Alejandro Nadal, La Jornada
Obama dice no estar contento con los recortes fiscales de 85 mil millones de dólares que tuvo que aplicar la semana pasada. Es comprensible su desagrado, pero lo cierto es que el único desacuerdo de Obama ha sido sobre el monto de los recortes, no sobre la idea misma de contraer el gasto. En realidad, la discusión ha estado mal enfocada desde el principio. El problema no es si el gasto fiscal está abultado, sino por qué no existe una agencia capaz de financiarlo.
Vamos por partes. Estos recortes fiscales forman parte de un programa para reducir el nivel de endeudamiento en más de 1.5 billones (castellanos) de dólares a lo largo de los próximos 10 años. Las reducciones en el gasto público afectan todo tipo de programas y dejarán una huella profunda sobre la actividad económica. El crecimiento del PIB se reducirá en 1.5 puntos porcentuales este año. Para una economía que está apenas creciendo al 2 por ciento, este es un duro golpe.
El objetivo de estas medidas es reducir el endeudamiento del gobierno federal. El programa de recortes se extiende a lo largo de nueve años para disminuir la deuda del gobierno federal que hoy asciende a alrededor de 16 billones (castellanos nuevamente) de dólares. Pero ¿de donde surge esta deuda? ¿Por qué tiene que pedir prestado el gobierno de Estados Unidos? Mucha gente piensa que ese gobierno tiene su banco central, la Reserva Federal, y que puede imprimir su propio dinero. Casi habría que decir que si el gobierno estadunidense pudiera imprimir (su propio) dinero para financiar su déficit, la deuda sería cero.
El artículo I, párrafo octavo de la Constitución federal de Estados Unidos establece que el Congreso de ese país tiene el poder de acuñar moneda y regular su valor. ¿Por qué tiene que pedir prestado el gobierno? La respuesta es que en 1913 se creó el sistema de la Reserva federal y ese año el gobierno de aquel país delegó su poder de creación de moneda de alto poder a la Fed (como se la llama coloquialmente).
En el fondo, la Reserva Federal es una entidad creada por y para los bancos privados de Estados Unidos. Está encargada de la emisión de billetes que son prestados al gobierno en Washington (así como a los estados y a los municipios). Esto es lo que explica que el gobierno federal en Estados Unidos tenga esa deuda de 16 billones (castellanos) de dólares por la que pagó en 2011 unos 454 mil millones de dólares de intereses. Lo cierto es que cuando el gobierno en Washington quiere gastar mil millones de dólares por encima de lo que le queda disponible lo único que tiene que hacer es imprimir bonos del Tesoro por ese monto y vendérselos a la Reserva federal. Ésta crea mil millones de dólares de la nada (con unos teclados de la computadora) y paga por esos bonos acreditando ese monto a la cuenta del Tesoro. Y los bonos se colocan en el sistema de bancos privados y otros agentes en una subasta de la Fed (lo que hace que la deuda sea detentada en buena medida por entidades del mismo gobierno, así como por entidades extranjeras). En síntesis, hoy la deuda del gobierno estadunidense es unas cinco mil veces más grande que lo que era cuando se creó el sistema de la Reserva Federal.
En los últimos años Ben Bernanke, presidente de la Fed, ha dicho que le preocupa el déficit fiscal de Estados Unidos. Pero Bernanke prefiere olvidar que uno de sus ilustres predecesores, Marriner Eccles (presidente de la Fed entre 1934 y 1948) aconsejaba al gobierno un mayor déficit para sacar a la economía de la gran depresión. Bajo su mando, la Fed financió la gigantesca deuda de la segunda guerra a tasas de interés muy bajas, lo que permitió una rápida recuperación en la posguerra. Lo que sucedía en ese tiempo es que la Reserva federal pudo mantenerse más independiente de los intereses del capital financiero que hoy dominan a la Fed.
En realidad, la Fed no es más que la punta del iceberg. Los bancos privados a los que respalda tienen la capacidad de crear dinero de la nada y prestarlo a todo tipo de entidades, desde particulares para comprar un auto, hasta empresas para comprar una planta de aluminio, pasando por el gobierno de alguna ciudad que necesita pagar algunas obras municipales. Por eso la carga de la deuda total de Estados Unidos, privada y pública, asciende a unos 55 billones (castellanos) de dólares. Y la Reserva federal genera las reservas que los bancos van necesitando al ampliar sus operaciones (de préstamos).
El endeudamiento del gobierno federal en Estados Unidos, al igual que el de los gobiernos de Europa y de muchas partes del mundo, no es una casualidad. Proviene de decisiones políticas que cerraron la puerta al control soberano sobre el principal objeto económico de nuestros tiempos, el dinero. El resultado es un sistema financiero basado en una pirámide de endeudamiento que siempre exigirá más sacrificios. Episodios como el de los recortes introducidos la semana pasada no sólo no sirven para resolver el problema de la deuda, sino que ayudan a perpetuarlo.
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