El Fracaso del TranSantiago

Ninguna iniciativa de los gobiernos de la Concertación ha arrojado tal nivel de críticas, ha causado tanto alboroto y ha despertado tantas frustraciones como el fatídico Transantiago. Y lo peor de todo es que hay personas que insisten en que se va por el camino correcto cuando el despeñadero está ad-portas.
¿Qué espera el gobierno? ¿Qué espera la Presidenta para cortar por lo sano y decir "no va más". ¿Hasta cuándo se le pretende mentir a los 6 millones de santiaguinos? con esta falsa promesa.

Vamos por parte. Ninguna de las acciones emprendidas en los últimos años en el terreno del transporte ha tenido una repercusión significativa a no ser por los escándalos. ¿Recuerda alguien a los "califont" o "cobradores automáticos" por los que se gastó una millonada de dólares que igual terminamos pagando todos los chilenos? ¿Cuánto duraron? ¿Se acuerda alguien de las separaciones que se hicieron en la Alameda para crear en vez de una, dos filas de tacos con los buses?

Temas como el Transantiago dan el perfecto pie a la derecha para negar la participación del Estado en las actividades productivas. Carlos Larraín sale al paso rapidamente y dice: "¿Ven lo que pasa? Si el Estado no sabe hacer las cosas... Por eso es que el Mercado debe regularse solo, sin la más mínima injerencia del Estado"
Argumentos como éstos, a estas alturas plenamente justificados, deben rebatirse con la verdad tal cual, por más dura que esta sea.
En Primer lugar el Ministro Sergio Espejo. Estuvo un año a cargo del Ministerio y en ese tiempo no fue capaz de detectar las falencias de forma y fondo del proyecto. Entre Agosto y Octubre de 2006 dejé personalmente varias notas en los buzones del Metro advirtiendo del inminente colapso del ferrocarril subterráneo. Entre las 5 y las 7 de la tarde era imposible subirse al tren en varias estaciones. Yo sufría en la Estación Salvador, y a veces tenía que dejar pasar hasta cuatro trenes para poder hacer el viaje.

Cuando comenzaron con el plan "comparte tu metro cuadrado" hace un año, y el Metro ya iba repleto, resultaba indignante. Era fácil darse cuenta que el Ministro, así como otras personas viajaban poco o nada en el Metro o en las Micros, por tanto la desconexión con la realidad era brutal. De hecho, cada vez que salían a "terreno" era un festival publicitario con la televisión, los diarios y las radios, un auténtico show mediático en este país que ha abandonado su norte.

Segundo punto. El señor Navarro, dueño de Sonda, ha dicho que los sistemas GPS se encontraban desde el primer día (10 de febrero) instalado en todos los buses. ¿Cómo es posible, entonces, que de repente la gente espere más de 40 minutos para poder tomar una micro? ¿No le da vergüenza a Navarro mentir tan descaradamente? ¿Por qué no se le presentan a él, en persona, los millonarios descargos de su gestión ineficiente, mediocre, burda, que ha significado al país retroceder 30 años? A él no le afecta en nada porque él se mueve en helicóptero. ¿Porqué no le piden a él todos los millones que hacen falta, es decir que devuelva parte de la tajada que ya sacó?. Muy simple: porque es amigo de René Cortázar.

Tercer punto: Ricardo Lagos. Voté tres veces por él (es cosa de sacar bien la cuenta) y los primeros cuatro años fueron impecables, pese al impacto (como siempre tardío) que tuvo la crisis asiática producto del gigantesco salto en la tasa de interés decretada por Massad en Octubre de 1998. El país las vio negras en los primeros años de Lagos, pero la confianza pudo más. Y así y todo Chile le dijo "No" a los Estados Unidos en el 2002 frente a la invasión a Irak. Y eso que Bush pregonaba: "si no están con nosotros, están contra nosotros".

Hoy, esa misma frase se escucha de parte de Soledad Alvear y Camilo Escalona y otros cuando los Senadores Fernando Flores y Adolfo Zaldivar votan NO a la farsa, NO al escándalo, No a la humillación y la vergüenza que ha significado para todo un país el capricho de un pequeño grupo que en esto, como siempre, no vio más que un buen y rápido negocio: en la compra de buses, en los viajes a Brasil, en la licitación de los recorridos, en el manejo de gigantescos recursos financieros por la modalidad del pre pago, etc... Pero toda esa ficción, como dice tan bien Shakespeare, se asfixia en la conjetura y nada es sino lo que es. Y todas las pequeñas ambiciones han quedado develadas al descorrerse el telón de lo real, y de lo picantes que siguen siendo determinados empresarios criollos.

Dije que me gustaron los primeros cuatro años de Lagos, por quien voté tres veces. No así los últimos dos años, cuando el Presidente, absorto en su prepotencia, en su arrogancia de mandatario incólume, dejó de oír la voz del pueblo, ya rumbo al estrellato. Y se lanzó en una absurda parafernalia ditirámbica. El último año fue un chiste y los últimos tres meses una burla: inaugurando cuanta cosa podía y recorriendo hasta el último rincón de la patria para batir el récord de Guiness y ser el primero en pisar las 340 comunas del país. ¿Qué conexión con los Ministros, con los Subsecretarios se puede tener frente a una enajenación tan extrema? Es evidente que ya a esas alturas todo estaba desperfilado en la rimbombancia, el solipsismo y el despotismo tiránico.

Y ese despotismo, o esa forma déspota de pretender hacer las cosas, la vemos hoy en los Senadores Escalona y Alvear. ¿Acaso los partidos son un regimiento, donde hay que cuadrarse necesariamente a las instrucciones del Capitán General, por más que sean éstas las erradas? ¿Se olvidaron acaso de los 38 muertos de Antuco, por la decisión errónea del comandante Cereceda y, sobretodo, por no haber escuchado la voz de los subalternos? Ya van como cuatro muertos, ¿cuántos muertos espera tener la Señora Alvear para darse cuanta de que es ella y no Adolfo Zaldivar el equivocado? ¿Qué espera la señora Presidenta, para denunciar públicamente a Navarro y terminar con la farsa?

De esta misma forma se hundió el Titanic, el barco más moderno, poderoso y veloz, fue echado a pique por su propio Capitán al dar la orden de correrlo a toda máquina, sin atender a quienes advertían del peligro.... Que eso no ocurra en Chile.