del crac del 29) era aproximadamente de 5.200 libras (unos 8.700 dólares) valoradas hoy. De acuerdo con ello, estimaba que un PIB per cápita de aproximadamente 40.000 libras (66.000 dólares) sería "suficiente" para que los seres humanos dirigieran su atención a cosas más agradables.
No está claro por qué pensaba Keynes que la renta per cápita nacional británica multiplicada por ocho sería "suficiente". Lo más probable es que tomara como baremo de suficiencia los ingresos de un rentista burgués de su tiempo, que eran como diez veces los del trabajador medio.
Ochenta años más tarde, el mundo desarrollado se ha acercado a la meta de Keynes. En el año 2007 (es decir, antes del crac), el FMI informó de que el PIB medio per cápita en los Estados Unidos se mantenía en 47.000 dólares y en 46.000 en el Reino Unido. Dicho de otro modo, el Reino Unido ha experimentado un crecimiento multiplicado por cinco del nivel de vida desde 1930, pese a la falsificación de dos de los supuestos de Keynes: "nada de guerras de gran envergadura" y "sin crecimiento demográfico" (en el Reino Unido, la población es un 33% mayor que en 1930).
La razón de una ejecutoria tan brillante es que el crecimiento anual de la productividad ha sido más elevado de lo que Keynes proyectaba: cerca de un 1,6% para el Reino Unido y un poco más elevado en el caso de los EE.UU. Países como Alemania y Japón se han desempeñado aún mejor, pese a los efectos tremendamente negativos de la guerra. Es probable que el "objetivo" de Keynes de 66.000 dólares lo alcance la mayoría de los países occidentales para 2030.
Pero resulta igualmente improbable que este logro termine con la insaciable busca de más dinero. Asumamos, precavidamente, que hayamos cubierto dos tercios de la distancia que nos separa de la meta de Keynes. Podríamos haber esperado que se redujeran las horas de trabajo en dos tercios. De hecho, se han reducido sólo en un tercio, y la reducción se interrumpió en la década de 1980.
Esto vuelve enormemente improbable que alcancemos la jornada laboral de tres horas para 2030. También resulta improbable que vaya a detenerse el crecimiento, a menos que la naturaleza misma imponga un parón. La gente seguirá trocando ocio por mayores ingresos.
Keynes minimizó los obstáculos de esta meta. Reconocía que existen dos tipos de necesidades, absolutas y relativas, y que estas últimas pueden ser insaciables. Pero subestimó el peso de las necesidades relativas, especialmente a medida que las sociedades se enriquecían y, por supuesto, el poder de la publicidad para crear nuevas necesidades, e inducir así a la gente a trabajar con el fin de ganar dinero con el que satisfacerlas. Mientras el consumo sea conspicuo y competitivo, seguirá habiendo renovadas razones para trabajar.
Keynes no ignoraba del todo el carácter social del trabajo. "Seguirá siendo razonable", escribió, "buscar la finalidad económica de los demás después de que haya dejado de ser razonable para uno mismo". Los ricos tenían la obligación de ayudar a los pobres. Keynes no pensaba probablemente en el mundo en desarrollo (la mayor parte del cual apenas había comenzado a desarrollarse en la década de 1930). Pero la meta de la reducción de la pobreza global ha impuesto una carga de trabajo extra a la gente de los países ricos, a través tanto del compromiso de ayuda exterior y, lo que es más importante, de la globalización, que aumenta la inseguridad en el empleo y, sobre todo en el caso de los menos cualificados, contiene los salarios.
Además, Keynes no se enfrentó realmente al problema de lo que haría la mayoría de la gente cuando ya no precisara trabajar. "Es un problema temible para una persona corriente, sin talentos particulares, ocuparse de sí misma, sobre todo si no tiene raíces en el lugar, en las costumbres o en las queridas convenciones de una economía tradicional". Pero puesto que la mayoría de los ricos -"aquellos que disfrutan de una renta independiente, pero carecen de vínculos u obligaciones o lazos" han "fracasado de una forma desastrosa", ¿por qué iban a hacerlo mejor los que hoy son pobres?
Creo que en esto Keynes se acerca al máximo a la respuesta de la cuestión de por qué su "suficiente" no será, de hecho, bastante. La acumulación de riqueza, que debería ser un medio para alcanzar "la vida buena", se convierte en un fin en sí mismo, pues destruye muchas de las cosas que hacen que valga la pena vivir. Más allá de cierto punto -que la mayor parte del mundo dista de haber alcanzado- la acumulación de riqueza sólo ofrece placeres substitutivos para las pérdidas de verdad que exige en lo que toca a las relaciones humanas.
Encontrar los medios de nutrir los apagados "vínculos u obligaciones o lazos" que son tan esenciales para que florezcan los individuos constituye el problema por resolver en el mundo desarrollado, y empieza a perfilarse para los miles de millones que acaban de subirse a la escalera del crecimiento. Bien lo dijo George Orwell: "Todo progreso se contempla como una lucha frenética dirigida a un objetivo que esperamos y rogamos para que no se alcance nunca".
Notas:
[1] En Papeles de Economía Española, nº 6, 1981, páginas 353-361.
[2] La cita evangélica se encuentra tanto en Lucas, 12, 27 como en Mateo 6, 28.
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Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
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sábado, 21 de noviembre de 2009
Empresas pequeñas generan 60% del empleo privado en Chile
Según los datos entregados por el ministro de Economía Hugo Lavados, las empresas de menor tamaño (EMT) son las que dan el 59,7% del empleo privado formal en el país, con un promedio de 2 trabajadores con jornada completa en las microempresas, 11 en las pequeñas, 48 en las medianas y 256 en las grandes.
Así lo evidencia los resultados de la Primera Encuesta Longitudinal de Empresas (ELE) presentada por el secretario de Estado, quien destacó la importancia de contar con una radiografía a fondo de las empresas en el país que permitia perfeccionar las políticas públicas destinadas a su fomento y producción.
La encuesta representa un universo de 744.186 empresas, de las cuales 609.921 son microempresas (con ventas anuales hasta 2.400 UF, unos 50,5 millones de pesos, o 100.000 dólares), 110.261 son pequeñas (ventas anuales hasta 25.000 UF, unos $525 millones), 15.979 son medianas (ventas anuales hasta 100.000 UF, unos $2.100 millones), y 8.025 son grandes (ventas superiores a 100.000 UF).
Además la encuesta indica aborda el nivel educacional de los administradores o dueños de las empresas, del que sólo el 36% tiene educación superior completa, cifra que aumenta a menor tamaño de la empresa.
Además indica que el 96% de las microempresas son manejadas por sus propios dueños, cifra que baja a 40% en las grandes y de ellos 2/3 de ellos son hombres, cifra que varía según el tamaño de la empresa. Así, en las microempresas el 35% son mujeres, contra sólo un 5% en las más grandes.
En cuanto a sectores económicos, la ELE reveló que el 37,9% de las empresas corresponden a Comercio, el 12,6% a intermediación financiera, el 12% a otras actividades comunitarias, sociales y de servicio, y el 10,3% a agricultura.
Así lo evidencia los resultados de la Primera Encuesta Longitudinal de Empresas (ELE) presentada por el secretario de Estado, quien destacó la importancia de contar con una radiografía a fondo de las empresas en el país que permitia perfeccionar las políticas públicas destinadas a su fomento y producción.
La encuesta representa un universo de 744.186 empresas, de las cuales 609.921 son microempresas (con ventas anuales hasta 2.400 UF, unos 50,5 millones de pesos, o 100.000 dólares), 110.261 son pequeñas (ventas anuales hasta 25.000 UF, unos $525 millones), 15.979 son medianas (ventas anuales hasta 100.000 UF, unos $2.100 millones), y 8.025 son grandes (ventas superiores a 100.000 UF).
Además la encuesta indica aborda el nivel educacional de los administradores o dueños de las empresas, del que sólo el 36% tiene educación superior completa, cifra que aumenta a menor tamaño de la empresa.
Además indica que el 96% de las microempresas son manejadas por sus propios dueños, cifra que baja a 40% en las grandes y de ellos 2/3 de ellos son hombres, cifra que varía según el tamaño de la empresa. Así, en las microempresas el 35% son mujeres, contra sólo un 5% en las más grandes.
En cuanto a sectores económicos, la ELE reveló que el 37,9% de las empresas corresponden a Comercio, el 12,6% a intermediación financiera, el 12% a otras actividades comunitarias, sociales y de servicio, y el 10,3% a agricultura.
jueves, 28 de mayo de 2009
Desempleo llegó a 9,8% en trimestre febrero-abril
La tasa de desempleo en el trimestre móvil febrero-abril resultó ser más alta que la anotada durante el trimestre inmediatamente anterior. Según informó el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de desocupación subió a 9,8% en el periodo, lo que representa un aumento de 2,2 puntos porcentuales en doce meses y de 0,6 punto porcentual respecto del trimestre enero-marzo.
El INE advirtió que por segundo mes consecutivo, la ocupación presentó una variación negativa de 0,5% en doce meses, mientras que la fuerza de trabajo consignó un aumento de 1,9%, reflejando una mayor presión por parte de mujeres y personas que buscan trabajo por primera vez; categoría que mostró variaciones negativas la mayor parte del año 2008.
El INE señaló que el empleo Asalariado bajó 0,9% en doce meses, "coherente con el comportamiento negativo de la actividad y en paralelo con un repunte de la categoría Cuenta Propia (2,0%), generándose una recomposición del empleo que típicamente se produce en esta fase del ciclo económico".
La disminución del empleo Asalariado se acentuó en hombres, en tanto que el aumento del trabajo por Cuenta Propia se registró en las mujeres, lo que amortiguó la caída de la ocupación total. Mientras las tasas de ocupación y participación masculina disminuyeron, aumentaron en las mujeres 0,1 y 0,6 puntos porcentuales respecto del mismo trimestre del año anterior.
Como en las últimas mediciones, en las ramas de Agricultura, Construcción, Industria y Comercio se registraron disminuciones del empleo. Transporte y Comunicaciones consignó la primera variación negativa de la ocupación en doce meses. En tanto que, Minería, Servicios Financieros y Servicios Comunales, Sociales y Personales mostraron variaciones positivas en el mismo lapso.
Acceso a Informe del INE
Informe de Empleo Mayo 2009
lunes, 25 de mayo de 2009
Se contrae el comercio en América Latina
La crisis mundial ha reducido el comercio en América Latina entre 9% y 11%, según afirmó la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la mexicana Alicia Bárcena, en una entrevista que publicó hoy el diario cubano Granma.
Según la secretaria ejecutiva de la Cepal, en el ámbito financiero el efecto en América Latina y el Caribe ha sido "fuerte, pero menos complejo, porque la región tenía sistemas financieros más sanos". Bárcena recordó que en 2002 la deuda exterior de América Latina equivalía al 24% del PIB, mientras que en 2008 había bajado al 8%.
La crisis mundial también merma los ingresos de muchos países del continente por turismo y remesas, sobre todo en Centroamérica y el Caribe, y en el caso de México la situación se agrava por la epidemia de gripe ANH1. La secretaria ejecutiva de la Cepal calcula que este año la economía de la región caerá 0,3%, el primer retroceso tras seis años seguidos de crecimiento. Todo dependerá del curso que siga México dado que es la economía más complicada de la región. A la Cepal también preocupa el tema del desempleo, que puede incrementarse en un punto porcentual tras haber bajado en la región de 11% a 7,6% entre 2003 y 2008.
Acceso a la entrevista a Alicia Bárcena en Granma
"Lo más fuerte que se está viviendo en la región es la caída en el comercio. El 'shock' en la disminución de la demanda de nuestros bienes, servicios y productos es nuestro tema más relevante. Aunque esta vez sorprende con mayores fortalezas a la región, ésta no es inmune a esta crisis. La Organización Mundial de Comercio considera que nuestro comercio ha caído en un 9%, mientras otras organizaciones internacionales calculan un 11%",agregó Alicia Bárcena.
Según la secretaria ejecutiva de la Cepal, en el ámbito financiero el efecto en América Latina y el Caribe ha sido "fuerte, pero menos complejo, porque la región tenía sistemas financieros más sanos". Bárcena recordó que en 2002 la deuda exterior de América Latina equivalía al 24% del PIB, mientras que en 2008 había bajado al 8%.
La crisis mundial también merma los ingresos de muchos países del continente por turismo y remesas, sobre todo en Centroamérica y el Caribe, y en el caso de México la situación se agrava por la epidemia de gripe ANH1. La secretaria ejecutiva de la Cepal calcula que este año la economía de la región caerá 0,3%, el primer retroceso tras seis años seguidos de crecimiento. Todo dependerá del curso que siga México dado que es la economía más complicada de la región. A la Cepal también preocupa el tema del desempleo, que puede incrementarse en un punto porcentual tras haber bajado en la región de 11% a 7,6% entre 2003 y 2008.
Acceso a la entrevista a Alicia Bárcena en Granma
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