Alejandro Nadal, La Jornada
La teoría económica neoclásica asume que los agentes económicos son racionales y están bien informados. Además, supone que en nuestro mundo los llamados eventos extremos casi no ocurren y, por tanto, pueden ser ignorados. Este supuesto es uno de los pecados originales de la teoría económica neoclásica, y va de la mano con la creencia de que la incertidumbre no existe.
Por eso decía John Maynard Keynes que los economistas se han asignado una tarea inútil que consiste en afirmar, en medio de una tormenta, que cuando concluya la tempestad el mar estará nuevamente en calma.
El economista Frank Ackerman acaba de publicar un importante libro cuyo título puede traducirse como Economía para el peor escenario (Londres: Anthem Press). El subtítulo de ese texto informa sobre su alcance: Eventos extremos en el clima y las finanzas. Y es que el punto de partida de Ackerman es el hecho de que los eventos extremos en los mercados financieros se han hecho cada vez más frecuentes, y en eso se parecen a los trastornos climáticos que hoy se repiten con mayor asiduidad e intensidad.
Para empezar, Ackerman nos recuerda que la teoría económica neoclásica está obsesionada por lo que acontece en el equilibrio o en su vecindad. Y en ese contexto uno de sus supuestos más importantes es que los eventos discretos que rodean el punto de equilibrio tienen una distribución normal (en forma de campana). Esencialmente, eso quiere decir que podemos ignorar la presencia de eventos extremos, que aquí definimos de manera poco rigurosa como aquellos acontecimientos que se encuentran lejos del promedio. En términos un poco más técnicos, se puede decir que los eventos que están a más de cuatro desviaciones estándar del promedio pueden ser ignorados tranquilamente.
Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
miércoles, 21 de febrero de 2018
Frank Ackerman y la economía para el peor escenario
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martes, 20 de febrero de 2018
El mundo neoliberal
José Blanco, La Jornada
Se atribuye a Mark Twain la frase "la historia no se repite, pero rima". El 5 de febrero pasado el mercado de valores de Estados Unidos experimentó su mayor caída desde mediados de 2007 y no acaba por recuperarse: ¿esta caída será similar a la de 1987, será seguida por una recuperación rápida, y será vista como un bache en la recuperación de la larga depresión de los 10 años pasados? ¿O será como en 2007, cuando la caída de la bolsa anunció el comienzo del mayor colapso de la producción capitalista mundial desde la década de 1930? O, se pregunta Paul Walder, "¿pudo la economía mundial salir efectivamente de la crisis explosionada en 2008?" Walder escribía en marzo de 2016 que podríamos estar "ante el fin de un ciclo estructural provocado por las propias contradicciones internas del capitalismo".
Según Sandro Pozzi, corresponsal de El País en Nueva York, "el temor a que la inflación se dispare por el sólido crecimiento, un mercado laboral en pleno empleo [4.1 por ciento de desempleo en EU, se llama pleno empleo], y el alza del déficit público tiene de los nervios a Wall Street", y también a Jerome Powell, su nuevo presidente. “El rebote en Wall Street, sin embargo –escribe Pozzi–, está demostrando ser frágil y desordenado, con grandes bandazos”: la inteligencia artificial de especuladores y financieros tiene problemas con sus novísimos robots con algoritmos que invierten en la bolsa por sí solos.
Fragilidad e inestabilidad financiera han sido el modo de ser del capitalismo durante los 40 años que llevamos de economía neoliberal. Pero, entremos en un nuevo ciclo de crisis financiera, o nos hundamos más en una crisis estructural de largo plazo, nada de eso matará al capitalismo neoliberal, sino que matará de hambre a más humanos excluidos de todo en el planeta, y dejará también sumidos en la pobreza, o en la sórdida pobreza extrema, a miles de millones de mujeres, niños, hombres, ancianos…
Se atribuye a Mark Twain la frase "la historia no se repite, pero rima". El 5 de febrero pasado el mercado de valores de Estados Unidos experimentó su mayor caída desde mediados de 2007 y no acaba por recuperarse: ¿esta caída será similar a la de 1987, será seguida por una recuperación rápida, y será vista como un bache en la recuperación de la larga depresión de los 10 años pasados? ¿O será como en 2007, cuando la caída de la bolsa anunció el comienzo del mayor colapso de la producción capitalista mundial desde la década de 1930? O, se pregunta Paul Walder, "¿pudo la economía mundial salir efectivamente de la crisis explosionada en 2008?" Walder escribía en marzo de 2016 que podríamos estar "ante el fin de un ciclo estructural provocado por las propias contradicciones internas del capitalismo".
Según Sandro Pozzi, corresponsal de El País en Nueva York, "el temor a que la inflación se dispare por el sólido crecimiento, un mercado laboral en pleno empleo [4.1 por ciento de desempleo en EU, se llama pleno empleo], y el alza del déficit público tiene de los nervios a Wall Street", y también a Jerome Powell, su nuevo presidente. “El rebote en Wall Street, sin embargo –escribe Pozzi–, está demostrando ser frágil y desordenado, con grandes bandazos”: la inteligencia artificial de especuladores y financieros tiene problemas con sus novísimos robots con algoritmos que invierten en la bolsa por sí solos.
Fragilidad e inestabilidad financiera han sido el modo de ser del capitalismo durante los 40 años que llevamos de economía neoliberal. Pero, entremos en un nuevo ciclo de crisis financiera, o nos hundamos más en una crisis estructural de largo plazo, nada de eso matará al capitalismo neoliberal, sino que matará de hambre a más humanos excluidos de todo en el planeta, y dejará también sumidos en la pobreza, o en la sórdida pobreza extrema, a miles de millones de mujeres, niños, hombres, ancianos…
lunes, 19 de febrero de 2018
El análisis de Marx de las leyes del capital y la crisis bursátil
Nick Beams, wsws
A lo largo de los años, uno de los ataques más persistentes contra Karl Marx por los sumos sacerdotes de la economía burguesa –los guardianes ideológicos del sistema de lucro— ha sido contra su argumento de que, en última instancia, el capitalismo depende del empobrecimiento de la clase trabajadora.
La historia, sostienen, ha demostrado lo contrario y ha refutado a Marx. Si bien ha habido períodos de crisis y caídas rápidas e incluso prolongadas en los niveles de vida de las masas, a la larga el sistema de lucro ha servido para elevarlos y continuará haciéndolo en el futuro indefinido, independientemente de las fluctuaciones que pueda sufrir.
Además, no existe una alternativa posible porque el sistema de mercado no es un modo de producción desarrollado históricamente, que surgió en un punto y por lo tanto está destinado a desaparecer como los modos de producción anteriores, la esclavitud y el feudalismo. Más bien, está enraizado en las leyes de la naturaleza misma y es necesario y por lo tanto eterno. En otras palabras, a pesar de algunas imperfecciones, que pueden dar lugar a problemas en ciertos puntos, todo es realmente el mejor de los mundos posibles.
En la época feudal, los sumos sacerdotes de la Iglesia, que desempeñaron un papel clave en sostener y santificar a las clases dominantes de la época, sostuvieron que cuando surgían las crisis no eran producto del sistema social sino un “acto de Dios”, un castigo para el hombre derivado de su caída en el pecado.
Si bien ha habido enormes avances en el pensamiento social y político desde entonces –un producto de la Ilustración y los grandes avances en el conocimiento científico—, el modus operandi de los actuales “sumos sacerdotes” de la economía capitalista, los economistas y expertos burgueses, no es del todo diferente al de sus predecesores.
A lo largo de los años, uno de los ataques más persistentes contra Karl Marx por los sumos sacerdotes de la economía burguesa –los guardianes ideológicos del sistema de lucro— ha sido contra su argumento de que, en última instancia, el capitalismo depende del empobrecimiento de la clase trabajadora.
La historia, sostienen, ha demostrado lo contrario y ha refutado a Marx. Si bien ha habido períodos de crisis y caídas rápidas e incluso prolongadas en los niveles de vida de las masas, a la larga el sistema de lucro ha servido para elevarlos y continuará haciéndolo en el futuro indefinido, independientemente de las fluctuaciones que pueda sufrir.
Además, no existe una alternativa posible porque el sistema de mercado no es un modo de producción desarrollado históricamente, que surgió en un punto y por lo tanto está destinado a desaparecer como los modos de producción anteriores, la esclavitud y el feudalismo. Más bien, está enraizado en las leyes de la naturaleza misma y es necesario y por lo tanto eterno. En otras palabras, a pesar de algunas imperfecciones, que pueden dar lugar a problemas en ciertos puntos, todo es realmente el mejor de los mundos posibles.
En la época feudal, los sumos sacerdotes de la Iglesia, que desempeñaron un papel clave en sostener y santificar a las clases dominantes de la época, sostuvieron que cuando surgían las crisis no eran producto del sistema social sino un “acto de Dios”, un castigo para el hombre derivado de su caída en el pecado.
Si bien ha habido enormes avances en el pensamiento social y político desde entonces –un producto de la Ilustración y los grandes avances en el conocimiento científico—, el modus operandi de los actuales “sumos sacerdotes” de la economía capitalista, los economistas y expertos burgueses, no es del todo diferente al de sus predecesores.
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viernes, 16 de febrero de 2018
La caída de la bolsa: ¿cómo 1987, 2007 o 1937?
Michael Roberts, Sin Permiso
El 5 de febrero el mercado de valores de Estados Unidos experimentó su mayor caída desde mediados de 2007, justo antes de la crisis crediticia, la crisis de la banca y el inicio de la Gran Recesión.
¿Se repite la historia? Según el viejo dicho, la historia no se repite, pero rima. En otras palabras, hay ecos del pasado en el presente. Pero ¿cuáles son esos ecos en este momento? Hay tres posibilidades.
1) Esta caída será similar a la de 1987 y será seguido por una recuperación rápida y decisiva y el mercado de valores y la economía de Estados Unidos reanudarán su reciente marcha ascendente. La caída será vista como un bache en la recuperación de la Larga Depresión de los últimos diez años.
2) O podría ser como 2007, cuando la caída de la bolsa anunció el comienzo del mayor colapso de la producción capitalista mundial desde la década de 1930 y del mayor colapso conocido en el sector financiero - para ser seguido por la recuperación económica más débil desde 1945.
3) O, finalmente, podría ser como 1937, cuando el mercado de valores cayó cuando la Reserva Federal de Estados Unidos subió los tipos de interés y el 'New Deal' de la administración Roosevelt dejó de invertir para estimular la economía. La Gran Depresión se reanudó y sólo se terminó con la carrera de armamentos y la entrada de los EEUU en la Segunda Guerra Mundial en 1941.
jueves, 15 de febrero de 2018
El ‘índice del miedo’ planea sobre Wall Street
Martine Orange, Mediapart
La crisis financiera de 2008 sacó a la luz la creatividad financiera. En unas semanas, el mundo había descubierto las subprimes, la titulización y todos los títulos oscuros (CDO, CDS, ABS, etc.) origen del hundimiento financiero. En las próximas semanas, es muy posible que otras siglas, VIX, se encuentren en boca de todos. No en vano ya se apunta a este índice como el principal responsable del hundimiento bursátil que conoció Wall Street el lunes 5 de febrero.
En apenas unos minutos durante la sesión del lunes, el Dow Jones, el índice de Wall Street, cayó más de un 10% hasta cerrar con pérdidas del 4,6%. Desorientados, los agentes de los mercados trataban de entender lo ocurrido. ¿Había un trader loco? ¿Ordenadores que habían perdido el control? Muchos apuntan ahora a otro culpable, el VIX, el índice de volatilidad del mercado. El índice del miedo, como se le conoce en los mercados. Un índice que, en unos años, se ha convertido en la referencia de todas las apuestas bursátiles, en mercados dominados por algoritmos y matemáticas cuánticas.
Si los mercados bursátiles han denominado al VIX el índice del miedo es porque se supone que debe medir el estado de los mercados día a día, en función de la volatilidad de éstos. La volatilidad es una noción muy empleada en los mercados financieros: mide la magnitud de las variaciones de las cotizaciones de los activos día a día. Cuanto más elevada sea, mayores serán los riesgos; mayor la perspectiva de ganancia, pero también de pérdidas.
La crisis financiera de 2008 sacó a la luz la creatividad financiera. En unas semanas, el mundo había descubierto las subprimes, la titulización y todos los títulos oscuros (CDO, CDS, ABS, etc.) origen del hundimiento financiero. En las próximas semanas, es muy posible que otras siglas, VIX, se encuentren en boca de todos. No en vano ya se apunta a este índice como el principal responsable del hundimiento bursátil que conoció Wall Street el lunes 5 de febrero.
En apenas unos minutos durante la sesión del lunes, el Dow Jones, el índice de Wall Street, cayó más de un 10% hasta cerrar con pérdidas del 4,6%. Desorientados, los agentes de los mercados trataban de entender lo ocurrido. ¿Había un trader loco? ¿Ordenadores que habían perdido el control? Muchos apuntan ahora a otro culpable, el VIX, el índice de volatilidad del mercado. El índice del miedo, como se le conoce en los mercados. Un índice que, en unos años, se ha convertido en la referencia de todas las apuestas bursátiles, en mercados dominados por algoritmos y matemáticas cuánticas.
Si los mercados bursátiles han denominado al VIX el índice del miedo es porque se supone que debe medir el estado de los mercados día a día, en función de la volatilidad de éstos. La volatilidad es una noción muy empleada en los mercados financieros: mide la magnitud de las variaciones de las cotizaciones de los activos día a día. Cuanto más elevada sea, mayores serán los riesgos; mayor la perspectiva de ganancia, pero también de pérdidas.
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miércoles, 14 de febrero de 2018
Poder de mercado y enigmas macroeconómicos
Alejandro Nadal, La Jornada
La concentración de poder económico es algo que salta a la vista. Todos los días observamos cómo las empresas más grandes en la economía aumentan su influencia. Sabemos que ese poder les permite desplegar un comportamiento nocivo (por ejemplo, al manipular precios). Pero ese incremento del poder de mercado, ¿también tiene efectos macroeconómicos? Es decir, ¿puede explicar fenómenos como el lento crecimiento, el desempleo o la desigualdad creciente?
Para reflexionar sobre estas preguntas podemos recurrir al laboratorio más completo del capitalismo: la economía de Estados Unidos. Para ese país los datos macroeconómicos de los pasados 40 años proporcionan un marco de referencia invaluable. Pero esos datos dibujan un cuadro intrigante, en el que abundan los enigmas y las paradojas. No sorprende que la teoría económica tradicional no pueda explicar los contornos de ese paisaje.
Al revisar los datos macroeconómicos surgen varias preguntas inquietantes. Por ejemplo, ¿cómo es posible que la riqueza financiera haya crecido tanto en Estados Unidos mientras la inversión real haya permanecido en el estancamiento? Otra: ¿Cómo explicar que el valor financiero de muchas empresas haya podido mantenerse durante cuatro décadas por encima del costo de sus activos? Y quizás la interrogante más preocupante: ¿Por qué a pesar de que muchas empresas mantuvieron tasas de ganancia altas en un entorno de bajas tasas de interés no procedieron a invertir en capital y fuerza de trabajo?
La concentración de poder económico es algo que salta a la vista. Todos los días observamos cómo las empresas más grandes en la economía aumentan su influencia. Sabemos que ese poder les permite desplegar un comportamiento nocivo (por ejemplo, al manipular precios). Pero ese incremento del poder de mercado, ¿también tiene efectos macroeconómicos? Es decir, ¿puede explicar fenómenos como el lento crecimiento, el desempleo o la desigualdad creciente?
Para reflexionar sobre estas preguntas podemos recurrir al laboratorio más completo del capitalismo: la economía de Estados Unidos. Para ese país los datos macroeconómicos de los pasados 40 años proporcionan un marco de referencia invaluable. Pero esos datos dibujan un cuadro intrigante, en el que abundan los enigmas y las paradojas. No sorprende que la teoría económica tradicional no pueda explicar los contornos de ese paisaje.
Al revisar los datos macroeconómicos surgen varias preguntas inquietantes. Por ejemplo, ¿cómo es posible que la riqueza financiera haya crecido tanto en Estados Unidos mientras la inversión real haya permanecido en el estancamiento? Otra: ¿Cómo explicar que el valor financiero de muchas empresas haya podido mantenerse durante cuatro décadas por encima del costo de sus activos? Y quizás la interrogante más preocupante: ¿Por qué a pesar de que muchas empresas mantuvieron tasas de ganancia altas en un entorno de bajas tasas de interés no procedieron a invertir en capital y fuerza de trabajo?
lunes, 12 de febrero de 2018
La Doctrina Monroe siempre ha estado vigente
Néstor García Iturbe, Alai
Desde que en 1823, hace cerca de 200 años, Estados Unidos proclamó por primera vez la Doctrina Monroe, esta no ha dejado de estar vigente en la política exterior del Imperio, es por eso que considero un enfoque equivocado el considerar que la administración Trump está retornando a la Doctrina Monroe, como han planteado, con toda buena intención, algunos politólogos y periodistas.
La repudiada doctrina establece bien claro el principio de “América para los americanos”. En este caso cuando se habla de América se está refiriendo a todo el continente, norte, centro y sur, pero cuando se menciona a los “americanos” se modifica la etimología de la palabra para referirse solamente a los que viven en Estados Unidos, pues ellos mismos se denominan “americans” y eso fue lo que se plasmó en la Doctrina Monroe.
Esta doctrina fue la que ideológicamente se utilizó para arrebatar vastos territorios a México en un período comprendid0 entre 1836 y 1848.
En 1855 Estados Unidos invade Nicaragua y posteriormente ocupa El Salvador y Honduras.
Desde que en 1823, hace cerca de 200 años, Estados Unidos proclamó por primera vez la Doctrina Monroe, esta no ha dejado de estar vigente en la política exterior del Imperio, es por eso que considero un enfoque equivocado el considerar que la administración Trump está retornando a la Doctrina Monroe, como han planteado, con toda buena intención, algunos politólogos y periodistas.
La repudiada doctrina establece bien claro el principio de “América para los americanos”. En este caso cuando se habla de América se está refiriendo a todo el continente, norte, centro y sur, pero cuando se menciona a los “americanos” se modifica la etimología de la palabra para referirse solamente a los que viven en Estados Unidos, pues ellos mismos se denominan “americans” y eso fue lo que se plasmó en la Doctrina Monroe.
Esta doctrina fue la que ideológicamente se utilizó para arrebatar vastos territorios a México en un período comprendid0 entre 1836 y 1848.
En 1855 Estados Unidos invade Nicaragua y posteriormente ocupa El Salvador y Honduras.
domingo, 11 de febrero de 2018
Wall Street sufre pérdidas en medio del miedo y el pánico
Nick Beams, WSWS
Wall Street vio otra caída en las acciones, con el índice Dow Jones cayendo 1.032 puntos, la segunda vez en cuatro días que cae más de 1.000 puntos. Una gran parte de la venta masiva, que impactó en todos los demás índices de mercado y se extendió a todos los niveles, se produjo en la última hora, lo que indica que pueden estar por venir más ventas.
El Dow Jones bajó un 4,2 por ciento, el S&P 500 cayó un 3,8 por ciento, tomando la caída desde su máximo de enero al 10 por ciento, y el Nasdaq de la tecnología pesada perdió un 3,9 por ciento. La tasa de interés del bono del Tesoro a 10 años se elevó a un 2,9 por ciento, pero retrocedió al 2,82 por ciento a medida que el dinero se iba trasladando de las acciones a la deuda pública.
Los mercados en Asia se desplomaron dramáticamente y permanecen en números rojos. Con varias horas de negociación restantes, el índice Nikkei en Japón había caído más del 2,5 por ciento; el STX en Singapur bajó 1,8 por ciento; All Ords en Australia bajó 1 por ciento; y el Kospi en Corea del Sur cayó un 1,6 por ciento. Las bolsas de Hong Kong y Shanghai en China fueron las más afectadas, con el Hang Seng con un descenso del 3,3 por ciento y el compuesto de Shanghai con un descenso del 4,1 por ciento a la hora del almuerzo.
Seis días después de que la venta masiva en Wall Street comenzara el viernes pasado, algunos de los mecanismos del mercado que la impulsan se han vuelto más claros. La caída inicial fue provocada por la noticia de que el crecimiento salarial en los EEUU el año pasado fue del 2,9 por ciento, por encima de las expectativas del mercado. Esto se cruzó con un aumento en las tasas de interés del mercado de bonos, con el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años subiendo a su punto más alto en cuatro años, siguiendo las previsiones anteriores de que la tendencia alcista de los bonos de décadas, que ha visto caer las tasas de interés a mínimos históricos, está llegando a su fin.
Wall Street vio otra caída en las acciones, con el índice Dow Jones cayendo 1.032 puntos, la segunda vez en cuatro días que cae más de 1.000 puntos. Una gran parte de la venta masiva, que impactó en todos los demás índices de mercado y se extendió a todos los niveles, se produjo en la última hora, lo que indica que pueden estar por venir más ventas.
El Dow Jones bajó un 4,2 por ciento, el S&P 500 cayó un 3,8 por ciento, tomando la caída desde su máximo de enero al 10 por ciento, y el Nasdaq de la tecnología pesada perdió un 3,9 por ciento. La tasa de interés del bono del Tesoro a 10 años se elevó a un 2,9 por ciento, pero retrocedió al 2,82 por ciento a medida que el dinero se iba trasladando de las acciones a la deuda pública.
Los mercados en Asia se desplomaron dramáticamente y permanecen en números rojos. Con varias horas de negociación restantes, el índice Nikkei en Japón había caído más del 2,5 por ciento; el STX en Singapur bajó 1,8 por ciento; All Ords en Australia bajó 1 por ciento; y el Kospi en Corea del Sur cayó un 1,6 por ciento. Las bolsas de Hong Kong y Shanghai en China fueron las más afectadas, con el Hang Seng con un descenso del 3,3 por ciento y el compuesto de Shanghai con un descenso del 4,1 por ciento a la hora del almuerzo.
Seis días después de que la venta masiva en Wall Street comenzara el viernes pasado, algunos de los mecanismos del mercado que la impulsan se han vuelto más claros. La caída inicial fue provocada por la noticia de que el crecimiento salarial en los EEUU el año pasado fue del 2,9 por ciento, por encima de las expectativas del mercado. Esto se cruzó con un aumento en las tasas de interés del mercado de bonos, con el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años subiendo a su punto más alto en cuatro años, siguiendo las previsiones anteriores de que la tendencia alcista de los bonos de décadas, que ha visto caer las tasas de interés a mínimos históricos, está llegando a su fin.
jueves, 8 de febrero de 2018
Turbulencia en los mercados financieros
Alejandro Nadal, La Jornada
El mercado bursátil en Estados Unidos abrió el martes con señales de que se avecinaba otro día de turbulencia. El lunes estuvo marcado por la peor caída en la bolsa desde 2011: el comportamiento del índice S&P 500 anuló las ganancias de todo el año anterior. Todo esto provocó una ola de desconfianza y volatilidad en los mercados de Europa y Asia. ¿Qué está sucediendo?
Parece ser que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) es el primer banco central que logra salir de una política de flexibilidad monetaria con tasas de interés cero y una colosal expansión de su hoja de balance sin grandes dificultades y sin provocar una recesión. Ese logro no sería poca cosa. Hay que recordar que Japón no ha podido conseguir ese resultado y su política de flexibilidad monetaria no logró romper la inercia del estancamiento. Y en Europa, el Banco Central Europeo no ha abandonado su postura de tasas cero y flexibilización cuantitativa. En su apogeo esa política monetaria mantuvo una inyección de liquidez de 80 mil millones de euros mensuales, y aunque hoy se ha reducido a 30 mil millones de dólares mensuales la inyección de liquidez continúa.
La Fed considera que aplicó con éxito una política de tasas cero para contrarrestar los efectos de la crisis, y hoy ha retomado el camino de la normalización con el primer aumento de tasas de interés en 2015. Cuando la Fed comenzó su programa de compra de bonos y de títulos respaldados por hipotecas, muchos pensaron que se desataría un periodo de hiperinflación. No surgieron las presiones inflacionarias ni se ha frenado el crecimiento que ha experimentado la economía estadunidense en años recientes. Pero quizás el triunfalismo es prematuro.
El mercado bursátil en Estados Unidos abrió el martes con señales de que se avecinaba otro día de turbulencia. El lunes estuvo marcado por la peor caída en la bolsa desde 2011: el comportamiento del índice S&P 500 anuló las ganancias de todo el año anterior. Todo esto provocó una ola de desconfianza y volatilidad en los mercados de Europa y Asia. ¿Qué está sucediendo?
Parece ser que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) es el primer banco central que logra salir de una política de flexibilidad monetaria con tasas de interés cero y una colosal expansión de su hoja de balance sin grandes dificultades y sin provocar una recesión. Ese logro no sería poca cosa. Hay que recordar que Japón no ha podido conseguir ese resultado y su política de flexibilidad monetaria no logró romper la inercia del estancamiento. Y en Europa, el Banco Central Europeo no ha abandonado su postura de tasas cero y flexibilización cuantitativa. En su apogeo esa política monetaria mantuvo una inyección de liquidez de 80 mil millones de euros mensuales, y aunque hoy se ha reducido a 30 mil millones de dólares mensuales la inyección de liquidez continúa.
La Fed considera que aplicó con éxito una política de tasas cero para contrarrestar los efectos de la crisis, y hoy ha retomado el camino de la normalización con el primer aumento de tasas de interés en 2015. Cuando la Fed comenzó su programa de compra de bonos y de títulos respaldados por hipotecas, muchos pensaron que se desataría un periodo de hiperinflación. No surgieron las presiones inflacionarias ni se ha frenado el crecimiento que ha experimentado la economía estadunidense en años recientes. Pero quizás el triunfalismo es prematuro.
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martes, 6 de febrero de 2018
Nuevas pillerías de las automotrices alemanas
Iván Restrepo, La Jornada
Guardadas todas las proporciones, parece una historia ubicada en la época en que Hitler hacía de las suyas. Cuando numerosas empresas alemanas utilizaban mano de obra esclava para reforzar su producción bélica y médicos realizaban experimentos dolorosos y mortales con miles de prisioneros en los campos de concentración. Sin el mínimo sentido ético ni consentimiento de los sometidos a tales pruebas, esos médicos y sus ayudantes buscaron encontrar un método efectivo contra la hipotermia, elaborar productos farmacéuticos para curar lesiones y enfermedades; para probar compuestos de inmunización y sueros a fin de prevenir y tratar enfermedades contagiosas: malaria, tifus, tuberculosis, fiebre tifoidea, amarilla y la hepatitis infecciosa.
En el campo de exterminio de Ravensbrueck experimentaron con injertos óseos y ver la eficacia de ciertas drogas, como la sulfanilamida. Y en los de Natzweiler y Sachsenhausen, los prisioneros sirvieron para probar antídotos contra el fosgeno y el gas mostaza.
Por su extrema crueldad, los "estudios" dirigidos por Josef Mengele en Auschwitz son los más citados. El doctor muerte logró escapar y nunca pagó por los crímenes que cometió con judíos, gitanos y otros grupos considerados racial o genéticamente indeseables por los nazis. Con ese fin, trabajó para determinar la resistencia que ofrecían a diversas enfermedades contagiosas, probar los sistemas de esterilización y así evitar que se reprodujeran. Agreguemos los que efectuó con gemelos.
Guardadas todas las proporciones, parece una historia ubicada en la época en que Hitler hacía de las suyas. Cuando numerosas empresas alemanas utilizaban mano de obra esclava para reforzar su producción bélica y médicos realizaban experimentos dolorosos y mortales con miles de prisioneros en los campos de concentración. Sin el mínimo sentido ético ni consentimiento de los sometidos a tales pruebas, esos médicos y sus ayudantes buscaron encontrar un método efectivo contra la hipotermia, elaborar productos farmacéuticos para curar lesiones y enfermedades; para probar compuestos de inmunización y sueros a fin de prevenir y tratar enfermedades contagiosas: malaria, tifus, tuberculosis, fiebre tifoidea, amarilla y la hepatitis infecciosa.
En el campo de exterminio de Ravensbrueck experimentaron con injertos óseos y ver la eficacia de ciertas drogas, como la sulfanilamida. Y en los de Natzweiler y Sachsenhausen, los prisioneros sirvieron para probar antídotos contra el fosgeno y el gas mostaza.
Por su extrema crueldad, los "estudios" dirigidos por Josef Mengele en Auschwitz son los más citados. El doctor muerte logró escapar y nunca pagó por los crímenes que cometió con judíos, gitanos y otros grupos considerados racial o genéticamente indeseables por los nazis. Con ese fin, trabajó para determinar la resistencia que ofrecían a diversas enfermedades contagiosas, probar los sistemas de esterilización y así evitar que se reprodujeran. Agreguemos los que efectuó con gemelos.
jueves, 1 de febrero de 2018
La macroeconomía "ortodoxa", a la busqueda de la "nueva gran idea"
Michael Roberts, Sin Permiso
Una vez más, la teoría económica dominante está tratando de re-evaluar su eficacia como análisis científico objetivo de las leyes del movimiento de las principales economías. Dado que fue incapaz de predecir la crisis financiera global, proporcionar una explicación convincente de lo sucedido y adoptar políticas que pudieran sacar a la economía capitalista de la subsiguiente Larga Depresión de crecimiento e inversión, la teoría económica “ortodoxa” se encuentra estupefacta.
He pasado revista ya a varios de estos intentos: Dani Rodrik, Paul Romer, Robert Skidelsky y el más recientemente de John Quiggin. También he analizado los esfuerzos desde teorías económicas más heterodoxas de criticar los fallos de la corriente dominante.
Asistimos ahora a otro ensayo de mirarse el ombligo. El último número de la Oxford Review of Economic Policy está dedicado a 'La reconstrucción de la teoría macroeconómica' (todos los artículos se pueden consultar libremente hasta el 7 de febrero). Y Martin Sandbu en el Financial Times británico ha examinado los diversos artículos de la revista de eminentes economistas como el ex economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, los premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz; y el principal keynesiano británico, Simon Wren-Lewis.
Una vez más, la teoría económica dominante está tratando de re-evaluar su eficacia como análisis científico objetivo de las leyes del movimiento de las principales economías. Dado que fue incapaz de predecir la crisis financiera global, proporcionar una explicación convincente de lo sucedido y adoptar políticas que pudieran sacar a la economía capitalista de la subsiguiente Larga Depresión de crecimiento e inversión, la teoría económica “ortodoxa” se encuentra estupefacta.
He pasado revista ya a varios de estos intentos: Dani Rodrik, Paul Romer, Robert Skidelsky y el más recientemente de John Quiggin. También he analizado los esfuerzos desde teorías económicas más heterodoxas de criticar los fallos de la corriente dominante.
Asistimos ahora a otro ensayo de mirarse el ombligo. El último número de la Oxford Review of Economic Policy está dedicado a 'La reconstrucción de la teoría macroeconómica' (todos los artículos se pueden consultar libremente hasta el 7 de febrero). Y Martin Sandbu en el Financial Times británico ha examinado los diversos artículos de la revista de eminentes economistas como el ex economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, los premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz; y el principal keynesiano británico, Simon Wren-Lewis.
miércoles, 31 de enero de 2018
Feudalismo bancario
Alejandro Nadal, La Jornada
Durante los siglos VIII y XV predominó en Europa un sistema político y económico que ha recibido el nombre de feudalismo. Era un sistema organizado alrededor de la propiedad de la tierra, a cambio de esquemas de vasallaje, protección, trabajo y distribución de la producción agrícola. En la clásica descripción de Marc Bloch, el esquema jerárquico giraba alrededor de los tres estamentos de la sociedad: nobleza, clero y productores del campo. Típicamente los señores feudales, firmemente aposentados en sus castillos, prestaban protección a los productores agrícolas a cambio de trabajo directo o de un tributo que era pagado en especie.
Entre los habitantes del campo y los poblados las relaciones económicas se llevaban a cabo por medio de mercados, ferias y otros esquemas para los intercambios. La moneda en circulación era emitida, a veces, por autoridades eclesiásticas y, en ocasiones, por reyes o los mismos señores feudales. El trueque sólo predominó cuando había derrumbes institucionales, como al colapsarse el imperio romano o cuando desapareció el imperio de Carlomagno.
En el feudalismo existía el crédito y algunas dinastías se encargaron de proporcionar préstamos a quienes los necesitaran. Pero esos empréstitos normalmente estuvieron reservados a los poderosos y no eran para el grueso de la población. Una buena parte de los créditos se destinaba a pagar mercenarios y financiar guerras. En esos casos los intereses eran altísimos y podían alcanzar 60 por ciento (como hoy en las tarjetas de crédito). También había préstamos para los grandes comerciantes, quienes ofrecían suficientes garantías. El resto de la población tenía que recurrir a los prestamistas locales para solventar sus necesidades en caso de enfermedad o de alguna otra emergencia.
Durante los siglos VIII y XV predominó en Europa un sistema político y económico que ha recibido el nombre de feudalismo. Era un sistema organizado alrededor de la propiedad de la tierra, a cambio de esquemas de vasallaje, protección, trabajo y distribución de la producción agrícola. En la clásica descripción de Marc Bloch, el esquema jerárquico giraba alrededor de los tres estamentos de la sociedad: nobleza, clero y productores del campo. Típicamente los señores feudales, firmemente aposentados en sus castillos, prestaban protección a los productores agrícolas a cambio de trabajo directo o de un tributo que era pagado en especie.
Entre los habitantes del campo y los poblados las relaciones económicas se llevaban a cabo por medio de mercados, ferias y otros esquemas para los intercambios. La moneda en circulación era emitida, a veces, por autoridades eclesiásticas y, en ocasiones, por reyes o los mismos señores feudales. El trueque sólo predominó cuando había derrumbes institucionales, como al colapsarse el imperio romano o cuando desapareció el imperio de Carlomagno.
En el feudalismo existía el crédito y algunas dinastías se encargaron de proporcionar préstamos a quienes los necesitaran. Pero esos empréstitos normalmente estuvieron reservados a los poderosos y no eran para el grueso de la población. Una buena parte de los créditos se destinaba a pagar mercenarios y financiar guerras. En esos casos los intereses eran altísimos y podían alcanzar 60 por ciento (como hoy en las tarjetas de crédito). También había préstamos para los grandes comerciantes, quienes ofrecían suficientes garantías. El resto de la población tenía que recurrir a los prestamistas locales para solventar sus necesidades en caso de enfermedad o de alguna otra emergencia.
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lunes, 29 de enero de 2018
Davos, el foro de la desigualdad
Miguel Urban, El Salto
Hay pocos momentos donde el capitalismo global se muestre públicamente en toda su obscenidad y poderío como ocurre cada año en Davos. En el Foro Económico Mundial todo acompaña: el lugar (un complejo lujoso en una lujosa ciudad fuertemente vigilada de un paraíso fiscal situado en pleno corazón de Europa), el decorado (fuerzas de seguridad, lobbistas y periodistas se entremezclan con una de las mayores densidades de poder económico y político que pueden contemplarse en el mundo, con sus reuniones y cenas privadas y los precios desorbitados que acompañan cualquier servicio), los contenidos y, sobre todo, las compañías. Por si fuera poco, este año el cierre corre a cargo de Donald Trump, el “peligroso populista antiglobalización” que después de la ventajosa reforma fiscal para las multinacionales y los multimillonarios es recibido en Davos como el hijo pródigo. Ni en las mejores distopías cinematográficas habría salido un guión tan rotundo.
Los poderosos allí reunidos, que no son precisamente tontos, se cuidan muy mucho de amortiguar la obscenidad de la cita. Por eso insisten continuamente en el carácter informal y no vinculante de la reunión, se incluyen ponencias sobre la economía verde -¡bienvenido mister Capitalismo Verde!-, se ofrece la posibilidad de conocer en primera persona durante unos minutos el drama de las personas refugiadas(como si de un zoológico humano se tratase), se juega al feminismo neoliberal y hasta se incorpora al diagnóstico muchas de las críticas que, desde hace varias décadas, vienen haciendo los movimientos sociales sobre el paradigma de crecimiento incontrolado y sus nefastas consecuencias sobre las personas, los pueblos y el planeta. Pero precisamente porque no son tontos, una vez cumplido con el decoro, los papeles se mojan, las anteojeras reaparecen y las recetas vuelven a su cauce habitual.
Hay pocos momentos donde el capitalismo global se muestre públicamente en toda su obscenidad y poderío como ocurre cada año en Davos. En el Foro Económico Mundial todo acompaña: el lugar (un complejo lujoso en una lujosa ciudad fuertemente vigilada de un paraíso fiscal situado en pleno corazón de Europa), el decorado (fuerzas de seguridad, lobbistas y periodistas se entremezclan con una de las mayores densidades de poder económico y político que pueden contemplarse en el mundo, con sus reuniones y cenas privadas y los precios desorbitados que acompañan cualquier servicio), los contenidos y, sobre todo, las compañías. Por si fuera poco, este año el cierre corre a cargo de Donald Trump, el “peligroso populista antiglobalización” que después de la ventajosa reforma fiscal para las multinacionales y los multimillonarios es recibido en Davos como el hijo pródigo. Ni en las mejores distopías cinematográficas habría salido un guión tan rotundo.
Los poderosos allí reunidos, que no son precisamente tontos, se cuidan muy mucho de amortiguar la obscenidad de la cita. Por eso insisten continuamente en el carácter informal y no vinculante de la reunión, se incluyen ponencias sobre la economía verde -¡bienvenido mister Capitalismo Verde!-, se ofrece la posibilidad de conocer en primera persona durante unos minutos el drama de las personas refugiadas(como si de un zoológico humano se tratase), se juega al feminismo neoliberal y hasta se incorpora al diagnóstico muchas de las críticas que, desde hace varias décadas, vienen haciendo los movimientos sociales sobre el paradigma de crecimiento incontrolado y sus nefastas consecuencias sobre las personas, los pueblos y el planeta. Pero precisamente porque no son tontos, una vez cumplido con el decoro, los papeles se mojan, las anteojeras reaparecen y las recetas vuelven a su cauce habitual.
domingo, 28 de enero de 2018
La amenaza mundial que representa la retorcida lógica imperialista
Alberto Rabilotta, Alai
En abril del 2017, a unos tres meses de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, escribí un artículo titulado “Un ‘auto-golpe’ que nos pone al borde del abismo”, en el cual señalaba que para paliar su extrema debilidad, el no poder disponer de los funcionarios para llenar los puestos claves de la maquinaria del Estado y así garantizar la aplicación y el seguimiento de las políticas de su gobierno, Trump tuvo que aliarse con los militares y los financieros de Wall Street, o sea con quienes detentan la mayor cuota de poder real en Estados Unidos.
La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) dada a conocer a mediados de diciembre del 2017 y la Estrategia de Defensa Nacional (EDN), publicada un mes más tarde, es el primer parto de esa alianza, o mejor dicho (y recordando la historia del imperio romano) el precio que un Emperador generalmente paga cuando pide la protección de la Guardia Pretoriana y pacta una alianza con los oligarcas en un vano intento de salvar el imperio de una decadencia irreversible y de la ira del pueblo.
Lo sucedido era previsible desde el momento en que Trump, un “maverick” (iconoclasta) en materia política, logró ganar las elecciones luchando contra el poderoso Partido Demócrata y también contra la mayor parte de la maquinaria del Partido Republicano, su propio partido. El sistema bipartidista estadounidense fue creado y funciona para mantener el Estado bajo el control de los intereses capitalistas dominantes, lo que explica que ambos partidos cooptan y forman la burocracia que dirigirá el aparato e instituciones del Estado, que formulará y aplicará las directivas políticas para hacer avanzar los intereses dominantes.
En abril del 2017, a unos tres meses de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, escribí un artículo titulado “Un ‘auto-golpe’ que nos pone al borde del abismo”, en el cual señalaba que para paliar su extrema debilidad, el no poder disponer de los funcionarios para llenar los puestos claves de la maquinaria del Estado y así garantizar la aplicación y el seguimiento de las políticas de su gobierno, Trump tuvo que aliarse con los militares y los financieros de Wall Street, o sea con quienes detentan la mayor cuota de poder real en Estados Unidos.
La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) dada a conocer a mediados de diciembre del 2017 y la Estrategia de Defensa Nacional (EDN), publicada un mes más tarde, es el primer parto de esa alianza, o mejor dicho (y recordando la historia del imperio romano) el precio que un Emperador generalmente paga cuando pide la protección de la Guardia Pretoriana y pacta una alianza con los oligarcas en un vano intento de salvar el imperio de una decadencia irreversible y de la ira del pueblo.
Lo sucedido era previsible desde el momento en que Trump, un “maverick” (iconoclasta) en materia política, logró ganar las elecciones luchando contra el poderoso Partido Demócrata y también contra la mayor parte de la maquinaria del Partido Republicano, su propio partido. El sistema bipartidista estadounidense fue creado y funciona para mantener el Estado bajo el control de los intereses capitalistas dominantes, lo que explica que ambos partidos cooptan y forman la burocracia que dirigirá el aparato e instituciones del Estado, que formulará y aplicará las directivas políticas para hacer avanzar los intereses dominantes.
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viernes, 26 de enero de 2018
El Foro Económico Mundial se reúne en Davos bajo la sombra de la crisis y la guerra
Bill Van Auken, wsws
El martes, el Foro Económico Mundial (WEF) abrió sus puertas en el exclusivo centro turístico alpino suizo de Davos, con unos 3.000 ejecutivos corporativos, funcionarios gubernamentales y famosos convocados con el ostensible propósito de debatir el tema de este año de “crear un futuro compartido en un mundo fracturado”.
Sin embargo, la reunión se ve ensombrecida por la fractura acelerada del orden capitalista global, que se manifiesta en niveles sin precedentes de desigualdad social en cada país, un fuerte crecimiento de la guerra comercial y la amenaza cada vez más inmediata de un conflicto armado, incluida la guerra nuclear, entre las principales potencias.
La muchedumbre adinerada en Davos, que paga 55.000 dólares por persona para asistir, está custodiada por un pequeño ejército de 4.000 soldados suizos y 1.000 policías, con una zona de exclusión aérea impuesta sobre sus cabezas. Se han prohibido las protestas en la aldea, con el pretexto de que ha habido demasiada nieve, pero miles de personas se manifestaron el martes en la capital financiera suiza de Zurich en oposición al WEF y, en particular, a la asistencia este año del presidente de los EEUU, Donald Trump. Los manifestantes portaban pancartas que decían: “Trump: no eres bienvenido”, “eres una persona de mierda” y “Destruir al WEF”.
El martes, el Foro Económico Mundial (WEF) abrió sus puertas en el exclusivo centro turístico alpino suizo de Davos, con unos 3.000 ejecutivos corporativos, funcionarios gubernamentales y famosos convocados con el ostensible propósito de debatir el tema de este año de “crear un futuro compartido en un mundo fracturado”.
Sin embargo, la reunión se ve ensombrecida por la fractura acelerada del orden capitalista global, que se manifiesta en niveles sin precedentes de desigualdad social en cada país, un fuerte crecimiento de la guerra comercial y la amenaza cada vez más inmediata de un conflicto armado, incluida la guerra nuclear, entre las principales potencias.
La muchedumbre adinerada en Davos, que paga 55.000 dólares por persona para asistir, está custodiada por un pequeño ejército de 4.000 soldados suizos y 1.000 policías, con una zona de exclusión aérea impuesta sobre sus cabezas. Se han prohibido las protestas en la aldea, con el pretexto de que ha habido demasiada nieve, pero miles de personas se manifestaron el martes en la capital financiera suiza de Zurich en oposición al WEF y, en particular, a la asistencia este año del presidente de los EEUU, Donald Trump. Los manifestantes portaban pancartas que decían: “Trump: no eres bienvenido”, “eres una persona de mierda” y “Destruir al WEF”.
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