miércoles, 15 de abril de 2015

Libertad, igualdad, fragilidad: el diálogo Stiglitz-Varoufakis

Alejandro Nadal, La Jornada

El 16 de septiembre de 1992 los especuladores forzaron la devaluación de la libra esterlina. Inglaterra buscaba mantener la paridad en 2.7 marcos por libra esterlina. Pero ese objetivo era insostenible porque su tasa de inflación era superior a la de Alemania. Los especuladores no perdieron tiempo. A pesar del incremento de las tasas de interés en Londres, George Soros y otros pasaron a la ofensiva. El Banco de Inglaterra perdió la batalla y Soros se embolsó más de mil millones de dólares, convirtiéndose en campeón de la especulación en los mercados de divisas.

En 2009 Soros donó 50 millones de dólares para crear el Instituto de Nuevo Pensamiento Económico (INET, por sus siglas en inglés) y permitir a una nueva generación de economistas afrontar los desafíos del siglo XXI. El balance de los primeros años de vida del INET es desigual y está lejos de haber generado grandes cambios en el pensamiento económico. La semana pasada organizó una conferencia en París con el curioso título Libertad, igualdad y fragilidad (ineteconomics.org).

El acto estelar de la conferencia fue el diálogo entre Joseph Stiglitz y Yanis Varoufakis, ministro de Finanzas de Grecia. Durante más de una hora Stiglitz hizo preguntas más o menos apacibles sobre el futuro de Grecia en la eurozona (véase la entrevista).

Entre los temas examinados destacan la austeridad y las metas de superávit primario que la troika impuso a Grecia, en especial la meta equivalente a 4.5 por ciento del PIB. En un momento de la conversación (minuto 32) Stiglitz comenta que ningún país ha generado un superávit primario tan importante y pregunta (escandalizado): ¿cómo es posible que el gobierno anterior a Syriza hubiera aceptado semejante compromiso y cómo es posible que la troika lo hubiera impuesto?

Parece que ni Stiglitz ni Varoufakis conocen la historia reciente de América Latina y su experiencia en materia de programas de ajuste. Uno de los rasgos distintivos de la región es que la mayoría de los países mantuvo un superávit primario durante la mayor parte del periodo 1990-2007. En el caso de México, la base de datos del economista mexicano Marcos Chávez, revela que entre 1983 y 2008 el superávit primario promedió 3.6 por ciento. En el periodo 1988-1992 el superávit primario alcanzó un promedio de ¡7.6 por ciento!

Cabe recordar que el superávit primario se genera cuando el gasto público (sin contar cargas financieras) es inferior a los ingresos. La prioridad es el servicio de la deuda y los objetivos de desarrollo y bienestar de la población pasan a segundo plano.

Los datos revelan que durante 25 años las finanzas públicas en México estuvieron orientadas a generar un superávit primario para cubrir cargas financieras, manteniéndose estancada (o declinando) la inversión en salud, educación, vivienda, transporte e infraestructura, agricultura, industria, medio ambiente e investigación científica. Si a Stiglitz le escandaliza el 4.5 por ciento impuesto por la troika, ¿qué diría de la experiencia mexicana? Los resultados están a la vista: el Estado mexicano se desintegra como resultado de perseverar en el experimento neoliberal.

La respuesta a la segunda parte de la pregunta es evidente, pero por diplomacia Varoufakis prefirió no responder. La austeridad no es una medida de técnica económica. Es un instrumento de guerra social que busca destruir las bases del estado de bienestar y del desarrollo.

Otro tema de la conversación fue la salud de los bancos en Grecia. El Fondo Helénico de estabilización fue el conducto del rescate (37 mil millones de euros) que la troika quiere ahora que sea pagado con recursos del superávit primario, pero los niveles de cartera vencida (e incobrable) de los bancos griegos siguen siendo muy elevados. Aquí entra en escena José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE.

Varoufakis menciona que la OCDE colabora en el diseño de las reformas que el gobierno de Syriza quiere aplicar y agradece tal ayuda bajo los auspicios de José Ángel Gurría. Claro que hay fórmulas de diplomacia, pero me pregunto si los ministros de Syriza conocen la trayectoria de Gurría, especialmente como secretario de Hacienda. Se trata de uno de los arquitectos del neoliberalismo en México y de un defensor del superávit primario. Cuatro años después de que el sistema bancario quebrara a raíz de la crisis de 1994, Gurría propuso la conversión a deuda pública de la montaña de pagarés que el gobierno había entregado a los bancos para remplazar la cartera vencida con títulos rentables. A la fecha, este rescate bancario (fraudulento y anticonstitucional) sigue manteniendo una fuerte hipoteca sobre las finanzas públicas en México.

La peor metáfora utilizada en la conferencia es la de Rob Johnson, director ejecutivo de INET. Señalando que a nadie le gusta un emperador desnudo, afirmó que nuestro objetivo aquí en el INET es confeccionar el nuevo vestuario del emperador. Yo hubiera preferido escuchar que el objetivo era deshacerse del emperador.

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