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viernes, 5 de diciembre de 2025

El capitalismo subvierte la democracia

Las últimas décadas se caracterizaron por un aumento brutal la desigualdad y una creciente concentración del poder económico y político, lo que debilita cada vez más los ideales democráticos con los que los gobiernos occidentales dicen estar comprometidos
Durante gran parte de la era posterior a la Guerra Fría, se pensaba que la combinación de capitalismo y democracia era clave para la prosperidad de Occidente. Hoy esa asociación parece cada vez más tóxica


Matt McManus, Jacobin
El artículo que sigue es una reseña de The Democratic Marketplace: How a More Equal Economy Can Save Our Political Ideals, de Lisa Herzog (Harvard University Press, 2025).

Apesar de que los trabajadores estadounidenses trabajan muchas horas y son uno de los únicos países sin vacaciones obligatorias, el costo de vida en los Estados Unidos sigue aumentando a pasos agigantados por encima de lo que la gente gana. No están recibiendo ayuda de la administración Trump, que ha trabajado para castrar a la Junta Nacional de Relaciones Laborales mientras redistribuye miles de millones hacia arriba a los multimillonarios a través de generosos recortes de impuestos. No es de extrañar que «oligarquía» sea una palabra en boca de todos.

Sin embargo, en una situación tan difícil, es posible que la gente se muestre más abierta a debatir los cambios integrales necesarios para construir una economía que funcione para la gente común; la exitosa campaña de Zohran Mamdani en favor de una ciudad de Nueva York asequible es un buen ejemplo de ello. Con su nuevo libro, The Democratic Marketplace: How a More Equal Economy Can Save Our Political Ideals, Lisa Herzog, profesora de filosofía política en la Universidad de Groningen, ha realizado recientemente una contribución teórica accesible y lúcida al debate sobre cómo podría ser una economía más justa. Sus argumentos concisos y basados en pruebas sobre las deficiencias de nuestro sistema económico y las posibles reformas para mejorarlo serán bien recibidos tanto por los progresistas como por los socialistas, aunque adolezcan de una falta de compromiso con tradiciones teóricas más radicales.

La alianza capitalista contra la democracia

Herzog comienza catalogando los profundos problemas que aquejan actualmente a la economía estadounidense. Durante muchos años, se pensó que la unión ideal entre los mercados capitalistas y la democracia era la «fórmula del éxito de Occidente». Pero desde entonces, este matrimonio se ha vuelto cada vez más tóxico. La desigualdad se ha disparado desde la década de 1970, hasta tal punto que «la relación entre el salario de los directores ejecutivos y el salario medio en las grandes empresas estadounidenses es ahora de casi 300:1», señala Herzog. «Las diferencias que se están abriendo entre los distintos niveles del espectro económico son aún mayores en lo que respecta a la riqueza que a los ingresos, ya que los ricos se enriquecen más rápido que nadie». Impulsados en gran medida por la disminución de las tasas de sindicalización, los trabajadores también dedican mucho más tiempo al trabajo del que desearían. En Estados Unidos, «el empleo a tiempo completo supone una media de cuarenta y siete horas semanales, unas diez horas más que en la mayoría de los países europeos», observa. «Las opciones a tiempo parcial son más escasas y, para muchos, simplemente no son asequibles».

sábado, 22 de diciembre de 2018

Chile, Reconocimiento general de una democracia tutelada

Felipe Portales

Hasta hace poco la democracia tutelada que se estableció mediante la Constitución del 80 no había sido nunca reconocida por el liderazgo político chileno. Esto pese a lo evidente de tales características durante la década de los 90. Sus manifestaciones más escandalosas fueron los denominados ejercicios de enlace de 1990; el boinazo de 1993 y el puntapeucazo de 1995. Y las más humillantes fueron las repetidas defensas de los gobiernos de Aylwin y de Frei Ruiz-Tagle (expresadas fundamentalmente por sus ministros Correa y Pérez Yoma) a Pinochet frente a sus sucesivos bochornos en el exterior en sus viajes de vacaciones o a comprar armas, que hacía cuando le daban ganas. Esto, por cierto, tuvo su manifestación más penosa cuando el liderazgo concertacionista defendió a Pinochet frente al mundo, luego de su detención en Londres. Y lo hizo tan efectivamente que logró su liberación; y posteriormente, con presiones públicas y privadas al Poder Judicial efectuadas por el gobierno de Lagos, logró su total impunidad.

Es cierto que la propia detención de Pinochet en Londres provocó una disminución del poder fáctico de las Fuerzas Armadas y Carabineros. Ello, unido a las ansias de reivindicación histórica del muy desprestigiado Poder Judicial, abrió la puerta para que se comenzara a hacer justicia respecto de las más graves violaciones de derechos humanos cometidas por la dictadura. También pudo expresarse en que las manifestaciones más evidentes de la autonomía de las FF.AA., plasmadas en la propia Constitución, fuesen morigeradas por la Reforma Constitucional de 2005.

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