Nouriel Roubini, elEconomista.es
Nos dirigimos hacia un deterioro muy significativo de la economía estadounidense. Durante el segundo trimestre, el crecimiento será del 1 al 2%, por debajo de la tendencia. Esta situación empeorará durante el tercer trimestre y con posterioridad a éste. Durante la primera mitad del año, la economía ha disfrutado de estímulos presupuestarios y monetarios, la reposición de existencias de las empresas, ayudas para préstamos inmobiliarios, etcétera. Todo esto cambia con gran rapidez.
Las políticas presupuestarias de austeridad van a recortar este crecimiento. El tema prioritario de los particulares, empresas y, actualmente hasta del Estado federal, pasa a ser el desendeudamiento. Hacia finales de este año, la economía norteamericana habrá dejado prácticamente de progresar. Para el segundo semestre de 2010, la tasa de progresión del PIB debería volver al 1,5%. Y, seguidamente, durante la primera mitad de 2011, el crecimiento de Estados Unidos se acercará a un modesto 1% con una tasa de paro que continuará siendo elevada.
A lo que nos enfrentamos es a una recesión del crecimiento que todavía no ha llegado a convertirse en una recesión en el campo técnico. Es cierto que, en seis meses, los riesgos de una nueva recesión en Estados Unidos han pasado de un 25 a un 40%. Sin embargo, de momento, no adopto una situación de doble recaída.
Las posibilidades de éxito de toda política de apoyo a la economía son limitadas. Durante el segundo semestre, el Estado federal deberá realizar ajustes en materia fiscal y presupuestaria. A tal efecto, la decisión del banco central de iniciar los rescates de obligaciones del Estado con vencimiento a más largo plazo se corresponde con el objetivo de evitar una bajada de la demanda de estos títulos.
La política monetaria dispone de más medios. La Reserva Federal puede incluso rebajar sus tipos de interés oficiales reduciéndolos al 0%. Pero el riesgo, completamente real, es generar una trampa de liquidez. El desendeudamiento masivo, generalizado y simultáneo del conjunto de los agentes económicos no puede combatirse de manera eficaz mediante una política monetaria tradicional, incluso agresiva.
Todas las medidas que podrían tomarse para aumentar la liquidez no podrán obligar a los actores económicos a endeudarse para realizar gastos e inversiones. No podemos obligar a beber a quien no tiene sed. De ahora en adelante, en Estados Unidos tenemos cerca de 1 billón de dólares en reservas bancarias excedentes que no están movilizadas.
Paradójicamente, creo que si esta situación de caída del crecimiento mundial resulta cierta, el dólar estará más alto a finales de año que actualmente con respecto al euro. Al igual que en el pasado, el aumento de los riesgos de una nueva recesión mundial le aportará un valioso apoyo.
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Tomado de El Economista
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